(Minghui.org) Hace veinticinco años, el 25 de abril de 1999, se realizó un llamamiento pacífico en Beijing. Alrededor de 10.000 practicantes de Falun Dafa se reunieron cerca de la Oficina Central de Apelaciones y solicitaron la libertad de practicar su creencia. Algunos dijeron que el número de practicantes era tan alto como 30.000. Independientemente de cuántos hubiera, este es un momento importante en la historia de China.

¿Qué pasó hace 25 años?

La apelación pacífica del 25 de abril de 1999 fue un acto aceptable, justificable, legal y moral.

En primer lugar, la apelación era legal. La apelación, también conocida como petición, tiene una larga historia en China. Desde la dinastía Jin (265 a 420 d.C.), cada corte oficial estaba equipada con un tambor que la gente podía tocar y expresar sus quejas. Los funcionarios se encargaban de los casos o los informaban a los funcionarios superiores. De acuerdo con la ley china actual, los ciudadanos y las organizaciones pueden informar sus quejas a través de cartas, llamadas telefónicas o visitando oficinas. Los destinatarios pueden ser agencias gubernamentales de cualquier nivel, especialmente aquellas a nivel de condado o superior.

Todos los practicantes de Falun Dafa que participaron en la campaña del 25 de abril de 1999 eran ciudadanos chinos. Debido a que la situación en ese momento no podía ser manejada por los gobiernos locales, acudieron a la Oficina Central de Apelación. Se trataba de un acto jurídico. Esa es también la razón por la que el primer ministro en ese momento, junto con sus delegados, se reunió con un puñado de practicantes que se ofrecieron como voluntarios para ser representantes y abordaron el tema.

En segundo lugar, el comportamiento de los practicantes durante la apelación fue tranquilo y respetuoso. La corrupción moral en la China moderna es generalizada y alarmante. La gente persigue el beneficio personal a toda costa, incluyendo dañar y matar a otros. La moral básica, como defender el bien en lugar del mal, se descuida o incluso se invierte.

Los practicantes que participaron en la apelación pacífica hace 25 años estaban vestidos con pulcritud, fueron auto disciplinados, educados, ordenados y no impedían el paso de peatones ni de tráfico. Incluso recogieron la basura. Su comportamiento impresionó a la policía, al público y a la sociedad internacional, trayendo a la gente la esperanza de una China mejor.

En tercer lugar, la apelación se refería a peticiones razonables y justificables. Los practicantes que estuvieron en la apelación solo tenían tres peticiones: 1) Liberar a los más de 40 practicantes de Falun Dafa detenidos en la ciudad de Tianjin; 2) Permitir la práctica de Falun Dafa (por ejemplo, no más encuadrar en secreto a Falun Dafa, no más hostigar los sitios de práctica al aire libre con altavoces o mangueras de agua a alta presión; no más prohibir en secreto el uso de las instalaciones de práctica grupal); y 3) Levantar la prohibición de publicar Zhuan Falun y otros libros de Falun Dafa.

De acuerdo con la Constitución china, los ciudadanos chinos tienen derechos básicos relacionados con la libertad de creencias y la libertad de expresión. Pero en el momento de la apelación, los practicantes de Falun Dafa habían sido privados de estos derechos durante dos o tres años y sus creencias fueron reprimidas en secreto. Aunque el entonces primer ministro abordó sus peticiones, Jiang Zemin, el líder del Partido Comunista Chino (PCCh) en ese momento, no podía tolerarlo. De acuerdo con las doctrinas de odio y brutalidad del PCCh, estableció la agencia extrajudicial Oficina 610 para atacar a Falun Dafa y semanas después lanzó la represión sistemática a nivel nacional el 20 de julio de 1999.

Un esfuerzo por revivir los valores tradicionales

La civilización china se basa en la honestidad, la confianza, la lealtad y el respeto mutuo. Debido al adoctrinamiento de décadas del PCCh, muchas personas rechazan estos valores tradicionales y se les enseña a abrazar el dogma comunista. Se les enseña a creer que le deben todo al Partido, y no al revés. Al atacar a los "grupos minoritarios" en sus numerosas campañas políticas, el PCCh inculcó en la gente una sensación de terror y odio, lo que llevó a una mentalidad de traición, lucha y combate.

A lo largo de la historia, las personas han seguido su conciencia y han mantenido una conducta moral adecuada para disfrutar de una sociedad estable y próspera. Pero la ideología comunista promueve sus valores fundamentales de lucha de clases, odio y mentiras. Esta es la razón por la que el régimen no podía tolerar el grupo de meditación pacífica de Falun Dafa y por la que China ahora está llena de productos falsificados, violencia, obscenidad y otros tipos de caos.

Ha habido dos precipicios morales en las últimas décadas. La masacre de la Plaza de Tiananmen en 1989 rompió el espíritu de los intelectuales cuyo instinto natural es cumplir con sus responsabilidades sociales. La represión contra Falun Dafa y los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia en 1999 destruyeron aún más el coraje y el deseo de la gente de buscar la verdad, y se dejaron llevar por la tendencia a la baja.

Un faro de luz

Bajo el gobierno totalitario del PCCh, muchas personas están sufriendo a medida que aumentan la violencia, el suicidio y otras tragedias. El lavado de cerebro sistemático del PCCh también hizo que la gente tuviera miedo de enfrentarse al régimen. La policía de Internet del PCCh y el "Pequeño Grupo Rosa" convierten lo negro en blanco para engañar a la opinión pública. ¿A dónde pueden acudir las personas que anhelan la esperanza?

Arraigado en los valores tradicionales de la humanidad, Falun Dafa y sus practicantes se esfuerzan por dar un ejemplo de comportamiento recto. Al aplicar los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia en su vida diaria, los practicantes se esfuerzan por ser mejores ciudadanos que son considerados con los demás. Ni siquiera la brutal represión y la interminable propaganda difamatoria del PCCh han detenido sus esfuerzos desinteresados por hablarle a la gente sobre Dafa, exponer la naturaleza viciosa del PCCh y guiar a la gente hacia un futuro mejor.

Por eso es tan importante la apelación pacífica del 25 de abril de 1999. Ofrecía un faro de luz en la oscuridad y traía esperanza a los que sufrían y se sentían indefensos.