(Minghui.org) Para cultivar Fo Fa, el cultivador debe volver a su verdadero ser, lo que requiere perseverancia y determinación. Y uno no debe vacilar ante las diversas pruebas y debe tomar las decisiones correctas.

Recuerdo un sueño que tuve en los primeros días de la práctica de Falun Dafa. En el sueño, era un día de verano, y mi cuñada y yo estábamos sentadas a la sombra de un árbol en el patio disfrutando del aire fresco. Junto a nosotros había un pozo. De repente vi miles de hormigas que se arrastraban por los vasos sanguíneos de mi pantorrilla. En un instante, estaban arrastrándose por todo mi cuerpo en los vasos sanguíneos transparentes. Me dieron asco y sentí que estaban muy sucias. Rápidamente empecé a sacarme los vasos sanguíneos. Mis vasos sanguíneos fueron arrojados por todo el suelo. Mi cuñada me suplicó: "¡Hermana, deja de arrancarte los vasos sanguíneos! Te vas a morir". Dije con firmeza: "¡Prefiero que me hagan pedazos a tener estas cosas sucias dentro de mí!".

Al decir esto, me lo saqué todo del cuerpo, dejando solo una capa de piel vacía. Cuando vi que por el suelo había vasos sanguíneos con hormigas arrastrándose en su interior, los pisé con asco y los hice pedazos.

De repente, desperté de mi sueño y todo mi cuerpo estaba empapado en sudor. Me di cuenta de que Shifu había purificado mi cuerpo. Había renacido y ya no era una persona común. Solo tenía una capa de piel humana en la superficie. Comprendí que, por muchas dificultades y obstáculos que encontrara en mi cultivación, seguiría a Shifu y, sin duda, ¡volvería a mi verdadero hogar!

Después de que el Partido Comunista Chino (PCCh) iniciara la persecución contra los practicantes de Falun Dafa en julio de 1999, me embarqué sin vacilar en el camino de la antipersecución, validando el Fa, aclarando la verdad y despertando a la gente.

En mi camino de cultivación, cada obstáculo y dificultad que encontraba era para tomar la decisión correcta.

Un día durante mis vacaciones de verano en 1999, un dirigente de la fábrica en la que trabajaba vino a hablar conmigo. Yo era profesora en la escuela que la fábrica gestionaba para los hijos de los empleados. El dirigente me preguntó si quería mantener mi puesto de profesora o adherirme a mi creencia en Falun Dafa. Elegí Falun Dafa sin dudarlo. Entonces perdí mi puesto de profesora en la escuela y me llevaron a la fábrica a hacer trabajo forzado como parte de una "reeducación". Mi familia, parientes y amigos no entendían mi elección. En aquel momento, me sentí impotente. Intenté encontrar tiempo para estudiar el Fa. Dafa me dio una esperanza y un coraje infinitos.

Yo era la persona de más edad que trabajaba en el taller de la fábrica. Tenía unos 40 años, mientras que la mayoría de los trabajadores del taller eran jóvenes trabajadores temporales. Todos los días empezaba a trabajar a las 5:30 de la mañana y salía a las 10 de la noche. Era una cadena de montaje muy rápida y los trabajadores solo tenían descansos de 10 minutos para comer o ir al baño. En general, los trabajadores tenían el día libre durante las vacaciones, pero a mí no me permitían tomarme vacaciones. Me vigilaban todo el tiempo.

Durante ese tiempo, sentí que me torturaban física y mentalmente, y cada día me parecía una eternidad. Sin embargo, nunca me arrepentí de mi elección. Como cultivadora, sabía que las tribulaciones eran oportunidades para eliminar el yeli y los apegos humanos y mejorar mi xinxing.

Cada día pensaba: Soy dizi de Shifu y me he beneficiado directamente de Dafa. ¿Cómo puedo tomar sin dar nada a cambio? Como practicante de Dafa que comprende la verdad sobre Dafa, ¡tomaré la iniciativa para salvaguardar Dafa y buscar justicia para Shifu! Esta es la conciencia básica de un ser humano.

El 1 de octubre de 2000, un compañero y yo nos dirigimos a Beijing para hacer una apelación en favor de Falun Dafa, con la intención de esclarecer la verdad sobre Falun Dafa y buscar justicia para Dafa y Shifu. La policía local me detuvo cuando me vio en la carretera y me llevó directamente a un centro de detención. Estuve detenida ilegalmente durante 10 días.

Mi padre, de unos 70 años y jubilado, se sorprendió al enterarse de que me habían detenido. Estaba muy disgustado y enfadado. Se escondió en el balcón y lloró desconsolado. Cuando volví a casa, le conté lo ocurrido. No me culpó, solo me dijo que el PCCh tenía sus formas de gobernar a la gente y que tuviera cuidado. Un día después, mi padre me dijo: "Ayer, cuando iba en bicicleta al mercado de flores, pensé en ti. Pensé que mi hija era increíble. Estoy muy orgulloso de ti". Sabía que era Shifu quien utilizaba las palabras de mi padre para animarme.

En el verano de 2001, como me negué a renunciar a mi fe en Falun Dafa, la Oficina 610 local amenazó a mi madre y a mi esposo, y les pidió que me obligaran a ir a la clase de lavado de cerebro de la prisión provincial. No solo me amenazaron a mí, sino que incluso dijeron que mi esposo perdería su trabajo si no abandonaba mi práctica. Mis familiares y compañeros de práctica me aconsejaron que me fuera de casa y me escondiera en algún lugar para evitar que me persiguieran. En aquel momento, lo dejé todo a un lado: la fama, la fortuna, la familia y la vida y la muerte. Decidí que no me iría de casa ni me escondería; lo afrontaría todo con dignidad. Creía que Shifu estaba a mi lado y que tenía la última palabra en todo. Mantuve mis pensamientos rectos y no me doblegué. Hice una huelga de hambre en casa para protestar.

La policía local y los dirigentes de mi lugar de trabajo obligaron a mi esposo a visitar el centro de lavado de cerebro de la prisión provincial, y mintieron sobre el "éxito" de la clase de lavado de cerebro. En cuanto mi esposo salió del coche, vio a varios matones que sacaban a una mujer de mediana edad de un coche y la arrastraban al patio. Un hombre dijo burlonamente: "Aprenderá a obedecer después de varios días". De hecho, los practicantes de Falun Dafa que no se "transformaron" en la clase de lavado de cerebro, fueron llevados inmediatamente a prisión. Algunos quedaron discapacitados debido a la persecución, y otros incluso fueron torturados hasta la muerte.

Cuando mi esposo regresó de visitar el centro de lavado de cerebro, la policía y los dirigentes de mi lugar de trabajo le siguieron directamente a mi casa, preparándose para llevarme al centro de lavado de cerebro. Mi esposo señaló la comida que había en la mesa y les dijo que yo llevaba tres días en huelga de hambre, sin comer ni beber. Me vieron tumbada en la cama con los ojos cerrados y sin decir una palabra. Al final, se marcharon sin obligarme.

Lo que impidió que la policía me persiguiera no fue mi virtud ni mis habilidades, sino que tenía un corazón que se ajustaba al Fa, ¡y entonces Shifu me protegió!