(Minghui.org) Una mujer de la ciudad de Wenling, provincia de Zhejiang, fue detenida durante un mes a principios de 2024 por practicar Falun Gong, disciplina espiritual perseguida por el Partido Comunista Chino desde julio de 1999.
La Sra. Wang Lijun, de unos 54 años, fue drogada y golpeada durante su detención. En un momento se sintió morir. Meses después de su liberación, el 22 de marzo de 2024, seguía mareada y le costaba mantener el equilibrio al caminar. Ahora tiene los dientes tan flojos que ni siquiera puede morder una manzana. Tampoco puede quedarse sola en casa debido a los ataques de pánico y vive con un familiar desde hace más de cuatro meses. Aún le duelen los ojos y le lloran, y ve borroso.
No es la primera vez que la Sra. Wang es objeto de ataques por su fe. A finales de 1999 acudió a Beijing para hacer una apelación en favor de Falun Gong y fue arrestada. Tras meses de detención penal, en julio de 2000 fue sentenciada a un año y medio de trabajo forzado en el campo de trabajo de Moganshan.
La Sra. Wang regresó a Beijing en 2001 para hacer una apelación en favor de Falun Gong y fue arrestada y condenada a tres años de trabajo forzado.
Tras un nuevo arresto en marzo de 2007, Wang fue condenada a siete años en la Prisión de Mujeres de la provincia de Zhejiang. Fue puesta en libertad el 11 de marzo de 2014.
Detalles de la última persecución
Un grupo de agentes de la División de Seguridad Nacional de la ciudad de Wenling y de la Estación de Policía de Taiping cortaron el suministro de agua a la Sra. Wang hacia las 10 de la mañana del 23 de febrero de 2024. La detuvieron cuando salió a ver qué pasaba. Tras registrar su casa y no encontrar ningún material relacionado con Falun Gong, llamaron a sus supervisores y les dijeron: «No hay nada en su casa, ni siquiera en su ordenador».
Sus supervisores dijeron a la policía que la llevaran a la estación de policía. Hacia las tres de la tarde vino un médico para medirle la tensión y examinarle los ojos. Le preguntó cómo se encontraba de salud. Ella no respondió.
Dos agentes y dos trabajadores comunitarios llegaron a las siete de la tarde y metieron a la Sra. Wang en un coche. Ella se dio cuenta de que se dirigían al distrito de Huangyan, en la ciudad de Taizhou, de la que depende Wenling, la ciudad donde vive. Compartió la ubicación GPS con su familia en su teléfono.
Llegaron a su destino después de conducir durante más de una hora. La policía le puso una capucha negra en la cabeza y la condujo a un lugar secreto. Le confiscaron el teléfono y la llevaron a una pequeña habitación sin ventanas. Las paredes estaban acolchadas con gruesos cojines de esponja. Había un retrete en una esquina y un colchón en el suelo.
Cuando la Sra. Wang echó un vistazo a la habitación, un grupo de personas entró corriendo. Uno de ellos levantó su teléfono y le preguntó: «¿Con quién has compartido tu ubicación GPS?». Resultó que sus seres queridos acababan de responder a la pregunta.
La policía volvió a llevar a la Sra. Wang a la estación de policía sobre la 1:30 de la madrugada, pero la condujo al mismo lugar secreto a las 7 de la tarde (del 24 de febrero). De nuevo le cubrieron la cabeza antes de conducirla a la misma sala de aislamiento.
El guardia encargado de vigilarla le llevó un vaso de agua. Como había comido muy poco desde su arresto, la Sra. Wang se bebió toda el agua de inmediato. Enseguida empezó a dolerle el estómago. El dolor era tan intenso que se revolcó en el colchón. Dijo que nunca había sentido tanto dolor en toda su vida y se preguntó si moriría ese día. Unos 30 minutos después, el malestar se extendió al resto del cuerpo. Sentía como si algo se le arrastrara por todas partes y le regurgitara cosas desde el estómago hasta la lengua. Luchó contra el dolor durante unas cuatro horas hasta que se durmió.
A la mañana siguiente le ofrecieron sopa de arroz. Se lo comió y no sintió nada. El guardia le dio agua con la comida. Había decidido no beber agua en el lugar secreto, pero el almuerzo estaba tan salado que volvió a beber dos sorbos.
Inmediatamente, la Sra. Wang volvió a sentir que algo iba mal. En comparación con la noche anterior, los síntomas eran un poco menos graves, ya que no se había bebido todo el vaso. No tenía ninguna duda de que el agua que le habían dado contenía drogas desconocidas. No bebió el agua que le trajeron con la cena.
Al tercer día, a la Sra. Wang empezaron a dolerle los ojos y a derramar lágrimas. También tenía exceso de mucosidad. Le costaba ver. También le dolía la espalda. Los días siguientes se sintió agotada. No volvió a beber agua. Se dio cuenta de que el agua a veces olía a ácido y otras parecía verde.
Sus seres queridos exigieron su liberación y el jefe de la Estación de Policía de la ciudad de Taiping prometió liberarla en diez días tras «darle una buena educación». El plazo prometido no se cumplió. Su familia se dirigió a la ubicación GPS que ella les había comunicado. Sin embargo, no pudieron encontrarla porque el edificio estaba situado en la cima de una montaña y la ubicación del GPS era sólo aproximada. Su familia fue entonces a dos centros de detención locales. El personal dijo que no estaba allí. Acudieron de nuevo al jefe de policía y éste les dijo que no podía revelar la ubicación secreta. Admitió que los superiores les habían ordenado mantener detenida a la Sra. Wang.
La Sra. Wang se mantuvo firme en su fe y fue brutalmente golpeada alrededor de las tres semanas. Los guardias la amenazaron y le dijeron que no tendrían consecuencias aunque la golpearan hasta matarla. También le ordenaron comer cuando perdió el apetito tras beber agua. Para que la golpearan menos, comió pero le dolía el estómago. También declaró haber oído gritos en la habitación de al lado, donde tenían retenida y golpeaban a otra practicante. Los gritos cesaron al cabo de un rato, pero la Sra. Wang no sabía adónde se habían llevado a la otra practicante.
La policía liberó finalmente a la Sra. Wang a las 20.00 horas del 22 de marzo de 2024. Le cubrieron la cabeza con una capucha negra y la llevaron a su complejo de apartamentos.
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Categoría: Hechos de la persecución