(Minghui.org) Soy una practicante de Falun Dafa que nació en los años 80 en China. Sin embargo, no empecé a cultivar Falun Dafa hasta finales de 2019. Me sentí agradecida por la oportunidad de cultivación para poder ponerme al día con el proceso de la rectificación del Fa. Me gustaría compartir con los compañeros practicantes cómo mejoré mi xinxing y lo que gané cultivándome seriamente.

Dejar el pasado y volver a la cultivación

Algunos de mis parientes practicaban Falun Dafa cuando yo era joven. Mi madre obtuvo el Fa en 1998. En aquel tiempo leí Zhuan Falun varias veces y vi las grabaciones de video de la conferencia del Maestro Li en la ciudad de Guangzhou.

Realmente quería cultivarme, pero estaba obstaculizada por las ilusiones de la sociedad humana común, todo tipo de nociones y yeli de pensamiento. No entendía realmente en qué consistía la cultivación. Me sentía confundida, no entendía Dafa racionalmente, ni podía ver ningún principio de nivel superior, así que no me convertí en una practicante.

Ahora comprendo que Shifu me cuidó y me dio pistas a lo largo de los años. Debido a mi pobre calidad de iluminación, cometí muchos errores y terminé perdiendo mucho tiempo. Siempre tenía la sensación de que no podía ponerme al día aunque lo intentara con todas mis fuerzas. Después me dije que debía dejarlo todo y atesorar cada día que todavía podía cultivarme.

Cuando hacía el ejercicio estaca parada Falun, surgían todo tipo de pensamientos. Una vez, me encontré con un conflicto que me exigía mejorar mi xinxing, pero no sabía qué hacer ni cómo hacerlo. Cuando sostenía la rueda, surgieron todo tipo de pensamientos egoístas.

Le pregunté a Shifu desde lo más profundo de mi corazón: "Shifu, ¿qué debo hacer? ¿Qué debo hacer?". En mi cabeza, oí a Shifu decir: "¡Déjalo ir!". Estas dos palabras fueron como un pesado martillo golpeando mi corazón. Al instante, todo en mi mente desapareció. Sabía que Shifu estaba a mi lado.

Apegos expuestos tras mirar hacia dentro

Durante los dos años y medio después de volver a la cultivación de Dafa, practiqué Dafa con mi madre. Experimenté muchas cosas, como cambiar mis nociones y eliminar mis apegos. Estudiando el Fa, gradualmente llegué a comprender lo que significaba la cultivación sólida. Esto me hizo más racional y madura.

Cuando compartí por primera vez con mi madre, dada mi mentalidad fanfarrona, presumí. Tan pronto como me iluminaba con algunos principios del Fa, estaba ansiosa de compartir con ella. Cuando vi que sus apegos afloraban, llegó a disgustarme y se lo señalaba cada vez que consideraba que se equivocaba. Aunque yo también tenía bastantes apegos, siempre me comportaba como si me cultivara bien e hiciera todo bien.

También pensaba que todo lo que hacía beneficiaba a mi madre, e intentaba ayudarla a cultivarse, pero ignoraba los apegos que debía eliminar. No seguí lo que Shifu dijo en el Fa, de mirar hacia adentro. Siempre miraba hacia afuera para encontrar sus defectos. En aquel tiempo, no sabía cómo cultivarme, no podía eliminar los malos pensamientos que surgían en mi mente y les seguía la corriente. Cuando mi madre decía algo, siempre sentía una voz dentro de mí esperando para contradecirla.

Soy hija única, crecí con el cerebro lavado y adoctrinada por el malvado Partido Comunista Chino (PCCh). Mis padres vivieron la Revolución Cultural y no conocieron la cultura tradicional china. De niña, mi madre era de carácter fuerte y también tenía mal genio. Ella tenía la última palabra en la familia y todo tenía que ser exactamente como ella quería. Me daba miedo y me preocupaba tener una rabieta para salirme con la mía. Tenía que obedecerla en todo.

Mi madre menospreciaba a mi padre, así que mi padre, a su vez, me regañaba, me reñía y menospreciaba. Nunca me dio su aprobación.

