(Minghui.org) La Sra. Zhang Xiwei, de 30 años, de Shaanxi, fue llevada a la Prisión de Mujeres de la provincia de Shaanxi el 29 de junio de 2023, después de que su apelación contra una sentencia de 4,5 años de prisión por practicar Falun Gong fuera rechazada.

La Sra. Zhang Xiwei está ahora recluida en el 12.º equipo del pabellón de nuevos ingresos. Su familia viajó a la prisión de la ciudad de Xi'an el 25 de julio y el 25 de agosto, pero en ambas ocasiones se les negó la visita. Les dijeron que no podían verla "porque aún no había renunciado a Falun Gong". Su familia está ahora muy preocupada por ella, sabedora de las brutales torturas que sufren los practicantes de Falun Gong en las cárceles chinas.

La Sra. Zhang, natural del condado de Liquan, provincia de Shaanxi, que ha vivido recientemente en la capital de la provincia, Xi'an, fue detenida en su domicilio a las 10 de la noche del 21 de julio de 2021 por más de diez agentes. Le confiscaron su ejemplar de Zhuan Falun, el texto principal de Falun Gong, un ordenador, una radio, un reproductor MP3 y varias tarjetas de memoria. La llevaron a la Estación de Policía de la calle Kunming y la retuvieron allí hasta la mañana del 23 de julio, cuando la policía la sometió a un examen físico. Esa misma tarde la llevaron al Centro de Detención de la ciudad de Xi'an.

Cuando se enteraron de que la familia de la Sra. Zhang había contratado a un abogado para ella, agentes de la División de Seguridad Nacional del distrito de Yanta en Xi'an, del condado de Liquan y de la Estación de Policía de Chigan en el condado de Liquan se apersonaron en el domicilio de su madre en el condado de Liquan el 18 de agosto de 2021. Interrogaron a la anciana que contrató al abogado y también denunció el caso de su hija a Minghui.org. La amenazaron con detenerla si no cooperaba. Ella se negó a proporcionar información y condenó a la policía por violar la ley al amenazarla.

Más tarde, la policía remitió el caso de la Sra. Zhang a la Procuraduría del distrito de Yanta, en Xi'an. El Tribunal del distrito de Yanta la juzgó mediante una vista por vídeo el 30 de mayo de 2022. Su abogado se declaró inocente en su nombre.

Alegando insuficiencia de pruebas, el juez devolvió posteriormente el caso al procurador, que consiguió persuadir al juez para que continuara el juicio contra la Sra. Zhang. El juez realizó una segunda vista por vídeo el 16 de agosto, y el procurador presentó las mismas pruebas como nuevas.

El 22 de noviembre de 2022, el juez sentenció a la Sra. Zhang a 4,5 años con una multa de 10.000 yuanes (aprox. 1.350 USD).

Perseguida por su fe desde los seis años

Cuando comenzó la persecución de Falun Gong en 1999, la Sra. Zhang sólo tenía seis años. En una ocasión describió su persecución de la siguiente manera:

"Desde que era pequeña, mi madre me guió para que siguiera los principios de Falun Gong de ser honesta, amable y considerada con los demás. Siempre recuerdo que soy practicante de Falun Gong y vivo según sus principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. A muchos de mis profesores y compañeros les caía bien.

Desde que comenzó la persecución el 20 de julio de 1999, mi familia ha vivido bajo una nube oscura y ha sido sometida a un acoso y un terror incesantes.

Mi madre fue detenida por agentes del Departamento de Policía del condado de Liquan en 2000. Más tarde la sentenciaron a 18 meses de prisión en el Campo de Trabajo Forzado para Mujeres de la ciudad de Xi'an. Durante ese tiempo, mis abuelos paternos, que tenían más de 70 años, tuvieron que cuidar de mí y de mis dos hermanos, mientras seguían trabajando las tierras de labranza de la familia. Además de su agotamiento físico, se preocupaban constantemente por mi madre, lo que les causaba una enorme angustia mental.

Cuando mi madre fue puesta en libertad en 2002, vi que tenía varios moretones en las piernas. Le pregunté qué le había pasado. No me dijo nada. Más tarde supe que la habían torturado en el campo de trabajo. También leí en Minghui.org sobre las torturas a las que son sometidos los practicantes de Falun Gong mientras están detenidos, como palizas, descargas eléctricas, alimentación forzada e incluso sustracción de órganos.

Cuando volví a casa de la escuela un día de 2007, varias personas intentaban detener de nuevo a mi madre. Temiendo que la policía pudiera hacernos daño, mi tía nos dijo a mis hermanos y a mí que saliéramos de casa. Los tres corrimos a la explotación frutícola que había frente a la casa. Cuando volvimos, nuestra madre ya no estaba. Fue un duro golpe para mi abuelo paterno, que tenía unos 80 años. Falleció pocos días después de que liberaran a mi madre.

Cuando mi hermano pequeño, de 13 años, y yo estábamos solos en casa una noche de 2008, alguien llamó a la puerta. Abrí y me preguntaron: '¿Dónde está tu madre? Le dije que no lo sabía. Le dijeron a una persona que se quedara en casa para vigilarnos y el resto se fue a casa de mi tío a buscar a mi madre.

Cuando volvieron, sobre las diez de la noche, corrí hacia el coche. El conductor se rió de mí y me dijo despreocupado: 'Tu madre no está en el coche'. Puede que le hiciera gracia mi cara de angustia, pero no sabía el daño que causaban a nuestra familia cada vez que detenían a mi madre y el trauma que me causaba a mí, que tenía 15 años".

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