(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa en 1998. Durante los últimos 25 años, debido a que fui perseguida por no renunciar a Dafa, mi hijo experimentó muchos altibajos. Fue discriminado por sus compañeros y profesores, por lo que abandonó la escuela y empezó a trabajar muy joven. Por suerte para él, no se perdió y recientemente retomó la práctica de Falun Dafa.

El camino de mi hijo

Cuando me detuvieron en 2002, mi hijo aún estaba en la escuela primaria. Cuando la policía registró mi casa en busca de material de Falun Dafa, mi hijo estaba tan aterrorizado que se escondió en su cama y temblaba. Aún recuerdo sus ojos asustados.

Me vi obligada a vivir fuera de casa para evitar la persecución. Cuando la policía no pudo encontrarme, amenazaron a mi hijo intentando averiguar dónde estaba. Los hijos de nuestros vecinos también le pegaban, le regañaban e instigaban a otros para que le acosaran. Incluso le enterraron en un montón de arena, y cuando algunos adultos se enteraron y se acercaron corriendo, solo pudieron ver la cabecita de mi hijo asomando. Mi hijo creció en ese ambiente hostil.

Cuando empezó a ir al instituto, el ambiente en su clase era muy malo y no pudo continuar. Cuando regresé a casa, intenté enseñarle, pero se negaba a escuchar. A menudo faltaba a clase con otros chicos e iba a cibercafés, jugaba, acosaba a compañeros tímidos fuera del colegio y cobraba dinero de protección.

No sabía cómo abordar los problemas de mi hijo ni cómo comunicarme con él. Recurrí al castigo corporal. El tiro me salió por la culata, y mi hijo se enfadó aún más y se volvió más rebelde.

Preocupada porque mi hijo se estaba alejando de Dafa, me puse en contacto con mi hermana mayor (que es practicante) y le pedí que me ayudara a cuidar de él durante un tiempo.

Se fue a vivir con mi hermana a otra ciudad durante un año y allí fue a la escuela. Mi hermana tenía una comprensión más clara de los principios de Dafa, y en vez de regañarle o criticarle, utilizó la sabiduría que había adquirido de Dafa para educarle, dándole una guía clara y mucho ánimo. Mi hijo empezó a ver sus problemas y a apreciar los esfuerzos que hacían los demás para ayudarle.

Poco a poco aprendió a pensar más en los demás cuando tenía problemas, y a comportarse y hacer las cosas siguiendo los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Su naturaleza bondadosa fue despertando poco a poco.

Noté un gran cambio cuando volvió a casa. Era educado con sus profesores y mantenía una relación armoniosa con sus compañeros. También estudiaba mucho. Sin embargo, debido a su escasa base académica, el director de la escuela seguía diciendo que no podía aprobar el examen de acceso al instituto, aunque su clasificación había mejorado mucho.

No me rendí, y con más estudio del Fa, mi ansiedad fue sustituida por amabilidad. Pensé: "Los hijos de los discípulos de Dafa son protegidos por Shifu. Debo hacer todo lo posible sin apegarme al resultado. Tengo que ser amable con mi hijo, razonar con él basándome en las enseñanzas del Fa en vez de gritarle". Mi hijo tampoco se rindió.

Ocurrió un milagro: Durante el examen de ingreso en el instituto, la escuela de mi hijo amplió la matriculación y bajó la nota de admisión, por lo que fue admitido. Todos sus profesores se sorprendieron y dijeron que había tenido mucha suerte.

En el examen de ingreso a la universidad ocurrió otro milagro: Mi hijo fue admitido en una carrera de segundo nivel en una universidad de otra provincia, cuando su profesor pensaba que, como mucho, tendría suerte de ir a una universidad de tercer nivel.

En el banquete de celebración familiar, su abuelo (mi suegro) exclamó: "Esta es la bendición de que su madre practique Falun Dafa. Falun Dafa es bueno". Desde entonces, siempre que habla de los logros de su nieto, dice: "Todo es gracias a su madre. ¡Ella practica Dafa! No puedo imaginar lo que le habría pasado a mi nieto de otra manera".

