(Minghui.org) Una vez me encontré con una persona en la plaza de nuestra ciudad. Tenía unos 40 años, bien vestido. Supuse que era un funcionario del gobierno. Le hablé y traté de decirle sobre la persecución a Falun Dafa por parte del Partido Comunista Chino (PCCh). Se negó a escuchar, sacudió la cabeza, agitó las manos y luego se fue. Me lo encontré de nuevo en la plaza unos días después y le dije: “Nos encontramos aquí de nuevo. Tengo algunas cosas importantes que decirte”. Él seguía sin querer escuchar.
Más tarde lo vi por tercera vez en la plaza. En ese momento no pude contener las lágrimas, sintiendo pena por una vida tan preciosa que rechazaba la verdad. Él se conmovió y también derramó lágrimas. “No llores. Entiendo que tus intenciones son verdaderamente para mi bienestar”. Me alegré por su cambio de actitud y le aclaré la verdad. No solo usó su nombre real para renunciar al PCCh, sino que también me dijo dónde trabajaba y me dio su número de teléfono. Me pidió que lo llamara si en el futuro necesitase ayuda.
Este caballero fue una de las más de 200.000 personas a las que convencí con éxito para que renunciaran al PCCh y a sus dos organizaciones durante los últimos diez años.
Estoy en mis 60 años. Empecé a practicar Falun Dafa en 1997 y poco después todas mis enfermedades desaparecieron. Mi cuerpo se volvió ligero y vigoroso. Shifu también abrió mi sabiduría, permitiendo que una persona analfabeta como yo, que ni siquiera podía escribir mi propio nombre, leyera más de 40 libros de las enseñanzas de Shifu y recitara el libro Zhuan Falun, el libro principal de Falun Dafa.
Después de que el PCCh comenzó la persecución a Dafa en julio de 1999, mantuve firmemente mi creencia en Dafa y he persistido en hacer las tres cosas que Shifu nos pide que hagamos, sin aflojar nunca. Desde el lanzamiento del libro Nueve comentarios sobre el Partido Comunista, salgo a hablar con la gente sobre los hechos de Dafa y a exponer la maldad del PCCh todos los días, llueva o truene. Los he persuadido durante los últimos diez años para que renuncien al PCCh y a sus dos organizaciones juveniles.
Para esclarecer efectivamente la verdad a la gente, me limpio y elimino las interferencias estudiando bien el Fa, haciendo los ejercicios diligentemente y enviando pensamientos rectos con plena concentración.
Mientras hablo con la gente, siempre mantengo una mente compasiva y tranquila. Me impuse el siguiente régimen: hacer las cinco series de ejercicios de Dafa todos los días con movimientos precisos (si no puedo hacerlos de vez en cuando, los recupero al día siguiente); estudiar una o dos lecciones de Zhuan Falun cada día y, si me es posible, encontrar tiempo para estudiar las otras conferencias de Shifu; así como enviar pensamientos rectos cuatro veces al día sin perder ninguno. También hago mi mejor esfuerzo para desempeñar bien mi papel en la vida diaria, haciendo bien mis tareas domésticas y equilibrando bien las relaciones con mi familia.
Uso todo mi tiempo libre para salvar a la gente. En los días de buen tiempo, hablo con la gente en la calle o en otros espacios públicos al aire libre; los días de mal tiempo voy a las salas de espera de las estaciones de autobuses, a las tiendas o a las áreas de descanso de los trabajadores en las obras de construcción. Cuando participo en ocasiones especiales de familiares o amigos, hablo con la gente en el camino y con los invitados a los eventos.
Soy una ama de casa normal y corriente con un aspecto normal. Pero siempre doy atención a mi apariencia antes de salir de casa para asegurarme de lucir arreglada y presentable. Recuerdo las enseñanzas de Shifu y trato igual a todos los que conozco, sin importar su género, edad o profesión. Tomo la iniciativa de saludar y hablar directamente sobre la belleza de Dafa y las malas acciones del PCCh. Normalmente, la gente me entiende después de una breve charla y muchos se muestran receptivos a lo que les digo.
