(Minghui.org) Crecí bajo la influencia de la cultura del Partido Comunista, así que sabía muy poco de la cultura tradicional china. Como resultado, tenía problemas para expresarme correctamente. Gracias a mi marido y a mi hija, que son practicantes de Falun Dafa, aprendí a comunicarme con compasión y amabilidad.

En el pasado, cuando compartía mis conocimientos con mi hija cuando estaba pasando por tribulaciones, ella decía: "¡Estás predicando al coro! No encuentro útil lo que dices".

Cuando le señalé sus defectos, me dijo: "No quiero escucharte". Cuando me pidió que la ayudara enviando pensamientos rectos, lo hice inmediatamente. Pero ella se quejó después: "No siento que esté funcionando". Cuando me señaló mis defectos, admití: "Me equivoqué". Pero ella dijo que yo no era sincera.

Cada vez, terminábamos peleadas. Al final, simplemente no podíamos comunicarnos. Ella dijo: "No hablamos el mismo idioma. Tú no me entiendes y yo no te entiendo. No intercambiemos entendimientos a partir de ahora".

Y lo peor es que, una vez me señaló con el dedo y dijo: "¿Puedes dejar de hacer cosas hasta que yo esté de acuerdo?". Me sentí agraviada e incluso lloré. Pensé: "¿Por qué es tan difícil pasar esta prueba?". No había llorado desde que comenzó la persecución el 20 de julio de 1999, pero ahora no podía evitar llorar de frustración. Mi hija no se apiadó de mí ni cambió, sino que me criticó aún más.

Sin embargo, cuando mi marido habló con ella las cosas fueron completamente diferentes. Ella estaba muy receptiva. Me dijo: "¿Ves la diferencia entre cómo habla papá y cómo hablas tú?". Yo le respondí: "¡Tu papá dice lo mismo que yo!". Seguía sin entender cuál era el problema.

Le pregunté a mi marido: "Has oído lo que le he dicho. ¿Entendiste lo que quería decir?". Dijo: "Sí, lo entendí". Le pregunté: "Entonces, ¿por qué no me entendió?". Respondió: "Me acusas a menudo, pero yo simplemente me quedo callado. ¿Funciona tu tono con ella?".

Me sorprendió. Creía que hablaba en un tono amable y moderado; ¿por qué no podía tratar así a mi familia? Les acusaba o les daba órdenes. Nunca me había dado cuenta de que a menudo hablaba con un tono acusador.

Me sentí horrible por haberlo hecho mal en este aspecto después de haber practicado la cultivación durante tanto tiempo. Sabía que debía mirar hacia dentro. ¿Cómo puedo comunicarme con mi hija? Pensé en la causa de mi problema, y la resolví estudiando el Fa cuidadosamente y aprendí a hablar con la gente de una manera acorde con la cultura tradicional china.

El Maestro Li dijo:

"Mujeres agudas y de acero, manifiestan poderío, Impulsiva, de palabra severa..." (Yin y Yang invertidos, Hong Yin III).

¿No estaba hablando esto de mí? Reflexioné profundamente sobre mí: Como maestra de escuela, desarrollé el hábito de estar al mando. Insistía en que los alumnos me escucharan. Cuando no lo hacían, solía utilizar un lenguaje duro que les dejaba sin palabras. Incluso me enorgullecía de mi habilidad con las palabras. En casa, siempre insistía en que tenía razón y nadie podía desafiarme. Me enfadaba mucho si alguien de la familia decía algo que no coincidía con mi opinión.

Durante mis reuniones de 30 años de instituto, mis compañeros dijeron que tenía una personalidad convincente, cosa que yo no veía en absoluto.

El Maestro dijo:

"Tenemos muchos estudiantes que, debido a que hacen el xiulian entre la gente común, no pueden abandonar muchos corazones; hay muchos corazones que ya se han hecho naturales y ellos mismos no pueden percibirlos" (Sexta Lección, Zhuan Falun).

Es evidente que el lavado de cerebro de la cultura del Partido Comunista Chino que dice que es "grande, gloriosa y correcta" se había apoderado de mí. Además de mi falta de etiqueta tradicional, no era consciente de cómo me comportaba.

El Maestro señalo:

"Mientras trabajas, el tono de tu voz, tu bondad y tu razonamiento puede transformar el corazón de una persona…" (Conciencia lúcida, Escrituras esenciales para mayor avance).

Reflexioné sobre mí a la luz de los principios del Fa: "Puedo razonar bien, pero ¿cómo puedo hacerlo con amabilidad?". En cambio, mi tono era autoritario, imponente y arrogante; no había amabilidad en mi forma de hablar.

