(Minghui.org) Hace unos años, muchos practicantes de Falun Dafa fueron arrestados ilegalmente en mi ciudad. Una de estos practicantes tenía un familiar que no podía soportar el dolor de su separación, así que le dijo a la policía que yo era el coordinador local a cambio de su propia liberación.

La policía me detuvo y me llevó para interrogarme. Con la misericordiosa protección de Shifu, regresé a casa sano y salvo ese mismo día. Sin embargo, mi entorno de cultivación se volvió muy difícil a partir de ese momento, porque me vigilaban las 24 horas del día, los siete días de la semana.

Se instalaron varias cámaras de vigilancia alrededor de mi edificio y la policía pagó a mis vecinos para que me espiaran. La policía montó una vigilancia en la sala de majiang de la planta baja de nuestro edificio. Siempre que salía, alguien me seguía, en moto o en auto. A veces era una sola persona; otras, más de una decena. Esto me dificultaba mucho aclarar la verdad a la gente.

Superar mis emociones humanas ante los espías

Cuando comenzó este seguimiento, aclaré los hechos sobre Dafa tanto como pude a la gente que me espiaba. Algunos de ellos renunciaron al Partido Comunista Chino (PCCh) y a sus organizaciones afiliadas, pero aun así siguieron espiándome y se adhirieron a mí como pegamento. Perdí la paciencia y empecé a sentir miedo y rabia, pero sobre todo resentimiento porque había perdido el entorno de estudio del Fa de mi grupo.

A veces, cuando mis emociones humanas me abrumaban, sólo quería salir corriendo y pelearme con esos espías. Pero entonces mi lado racional me recordaba: estoy aquí para salvar a la gente. ¿Cómo puedo empujarlos hacia el lado opuesto y hacer que pierdan esta oportunidad de salvarse?

Recuperé el control de mis emociones y me fui calmando poco a poco. Empecé a mirar en mi interior y me pregunté ¿Por qué sigo teniendo una mentalidad tan competitiva? Esta es una buena oportunidad para mejorar en la cultivación. Debo deshacerme de esta mentalidad, dejar atrás cualquier resentimiento y cultivar la bondad.

Mostrando amabilidad a mis vecinos espías

Varias veces, la ropa de mis vecinos salió volando a mi balcón (la gente en China suele colgar la ropa en el balcón para que se seque). Yo sabía que esa ropa pertenecía a mis vecinos de arriba, que me espiaban. Cada vez que ocurría, recogía la ropa y se la devolvía a los vecinos.

Una vez, su ropa salió volando al balcón del apartamento de mi vecino de al lado. El vecino tiró la ropa a mi balcón. Cuando mi madre lo vio, quiso tirar la ropa a la calle para que los transeúntes se la llevaran. Era su forma de aliviar su odio hacia los vecinos que me espiaban.

Le dije a mi madre: "No te enfades con ellos. En realidad dan mucha pena porque no conocen la verdad. Eso es lo que quiere el PCCh, porque siempre quiere enfrentar a un grupo de personas contra otro. No debemos caer en esa trampa. No importa cómo nos traten los vecinos, debemos ser amables con ellos".

Mi madre pensó que eso tenía sentido, así que subió la ropa y se la devolvió a la vecina espía. La vecina se puso muy contenta, dio las gracias a mi madre e incluso le ofreció fruta.

Cambiar la actitud de mis vecinos con amable persistencia

En el piso de arriba vivía una pareja de ancianos del campo. Su hijo era policía; no vivía con ellos, pero venía a menudo a verme. Esta pareja de ancianos también espiaba a mi familia.

Cada vez que abría la puerta de mi apartamento, el viejo bajaba a echar un vistazo. Cuando salía a tomar el autobús, él también subía. Una vez, tenía tanta prisa por alcanzarme que ni siquiera se molestó en ponerse bien los zapatos. Le aclaré la verdad tanto a él como a su hijo. Su hijo se negó a escuchar y el anciano permaneció en silencio y se negó a renunciar al PCCh.