Cultivarme mirando hacia dentro y soltando mis apegos

Dado lo que viví de niña, tuve una autoestima muy baja cuando crecí. Tenía muchos pensamientos negativos y me resultaba fácil abandonarme. En mis interacciones sociales, ansiaba que me reconocieran y siempre me gustaba presumir para validarme. No ponía el corazón en nada de lo que hacía, no me gustaba pensar con lógica y no tenía ideas propias. Me limitaba a seguir a los demás en todo lo que hacían. Tenía miedo de las dificultades y los obstáculos. También temía que me criticaran y me menospreciaran.

Siempre quería demostrar que era competente. Aunque planificara algo con mucho cuidado, a menudo no era capaz de llevarlo a cabo. Cuando mi ego y mis ideas eran atacados, siempre quería defenderme y que los demás se ajustaran a mi percepción de las cosas.

Gracias al estudio regular del Fa, empecé a mirar hacia dentro. Llegué a darme cuenta de las áreas en las que no cumplía con el Fa. Entonces me puse alerta y traté de atrapar los malos pensamientos en mi mente. Me pregunté: "¿Por qué tengo esos pensamientos? ¿De dónde vienen?". Cada vez que indagaba más, descubría que se debían a mi envidia y  resentimiento.

Aunque en apariencia estaba en paz con mi madre, en el fondo siempre sentí que ella era la causa de los muchos errores que cometí cuando crecí. Cuando era pequeña, no me dejaba hacer nada y no me enseñaba un comportamiento adecuado, lo que me hizo desarrollar muchas nociones incorrectas. La culpaba de todo y asumía que todo era culpa suya.

Entonces me di cuenta de que todo lo que veía en mi madre era para que yo lo viera y me ayudara a cultivarme. Por ejemplo, cuando veía a mi madre decirle a mi padre que hiciera esto o aquello, pensaba que lo hacía porque confiaba en él. Entonces me pregunté: "¿Por qué tuve que ver todo eso?". Cuando miré hacia dentro, vi que mi apego a depender de los demás era aún mayor. Siempre llamaba a mi madre cuando necesitaba ayuda. Cuando me di cuenta, presté atención a ese aspecto mío. Cada vez que estaba a punto de llamarla, me detenía y me decía: "Es esa dependencia o pereza. Soy una practicante. Tengo que pensar primero en las necesidades de los demás y hacer las cosas por mí misma".

Mi madre decía con frecuencia: "Rápido, rápido, rápido". Yo lo tomaba como que estaba ansiosa. Cuando miraba hacia dentro, me pillaba desprevenida: yo también estaba apegada a querer hacer las cosas deprisa y no me importaba la calidad de lo que se hacía. A menudo me desanimaba cuando los progresos eran escasos. Entonces pensaba: "¿Era realmente como decía mi padre, que no sabía hacer nada bien?". Esto también desencadenó mi resentimiento hacia mi padre.

Después de que la cultura del PCCh acabara con las virtudes tradicionales de lealtad, piedad filial, honestidad y vergüenza, odiaba y culpaba a mis padres de todo lo que había ido mal en el pasado. Sabía que debía dejar atrás lo ocurrido en el pasado y eliminar los pensamientos incorrectos. Cuando me topaba con cosas, ya no podía seguir el camino humano y caer en las trampas de las viejas fuerzas. Independientemente del tipo de relación predestinada que existiera entre mi madre y yo en el pasado, nos habíamos convertido en compañeras de práctica. La apreciaba de verdad por seguir despertándome. Shifu dispuso que nos cultiváramos en el mismo ambiente, para ayudarnos y elevarnos mutuamente. Debo atesorar este entorno.

Ayudarnos y mejorar juntas

Durante mis interacciones con mi madre, me di cuenta de que ella se cultivaba de forma intermitente. A menudo, parecía desatenta cuando estudiaba las enseñanzas, no podía levantar la palma de la mano para enviar pensamientos rectos y se quedaba dormida durante la meditación sentada. Tenía muchas ganas de ayudarla a avanzar. Sin embargo, más tarde, también me ocurrió que mi conciencia principal no era lo suficientemente fuerte. Me di cuenta de que cada vez que localizaba un apego e intentaba dominarlo y disiparlo, el estado de cultivación de mi madre mejoraba. Esto me hizo darme cuenta de que debía mirar hacia dentro para ver dónde me quedaba corta para que el mal no se aprovechara de mí.

