(Minghui.org) Hace unos años, fui perseguido por las autoridades, porque no me cultivaba bien. Después, durante varios años, permanecí en un estado negativo y sintiéndome culpable; no podía salir de ahí. Más tarde el Maestro me despertó y empecé a memorizar Zhuan Falun. Entonces me di cuenta de que los practicantes de Dafa necesitamos salvar a la gente.

De todas formas, seguía teniendo un fuerte apego al miedo. Quería salvar a la gente, pero me resultaba difícil aclararle la verdad a desconocidos.

A lo largo de los años, cuando no estaba trabajando, pasaba mucho tiempo con otros practicantes. Sin darme cuenta, descuidé a mis familiares, pensando que ya les había aclarado la verdad. No mantenía mucho contacto con ellos. Después de sufrir la persecución, muchos de mis parientes no entendían por qué no dejaba de practicar Dafa. Así que decidí aclararles la verdad más a fondo.

Reconstruí la relación con mis parientes, comencé a prestar atención a sus necesidades y a ayudarles cuando lo necesitaban, ya fuera con dinero o con mano de obra. Cuando una de mis parientes cayó enferma y nadie podía cuidarla, me ofrecía a ayudarla aunque tuviera que conducir más de 100 kilómetros hasta su casa en cada ocasión. Mis familiares se conmovieron. Aproveché estas oportunidades para aclararles la verdad sobre Dafa y sobre la persecución. Intentaba asistir a todas las grandes reuniones, como bodas y funerales, y trataba de ayudar a todo aquel que ingresara en el hospital. Les cuidaba de todo corazón y les aclaraba la verdad. Ahora la mayoría de mis parientes tienen una opinión positiva de Dafa y algunos incluso han empezado a practicarlo.

Entonces empecé a reconectarme con mis antiguas colegas y compañeras de clase. Me uní a sus reuniones sociales tanto como pude.

Durante este tiempo, adquirí una nueva comprensión de la forma en que cultivamos Dafa: nos cultivamos en la sociedad humana común ajustándonos a la gente común, tanto como nos sea posible. Aparentemente, me comunicaba y visitaba a otras personas igual que cualquier otra persona. Cuando se presentaba la ocasión, empleaba el lenguaje que usa corrientemente la gente común, para aclararles la verdad. Llevo más de un año haciéndolo y lo encuentro bastante eficaz.

Soy una persona con un rango amplio de conocimientos, lo que me facilita hablar con distintos tipos de personas. La mayoría de las personas que crecieron en la cultura del Partido Comunista Chino (PCCh) son egocéntricas. Así que intentaba ponerme en su lugar. Solía escucharlas primero. Después de hacerme una idea de cómo pensaban, seleccionaba los temas de aclaración de la verdad dependiendo de la persona. La mayoría de la gente se muestra amable y acepta lo que le digo.

A veces escuchaba las quejas de otros practicantes que no aclaraban la verdad de forma apropiada. Mientras les daba explicaciones, bondadosamente, me recordaba a mí misma que no debía caer en los mismos errores.

Ahora he cobrado mucha experiencia en aclararle la verdad a la gente. Puedo encontrar temas adecuados para hablar fácilmente con desconocidos, independientemente de su sexo o edad. Le hablo a la gente de una forma que puedan entenderme y aceptar lo que les digo. Las conversaciones resultan siendo amistosas. Nadie se ha ofendido ni me ha denunciado nunca a las autoridades.

Una vez, una practicante local anciana, estaba atravesando un ye de enfermedad muy grave. Tenía dificultades para caminar al punto de que era incapaz de cuidarse a sí misma. Además de los síntomas de la enfermedad, sufría problemas emocionales. Tenía malas relaciones con sus hijos y otros tantos parientes, lo que les creó una impresión negativa sobre los practicantes de Dafa.

En cuanto a quién debía cuidar de esta anciana practicante, algunos practicantes locales pensaban que era el deber de sus hijos mayores. Después de conocer mejor su situación, pensé que los practicantes debían turnarse para ayudarla. La hija de la anciana está casada y vive en otra ciudad y, de hecho, tiene una enfermedad terminal. Supe que cuando la hija enfermó hace unos años, su madre le pidió que aprendiera Dafa y no fuera al hospital. La hija casi se murió. A partir de aquello, toda la familia de la hija se mostraba resentida con su madre e incluso con Dafa. El hijo de la practicante también vive lejos, y su madre le caía muy mal.

Cuando la anciana practicante tenía un mal estado de ánimo, a veces llamaba uno por uno a otros practicantes locales, para quejarse de que ya no quería vivir. No se trataba sólo de si podía seguir cultivándose, sino que también podía estar teniendo un impacto negativo considerable en cuanto a lo que la gente piensa de Dafa.

Intenté ayudar a la anciana practicante y a su familia, de varias maneras. Una vez me la llevé a casa durante ocho días, y en una segunda ocasión lo hice durante más de un mes, a pesar de las molestias y presiones que sentía, procedentes de todas partes. Mantuve varias conversaciones con su hija. La hija acabó comprendiendo mejor a su madre y obteniendo una visión más positiva de Dafa. Incluso empezó a leer el libro de Dafa.

Una vez, el hijo de la practicante vino a mi casa con su esposa. Planeaba llevarse a su madre con él. Puse en su conocimiento las dificultades a las que se enfrentaría y sugerí que su madre se quedara en mi casa. Tras la conversación, comprendieron la verdad sobre Dafa. Dijeron que ver es creer, y que habían presenciado cómo los practicantes de Dafa tratan a los demás. El hijo prometió que mostraría respeto filial por su madre y que sería amable con su hermana en el futuro.

Todo se resolvió satisfactoriamente. Recordé lo importante que es nuestra propia cultivación.

Al ver que otros practicantes se enfrentaban a serios obstáculos en la cultivación, a menudo recordaba que yo había tenido experiencias similares, por lo que sabía lo difícil que era su situación. Por eso, quería ayudar. A veces, las compañeras no tenían donde vivir, así que les invitaba a quedarse conmigo. Estudiábamos Dafa y compartíamos nuestras experiencias. Al mismo tiempo que ayudaba a los demás, tenía la oportunidad de mejorarme a mí misma.

Algunos compañeros practicantes han dicho que es difícil invitar a sus casas a otros practicantes que necesitan ayuda, sobre todo si los practicantes están gravemente "enfermos". Una practicante me contó que tuvo a otros practicantes en su casa tres veces, pero que surgieron conflictos entre ellos. Sintió que no apreciaron el esfuerzo que hacía.

Yo pienso que mientras crea de verdad en el Maestro y en Dafa, me considere una cultivadora y me ponga estándares elevados, todos los problemas pueden resolverse.

Durante la pandemia, me obligaba a recitar una Lección de Zhuan Falun y a hacer todos los ejercicios dos veces, todos los días. Descubrí que cuando aumentaba mi estudio del Fa y hacía los ejercicios, ganaba más confianza en salvar a la gente. ¡Me cultivaré cada vez mejor!

¡Gracias, benevolente Maestro por concederme oportunidades para continuar mi cultivación!

¡Gracias, compañeros practicantes locales por su cooperación desinteresada!