Más tarde, le conté al nieto acerca de renunciar al PCCh y el anciano me denunció. Más tarde, la policía vino a acosarme, pero me negué a abrir la puerta. Al final, se marcharon sin conseguir nada. Estaba muy agradecido por la protección de Shifu.

No le guardé rencor al anciano y le traté con más amabilidad. Una vez, cuando se cortó el suministro de agua, le ayudé a subir agua desde abajo. En otra ocasión tuvo problemas con un electrodoméstico y vino a pedirme que le echara un vistazo. Dejé inmediatamente lo que estaba haciendo y fui a comprobarlo. Mientras lo ayudaba, volví a aclararle la verdad sobre Dafa. Al final, aceptó renunciar al PCCh.

Más tarde, el anciano falleció, y su sobrina se mudó para cuidar de su esposa. Cada vez que la sobrina me veía, me miraba con desaprobación, pero yo me acercaba a ella amablemente e intentaba entablar una conversación. Ella siempre parecía bastante grosera.

"No quiere hablar contigo, ¿para qué molestarse?", me decía mi madre.

"Porque soy practicante de Dafa y quiero salvarla". le contesté.

Un día, a la hora de comer, empezó a llover a cántaros. Corrí al balcón a meter la ropa del tendedero y grité a mis vecinos para que metieran también la suya. Nadie de la casa del viejo salió a buscar la ropa. "A lo mejor están durmiendo la siesta", pensé, así que subí corriendo y llamé a su puerta.

Me abrió la sobrina, con cara de sueño. Le dije que estaba lloviendo a cántaros y que la ropa estaba tendida fuera. "Gracias", dijo, y se apresuró a salir al balcón para entrar la ropa.

Hace un par de días, me di cuenta de que el pasillo de la entrada estaba muy sucio, así que lo barrí desde el piso de arriba hasta la planta baja. Mientras barría el pasillo del apartamento del anciano, su sobrina abrió la puerta.

"Pensé que era alguien que venía a rellenar el gas licuado", me dijo. "¿No tenemos a alguien que se encargue de barrer el pasillo?".

"Sí, lo tenemos, pero hace tiempo que no se limpia y el suelo está bastante sucio. Así que sólo estoy ayudando a limpiarlo un poco", dije.

Al oír esto, la sobrina cambió enseguida de actitud hacia mí y me dijo con voz amable: "Es muy amable de tu parte hacer eso".

"No es nada", le contesté. "Somos vecinos".

Historias sobre otra vecina

En otra ocasión, me dirigía a aclarar la verdad a la gente y me topé con una anciana que llevaba un montón de impresos en las manos. Me sonrió y me dijo que iba a la oficina de apelaciones porque su hija no se ocupaba de ella.

Le sugerí que fuera otro día, porque ese día era "Fiesta Nacional" y la policía podía detener a los peticionarios.

Me escuchó y se quejó de lo mal que la trataba su hija, de que tenía que alquilar un piso para ella sola y de que su salud estaba empeorando mucho. Le aclaré la verdad y le dije que recitara en su corazón "Falun Dafa es bueno. Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno", y las cosas cambiarían para mejor.

No parecía entender mucho de lo que le decía y parecía un poco aturdida. De vez en cuando asentía con la cabeza, como si quisiera mostrarse agradable.

"Será mejor que me vaya y hable con otras personas", pensé. Pero cuando vi su figura hinchada y deformada por la enfermedad, me dio mucha pena y saqué 100 yuanes (14 USD) para dárselos. Al principio no quiso aceptar el dinero, pero al cabo de un rato lo aceptó. Le dije: "Soy practicante de Dafa y me gustaría ayudarte un poco, aunque yo tampoco tengo mucho dinero".

"¡Eres una buena persona!", me dijo antes de que nos separáramos.

No sé cómo sucedió, pero de algún modo averiguó dónde vivía y, de vez en cuando, venía a verme y me daba cosas, como verduras. Yo me negaba a aceptarlas, pero ella se enfadaba mucho y decía que yo la menospreciaba. No tuve más remedio que aceptarlas. A cambio, le di algunos pasteles y pastas.

