(Minghui.org) Hace poco leí en un artículo de intercambio de experiencias de un practicante sobre la reencarnación de Wei Zhongxian, un famoso eunuco de la historia china. El ser divino que había sido designado para reencarnarse en Wei Zhongxian no temía desempeñar ese papel malvado, aunque le creara mucho yeli (karma). Había renunciado a su apego a sí mismo para hacer lo necesario para sentar un ejemplo en la historia.

El artículo me recordó la relación con mi esposo, que a menudo me regaña. Ahora me pregunto si está aquí para ayudarme a deshacerme de mi resentimiento y resistencia a la crítica. A veces pensamos que nuestros familiares nos maltratan, pero su función puede ser ayudarnos a hacer lo necesario para mejorar en nuestro camino de cultivación.

El Maestro nos dijo:

“Sin embargo, hemos dicho que siendo una persona que refina gong, hay que llegar a no devolver el golpe ni los insultos, hay que exigirse con un estándar alto” (Cuarta Lección, Zhuan Falun).

La mayoría de los practicantes son amables con la gente común, pero no lo hacen bien cuando tienen que enfrentarse a las críticas de sus familiares. Aunque no hago nada malo, mi marido no deja de culparme y acusarme injustamente. Debería mirar en mi interior seriamente.

Desde que era joven, vi que mi padre se desquitaba con mi madre. Decidí no casarme con alguien como mi padre. Esta idea me acompaña desde hace mucho tiempo. No quiero que me critiquen. Me lleno fácilmente de resentimiento. Incluso cuando estoy sentada sola, un recuerdo fugaz puede hacerme sentir resentida. Después de leer artículos compartidos por muchos practicantes, pude identificar mi noción y detenerla cuando afloraba. Solía admirar a las parejas que se llevaban bien y se trataban bien. Me preguntaba: "¿Estoy aquí para buscar un matrimonio feliz? Mi verdadero hogar está en el Cielo".

Aunque es malhumorado, mi marido no solía perder los estribos tan fácilmente. Pero estos últimos años, debido al estrés de su trabajo, a menudo me hace pasar un mal rato. A veces he pensado en divorciarme, como harían la mayoría de las mujeres de hoy. No conseguí eliminar la idea que no provenía de mi yo genuino. Las viejas fuerzas se aprovecharon de mi brecha e intensificaron nuestros conflictos.

Finalmente he identificado la idea y la he negado por completo. Solo debo caminar por la senda trazada por el Maestro, no por las viejas fuerzas. A veces veía caer el yeli sobre mi marido, y su temperamento se intensificaba. Me compadecía de él y le agradecía interiormente que me ayudara a cultivarme.

Espero que los compañeros practicantes que se encuentren en situaciones similares se mantengan alerta, desarraiguen sus nociones y caminen por la senda de los grandes seres divinos.