(Minghui.org) Mi padre, practicante de Falun Dafa, y yo vivimos en una ciudad portuaria. Aquí hay una gran variedad de mariscos, y los no practicantes disfrutan comprando mariscos vivos porque son más frescos y saben mucho mejor. Como cultivadores, seguimos el principio de no matar.

Aunque a mi padre le gusta el marisco, sobre todo las almejas, sólo las compra muertas. Mi hermano, que no es practicante, sabe que las almejas son las favoritas de papá. Varias veces ha comprado almejas vivas y se las ha cocinado a papá. Le dijimos a mi hermano que no matara más, pero no nos hizo caso.

Aunque mi padre le había dicho a mi hermano que no comprara almejas vivas, me pareció que sus palabras eran para aparentar. A mi padre le encantaba comer almejas. Le dije a papá que, aunque no hubieras matado directamente las almejas, aun así acumulaste yeli (karma) al comerlas, porque mi hermano las ha matado para satisfacer tus deseos, lo que te habría convertido en el principal responsable. Mi padre me explicó que mi hermano no le escuchaba. Le sugerí a papá que hablara con mi hermano de forma asertiva y se negara a comer las almejas si no le escuchaba.

Esta misma prueba me llegó el día de mi cumpleaños. Mi hermano me compró cangrejos de río vivos. No me gusta mucho el marisco, pero los cangrejos de río son mis favoritos. Mi hermano me dijo que me los había comprado porque era mi cumpleaños.

"¿Por qué los compraste vivos otra vez?", pregunté. "Matar causará yeli (karma)". Mi hermano rebatió: "Los cereales y las verduras también son vidas, según tu teoría. ¿Deberías dejar de comerlos?". No dije nada. Mi hermano dijo que hoy había comprado una gran cantidad, así que papá y yo deberíamos tener una buena comida.

Cuando mi hermano asaba los cangrejos de río, salí de la cocina porque no quería ver la crueldad. Una vez preparados, mi hermano nos llamó a papá y a mí para que fuéramos a comer. Papá dijo que no. Mi hermano no se lo podía creer. Pero yo estaba indecisa.

En efecto, papá pasó del manjar. Se había dado cuenta de que estaba matando, después de nuestra conversación. Por más que mi hermano le tentaba, se negaba a comer. Sin embargo, mi voluntad se fue debilitando poco a poco ante mi comida favorita. Me dije: "Mi hermano no me preguntó antes de comprarlos. Compró otra cosa en mi cumpleaños anterior. Es la primera vez que compra cangrejos de río vivos. Debe de ser una prueba para mí. Debería negarme".

Mi hermano abrió el caparazón de un cangrejo de río. El sabroso jugo salió a borbotones y el delicioso aroma me llegó a la nariz. Pensé: "Vale, comeré esto una vez. Es sólo un plato. Si no me lo como yo, se lo tendrán que comer de todos modos. Es demasiado caro para desperdiciarlo".

Empecé y le dije a nuestro padre que estaba buenísimo. Papá insistió en que no comería nada. Mi hermano preguntó por qué. Papá dijo que no quería que mi hermano acumulara yeli (karma) por matar, y le dijo que no comprara marisco vivo por su bien. Mi hermano dijo: "Vale. Cómetelo por última vez. No lo haré más". Papá no dudó. Fui yo quien se los acabó todos.

Cuando mi hermano se fue, papá me recordó que era hora de enviar pensamientos rectos. Le dije que necesitaba ir al baño. Mientras me apresuraba hacia el baño, sentí como si algo me empujara. Perdí el equilibrio y tuve que caminar un par de pasos de lado. Los dedos gordo y segundo del pie chocaron contra el marco de la puerta y se partieron por el fuerte golpe. Grité de dolor. Era tan insoportable que lloraba. Salté a mi habitación sobre un pie sin ir al baño. Intenté cruzar las piernas, pero el intenso dolor me hizo llorar. Tuve que echarme hacia atrás llorando. Papá me dijo que debía reflexionar sobre mí misma. Pensé que era porque había esperado hasta el último momento para ir al baño.

Al día siguiente, cuando me quité los calcetines, me sorprendió ver que el dedo gordo, el segundo dedo y la zona circundante estaban terriblemente amoratados e hinchados. ¿Por qué estaba tan mal? Una voz vino de repente a mi mente: "¡Es por comer cangrejos de río! Buscaron venganza".

Haciendo memoria, recordé haber sido empujada por alguna fuerza hacia un lado. ¿Los cangrejos no caminan de lado? ¿No tienen el dedo gordo y el segundo separados? He debido acumular yeli por comer cangrejos de río cocinados vivos. Conocía el principio de no matar, pero aun así me comí los cangrejos que habían matado para mí. Fui incluso peor que alguien que no lo sabe.

Aprendí la lección de no matar. El yeli aún se acumula en la situación mencionada. Como cultivador, debería haberlo tratado con seriedad. Espero que los compañeros practicantes aprendan de mi lección y nunca cometan el mismo error.