El Maestro dijo:

"...cuando una persona habla, esto es dictado por su mente-conciencia" (Octava Lección, Zhuan Falun).

"Si siempre eres misericordioso, tratas a los demás benevolentemente, consideras a los demás al hacer cualquier cosa, y cada vez que se presenta un problema piensas primero si los demás podrán aguantar o no y si dañas a otros o no, entonces no surgirá ningún problema" (Cuarta Lección, Zhuan Falun).

Estudié el Fa repetidamente, pero no pude recordar este pasaje. De hecho, no era que no lo recordara, sino que no ponía a los demás por delante. En cambio, me puse por encima de los demás: cité lo que dijo el Maestro y lo usé para exigir que los demás hicieran lo que yo quería que hicieran.

La razón por la que la gente no me aceptó fue porque lo que dije estaba impulsado por mis apegos. No hablé correctamente.

Me disculpé sinceramente con mi hija: "¡Por favor, dime cómo debo hablar!". Ella me dijo: "Podrías decir algo así: '¿Qué puedo hacer para ayudarte?'. 'Hablemos de ello...', etc., en lugar de decirme: 'Deberías hacer esto o aquello'".

Hace poco, volvió a ocurrir lo mismo. Mi hija no se lavó los dientes antes de acostarse. La desperté, pero estaba muy molesta: "¡No voy a lavarme los dientes esta noche!". Le dije: "Tienes que hacerlo". Después de un rato, la desperté de nuevo. Le dije repetidamente que se levantara, pero se negó a lavarse los dientes. Dijo: "Estos son mis dientes. No me los voy a cepillar. No obligues a los demás a hacer lo que no quieren".

Me molesté y pensé: "Lo hago por tu bien, ¿por qué eres tan desobediente?". Esperaba que mi marido me apoyara, pero me dijo: "Estás demasiado apegada y tienes demasiados sentimientos". Me quedé sin palabras y me sentí triste. Pensé: "Mi intención es buena, ¿por qué me culpa a mí y no a ella? ¿Qué he hecho mal?".

Me calmé y me recordé que soy una practicante. Mi familia (compañeros practicantes) me señaló el problema, así que debía reflexionar sobre mí. Mientras pensaba en la situación, me di cuenta de que el mismo problema había sucedido repetidamente en estos dos últimos años, y había terminado siempre de la misma manera. Esto significa que mi problema no se resolvió en absoluto. En otras palabras, no identifiqué mi apego, por lo que siguió estando expuesto.

Me examiné cuidadosamente: a primera vista, no había nada malo en lo que dije, así que ¿por qué los demás estaban resentidos? Me di cuenta de que, en primer lugar, hablé con un tono dominante; en segundo lugar, no tuve amabilidad; en tercer lugar, no tuve en cuenta el punto de vista de mi hija, sino que fui egocéntrica.

Mirando más hacia dentro, la razón por la que me sentía molesta y agraviada era que creía que lo que decía era correcto, tanto que sentía que era injusto en mi corazón si los demás no estaban de acuerdo conmigo. No me consideraba como una practicante, sino que estaba atrapada entre el bien y el mal de las cosas. ¿Cómo podría encontrar mis apegos así y eliminarlos?

Mirando más hacia dentro, en la superficie, mi punto de partida era el bien de mi hija, pero, en realidad, estaba siendo egoísta y persiguiendo mi interés personal. Mi hija estaba sometida a un costoso tratamiento de ortodoncia y tenía que llevar retenedores(férula) al menos 20 horas al día. Si no se los ponía al acostarse, el siguiente juego podría no ajustarse a ella y yo tendría que gastar más dinero para que le hicieran unos nuevos.

Inmediatamente me di cuenta de que el interés propio impulsaba mi discurso, aunque no lo mencionara específicamente. Mi apego estaba impidiendo que mi hija me aceptara. En cuanto comprendí cuál era el problema, me sentí inmediatamente aliviada.

De hecho, el juego de retenedores de esa noche iba a ser sustituido y tirado de todos modos, y no había ninguna diferencia si lo llevara o no. El Maestro organizó el incidente para exponer mi apego. Si no miraba en mi interior a fondo, podría tener más problemas en el futuro. Al final, el comportamiento de mi hija me ayudó a eliminar mi apego.

Gracias a esta experiencia de mirar en mi interior, finalmente aprendí a comunicarme con los demás y a tomar todo lo que encuentro como una oportunidad para cultivar mi habla y decir las cosas a los demás sin herir sus sentimientos. Aprendí a ser sincera y amable. Me recordé que mi hija es un espejo para ver mis defectos. Ahora mi familia se lleva bien.

Con esto concluyo mi experiencia de cultivación. Por favor, señálenme cualquier entendimiento incorrecto.

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