(Minghui.org)

Nombre: Feng Yan
Nombre en chino: 冯燕
Género: Femenino
Edad: 53 años
Ciudad: Fuyang
Provincia: Anhui
Ocupación: N/AD
Fecha de fallecimiento: Entre el 28 de abril y el 13 de mayo de 2021
Fecha de la última detención: 19 de mayo de 2005
Último lugar de detención: Prisión de Mujeres de la ciudad de Suzhou

Minghui.org ha confirmado recientemente que la Sra. Feng Yan, del condado de Yingshang, ciudad de Fuyang, provincia de Anhui, falleció hace casi un año. La Sra. Feng estaba en el punto de mira por practicar Falun Gong, una práctica espiritual y de meditación perseguida en China desde 1999. Aunque la autopsia realizada por la policía confirmó que murió de forma no natural, se negó a especificar la causa exacta de la muerte, incluso a su familia.

La policía sella la causa de la muerte

La Sra. Feng visitó a una practicante en la ciudad de Hefei en abril de 2021 y se quedó con ella durante unos días. Oficiales de la Oficina de Seguridad Nacional de la ciudad de Liu'an y de la Estación de Policía de Bozhoulu en la ciudad de Hefei irrumpieron y allanaron el apartamento de la practicante el 28 de abril. La detuvieron y la internaron en el Centro de Lavado de Cerebro de Liu'an. La Sra. Feng huyó del lugar y se desconocía su paradero.

Cuando la practicante fue liberada dos semanas después, el 13 de mayo, la policía había puesto una nueva cerradura en su puerta, para reemplazar la que habían roto durante la redada. La practicante percibió un fuerte hedor. Subió al ático y vio el cuerpo de la Sra. Feng en el suelo, con los ojos desorbitados y la carne parcialmente descompuesta. Cuando llegó la policía, tomó fotos del cuerpo y lo llevó rápidamente a un crematorio.

Al día siguiente, la policía llamó a la familia de la Sra. Feng en la ciudad de Fuyang y los hizo venir a la ciudad de Hefei. La familia quería llevar el cuerpo de regreso a Fuyang para incinerarlo lo antes posible, pero la policía dijo que tenían que hacerle una autopsia, que tardaría tres meses, antes de poder cerrar el caso. También advirtieron a la familia que no publicara ninguna información sobre la muerte de la Sra. Feng en Internet ni presentara ninguna denuncia. La familia aceptó que se hiciera la autopsia, pero exigió acelerar el proceso. Una semana después, la policía emitió un certificado de defunción en el que se indicaba que la causa de su muerte no era natural, pero no se especificaba cuál era.

Resumen de la persecución

La Sra. Feng, de cincuenta y tres años, empezó a practicar Falun Gong en 1996. Después de que el exlíder del régimen comunista chino Jiang Zemin y su régimen iniciaran la persecución tres años más tarde, fue detenida en múltiples ocasiones por defender su fe. Su primera detención tuvo lugar en enero de 2000, cuando acudió a Beijing para protestar contra la persecución. La policía la retuvo en dos centros de detención durante un total de cinco meses.

En menos de diez días tras su liberación, la policía volvió a detenerla el 10 de julio de 2000. Shen inició una huelga de hambre en señal de protesta y fue trasladada al hospital psiquiátrico de la ciudad de Fuyan veinticuatro días después. No fue dada de alta hasta un mes después. Posteriormente, las autoridades la recluyeron en el Campo de Trabajos Forzados para mujeres de Hefei desde mayo de 2002 hasta agosto de 2004. Durante ese periodo, un juez del tribunal del condado de Yingshang aprobó la petición de divorcio de su marido sin que ella lo supiera.

Su siguiente detención tuvo lugar en mayo de 2005, lo que le valió una condena de cinco años de prisión. Las autoridades la torturaron en la Prisión de Mujeres de la ciudad de Suzhou en donde permaneció hasta mayo de 2010. Su hijo pequeño creció sin su presencia.

La Sra. Feng se mantuvo firme en Falun Gong después de ser liberada, por lo que las autoridades nunca dejaron de acosarla. El 6 de enero de 2021, las autoridades fueron a su lugar de trabajo, la detuvieron y la internaron en un centro de lavado de cerebro. Los funcionarios del Tribunal y la Procuraduría del Condado de Yingshang la amenazaron con detenerla e inyectarle sustancias tóxicas si se negaba a firmar los papeles de renuncia a su fe. Al salir del centro de lavado de cerebro, la Sra. Feng dijo a su hijo: "Si muriera, tendrían que ser ellos. Nunca me suicidaría, porque va en contra de mis creencias".