La trayectoria profesional de mi hijo

Aunque mi hijo no estudió el Fa conmigo durante mucho tiempo, todavía recordaba las enseñanzas que escuchaba cuando era niño. También me concentré en guiarle con los principios del Fa, y él empezó a mostrar su carácter noble. Cuando sufría pérdidas, cuando sus esfuerzos eran mayores que las recompensas, o cuando era tratado como un tonto, era capaz de tratarlo todo con la mentalidad de un practicante de Dafa.

La policía me acosaba de vez en cuando por practicar Falun Dafa, así que no tenía un trabajo estable. Mi esposo tenía mala salud, por lo que nuestra situación económica era bastante precaria. Cuando mi hijo fue a la universidad, intentó reducir la carga familiar formándose en oficios, además de estudiar economía y comercio internacional.

Ayudó a un estudiante de último curso a gestionar una tienda durante seis meses, pero en lugar de recibir una recompensa en efectivo como le habían prometido, le compensaron con un montón de productos que no quería. Se sintió un poco descontento. Le dije por teléfono: "Hoy en día la gente tiende a aprovecharse de los demás. Quizá les debíamos algo en el pasado, así que es bueno devolvérselo ahora". Se sintió mucho más feliz después de hablar conmigo.

Siempre trataba a mi hijo con sinceridad y respeto cuando hablábamos por teléfono. Poco a poco, él y yo nos hicimos muy amigos y compartía todo conmigo. También empezó a ver las cosas desde otra perspectiva: Los problemas no pueden resolverse con los medios de la gente común, y eso solo podría complicar y dificultar más las cosas, mientras que disciplinarse según el Fa le haría sentirse feliz y le daría más oportunidades.

Sus profesores enviaron a los alumnos a hacer prácticas a un hotel de lujo de cinco estrellas en una ciudad costera. La mayoría de los estudiantes intentaban conseguir trabajos interesantes, como recoger a famosos en el aeropuerto o recibir a huéspedes de alto nivel de varios países, porque con esos trabajos podían ganar jugosas propinas. Sin embargo, mi hijo se centró en aprender más habilidades en el programa de formación.

Le asignaron varias tareas, como recibir a los invitados, servir los platos, formar a los alumnos más jóvenes, etc. A las alumnas no les gustaba trabajar de noche, así que siempre le pedían a mi hijo que hiciera los turnos nocturnos. Era como un empleado bondadoso que iba allí donde se le necesitaba y trabajaba muy duro. El director del hotel se dio cuenta de todo esto y le cayó muy bien.

Mientras trabajaba en el hotel, mi hijo también conoció a un joven de su edad, que llevaba mucho tiempo en el hotel y tenía miembros influyentes en su familia. Cuando vio que mi hijo tenía los pies en la tierra, era honesto, desinteresado y bastante capaz de manejar las cosas, le preguntó si quería trabajar para el negocio de su familia.

"No debes trabajar para ellos", le dije a mi hijo, "no sabemos de dónde viene su dinero. Hoy en día no hay muchas empresas limpias en China. Si tienen conexiones con el gobierno, debe haber corrupción de por medio".

Mi hijo me hizo caso y rechazó la oferta de trabajo del joven. El padre y el abuelo del joven fueron encarcelados más tarde por corrupción.

La primera oferta de trabajo de mi hijo

Después de graduarse, mi hijo solicitó un puesto en una gran empresa europea. El encargado de la selección quedó muy impresionado por su experiencia laboral. Durante la entrevista, mi hijo también respondió satisfactoriamente a las 20 preguntas sobre las costumbres de varios países, así como el lugar de nacimiento y los hábitos de algunos personajes famosos. Pudo hacerlo porque su padre le contaba esas cosas cuando era niño.

Todos los candidatos de universidades prestigiosas propusieron una cifra concreta de salario. Cuando el reclutador preguntó a mi hijo si tenía alguna expectativa salarial, dijo: "No tengo requisitos específicos. Pueden decidirlo en función de los ingresos que genere para la empresa. No importa cuánto me paguen, estarán satisfechos con mi rendimiento". A mi hijo le ofrecieron el trabajo, con un sueldo muy superior al que esperaba.

Gracias a su aprendizaje y formación previos, aprendió rápidamente las habilidades necesarias para el trabajo. Era diligente y trabajador, y era capaz de trabajar de forma independiente.

