(Minghui.org) Los casos de COVID se han disparado en China desde que el Partido Comunista Chino (PCCh) puso fin abruptamente a la política de cero COVID. Casi todos los hospitales están repletos de pacientes de COVID, y las farmacias se están quedando sin medicamentos para la fiebre y el resfriado. Los servicios básicos, como la entrega urgente, han dejado de funcionar. Casi ningún organismo público mantiene un horario normal, incluidos la policía, los tribunales y la fiscalía. Cuando algunos juicios seguían celebrándose según lo previsto, todos los que se presentaban habían dado positivo en la prueba del COVID, desde el fiscal hasta el juez, y desde el abogado hasta el demandante y el demandado.

La gente se sorprendió por el repentino aumento de nuevos casos. Algunos funcionarios dijeron que nadie podía escapar al virus e instaron a la gente a infectarse antes, ya que se contagiarían de todos modos. También afirmaron que el virus era igual que una gripe común. Pero algunos ciudadanos experimentaron fiebres altas de hasta 40°C con dolores de cabeza y dolor en los huesos. Algunas mujeres dijeron que era más doloroso que dar a luz a un bebé. A algunos les dolía tanto la garganta que decían se sentía como si los estuvieran cortando con un cuchillo. También había personas a las que les dolían tanto las manos como si los estuvieran pinchando con innumerables agujas. Otros síntomas eran erupciones por todo el cuerpo y dolores lumbares. Muchos criticaron a esos funcionarios por difundir mentiras para engañar al público sobre la gravedad de la infección.

Fracaso de la campaña Cero-COVID

Un total de cinco académicos de la Academia China de Ciencias y la Academia China de Ingeniería fallecieron el 23 de diciembre. Entre ellos se encontraba Jiang Hualiang, de 57 años, cuyo equipo afirmaba que con la medicina china, el líquido oral Shuanghuanglian, podía suprimir el COVID.

Los vídeos y fotos que circularon por Internet mostraban que muchos pacientes de COVID habían perdido la vida.

Las autoridades de la provincia de Zhejiang anunciaron en rueda de prensa el 25 de diciembre que el mayor número diario de pacientes que visitaron las clínicas de control de la fiebre la semana pasada fue de 408.400, 14 veces más que las visitas normales. Yu Xinle, subdirector de la Comisión de Salud de Zhejiang, declaró que el número diario de nuevos contagios en la provincia había superado el millón. Basándose en datos recientes y en los resultados de encuestas realizadas en diversas comunidades, predijo que esta nueva oleada de brotes de COVID en Zhejiang alcanzaría pronto su punto álgido, con una proyección de dos millones de infecciones al día. También dijo que el pico podría durar alrededor de una semana.

Ya el 27 de noviembre se habían detectado infecciones a gran escala en 16 distritos de Beijing. Ante el aumento de los casos y las protestas públicas, el régimen puso fin a la política de cero COVID el 7 de diciembre. Sin aviso ni explicación, la costosa campaña de tres años contra el COVID se detuvo abruptamente en China. No se anunciaron más planes, dejando a los ciudadanos de a pie a su suerte frente al virus altamente infeccioso, incluida su variante ómicron.

Aumento de los casos en toda China

La comisión sanitaria local de la ciudad de Qingdao, en la provincia de Shandong, anunció el 12 de diciembre que los nuevos casos diarios en la zona se situaban entre 490.000 y 530.000 (alrededor del 5% de la población de la ciudad, de 10 millones de habitantes). Los casos aumentaron a un ritmo del 10% los días 24 y 25 de diciembre. Las autoridades afirmaron que el pico aún no ha llegado.

La Oficina de Salud de la ciudad de Dongguan, en la provincia de Guangdong, anunció en las redes sociales el 23 de diciembre que las nuevas infecciones se situaban entre 250.000 y 300.000 al día en la ciudad de 10 millones de habitantes, y que el número aumentaba a un ritmo más rápido cada día. Según los modelos matemáticos y la evaluación de los expertos, el pico llegaría pronto. Esto ha creado una presión sin precedentes sobre los profesionales y las instalaciones médicas. Más de 2.500 trabajadores médicos que habían dado positivo o tenían fiebre recibieron la orden de presentarse a trabajar.

El Financial Times citó a dos personas con información privilegiada que afirmaban que la Comisión Nacional de Salud de China (NHC) celebró una reunión el 21 de diciembre y describió un panorama sombrío de la situación del COVID. Sun Yang, subdirector de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de China, declaró en la reunión que los nuevos casos de infección el 20 de diciembre eran 37 millones, aproximadamente el 2,6% de la población china de 1.400 millones de habitantes. La tasa nacional de infección del 2,6% coincidía con las tasas de Qingdao y Dongguan. Yang dijo que las cifras seguían aumentando rápidamente en todo el país, con más del 50% de infectados en Beijing y en la provincia de Sichuan.