Denuncia penal documenta su sufrimiento

La señora Feng presentó una denuncia penal ante el Tribunal Supremo y la Procuraduría Suprema contra Jiang en junio de 2015. En su denuncia, describió con detalle cómo fue torturada en el hospital psiquiátrico y en el campo de trabajo forzado.

"... La picana eléctrica despedía chispas azules. Cuando cayó sobre mis sienes, me desorienté y mi vista se volvió borrosa...".

"...Los golpes cayeron sobre mí como gotas de lluvia. Me golpearon las piernas con un taburete. Me sujetaron en el suelo mientras dos de ellos me pisoteaban las piernas. Me golpearon la cabeza hasta que se hinchó como un globo. Tenía los ojos morados y no podía cerrar los labios hinchados. Perdí la cuenta del número de golpes que tenía en la cabeza...".

La siguiente es la carta de queja de la Sra. Feng.

***

Mi artritis, mi hombro congelado, mi dolor de nervios y mi dolor de espalda desaparecieron después de convertirme en practicante de Falun Gong en 1996. Me esforcé por vivir según los principios Verdad-Benevolencia-Tolerancia.

La persecución comenzó en julio de 1999 y todo dio un vuelco. La policía seguía viniendo a allanar mi casa, a aterrorizar a mi familia y a arrestarme. Mi madre, mi suegra, mi marido y mi hijo pequeño vivían con un miedo constante. Mi esposo no pudo soportar la presión y se divorció.

Detenida por ir a Beijing

En enero de 2000 decidí ir a Beijing con mi hermana mayor para protestar contra la persecución. Tan pronto como llegamos a la plaza de Tiananmen, los policías vestidos de civil nos detuvieron. Los agentes de la Estación de Policía del Condado de Yingshang vinieron a llevarnos de vuelta. Nos mantuvieron allí durante un mes y me confiscaron los 300 yuanes en efectivo que tenía en ese momento. Cuando pedí que me devolvieran el dinero, el jefe del centro de detención me dijo: "El dinero ya no es válido".

Me trasladaron a otro centro de detención, donde estuve retenida hasta el 1 de julio de 2000. Antes de dejarme salir, los guardias extorsionaron a mi familia con casi 1.000 yuanes.

Tortura en el hospital psiquiátrico

El 10 de julio, diez días después de salir del centro de detención, los agentes de la Comisaría de Longmen volvieron a detenerme, diciendo que era para impedirme ir a Beijing. Me puse en huelga de hambre en el centro de detención. Veinticuatro días después, dos agentes del Departamento de Policía de Yingshang me trasladaron al Hospital Psiquiátrico de la ciudad de Fuyang, donde me alimentaron a la fuerza y me aplicaron descargas eléctricas. La picana eléctrica despedía chispas azules. Cuando cayó sobre mis sienes, me desorienté y mi vista se volvió borrosa. Me ataron a la cama para ponerme inyecciones intravenosas y me obligaron a tomar pastillas desconocidas. Mi mente estaba nublada después de tomar las pastillas. Mi cuerpo se debilitó, me dolía la espalda, me sentí inquieta y mi ritmo cardíaco y mi respiración se aceleraron tanto que pensé que iba a morir. Esto duró treinta y seis días antes de que me dieran de alta.

La policía irrumpe a medianoche

Un grupo de policías de la Estación de Policía de Longmen se presentó en mi casa a medianoche un día de mayo de 2001. Querían entrar, alegando que querían comprobar el registro de mi casa. No los dejé entrar. Derribaron la puerta, me llevaron a la estación de policía y recogieron mis huellas digitales antes de dejarme ir.

Dos años de tortura en un campo de trabajo forzado

La policía me detuvo en septiembre de 2001 y me recluyó arbitrariamente dos años en un campo de trabajo forzado. Me transfirieron al Campo de Trabajo Forzado para mujeres de Hefei en mayo de 2002. Allí, un jefe de guardia ordenó a dos colaboradores [expracticantes que han renunciado a sus creencias bajo presión] que me hicieran un lavado de cerebro. Hablaron mal de mi práctica y del Maestro (fundador de Falun Gong), y rompieron las fotos del Maestro delante de mí. Me obligaban a estar de pie durante más de 10 horas todos los días y no me permitían ir al baño, hablar con otros o asearme.