Cuando dicen claramente que quieren renunciar al PCCh y sus organizaciones afiliadas, les digo que sus renuncias son para que el Cielo sea testigo de sus corazones y que sean válidas con sus nombres reales o seudónimos. La mayoría de la gente usa sus nombres verdaderos. Cuando algunos funcionarios del gobierno tienen miedo de dar sus nombres verdaderos, expreso mi comprensión de su preocupación y les hago bonitos seudónimos. No pongo atención en la cantidad de personas que renuncian a las organizaciones del PCCh, me esfuerzo por asegurarme de que las personas entiendan completamente el significado detrás de esto. La mayoría de la gente me agradece felizmente cuando nos separamos. No me siento complaciente ya que sé que fue Shifu quien los salvó.
Una vez conocí a un joven. Le conté sobre Dafa, historias de malhechores que recibieron retribución por perseguir a Dafa y la historia del PCCh. Lo insté a renunciar al PCCh por su propia seguridad. Él dijo: “Entiendo. Estás haciendo una extraordinaria buena acción. ¿Sabes cuál es mi trabajo? Soy un oficial de la División de Seguridad Doméstica, apuntando a los practicantes de Falun Gong como tú. Lograste tu punto hoy. Haré lo que me pidas, renunciaré al PCCh y sus organizaciones afiliadas. A menudo hay policías vestidos de civil en la calle. Mantente a salvo".
Cuando me encuentro con personas que no quieren escuchar o incluso me maldicen, permanezco impasible y no les guardo resentimiento. Sé también que eran parientes del Maestro y que por ahora solo están perdidos en la ilusión. Silenciosamente envío pensamientos compasivos, esperando que en el futuro lleguen a entender la verdad. Al mismo tiempo, miro tranquilamente hacia adentro para encontrar mis deficiencias y mejorar.
Salvar personas es mi misión, mi principal prioridad en la vida. No quiero perder a nadie que el Maestro me traiga. Me puse una meta: salvar de 40 a 60 personas cada día, y no voy a casa hasta cumplirla. A veces he perdido la meta al asistir al estudio grupal del Fa, pero la recupero al día siguiente.
Con la sabiduría otorgada por Shifu, aprendí a usar la computadora y a entrar al sitio web de Minghui. También aprendí a enviar al sitio web de Dajiyuan la lista de personas a las que ayudo a renunciar al PCCh y lo he estado haciendo todas las noches. Espero hasta recibir los certificados de renuncias y los guardo como registros, como el cierre de cada día. Considero todo este proceso como un trabajo sagrado y doy mucha atención a cada paso.
El año pasado fui arrestada cuando estudiaba el Fa con otros practicantes. Recluida en el centro de detención no estuve preocupada ni asustada. Mi único pensamiento fue que yo no pertenecía ahí ya que mucha gente esperaba que yo los salvara. Me calmé y miré hacia adentro en busca de mis brechas. Descubrí que había desarrollado apegos de presumir, fanatismo, tratar la clarificación de la verdad como una tarea a completar y ser incapaz de enfrentar las críticas de otros practicantes, ya que me había sido fácil hacer las tres cosas durante el transcurso del tiempo.
Envié poderosos pensamientos rectos para despejar mis malos pensamientos y limpiar mi espacio. Seguí recitando el Fa y me negué a memorizar las reglas del centro de detención o ver sus programas de televisión.
Una reclusa me amenazó, pero no tuve miedo. La traté amablemente y le aclaré la verdad. Al final, accedió a renunciar al PCCh y a sus organizaciones afiliadas. También hablé con otras reclusas sobre Dafa y el PCCh, y seis de ellas también renunciaron al PCCh. Cambiaron su visión de mí, me respetaron y me protegieron.
No di ninguna información durante el interrogatorio y traté a los policías con compasión. No me trataron agresivamente. Cuando allanaron mi casa, no encontraron nada. Así que me liberaron después de 30 días de detención.
Después de llegar a casa, estudié el Fa intensamente, hice los ejercicios, envié pensamientos rectos y miré hacia adentro para abandonar mis miedos. Me puse al día con mi cultivación y salí de nuevo para salvar a la gente. La cantidad de personas que entendieron la verdad y rompieron los lazos con el PCCh se mantuvo por encima de 40 cada día, llegando a veces a más de 60.
Empecé a aclarar la verdad a la gente desde principios de 2005, y lo he estado haciendo casi todos los días. Hice un cálculo aproximado y determiné que he ayudado a más de 200,000 personas a renunciar al PCCh. Quiero aprovechar esta oportunidad para agradecer al Maestro en nombre de todos ellos.
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Categoría: Aclarando la verdad