Me examiné cuidadosamente. Las veces que ayudé a mi madre a superar sus tribulaciones siempre creí que lo que había hecho estaba bien, en lugar de apegarme a las nociones incorrectas que me había formado con el tiempo. Estaba acostumbrada a una vida de ocio y siempre me daba excusas para relajarme, temía los problemas y me decía que era "seguir la corriente". No tomaba la iniciativa de pensar las cosas con la mente clara, lo cual se debía a que mi conciencia principal no era lo bastante fuerte: tenía miedo de que me criticaran o me miraran mal. Aun así, lo tomé como una prueba de que podía pensar primero en los demás y ser amable con ellos. En realidad, era una expresión persistente de búsqueda de armonía y miedo a encontrar conflictos.

Me di cuenta de que no trataba la cultivación seriamente, ni era firme en mi cultivación. En la cultivación, nada es insignificante. Uno necesita pensar en todo seriamente y con la cabeza fría para comportarse de acuerdo con los requisitos del Fa. Sin embargo, la mayor parte del tiempo tomé un camino desviado. Me quedé atascada en lo correcto o incorrecto de la superficie de un asunto. Cuando encontré los problemas, no presté atención a deshacerme de mis apegos en todo momento. Solo mostré gran determinación en un primer momento, pero después no me lo tomé en serio. En cuanto a la copia y recitación del Fa que planeé hacer, no pude seguir adelante con ello porque siempre estaba interferida e interrumpida por mis apegos. No podía permanecer recta por mucho tiempo, lo que causó que mi conciencia principal se debilitara. Me di cuenta de que todos los tipos de nociones que se formaron entre la gente común durante diferentes períodos de tiempo son un gran muro que bloquea el camino en nuestra cultivación.

La diferencia entre mi madre y yo también me hizo darme cuenta de la seriedad de nuestra cultivación. Acordamos que teníamos que: aprovechar el tiempo y cultivarnos diligentemente, estudiar más y bien el Fa, mantener pensamientos rectos y prestar atención a los asuntos pequeños, usar el Fa como guía en todo lo que hacíamos, negar completamente los arreglos de las viejas fuerzas en nuestras acciones (en oposición a seguir las nociones humanas), recordarnos que somos practicantes y mantener una conciencia principal clara al pensar en las cosas. Cuando los apegos se manifiestan en nuestros pensamientos, palabras y acciones, debemos seguir revisándolos y, cuando sea necesario, disiparlos. Cuando estamos en el Fa en todo momento, esos apegos no tendrán ninguna posibilidad de sobrevivir y más bien serán eliminados capa por capa.

Desprenderse de los apegos fundamentales

Cuando era joven, estaba apegada a la llamada buena vida. Como no tenía esperanzas en la realidad, me gustaba la idea de la cultivación. Sin embargo, solo cuando dejé este apego fundamental, comencé la cultivación verdadera de Dafa.

Solía culpar a mis padres por mi falta de educación, por las malas experiencias que tuve y por los errores que cometí, así que desarrollé resentimiento. Cuando dejé de lado estas cosas malas, me relajé mucho más. Cuando pude identificar mis defectos, pude comprender y tolerar de verdad a los demás, por lo que mi nivel moral y mi espíritu se elevaron.

Cuando empecé a cultivarme, tuve que soportar mucho para hacer la meditación sentada. Temblando de dolor, pensaba: "Sufro tanto, ¿cómo es posible ser feliz soportando esto?". No fue hasta que por fin dejé atrás la noción postnatal de que "las dificultades son algo malo" que llegué a sentir lo maravilloso que es hacer la meditación sentada. Ahora, aunque sigo sintiendo dolor, sonrío. Este tipo de dolor es la felicidad de ser capaz de aguantar, de cultivarse, que no se puede cambiar por nada en el mundo humano.

Solo dejándolo ir de verdad se puede obtener. Quisiera decirle a Shifu: "Todavía tengo muchos apegos y nociones. Quiero verdaderamente desprenderme de todas ellos, seguir a Shifu a casa y ser su verdadera discípula".