Un día, mientras trabajaba en un centro comercial, una señora occidental que hablaba mandarín deambulaba por allí y hacía todo tipo de preguntas, pero no parecía dispuesta a comprar ningún producto. Mi hijo la trató con respeto y le explicó detenidamente sus productos. De vez en cuando, la señora también hacía preguntas capciosas y raras, y mi hijo hacía todo lo posible por responderlas. Si de verdad no sabía la respuesta, le decía a la señora que no lo sabía mientras intentaba explicárselo amablemente. Al final, la señora compró un producto.

La señora palmeó el hombro de mi hijo y le dijo: "Jovencito, me envió la central y he hecho visitas sin previo aviso a varios países a lo largo de los años. Nadie consiguió convencerme de que comprara un solo producto. Usted es el primero".

Y continuó: "Lo que acaba de ocurrir era solo una prueba. Estoy muy contenta con tu actuación. Tienes excelentes cualidades, adaptabilidad e inteligencia. Decidí llevarte a la oficina central para seguir formándote y ascenderte".

Tras más de un año de rigurosa formación, mi hijo asumió nuevas funciones. Un día, me dijo: "Mamá, mucha gente con la que me formé se fue a otras empresas para cobrar mejor. Yo también quiero irme".

"Esto no está bien, hijo", le dije, "La empresa gastó tanto dinero en formarte, ¿Cómo puedes irte así como así? Perteneces a una familia de practicantes de Dafa y en la sociedad no podemos dejarnos llevar por la corriente. Debemos rectificar las cosas que no son rectas". Aceptó.

Le asignaron un puesto clave en la empresa y trabajó con diligencia. Siempre se mantuvo a la altura de una buena persona. Cuando sus actuaciones ganaban premios, compartía su gratificación con sus compañeros.

Gracias a su excelente rendimiento laboral, la sede de la empresa envió a un reportero para que escribiera un reportaje especial sobre él, detallando cómo empezó de cero y se convirtió en un excelente empleado. El reportaje se publicó. Mi hijo tardó sólo tres años en convertirse en director de departamento en la empresa extranjera, gestionando dos plantas de un gran centro comercial.

En su tercer año de trabajo, la empresa se encontró con un cuello de botella en marketing y le resultó difícil seguir desarrollándose. Alguien le recomendó otra gran empresa extranjera. Consiguió el trabajo porque una persona del departamento de diseño dimitió, lo que creó un puesto vacante.

Mi hijo esperaba poder desarrollar sus habilidades de diseño en su nuevo trabajo. Sin embargo, no era algo que se pudiera aprender en pocos días, sobre todo cuando era nuevo en el diseño de productos, y el inglés también era un gran obstáculo para empezar. Para facilitarle las cosas, su jefe decidió celebrar las reuniones en chino. Mi hijo se sintió muy avergonzado y se esforzó mucho por mejorar su nivel de inglés.

Llevaba libros en inglés todo el tiempo e intentaba memorizar palabras y frases siempre que podía. Una noche tuvo un sueño en el que un profesor le enseñaba inglés. Tuvo la vaga sensación de que el profesor era Shifu. Cuando se despertó, recordaba el sueño vívidamente.

Esa mañana, en la reunión, su jefe le animó a hablar en inglés. Mi hijo se levantó y dijo en un inglés fluido lo que quería decir. Todos los que estaban sentados alrededor de la mesa le miraron sorprendidos y dijeron: "¡¿Cómo es posible que haya aprendido inglés tan pronto?!". Cuando mi hijo me llamó por la noche, me dijo emocionado: "¡Mamá, fue Shifu quien me ayudó!".

Mi hijo dejó la empresa después de trabajar allí más de tres años y se incorporó a una compañía asiática para seguir una carrera en tecnología de diseño. Los productos del equipo de mi hijo eran cruciales para toda la cadena de producción. La empresa envió a alguien para que le enseñara paso a paso, y él trabajó muy duro. Salía tarde del trabajo todos los días y a veces no volvía a casa hasta medianoche.

