(Minghui.org) Vivo en una población del sur de China. Cuando mi cuñada de 70 años empezó a sentirse mal, me pidió que fuera a cuidarla. El 30 de abril de 2022 fui a su casa. Su hija (mi sobrina) llamó desde mi pueblo natal el 10 de mayo y nos dijo que había parido a un niño y nos invitó a una cena de celebración.

Esa tarde, el secretario del partido del municipio estaba cenando en el restaurante de mi sobrina. Tomó el teléfono, se presentó como responsable y quiso hablar conmigo. Me dijo: "Has estado practicando Falun Dafa. Hay una política de "Reducción a Cero" hacia Falun Dafa. Necesitamos que firmes una declaración para que podamos eliminar tu nombre de nuestra lista. Después puedes practicar a tu antojo y no te volveremos a molestar".

Respondí: "Falun Dafa enseña a la gente a ser buena. No haré nada que vaya en contra de Verdad-Benevolencia-Tolerancia, ni firmaré ningún papel".

Me explicó que si firmaba, sería bueno para mis hijos. Le dije que sería aún mejor para mis hijos si no lo firmaba y seguía siendo una buena persona.

Entonces, el secretario del partido forzó a mi marido a que me llamara, para pedirme que firmara el documento de renuncia a mi fe. Mi marido sabe que Dafa es bueno porque fue testigo de cómo sobreviví a un grave accidente de coche. Le dije a mi marido que no firmaría el documento y se quedó callado.

Unos días después, un grupo de cinco funcionarios de la junta de vecinos, la comisaría de policía y el gobierno municipal fueron a mi casa. Mi marido les dijo que yo no estaba allí. Querían que me transmitiera un mensaje. Mi marido les dijo: "Le transmitiré su mensaje, pero depende de ella si firma o no". Después de eso, mi marido bloqueó en su teléfono, sus números de teléfono.

El 22 de junio me sentí extrañamente somnolienta a las 15 horas y tuve que tomar una siesta. Me desperté media hora después, justo cuando mi cuñada subía las escaleras, jadeando y hablando en voz alta: "¿Has oído eso? Estaban aquí. Seis personas. Tu Comité de Vecinos los dirigió aquí.

"Vinieron, tocaron la puerta y dijeron que te buscaban. Les dije que aún no estabas en casa. Dijeron: 'Ella practica Falun Dafa; debe firmar una declaración'. Pregunté: '¿Y si no la firma? Me contestaron que la llevarían a su ciudad natal y la entregarían al condado.

"Les dije: ella no ha infringido ninguna ley por practicar Falun Dafa. Entonces, ¿por qué han venido a llevársela? Como compañeros de pueblo, iba a invitarlos a entrar, pero están aquí para secuestrarla, les prohíbo que estén en mi puerta. ¡Váyanse! ¡Váyanse! ¿No tienen algo mejor que hacer? Están castigando a la gente buena pero dejando en paz a la gente mala.

"Ella es una buena persona; la conozco muy bien. Una vez encontró dinero y llaves y se negó a marcharse hasta que apareció el dueño. ¿Dónde se puede encontrar una buena persona como ella hoy en día? Trabaja mucho y hace todo para que yo no sufra. No permitiré que se la lleven".

La rectitud de mi cuñada hizo que se fueran.

Entonces mi cuñada fue a recoger su correo a las 5 de la tarde y vio a dos de las mujeres del grupo anterior esperando en una caseta cerca de la puerta de la comunidad. Les preguntó por qué no se habían ido todavía. Le dijeron que habían reservado un hotel cercano. Cuando mi cuñada me lo contó, pensé en irme para que no la acosaran más.

Llamaron a mi cuñada a las 11 de la noche para comprobar si yo había vuelto, y ella dijo que no. Le dijeron que me transmitiera tres opciones. La primera era firmar la declaración; la segunda era que me llevaran a mi ciudad natal y me entregaran al condado, y la tercera era que me entregaran al Comité de Vecinos de aquí y me llevaran a la comisaría local.

