(Minghui.org) ¡Saludos, venerado Shifu! ¡Saludos, compañeros practicantes!

Antes de empezar a practicar Falun Dafa en el año 2000, yo era un "Gran Hermano" del infierno. Peleaba con la gente, intimidaba a otros y dominaba los mercados locales. Hacía cualquier cosa en beneficio propio, por lo que me gané muchos enemigos. Al final, me inculparon y me condenaron a dieciocho años de prisión. Durante el periodo de apelación estuve encarcelado en un centro de detención. Me negaba a obedecer las normas y a menudo pegaba e increpaba a los demás presos. Los guardias no podían hacerme nada, y me convertí en un "Gran Hermano" en el centro de detención.

Comencé a practicar Falun Dafa

El 20 de julio de 1999 ocurrió algo en China que conmocionó al mundo entero: el PCCh (Partido Comunista Chino) comenzó a perseguir a los practicantes de Falun Dafa. Todos los medios de comunicación de China difundieron las mentiras del PCCh sobre Dafa, y el centro de detención no fue una excepción. A todos los detenidos se les decía que criticaran a Falun Dafa. De alguna manera, cada vez que me tocaba hablar, me sentía mareado, sentía opresión en el pecho, tenía dificultad para respirar y era incapaz de hablar. Solo después de empezar a practicar Falun Dafa comprendí que Shifu ya estaba cuidando de mí.

Detuvieron a un practicante de Falun Dafa de unos 50 años y tomé la iniciativa de preguntarle sobre Dafa. Sonrió: "No podrás practicarlo". "¿Por qué?" le pregunté. Se limitó a sonreír. Supongo que debía de dar miedo con grilletes de hierro en los pies y una larga barba en la cara.

Varios días después, trajeron a otro practicante. El jefe de la celda le registró y encontró un rollo de papel higiénico que tenía algo escrito. Cuando le pregunté, dijo que era Hong Yin, poemas escritos por Shifu, y que lo habían detenido por practicar Falun Dafa. Le pregunté qué delito había cometido y me dijo: "El Gobierno nos malinterpreta".

Me di cuenta de que el practicante fregaba el suelo todos los días. Le pregunté al jefe de la celda por qué lo obligaban a hacerlo. "Le gusta hacerlo todos los días", afirmó el jefe de celda. Lo regañé. Tenía miedo de mí e inmediatamente dijo: "Haremos que lo haga otro".

El 21 de marzo de 2000 trajeron a mi celda a otro practicante de Dafa, que me presentó a Dafa.

Cuando lo trajeron a nuestra celda, llevaba tres días sin comer. Sin embargo, sonreía. El jefe de celda dijo a los presos que le echaran cincuenta palanganas de agua fría en la cabeza. Era una regla tácita en el centro de detención, y nadie que acabara de entrar quedaba exento.

Para entonces, yo ya había desarrollado una opinión positiva sobre Falun Dafa. Cuando vi que los presos estaban a punto de torturar al practicante, dije: "No se permite que nadie le eche agua". Me tuvieron miedo y no lo hicieron.

Charlé con este practicante y me contó lo maravilloso que es Dafa. Me conmovió su sinceridad. Me enseñó los cinco ejercicios. Después de hacerlos me sentí muy bien.

"Tienes que leer el libro"

Un día el practicante me dijo: "Necesitas leer el libro de Dafa". Fue liberado unos días después.

Al segundo día de ser liberado, un guardia me dijo que el practicante había venido a visitarme pero que lo habían echado. Sabía que debía de haber traído el libro para mí. Me sentí mal.

Entonces se produjo el milagro. Unos días después, cuando me reunía con mis familiares en la sala de visitas, entró un hombre. Mi instinto me dijo que había venido a traerme el libro.

Nos miramos. Dijo el nombre del practicante liberado y me preguntó si lo conocía. Le dije: "Sí, puede dármelo". Sacó el libro Zhuan Falun y me lo entregó. Conseguí el libro de Dafa. Pero no lo terminé y lo dejé. No volví a leerlo durante más de un mes. Más tarde aprendí que la primera vez que leas Zhuan Falun, pase lo que pase, no lo dejes. Si lo haces, será difícil retomarlo.

Cuando enviaron a otro nuevo practicante de Dafa, saqué el libro y se lo enseñé. Se quedó atónito: "¿Cómo conseguiste el libro?". Le dije que podía leerlo. Empezó a leer y no quiso dejarlo. Pensé que debía de haberme perdido algo al leerlo. "Llevas muchos días leyendo el libro", le dije. "¿Quizá sea mi turno de leerlo?". Me devolvió el libro: "Léelo tú. Yo leeré cuando tú no lo hagas".

Esta vez, cuando empecé a leer Zhuan Falun, no podía dejarlo. Cada frase de Shifu me conmovía profundamente. Sentí la gran compasión de Shifu, y sentí que finalmente había encontrado mi camino a casa.

Cuando recuerdo aquella época, se me llenan los ojos de lágrimas. Para salvarme, Shifu lo arregló todo y soportó tanto por mí.