Cuando la empresa necesitaba un nuevo producto, cada miembro del equipo tenía que idear un plan de diseño. Mi hijo trabajaba duro y recitaba a menudo "Falun Dafa es bueno. Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno". Sabía que tenía que pedir ayuda a Shifu en los momentos críticos.

Propuso dos ideas de diseño, una de las cuales fue aprobada por unanimidad. Le preguntaron cómo se le ocurrían ideas tan brillantes y de dónde sacaba la inspiración. "Vino del universo", les dijo mi hijo con una sonrisa.

Después de lanzar el producto, recibió muy buenas críticas de los usuarios y se vendió muy bien. La empresa también recompensó a mi hijo con una alta comisión.

Estudiar en el extranjero

La ciudad en la que trabajaba mi hijo quedó devastada por el estricto bloqueo de tres años durante la pandemia de COVID, y las empresas extranjeras empezaron a retirarse de China una tras otra.

Mi hijo también deseaba abandonar China debido a la corrupción rampante y a la persecución a Dafa. Se volvió aún más decidido después de presenciar cómo la policía registraba a los estudiantes en el metro cuando las protestas contra el bloqueo se extendían rápidamente por las universidades.

Pero no fue fácil estudiar en el extranjero. Se presentó varias veces al examen IELTS y suspendió todas por unos pocos puntos. Cuando los directores de las dos empresas en las que trabajaba se enteraron de que quería estudiar en el extranjero, ambos le escribieron cartas de recomendación. Al final, mi hijo fue admitido en una universidad de Europa sin el resultado del examen IELTS.

Aunque hoy en día es bastante difícil obtener un visado, mi hijo no tuvo ningún problema. El día de la entrevista, cuando el funcionario encargado de los visados revisó su documentación, charló alegremente con mi hijo y le concedió el visado de entrada de inmediato. Nuestra familia se alegró mucho por él.

"¡Mamá, ahora somos verdaderos compañeros de estudio!"

Cuando obtuve el Fa en 1998, mi hijo tenía pocos años. A menudo escuchaba conmigo las conferencias de Shifu. Después de que comenzó la persecución en 1999, le llevaba conmigo cuando salía a distribuir materiales de aclaración de la verdad o a colgar pancartas. Cuando se cansaba o tenía sueño, le dejaba junto a un poste para que descansara y le llevaba a casa cuando terminaba. Nunca se quejaba. Era como si comprendiera que lo que yo hacía era sagrado. Cuando mi esposo y su familia no podían entender por qué practicaba Falun Dafa, mi hijo siempre estaba a mi lado y me apoyaba.

Cuando creció, también supo que había sido bendecido por Dafa, de lo contrario su trayectoria profesional no habría sido tan tranquila. Entendía que debía trabajar con su corazón cuando se encontraba con problemas, y siempre se refería a los practicantes de Dafa como "nuestra familia". Sin embargo, siempre me sentí mal por él, ya que no se le podía considerar un verdadero discípulo de Dafa.

Poco después de irse al extranjero, me llamó y me dijo en voz baja: "¡Mamá, ahora sí somos compañeros de estudio (compañeros practicantes)!". Sonaba muy feliz y nunca lo había visto reír con tanta alegría.

Resultó que Shen Yun Performing Arts actuaba en su ciudad por primera vez. Cuando mi hijo se enteró de la noticia, sintió que algo iba a cambiar pronto en su vida. El día del espectáculo, se dio cuenta de que el público tenía un aspecto muy refinado y elegante. Los hombres iban de traje y las mujeres llevaban vestidos preciosos. Se sorprendió al ver que todo el teatro estaba lleno de una atmósfera de paz y sacralidad, y se sorprendió igualmente al ver cuánta gente estaba deseando ver a Shen Yun.

Mi hijo no quería salir del teatro después de la primera función. Compró otra entrada para ver la siguiente función, pensando: Esta es para mi madre. Ella no puede venir. Veré el espectáculo en su nombre".

Hablando con los practicantes que trabajaban durante el espectáculo, se puso en contacto con el grupo local y empezó a cultivarse poco después.

Mientras escribo este artículo para compartir, las lágrimas corren por mi cara. Gracias, Shifu, por no renunciar nunca a nosotros.

(Artículo seleccionado para celebrar el Día Mundial de Falun Dafa en Minghui.org)