Escuché todo claramente y decidí marcharme. Pasé la noche en casa de otra sobrina, ya que tanto ella como su hijo son practicantes de Falun Dafa.

A la mañana siguiente llamé a mi marido por un teléfono prestado y le conté lo sucedido. Le dije que no iba a estar en casa de ningún familiar y que no podía hablar más. Le expliqué que debía preguntar por mí a las autoridades si quería saber dónde estaba.

Estaba nerviosa. Un compañero practicante me permitió quedarme en una casa desocupada. Estaba sola, así que estudié Zhuan Falun, recité el Fa, hice los ejercicios y envié intensos pensamientos rectos durante un mes. Sentí que mi estado mental era estable, y mi campo dimensional estaba claro, así que decidí regresar a mi ciudad natal.

De vuelta en casa, primero envié pensamientos rectos y luego fui sola a la junta de vecinos. Me encontré con las dos mujeres que habían ido a buscarme a la capital de la provincia y les pregunté: "¿Para qué me querían?". Mencionaron el asunto de la firma de una declaración.

Primero les pedí disculpas por no haberlas recibido ese día. Dijeron que podían entenderlo y añadieron: "Nosotras tampoco queremos hacerlo. Esperamos que puedan entenderlo".

Sobreviví a un accidente automovilístico

Me volví empática con las dos mujeres y comencé a aclararles la verdad. Les hablé de la maravilla de Dafa contando mis experiencias personales, y de las cosas sobrenaturales que se manifestaron en mí. Les dije que por eso no firmaba ninguna declaración.

También les conté cómo sobreviví a un gran accidente automovilístico.

Estuve en coma durante varios días en el Hospital del Pueblo del condado después del accidente. Todos mis órganos internos estaban dañados, tenía doce costillas rotas y una destrozada, el fémur aplastado y la articulación de una cadera rota en cuatro partes.

El médico dijo que debían operar, porque si no, lo más probable es que me quedara paralítica el resto de mi vida. Y aunque pudiera ponerme de pie, la longitud de mis piernas sería desigual y tendría un dolor constante. El médico también dijo que no había garantía de que la cirugía evitara por completo la discapacidad.

Diez días después, un médico del Hospital Central de la ciudad vino a operarme. El anestesiólogo revisó mi historia clínica antes de entrar en el quirófano y vio que mi nivel de transaminasas hepáticas era superior a 400 (el rango normal para las mujeres es de 19 a 25 UI por L). Se negó a participar en la operación y dijo que proceder con la cirugía no tenía sentido.

Mi familia escuchó los comentarios del anestesiólogo e hizo que me trasladaran al hospital de la ciudad. Los médicos de allí examinaron mis diferentes pruebas y dijeron que era una suerte que no me operaran porque no habría podido sobrevivir a la operación con el hígado tan dañado como estaba.

El hígado se curó y al cabo de 10 días fui declarada lista para la cirugía. Pero insistí en que no quería operarme. Mi marido llevó entonces los resultados de mis pruebas a un especialista en ortopedia de la capital de la provincia. El especialista comparó los resultados de las pruebas de los dos hospitales y le dijo a mi marido que cualquiera de las dos decisiones estaría bien.

De este modo, me libré de una cirugía mayor. Me quedé con la tracción esquelética que el hospital del condado me colocó en la pierna. Un mes después pedí que me quitaran la tracción y me dieran el alta.

Solo utilicé la silla de ruedas dos veces y seguí haciendo los ejercicios en casa. Al cabo de una semana, pude levantarme de la cama y caminar con el apoyo de una silla o una pared. En un mes dejé que mi cuidadora se fuera.

Mi marido trabajaba fuera de la ciudad, así que me ocupé de mí y fui al mercado a comprar comida. Me recuperé completamente en solo seis meses. Ahora gozo de una excelente salud y mi cuerpo está ligero sin ninguna enfermedad. Entonces salté para mostrarles cuán sana estoy.