"Si una persona como tú puede practicar Falun Dafa, el orden público hace tiempo que sería bueno"

Viendo que estaba leyendo todos los días, el guardia que supervisaba nuestra celda de detención me preguntó qué estaba leyendo. Le dije que era Zhuan Falun. Me dijo con desdén: "Si una persona como tú puede practicar Falun Dafa, el orden público hace tiempo que sería bueno". No le hice caso, y leí el libro e hice los ejercicios todos los días.

Tres meses después, cuando estaba en el retrete, salió una gran cantidad de sangre negra, y sentí el estómago vacío y muy cómodo. Cuando se lo conté a un practicante, me dijo: "¡Shifu está purificando tu cuerpo, lo cual es estupendo!".

Era cierto. Estaba muy emocionado, y me dije que debía cultivar genuinamente, ¡y cultivar hasta el final!

Me ajusté a la norma de Dafa. Ya no pedía a los otros detenidos que me sirvieran.

Una vez, el director del centro de detención y un grupo de guardias vinieron a inspeccionar la celda. Me vieron sentado en el suelo con un montón de pimientos rojos a mi lado. Me preguntaron: "¿Qué haces ahí sentado como un Buda?". Respondí: "Estoy trabajando". Todos se rieron, pues nunca había trabajado. "¿Sabes trabajar?". Continué recogiendo pimientos rojos.

A veces me encontraba con pruebas de xinxing. Una vez, un joven preso de guardia me gritó: "¿Qué haces ahí de pie? ¿Por qué no vienes a trabajar?". Empezó a insultar. Yo sonreí y no dije nada. Mi antiguo yo lo habría regañado o golpeado. Los otros presos se lo llevaron rápidamente. Cuando le dijeron quién era yo, se asustó mucho.

Distribución de las nuevas conferencias de Shifu

Debido a mi reputación, recibí un trato especial en el centro de detención, por lo que tuve relativamente más libertad. Pude recibir materiales de Dafa de practicantes de fuera de la prisión. Luego pasé los materiales a otros practicantes detenidos. Una practicante me preguntó: "Chico 18 [ese era mi apodo en el centro, ya que estaba condenado a 18 años], ¿tienes las nuevas conferencias de Shifu?". Me conmovió su corazón puro y su confianza, y envié dos conferencias más a la celda femenina. Todas las practicantes estaban muy contentas.

Muchos practicantes fueron encarcelados ilegalmente en el centro de detención. Dije a los jefes de celda que no debían maltratar a los practicantes y que debían permitirles leer los libros de Dafa y hacer los ejercicios. Hice todo lo posible para proteger a los practicantes, y me exigí a mí mismo leer y memorizar el Fa, y hacer los ejercicios todos los días. Esto sentó una base sólida para mi futura cultivación.

El mal intensificó la persecución contra mí. Me trasladaron a un centro de detención en otro condado. Estudié el Fa e hice los ejercicios al principio. Un día, un guardia me esposó las manos a la espalda durante 24 horas. Este tipo de esposas eran ilegales en el país, ya que ambos brazos podían quedar inutilizados si uno era esposado durante mucho tiempo. Después de estar esposado varias horas, el dolor se hizo insoportable. Recité el poema de Shifu:

"Un gran ser iluminado no teme a las penalidades

Su voluntad está formada de diamante

Sin apego a la vida ni a la muerte

Camina abierta y majestuosamente su sendero en la rectificación del Fa".

(Pensamientos rectos y acciones rectas, Hong Yin II)

Recité repetidamente este poema y superé esta prueba bajo la protección de Shifu.

Inicié una huelga de hambre para protestar contra la persecución. Después de negarme a comer durante 9 días, me llevaron a un hospital. Mi piel estaba amarilla como la cera. Oí al médico decir al guardia: "¿Por qué esperaste tanto?". Intentaron alimentarme a la fuerza, pero forcejeé y me negué a que lo hicieran. Me abrieron la boca con una herramienta de hierro, me echaron un poco de comida y la escupí toda. Los guardias no entendían nada y dijeron: "¿Quién dijo que esta persona era un gángster? ¡Es un Falun Dafa! Sáquenlo de aquí para que no tengamos que ocuparnos de él". Me devolvieron al primer centro de detención.

Un director de sección era un guardia despiadado. Ató a un prisionero a un lecho de muerte y, en menos de un día, consiguió que sucumbiera. El director de sección me dijo: "¡Si no dejas de practicar Falun Dafa, te encerraré en el lecho de muerte!". En aquel momento, yo no entendía profundamente el Fa, así que grité: "¡Adelante! ¡Te arrepentirás!" Respondí con mis pensamientos humanos, lo que permitió al mal encontrar mi brecha.

El director de la sección consiguió varios presos de otras zonas [ya que sabía que los presos de mi celda me tenían miedo] y me ataron a un lecho de muerte. Me encadenaron las manos y las piernas a la cama. No podía girarme, orinar ni defecar. Era extremadamente incómodo. Al quinto día de huelga de hambre, trajeron a unos conocidos para convencerme de que comiera, pero me negué. Al día siguiente, trajeron a cinco hombres fuertes. Querían introducirme una sonda de alimentación por la nariz. Lo intentaron, pero no lo consiguieron. Me pidieron que cooperara con ellos. Les dije: "¿Cooperar con ustedes? ¿Por qué estoy en huelga de hambre en primer lugar?".