Después me trajo otras cosas, como electrodomésticos caros, que rechacé. Luego me trajo una tarjeta de compra y 200 yuanes (28 USD) en efectivo. De nuevo, me negué a aceptarlos. Al final, me trajo un peine de plata y algunas joyas. Le dije que no los aceptaría porque soy practicante de Falun Dafa y no acepto cosas que no me pertenecen. Pero se negó a marcharse.

Se hacía tarde y mi madre quería irse a la cama. Le dijo a la anciana: "No puedo irme a la cama si usted no se va". Así que la señora se fue de mala gana.

Después de aquello, no volvió a venir a mi casa durante mucho tiempo, pero seguíamos viéndonos de vez en cuando. Siempre nos saludábamos cordialmente y, cada vez que la veía, le aclaraba la verdad. Me escuchaba con atención y ya no parecía confusa.

"No contaré a los demás lo que me estás diciendo", me dijo en voz baja. "Ustedes son buenas personas". Me preguntó si debía arrodillarse cuando recitara "Falun Dafa es bueno". Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno".

"No, no hace falta", le dije. "Puedes recitar las frases auspiciosas en cualquier momento, excepto cuando vayas al baño". Me dijo que seguiría recitándolas.

Al cabo de un tiempo, noté que ya no parecía tan hinchada y que tenía mucha más energía. Tenía mucho mejor aspecto en general.

Un día, mi hermano y su familia vinieron a cenar. Justo cuando todos estaban disfrutando de la comida, una de las ancianas que me había estado espiando durante mucho tiempo llamó a mi puerta y dijo que estaba buscando a alguien. En ese momento apareció también la otra anciana, pero cuando le dije que tenía invitados, se marchó.

Después me pareció muy extraño: ¿Por qué esta anciana apareció exactamente a la misma hora que la que me espiaba? ¿Por qué siempre me tropiezo con ella?

Una noche, cuando me disponía a subir al autobús para recoger a mi hija, volví a verla. Le dije que iba a recoger a mi hija y ella insistió en acompañarme.

"No debes", le dije: "es el último autobús del día. ¿Cómo volverías?". No me hizo caso y subió al autobús conmigo.

"Este es el último autobús, no hay ningún autobús de vuelta", le dijo el conductor, y entonces ella bajó del autobús a regañadientes.

En ese momento, me di cuenta de que nos seguía un automóvil blanco y, de repente, me di cuenta de que esa anciana también me estaba espiando. Sentí un poco de resentimiento en mi interior, pensando: ¡después de toda mi amabilidad contigo, sigues espiándome!

Cuando volví a verla, le dije indirectamente que cualquiera que se involucrara en la persecución de los discípulos de Dafa recibiría su merecido. Ella no dijo nada.

Un espía se convierte en anuncio ambulante para Falun Dafa

Un día, cuando iba en el autobús, me encontré con una conocida de mi barrio. Durante nuestra charla, me contó cómo otra persona había dicho cosas buenas de mí. "Todos ustedes son buenas personas, pero fueron incriminados por gente mala", me dijo.

Sabía que se refería a la anciana que me vigilaba. De repente, me di cuenta de que la anciana era como un "anuncio ambulante" para los practicantes de Falun Gong. No me extrañó que cuando la policía venía a acosarme, siempre dijera: "Eres una buena persona y todo el mundo habla bien de ti".

Resultó que esas personas que me espiaban ¡en realidad estaban difundiendo cosas buenas sobre mí! Me espiaban simplemente porque querían ganar un poco de dinero. Me di cuenta de que, debido a mis propios apegos, mi resentimiento inicial hacia ellos casi les había quitado la oportunidad de salvarse. Decidí que, me trataran como me trataran, siempre sería amable con ellos.

A partir de entonces, dejé de lado todo mi resentimiento hacia quienes me espiaban y traté a la anciana con amabilidad y respeto. Ella siguió contándoselo a los demás: "¡Es una buena persona, una persona muy agradable!".

Gracias, Shifu.

Gracias, compañeros.