(Minghui.org) Un grupo de practicantes de Falun Dafa y yo fuimos arrestados ilegalmente y la policía saqueó nuestras casas el 10 de septiembre de 2005. Encontraron nuestra información a través del teléfono móvil de un practicante. La policía confiscó mi computador, tres impresoras y materiales de aclaración de la verdad, y nos recluyeron en el centro de detención local.
En el centro de detención intentaron lavarnos el cerebro todos los días y obligarnos a renunciar a nuestra creencia en Dafa. Mantuvimos pensamientos rectos y no cooperamos con los guardias. Me interrogaban con frecuencia y me preguntaban de dónde había sacado los materiales. Dijeran lo que dijeran, no les di ninguna información ni impliqué a ningún otro practicante.
Como no cedí, intensificaron sus tácticas. Empecé una huelga de hambre para protestar por la persecución, así que empezaron a alimentarme a la fuerza al noveno día de la huelga de hambre. Los guardias me introdujeron una sonda de alimentación en la boca y en la garganta. Se dieron cuenta que me estaba asfixiando y sacaron la sonda. Me salía sangre a borbotones de la boca y salpicaba todo el lugar. Si me hubieran dejado la sonda más tiempo, podría haber muerto. Las torturas a las que me sometieron fueron tan crueles que incluso la reclusa que me vigilaba lloró y me rogó que comiera algo: "¡Si no, la policía te torturará hasta la muerte!".
Los guardias me llevaron a un hospital al día siguiente para alimentarme a la fuerza. Mantuve pensamientos rectos y me recordé que era una practicante de Falun Dafa (también llamado Falun Gong). Le aclaré la verdad a los médicos, las enfermeras y los guardias que estaban allí. Admiraron mi valentía y compasión.
Una amable enfermera me dijo: "Si le pongo este dispositivo, los guardias no me permitirán quitárselo. No puedo imaginarme cuánto va a sufrir. ¿No debería comer un poco y tener algo de fuerza?".
Un joven guardia también ayudó. Cada vez que intentaba levantarme, se acercaba inmediatamente a ayudarme y me decía que lo tomara con calma.
Entre los arrestados en el centro de detención había prostitutas, ladronas y otras delincuentes. No me importaba quiénes eran, y siempre las trataba con amabilidad. Les daba pantalones y calcetines cuando no tenían, y las cubría con mi abrigo por la noche si no tenían un edredón. Todas sentían la amabilidad y el calor de un practicante de Dafa. Algunas me enviaron dinero a mi cuenta del centro de detención después de ser liberadas. Había más de 300 yuanes (aprox. 44 dólares) allí que no sabía quién los había depositado para mí.
Después de ser torturada en el centro de detención durante dos meses, me sentenciaron a un año de trabajos forzados y me trasladaron al campo de trabajos forzados de la ciudad de Jinan por el oficial Liu y otras pocas el 10 de noviembre de 2005. En el camino envié pensamientos rectos y pedí ayuda al Maestro: "Maestro, no debo quedarme en el campo de trabajo. Todavía tengo mucho trabajo de la rectificación del Fa por hacer".
Me hicieron un examen físico en el campo de trabajo; las pruebas de mi sangre, orina y presión arterial no pasaron los criterios de aceptación. La policía les dijo que lo examinaran de nuevo, pero obtuvieron los mismos resultados. Sabía que el Maestro me estaba protegiendo. El oficial Liu intentó presionar al médico para que me aceptara, pero este insistió en que no podían aceptarme si no pasaba el examen. Al final, la policía tuvo que llevarme de regreso.
Intentaron extorsionar a mi hija pidiéndole 2.500 yuanes (aprox. 368 dólares) para que me liberaran, pero ella no tenía tanto dinero en efectivo, y a cambio pagó 500 yuanes (aprox. 73 dólares) a la policía.
Le aclaré la verdad al taxista de regreso a casa y le ayudé a renunciar al Partido Comunista Chino (PCCh) y a sus organizaciones juveniles. Mi hija me dijo: "Madre, qué atrevida. Acaba de ser liberada y aún habla de esto [Falun Dafa]".
Le dije que no olvidaría las responsabilidades de un practicante, estuviera donde estuviera. Empecé a aclarar la verdad cara a cara todos los días, y pude ayudar a algunas docenas de personas a renunciar al PCCh cada semana.
No puedo perder los pensamientos rectos y olvidar mis responsabilidades como practicante de Dafa, no importa lo malo que sea el entorno. Seguiré las enseñanzas del Maestro, cumpliré mis votos prehistóricos, ayudaré a salvar más seres conscientes y avanzaré diligentemente hacia la perfección.
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Categoría: Caminos de cultivación