(Minghui.org) Era mediodía de un día caluroso y nublado. Al bajar del autobús, vi a un hombre sentado cerca de la estación. Le hablé del tiempo y empezamos a charlar.

Supe que había sido el director de un departamento de policía de una provincia del norte de China y que su apellido era Yang. Me invitó a sentarme a su lado.

Practico Falun Dafa. Dada la persecución que lleva a cabo el Partido Comunista Chino (PCCh) desde 1999, la policía es la gente con la que resulta más difícil tratar.

Le dije: "Señor Yang, ¿puedo preguntarle cómo trataba a los practicantes de Falun Dafa antes de retirarse?".

Me contestó: "No seguí activamente la política de persecución".

Me sorprendí: "¡Eso es estupendo! Es casi imposible que la policía evite participar".

Me dijo: "Mi opinión es que está bien practicar Falun Dafa en casa, pero no promoverlo en público".

Me di cuenta de que no entendía bien en qué consistía Falun Dafa. Así que empecé a hablar de cómo el PCCh utilizaba los medios de comunicación controlados por el Estado para inculpar y calumniar a Falun Dafa. Expliqué que mucha gente fue engañada. Con el fin de erradicar Falun Dafa, el régimen arrestó a millones de practicantes e incluso los asesinó por sus órganos. Los practicantes arriesgaron sus vidas para decir a la gente la verdad sobre Falun Dafa.

Lo comprendió, pero suspiró: "Le creo. Pero no podemos hacer nada contra el sistema del régimen comunista. Los que no siguen las políticas del PCCh son tratados como criminales".

"Exactamente", continué: "al principio de la persecución, el jefe de nuestra oficina local intentó convencer a una practicante de que renunciara a su fe. Señaló una rodaja de sandía sobre la mesa: Todos sabemos que la sandía es roja, pero si el PCCh dice que es negra, tienes que decir que es negra, o te tratarán como a un criminal".

No dejaba de asentir.

También mencionó que todos sus hijos estaban en Estados Unidos, pero él no podía reunirse con ellos porque tenía restringido el visado.

Antes de despedirnos, le animé a renunciar el PCCh. Respondió felizmente: "¡Sí, lo hare!".