Un reportero de AFP también vio hospitales de Chongqing abarrotados de pacientes de COVID, la mayoría residentes de edad avanzada. Se vieron decenas de cadáveres amontonados en los crematorios.

Propaganda frente a realidad

El régimen chino informó de 4.103 casos el 24 de diciembre con cero muertes. Esto supuso alrededor del 0,01% del recuento comunicado internamente por el NHC para el 20 de diciembre, como se menciona en el informe del Financial Times. En la provincia de Shandong, donde se encuentra la ciudad de Qingdao, se comunicaron oficialmente 31 casos. Probablemente debido a la ridícula discrepancia, el NHC anunció el 25 de diciembre que suspendería la publicación de los datos diarios del COVID.

Utilizando datos de todas las provincias de China, una empresa de Seattle, Institute for Health Metrics and Evaluation, estimó que un tercio de la población china, o cerca de 500 millones, estaría infectada en la primavera de 2023. "No hay duda de que a China le esperan un par de meses malos", afirmó James Wood, modelador de enfermedades infecciosas de la Universidad de Nueva Gales en Sidney, en un artículo publicado en Nature el 19 de diciembre titulado "China COVID wave could kill one million people, models predict".

A pesar del levantamiento de la política de cero COVID, algunos gobiernos locales han reanudado las pruebas (aunque opcionales, no obligatorias), como la provincia de Shandong. Sin embargo, estas pruebas pueden aumentar la tasa de infección. La razón es que las pruebas suelen realizarse de tal manera que las muestras de diferentes personas se juntan para realizar pruebas de grupo y, si el resultado es positivo, cada individuo del grupo se somete a pruebas por separado. Las pruebas individuales suelen requerir que las personas, incluidas las que han dado positivo, esperen en fila muy cerca unas de otras, lo que hace mucho más probable que contraigan el virus. Cuando aún estaba en vigor la política de cero COVID, lo que ocurría con más frecuencia era que todo el mundo daba positivo después del resultado de la prueba de grupo. Ahora que han vuelto las pruebas, la gente se preocupa por el aumento de las tasas de infección y muchos intentan por todos los medios conseguir kits de pruebas para hacerse la prueba en casa en lugar de pasar por los centros de pruebas gestionados por el gobierno.

Una vez que una persona da positivo, el COVID se contagia rápidamente al resto de la familia. Muchas personas sufrían síntomas tan graves que apenas podían dormir por la noche. Los funcionarios y el personal de la administración del barrio no ofrecieron ninguna ayuda para conseguir medicamentos y otros cuidados médicos.

Funcionarios silenciosos y residentes preocupados

Frustrados, los internautas chinos suelen difundir información sobre casos positivos. Al principio, los miembros del “ejército de los 50 centavos” (a los que se les paga por publicar mensajes online a favor del PCCh; la tarifa de pago solía ser de 50 centavos por publicación) defendían al régimen, pero pronto se callaron a medida que más ciudadanos los culpaban de desinformar. Los funcionarios de menor rango que siempre intentaban salvar la cara del PCCh y cantaban sus alabanzas no aparecían por ninguna parte (ni en persona ni online). "Las oficinas de la administración del barrio también están cerradas, supongo que también están infectadas", escribió una persona en Internet. "Por fin han dejado de intimidarnos".

Zhang Wenhong, director del Departamento de Enfermedades Infecciosas del Hospital Huashan, afiliado a la Universidad de Fudan, dijo en un discurso público el 22 de diciembre que los ancianos eran vulnerables a la hipoxia silenciosa (nivel de oxígeno alarmantemente bajo). Un día después de su discurso, se agotaron las máquinas de oxígeno en las principales plataformas de comercio electrónico, informó la Agencia Central de Noticias el 24 de diciembre.

Han pasado tres años desde que estalló la pandemia y el PCCh sigue ocultando información en China, como hizo a principios de 2020. Esto dejó al mundo sin saber cómo reaccionar ante la situación. El PCCh restó importancia a los riesgos del COVID y afirmó que la tasa de mortalidad de las variantes ómicron era del 0,1% (similar a la gripe). "La OMS (Organización Mundial de la Salud) está muy preocupada por la evolución de la situación en China, con informes cada vez más numerosos de enfermedades graves", señaló un funcionario de la OMS el 21 de diciembre.

El PCCh es conocido por la censura y el control de la información. Un estudio de Harvard de 2016 estimó que el “ejército de los 50 centavos” publicaba unos 488 millones de mensajes en las redes sociales al año para desorientar al público. A medida que muchos miembros de este ejército en Internet se infectan y pierden la confianza en el PCCh, el control de la información se ha paralizado y ciertos hechos están sobreviviendo a la censura y ahora están siendo revelados a los ciudadanos, dijeron los expertos.