(Minghui.org) Desde la antigüedad, ha habido muchas leyendas en China sobre los inmortales, como Viaje al Oeste y la historia de los Ocho Inmortales.
También ha habido muchos libros antiguos que exploraban la humanidad y el universo. El I Ching (también conocido como Libro de los Cambios), por ejemplo, hablaba de cómo los cambios celestiales se reflejaban en el mundo humano. El libro se incluyó como parte de los Cinco Clásicos y apareció en el examen imperial. Tui Bei Tu (Boceto de uno empujando al otro desde atrás), escrito por Li Chunfeng y Yuan Tiangang en la dinastía Tang, es otro ejemplo. El libro predijo con precisión el ascenso y la caída de las dinastías futuras. A menudo se compara con Les Prophéties de Nostradamus (Las profecías de Nostradamus) en el mundo occidental.
¿Quién podría haber hecho arreglos meticulosos de la humanidad y el universo? Solo la divinidad. Los antiguos chinos creían que la divinidad había creado todo y que la humanidad sería bendecida si actuaba de acuerdo con la voluntad divina.
Sin embargo, cuando el Partido Comunista Chino (PCCh) tomó el poder en 1949, eliminó la cultura tradicional y la sustituyó por la ideología comunista atea. Los fenómenos que no se pueden explicar, el PCCh los niega o los atribuye dentro de las limitaciones de la ciencia. Han pasado varias décadas, y de las generaciones más jóvenes, pocos siguen creyendo en lo divino o saben algo de la cultura tradicional china.
¿Ver para creer?
Algunas personas cuestionan la existencia de lo divino, ya que nunca han visto con sus ojos a ningún Buda, Taos u otros dioses. Sin embargo, lo divino solo se revela a las personas que han elevado sus niveles espirituales actuando de acuerdo con la voluntad divina de ser buenos.
La cuestión de la retribución del yeli (kármica)
También hay personas que dicen que seguir la voluntad divina de ser una buena persona no parece dar resultados. Argumentan que el bien no siempre es recompensado con el bien y el mal no siempre se encuentra con el mal. Dan ejemplos de cómo algunas personas buenas son golpeadas con la desgracia, mientras que algunas personas malas llegan a disfrutar de una buena vida. Creen que lo divino no siempre es justo, si es que existe.
La historia de un niño ciego de diez años de la dinastía Song puede ayudar a arrojar luz en este sentido. El niño era huérfano y discapacitado. A pesar de su vida miserable, siempre recogía piedras y las amontonaba, con la esperanza de construir un puente que era muy necesario en la zona. Sin embargo, cuando los aldeanos trabajaron con el niño en la construcción del puente, este se quedó ciego tras ser golpeado en los ojos por los fragmentos de las piedras. El día de la finalización del puente, el niño fue alcanzado por un rayo y murió.
Ese día, Bao Zheng, un famoso ministro de la época, se encontraba en la aldea por motivos de trabajo. Se sintió indignado por la "injusticia" y escribió una frase que decía: "Harás el mal, antes que el bien".
No fue hasta mucho después que Bao se enteró de lo que había pasado. El chico había sido muy vicioso en su vida anterior y la divinidad planeaba castigarlo en tres ciclos de reencarnación: orfandad y discapacidad, ceguera y ser alcanzado por un rayo. Como el chico siempre ayudaba a los demás en este ciclo de vida, los tres ciclos se combinaron en uno, por lo que pagó su deuda kármica mucho más rápido. El chico se reencarnó en un príncipe justo después de su muerte.
La moraleja de la historia es que el principio de que el bien y el mal tendrán su merecido se mantiene a lo largo de las numerosas reencarnaciones de las personas. La virtud y el yeli (karma) también pueden pasar de una generación a otra en la misma familia. Aquellos cuyos antepasados han acumulado mucha virtud suelen ser bendecidos con prosperidad. Por el contrario, si los antepasados acumulan mucho yeli (karma), su descendencia puede sufrir desgracias.
Adorar a lo divino no es necesariamente lo mismo que ser una buena persona
En la China actual, aunque muchos no creen en absoluto en la existencia de lo divino, todavía hay personas que lo adoran, que queman incienso y se arrodillan en los templos. Pero la mayoría de ellos lo hacen para buscar la protección y la buena fortuna de lo divino, como tener más dinero, conseguir un ascenso o tener un niño. Para ellos, adorar a la divinidad es similar a sobornar a un funcionario con un regalo a cambio de algún favor o trato especial.
Pero esta interpretación es errónea. La divinidad no bendecirá a los adoradores con lo que persiguen solo porque quemen incienso o hagan una reverencia. Solo actuando de acuerdo con la voluntad divina puede una persona ser realmente bendecida por lo divino. Hay un dicho en la antigua China que dice que "el bien es recompensado con el bien, y el mal con el mal". Tanto las escuelas budistas como las taoístas enseñaban a sus estudiantes a seguir la voluntad divina para ser una buena persona con altos estándares morales. Una buena persona será entonces naturalmente bendecida por lo divino de una manera u otra.
Sin embargo, si una persona sigue haciendo malas acciones o tiene malas intenciones, adorar a la divinidad no traería bendiciones. La divinidad podría dar pistas para que la persona haga correcciones en su comportamiento. Si la persona siguiera haciendo malas acciones, podría enfrentar un futuro sombrío.
Un camino de retorno a nuestros orígenes
La gente puede preguntarse cómo seguir realmente la voluntad divina para volver a nuestro hogar celestial, de donde venimos. Tenemos que mejorar constantemente nuestro carácter. Este es un proceso llamado cultivación y requiere que uno deje ir los malos pensamientos y los malos comportamientos. Durante miles de años, el budismo y el taoísmo tradicionales han enseñado a la gente a ser buena y han ofrecido la salvación.
Sin embargo, en la China actual, el PCCh no solo ha erradicado estos valores tradicionales y la sabiduría ancestral, sino que los ha sustituido por la ideología de la lucha de clases, el odio, la brutalidad y la mentira. Falun Dafa, una práctica de mente y cuerpo que se introdujo al público en 1992, ha traído esperanza a sus practicantes, permitiéndoles mejorar la salud y el carácter. Sin embargo, el PCCh lanzó una campaña nacional contra la práctica en 1999, y la persecución sigue sin disminuir hasta el día de hoy.
Nueve comentarios sobre el Partido Comunista, un libro publicado en 2004, ha revelado la verdadera historia y naturaleza del PCCh. El régimen no solo ha perjudicado al pueblo chino persiguiendo a inocentes practicantes de Falun Dafa, sino que ahora también pone en peligro al mundo al exportar su ideología. Rechazando al PCCh y abrazando la virtud, podremos volver a ser buenos y recibir la bendición de lo divino.
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Categoría: Opinión y análisis