Resolver los pleitos entre los miembros de mi familia

Las mujeres me escuchaban atentamente mientras yo hablaba. También les conté cómo resolví las peleas entre los miembros de mi familia, siguiendo los principios de Verdad, Benevolencia, Tolerancia.

Mi marido era conocido por ser irracional, y mi hermano era conocido por ser honesto y amable. Mi marido odiaba a mi hermano por una disputa de dinero.

Una noche, mi marido le rompió la cabeza a mi hermano con la esquina de un recogedor de hierro, y la sangre brotó directamente de la herida. Cuando mi hermano estaba en urgencias para que lo suturaran, mi cuñada apartó al médico de guardia (era su yerno).

Mi hermano se estaba muriendo y estaba demasiado débil para sentarse, así que apoyó la cabeza en la mesa de exploración. Alguien lo vio y armó un alboroto porque no recibía tratamiento. Solo entonces vino un médico fuera de servicio y le suturó la herida.

La herida de mi hermano se infectó y sufrió mucho dolor. La relación con mi marido se había deteriorado desde el incidente, y contraté a un abogado para llevarle a un juicio de divorcio.

Mi marido fingió que tenía una deuda de 80.000 yuanes (12.080 dólares) para intentar chantajearme después de ver la sentencia: "Pago conjunto de las deudas durante el matrimonio". Yo no tenía dinero, así que se negó a firmar los papeles del divorcio. El proceso terminó sin éxito. Estuvimos separados durante más de dos años, y amigos ni familiares consiguieron que me reconciliara con él.

Fue entonces cuando empecé a practicar Falun Dafa. Lloré al leer Zhuan Falun por primera vez. Comprendí que todas mis penas eran retribuciones para pagar deudas de vidas anteriores. Acostumbraba preguntarme por qué mi marido me trataba tan mal mientras yo había sido tan buena con él. Mi perspectiva sobre la situación cambió.

Aunque crié sola a nuestros hijos durante los dos años de separación, no le guardé rencor. Sentí que debía aceptarle y compensar las ocasiones en las que me había quedado corta.

Casualmente, mi marido fue operado para extirparle un sarcoma de la pierna. Después, su colega lo envió a mi casa porque no había nadie más disponible para cuidarlo. Naturalmente, lo acogí.

Mi conducta causó muchas fricciones en mi familia, y nadie quiso hablarme durante un tiempo.

Les dije a todos: "El Fa de Shifu abrió mi naturaleza bondadosa. Un marido y una mujer están destinados a estar juntos. No debo abandonarlo. Si lo abandono hoy, él quedará devastado y su vida se arruinará; si lo acepto con amabilidad, su corazón cambiará, nuestra familia estará unida y mis hijos recuperarán a su padre".

Con frecuencia persuadía a mi familia de que fueran bondadosos. Al ver que estaba libre de enfermedades después de practicar Falun Dafa, y que mis hijos crecían felices, admiraron Dafa y la benevolencia del Maestro Li.

Mi padre falleció seis meses después. Mi esposo fue a ofrecer sus condolencias a mi familia, y ellos lo aceptaron. Los resentimientos entre ellos se fueron resolviendo, y ahora todos se llevan bien.

Cuando terminé de hablar, una de las dos mujeres dijo: "¿No tienes que ir a casa a hacer la cena ahora? Nosotras también estamos a punto de terminar de trabajar". No volvieron a mencionar nada sobre la firma de una declaración. Me despedí de ellas. Se levantaron y se despidieron con una sonrisa en la cara.

Cuando llegué a casa, mi marido me preguntó dónde había estado. Le dije: "Fui al Comité de Vecinos para hablar de Falun Dafa, y no me pidieron que firmara ninguna declaración". Mi marido se quedó asombrado y no dijo nada más.

¡Gracias Maestro Li, por tu salvación misericordiosa!

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