En ese momento, oí una voz: "Envía pensamientos rectos". Entendí inmediatamente y empecé a enviar pensamientos rectos. Vi pequeñas cosas como puntas de agujas cayendo delante de mis ojos, algunas incluso emitiendo chirridos. Entonces el médico gritó: "¡No lo haré más!". Salió corriendo de la habitación. Los forzudos también se marcharon.

Más tarde, el malvado director de la sección trajo a muchas personas, una tras otra, para persuadirme de que comiera. "No comeré a menos que me permita leer los libros de Dafa y hacer los ejercicios", dije. Al final, el director de la sección transigió y me liberó del lecho de muerte. Desde entonces, bajo la protección de Shifu, el ambiente para practicar Falun Dafa mejoró cada vez más. Aproveché todas las oportunidades para hablar de Dafa con los presos y los guardias.

Después de que me llevaron a la prisión, continué leyendo el Fa, haciendo los ejercicios y aclarando la verdad a la gente que encontraba. Una vez me encerraron en una celda solitaria. Me senté en el suelo y envié pensamientos rectos. Un guardia me vio hacerlo desde el monitor y vino con una porra eléctrica. No tuve miedo. Envié un pensamiento fuerte: Que la persecución se vuelva contra el perseguidor. En cuanto el guardia me apuntó con la porra eléctrica, gritó y salió corriendo. No volvió a molestarme.

Las hormigas no me tocaron

Shifu dijo:

"Dafa nunca abandona el cuerpo,

el corazón contiene Zhen-Shan-Ren;

un gran luohan en el mundo,

espíritus y fantasmas temen más".

(Poderosa virtud, Hong Yin)

Siempre llevé conmigo libros y libros electrónicos de Dafa cuando estaba en la cárcel. Cuando me encontraba con practicantes, les regalaba libros. Era mucho más estricto en la cárcel que en el centro de detención. Todos los días, antes de empezar el trabajo y después de terminarlo, los presos eran cacheados al azar. Cuando llegaba la hora de la inspección. Yo enviaba pensamientos rectos para que no me registraran. En más de 10 años, nunca descubrieron que llevaba materiales de Dafa. A veces, me llamaban para registrarme, pero ocurría algo o, a veces, el guardia que debía registrarme se marchaba de repente. Sabía que era Shifu quien me protegía en todo momento.

Cuando un compañero hacía ejercicios, los guardias le pegaban como castigo. Le hirieron gravemente en una pierna y se la amputaron. Los demás practicantes estaban profundamente entristecidos e indignados. Muchos escribieron cartas para denunciar este horrible crimen. Solo mi carta llegó al exterior y se publicó en el sitio web de Minghui.

Los guardias se enfadaron y dijeron que me darían una lección. Me esposaron a un árbol donde se arrastraban hormigas de todos los tamaños. Me esposaron al árbol durante el día y a una valla de hierro por la noche. No podía ponerme en cuclillas ni tumbarme. Me torturaron así durante una semana. A pesar de estar esposado al árbol lleno de hormigas rastreras, ni una sola hormiga se arrastró sobre mí.

A lo largo de los años, Shifu me proporcionó tanta protección que tardaría días en contarla.

Amigos y familiares fueron testigos de mis cambios

Estuve encarcelado durante 16 años, y durante ese período había practicado Falun Dafa durante 14 años. Con mi creencia recta en Dafa y con la protección misericordiosa de Shifu, hice todo lo posible para hacer las tres cosas a pesar de mis circunstancias. Aconsejé a más de 1.000 personas que renuncien a las organizaciones del PCCh.

Salí de la cárcel en 2014. Amigos y familiares creyeron las mentiras del PCCh sobre Falun Dafa y me presionaron para que dejara de practicar. Les conté la verdad de Dafa, y les dije "Sin la protección de Shifu, no estaría aquí hoy. En los últimos 16 años no me enfermé ni una sola vez. Cambié completamente, de una mala persona a una buena".

Podían ver mis cambios. El antiguo yo parecía feroz. Ahora parecía sano, amable y de buen carácter. Incluso dijeron que me había vuelto más guapo. Fueron testigos del gran poder de Dafa. Algunos de ellos renunciaron al PCCh y otros empezaron a practicar Falun Dafa.

Con el arreglo y la protección de Shifu, aunque pasé mis últimos 16 años en prisión, muchos de mis viejos amigos extendieron sus manos una tras otra para ayudarme. Los ayudé a renunciar al PCCh. Empecé mi propio negocio.

Yo y mis compañeros practicantes de Dafa a menudo nos animamos y ayudamos mutuamente. Haremos nuestro mejor esfuerzo en la cultivación, salvaremos a más personas y ayudaremos a Shifu en la rectificación del Fa.

¡Gracias, compasivo y gran Shifu!

(Envío seleccionado en celebración del Día Mundial de Falun Dafa en Minghui.org)