Durante los meses de verano solo me permitían ducharme una vez a la semana, cuando mi hedor empezaba a molestarles. También me privaron de dormir, hasta cinco días.

Para torturarme aún más, los guardias me esposaron las muñecas a la barandilla superior de una litera y me hicieron permanecer en esa posición de T durante veinte horas. Se me hincharon las piernas y me dolían tanto los brazos que me sentía mareada y con náuseas. Unos días después me sujetaron en el suelo, me pusieron una camisa de fuerza y me alimentaron a la fuerza.

Como me negué a llevar el uniforme, un jefe de guardia ordenó a los colaboradores que me esposaran las muñecas a la parte superior de una litera y me obligaron a ponerme en la posición de la T hasta que caí en estado de shock debido al dolor insoportable. Luego me esposaron las muñecas a un lado de la cama y los pies al otro. Me ataron la espalda a la cama para que no pudiera moverme en absoluto. Me alimentaron a la fuerza cuando me negué a comer y no me permitieron levantarme para ir al baño. Me quedé en esa posición y la carne de mi espalda empezó a supurar por el roce con la dura cama. La habitación olía fatal, como a carne podrida. Esto duró 15 días hasta que me pusieron en una cama sin sábanas. No podía conciliar el sueño debido al frío que hacía.

El 26 de diciembre de 2003, el guardia en jefe y el director del campo de trabajo me esposaron por la espalda y me arrastraron por las esposas a una celda de aislamiento. Ordenaron a siete personas que me golpearan. Los golpes cayeron sobre mí como gotas de lluvia. Me golpearon las piernas con un taburete. Me sujetaron en el suelo mientras dos de ellos me pisoteaban las piernas. Me golpearon la cabeza hasta que se hinchó como un globo. Tenía los ojos morados y no podía cerrar los labios hinchados. Perdí la cuenta del número de golpes que tenía en la cabeza. Después de las palizas no podía ponerme los zapatos ni los pantalones porque estaba hinchada por todas partes a causa de los golpes. Todavía ahora tengo un gran bulto de cicatriz en la pierna izquierda.

Las autoridades del campo de trabajo forzado prorrogaron arbitrariamente mi sentencia por diez meses. Cuando volví a casa en agosto de 2004, mi marido ya se había divorciado. Tuve que vivir con mi madre.

Huyendo de casa

Los golpes en la puerta me despertaron en plena noche en diciembre de 2004. No abrí la puerta y me volví a dormir. Hacia las 5 de la mañana me desperté y vi a dos hombres durmiendo en una furgoneta aparcada frente a mi apartamento. Sabiendo que venían a detenerme, huí para evitar la persecución. En ese momento, mi hijo de 12 años seguía profundamente dormido. Me resultaba difícil imaginar cómo se sentiría y qué le pasaría después de que me fuera. Con la ayuda de mi familia, se convirtió en alumno interno de la escuela secundaria donde solía ser alumno diurno.

Cinco años de tortura en la cárcel de mujeres

El 19 de mayo de 2005 fui a visitar a mi hijo a la escuela, y la policía me detuvo cuando me vio hablar a otros de la brutal persecución. Para impedirme hacer los ejercicios de Falun Gong, los guardias del Centro de Detención de Taihe me pusieron unas esposas y unos grilletes que estaban unidos por una barra de metal de 30 centímetros. Encadenada en esa posición, no podía enderezar mi cuerpo, cambiarme de ropa, asearme o usar el baño.

Las autoridades me transfirieron a la Prisión de Mujeres de la ciudad de Suzhou el 21 de agosto de 2006. Los guardias asignaron a tres personas para que me vigilaran las veinticuatro horas del día, y tuve que seguir una serie de reglas estrictas. Si miraba a algún lugar que no me era permitido, me golpeaban. Tenía que trabajar de dieciséis a dieciocho horas cada día y asistir a las sesiones de lavado de cerebro después. Me liberaron el 18 de mayo de 2010.

El acoso financiero de la Oficina 610

Solicité una vivienda de bajo alquiler en 2011 y me la aprobaron. Pero el director de la Oficina 610 del Condado de Yingshang y un funcionario de la comunidad querían que firmara una declaración garantizando que nunca practicaría Falun Gong antes de darme las llaves. Me negué a firmar y me retuvieron las llaves. Las autoridades programaron la demolición de la casa de mi madre en 2012, y no pudimos encontrar una casa asequible. Razoné con las autoridades durante dos años hasta que nos permitieron a mi madre y a mí mudarnos a una vivienda de bajo alquiler en 2014.

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