(Minghui.org) Tenía muchas enfermedades, entre ellas cardiopatías, hepatitis, cirrosis con ascitis, insomnio, dolor de piernas e hipertiroidismo. Un médico me dijo una vez que la hepatitis era incurable porque el virus estaba en la sangre y que lo mejor sería que no empeorara. Mi hija también me dijo que la cirrosis con ascitis no tenía cura. Yo estaba muy frágil. Mi piel estaba amarilla, mi cabello quebradizo y se me estaban cayendo los dientes. Los médicos me dijeron que me quedaban menos de cinco años de vida. Las enfermedades me torturaban todos los días.

Después de que comencé a practicar Falun Dafa en 1996, todas mis dolencias desaparecieron. Estaba saludable y mi alegría era indescriptible. Cuando me hicieron un examen médico que era necesario para el proceso de jubilación, no había rastros de cirrosis ni hepatitis. Esto sorprendió a mi familia, amigos, médicos e incluso a la policía local. Todos fueron testigos de la naturaleza extraordinaria y milagrosa de Falun Dafa.

Ahora tengo más de 70 años y estoy llena de energía. Camino a paso rápido y me siento más saludable que cuando era joven. No me infecté con COVID ni experimenté ningún síntoma de enfermedad. Sé que Shifu me protegió con compasión. Falun Dafa me transformó por completo.

En 1999, el exlíder del Partido Comunista Chino (PCCh), Jiang Zemin, utilizó su poder para difamar a Falun Dafa y perseguir brutalmente a los practicantes. Fui a la Oficina de Apelaciones de Beijing con otra practicante para pedir justicia para Dafa. Antes de que pudiéramos entrar, un grupo de policías vestidos de civil nos rodeó y nos preguntó qué estábamos haciendo. Respondí con sinceridad: “Estamos aquí para apelar y pedir justicia para Falun Dafa”. Nos arrestaron de inmediato.

Un oficial quiso meternos en un coche de policía, pero todos los coches que pasaban estaban llenos de practicantes. Tuvo que tomar un taxi para llevarnos a la casa de huéspedes del gobierno. Durante el trayecto, aproveché la oportunidad para aclararle la verdad. Me dijo: “Lo sé todo, pero Jiang Zemin decidió hacer esto. ¿No recuerdas el incidente del 4 de junio [la masacre de la plaza de Tiananmen]? ¿Por qué sigues siendo tan ingenua?”.

Una vez que llegamos, el oficial le pidió al conductor un recibo, pero este le dijo que se habían quedado sin él debido al gran volumen de pasajeros. Esto frustró al oficial, que se quejó ante nosotras de que no había comido y de que tenía que pagar de su propio bolsillo el taxi y la comida. Recordé lo que dijo Shifu sobre considerar a los demás y pensar desde su perspectiva, así que le di 50 yuanes, que rechazó. Le dije: “Por favor, tómalo. Hacer tu trabajo no es fácil. Como practicantes de Falun Dafa, seguimos los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, y nos esforzamos por ser buenas personas”. Le metí el dinero en el bolsillo.

Conmovido por mi sinceridad, su actitud cambió y se volvió amable con nosotros. Dijo: “No las encerraré en la celda metálica. Las entregaré a la policía local”. Le sugerí que nos liberara, pero me explicó: “Eso sería difícil porque demasiada gente me vio llevándolas”.

Mientras subíamos las escaleras nos encontramos con un grupo encabezado por un hombre al que los demás llamaban “jefe de sección”. Le preguntó al oficial si practicábamos Falun Dafa y porqué no nos llevaban al sótano. Luego me gritó: “¡No tienes ni idea! ¡Has venido a Beiging para causar problemas! ¡Te opones al PCCh!”.

Dije: “Falun Dafa mejora la salud de las personas y les enseña a ser mejores. Soy una trabajadora despedida y mantengo a mi familia vendiendo en la calle. Apenas puedo pagar los gastos de viaje para venir aquí, pero aun así vine porque realmente quiero que el gobierno entienda sobre Falun Dafa”.

Al oír mis sinceras palabras, el jefe de sección se suavizó y se le llenaron los ojos de lágrimas. Se dio la vuelta, visiblemente conmovido. En ese momento, una mujer se me acercó furiosa, maldiciéndome e intentando golpearme. El jefe intervino, la agarró del brazo y le dijo: “Comparada con esta practicante de Falun Dafa, ¿qué clase de persona eres tú?”. Muchas personas presenciaron la escena. Su rostro se puso rojo y se fue en silencio. Más tarde, me enteré de que era una jueza que fue llamada a Beijing desde otro lugar y fue asignada para participar en la persecución a los practicantes de Falun Dafa.

El jefe de sección dijo: “Venir a Beijing no es fácil. Quédate aquí unos días. Puedes comer en nuestra cafetería y visitar lugares pintorescos durante el día. Si necesitas dinero para comprar entradas, házmelo saber”.

Le di las gracias y le respondí: “Lo agradezco, pero mi familia me espera en casa”. El oficial que me llevó allí me preguntó si tenía suficiente dinero para un billete de regreso y le aseguré que sí.

Así, regresé a casa sana y salva. Conmovido por la compasión y la buena voluntad de los practicantes de Falun Dafa, el jefe de sección tomó la decisión correcta.