(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa cuando tenía 10 años y sé que Shifu me ha estado protegiendo todo este tiempo. Sin embargo, sólo en los últimos años he llegado a comprender lo que significa cultivarse de verdad, y fue entonces cuando vi lo fuertes y obstinados que eran mis apegos. Me gustaría compartir cómo eliminé mi apego al resentimiento.

Un día empezó a trabajar en mi empresa una nueva empleada. A menudo hacía comentarios desconsiderados, no era muy amable y se quejaba mucho. Cuando la entrenaba y la orientaba, no mostraba ningún aprecio.

Tenía que trabajar con ella todos los días, lo que me resultaba muy duro y no éramos muy eficientes cuando trabajábamos juntas. Le conté a mi madre (que también es practicante) lo de esta empleada y me contestó: "¿No es tu imagen en el espejo?".

Me sorprendió su respuesta. Entonces caí en la cuenta de que Shifu me estaba ayudando a iluminarme a través de las palabras de mi madre y mi corazón se sintió más ligero.

Cuando lo pensé mejor, me di cuenta de que las palabras, los actos y los pensamientos de esta nueva empleada eran como los míos. Su tono de voz, su actitud y su resentimiento se reflejaban en toda su cara. Se enfadaba si le daban trabajo extra y se quejaba con todo el mundo. También era temperamental e irracional. Era un reflejo de mí misma y me sentía muy avergonzada.

Cuando miré seriamente en mi interior, descubrí un resentimiento profundamente oculto que había estado albergando durante años. Tal vez esto explicara por qué tenía dolor crónico en el pecho y me faltaba el aire, como si una roca gigante me oprimiera el corazón. A menudo me despertaba en mitad de la noche con dolor en el pecho. Todos mis apegos se reflejaban también en mi rostro: tenía un aspecto rencoroso y una tez enfermiza.

Me di cuenta de que estaba resentida con mis padres. Sentía que no me habían prestado suficiente atención, que nunca me animaban ni alababan y que eran muy duros conmigo si cometía errores. No me gustaban sus normas estrictas y, aunque sabía que lo que decían era lo correcto, no quería oírlo.

Me desanimaba fácilmente cuando encontraba dificultades. Era dura conmigo y me sentía fracasada. Cuando mi supervisor me daba trabajo extra, me enfadaba por dentro, aunque no dijera nada en voz alta. Me parecía injusto tener que hacer trabajo extra. Cuando mis compañeros necesitaban mi ayuda, me preguntaba por qué me molestaban en vez de investigar y resolver las cosas por sí mismos.

Si me trataban injustamente, fingía no enfadarme y me reía y hablaba sarcásticamente de ello con los demás. Cuando otros se atribuían el mérito de mi trabajo, me sentía amargada por dentro y era muy difícil de soportar.

Aunque estudiaba el Fa todos los días, no me daba cuenta de mis obstinados apegos. Sabía que un practicante debe cultivarse alejándose de todos y cada uno de los apegos. Necesitaba distinguir entre mis propios pensamientos y las nociones que no formaban parte de mi verdadero ser. Pedí a Shifu que me fortaleciera y me ayudara a eliminar a aquellos seres que manipulaban mis emociones. Mientras tanto, intensifiqué mi estudio del Fa y fortalecí mis pensamientos rectos.

Dafa me ayudó a comprender la relación del yeli (kármica) entre las personas, tanto de mis familiares como el de los demás. Que me trataran bien o mal dependía de mis actos pasados. No debía utilizar mis sentimientos humanos para medir las cosas, lo que favorece que crezca el resentimiento.

Me propuse cambiar cuando me sintiera molesta por la gente. Comprobaría qué tipo de pensamiento humano desencadenaba mis sentimientos negativos y lo eliminaría. Después de desprenderme del resentimiento, me di cuenta de que me preocupaban menos las pérdidas y las ganancias y pude dejar que las cosas sucedieran de forma natural. Comprendí que nada ocurre en la cultivación por casualidad; por trivial que parezca algo, puede ayudar a revelar y reflejar mis apegos más profundos.

Cuando aquella nueva empleada empezó a quejarse de nuevo a los demás, dejé de menospreciarla. Me recordé que debía eliminar mi resentimiento y mis pensamientos negativos. Cuando otros se mostraron celosos de mi rendimiento laboral, mantuve una actitud humilde y ofrecí mi ayuda siempre que pude. Me siento agradecida a Shifu por haber dispuesto que esta nueva empleada me ayudara a mejorar mi xinxing y a ser más cariñosa y atenta con los demás. Empezamos a llevarnos bien y el ambiente de trabajo mejoró notablemente.

Empecé a disfrutar ayudando a los demás y la relación entre compañeros y colegas mejoró. Acepté con gusto cualquier tarea que me encomendara el supervisor y dejé de resentirme por el trabajo extra. Presté atención a cultivar mi discurso y dejé de quejarme.

No recuerdo exactamente cuándo ocurrió, ¡pero la "roca gigante" que me oprimía el pecho desapareció! El dolor que me había atormentado durante tantos años ya no existe. Sé que Shifu eliminó esa sustancia cuando elevé mi xinxing. Ahora estoy en un buen estado, con una sonrisa en mi cara de nuevo, ¡y los cambios en mi corazón me hacen parecer más joven y mejor!