(Minghui.org) Soy una practicante de Falun Dafa que se cultiva con el ojo celestial abierto.

Hace un mes, mientras leía uno de los poemas del Maestro Li Hongzhi en Hong Yin VI (enlace disponible en inglés), pensé en qué tipo de camino había dispuesto el Maestro para que regresáramos a nuestros hogares celestiales.

Me desperté a las dos y media de la madrugada. Estiré la espalda y volví a cerrar los ojos. En ese momento, se me apareció esta escena:

Yo estaba usando el ordenador y el Maestro se sentó en medio del sofá que estaba al lado de donde yo estaba sentada. El Maestro se levantó y me hizo un gesto.

Me di la vuelta y vi a mi nuera y a mi nieto. Ambos son practicantes de Falun Dafa.

Mi nuera y yo parecíamos adolescentes vestidas de doncellas celestiales. Mi nieto era un joven apuesto vestido con el uniforme de la Banda Marchante Tian Guo.

La pantalla del ordenador se amplió hasta alcanzar el tamaño de una pared y entramos. Subimos por una escalera amarilla con barandillas hasta la cintura.

La escalera se extendía hacia el Cielo. La temperatura era agradable y había mucha luz, pero el sol no estaba a la vista.

Había dragones amarillos y dorados, fénix y otras grandes aves volando. Había hermosos palacios.

El Maestro no aparecía por ninguna parte, pero sentí su presencia por lo cálido de su energía. La escalera flotó horizontalmente durante un rato y, con un gesto de la mano del Maestro, abrí los ojos. La felicidad llenó mi corazón.

Llegué a comprender la importancia de acceder al sitio web Minghui. Mirar a diario la imagen del Maestro Li sentado tranquilamente observando el mundo, me ayuda a fortalecer mis pensamientos rectos.

Además, el Maestro elimina muchas sustancias malas de nuestro cuerpo. Leer los artículos de otros practicantes es útil para mi propia cultivación, así como para aumentar mis pensamientos rectos.

Hace unos días, al enviar pensamientos rectos al mediodía, vi que el Maestro y otras deidades velaban por los practicantes en la Tierra. A las 11:55 a. m., los practicantes limpian su propio entorno.

A mediodía, el Maestro señaló con los dedos hacia arriba. Con la ayuda de las deidades, los practicantes eliminaron la maldad; se utilizaron varios tipos de armas sobrenaturales.

Algunos llevaban espadas, y otros no los había visto nunca. Mi arma parecía una larga espada de color verde; me sentía bastante cómoda usándola.

Todo terminó cuando se acabó el tiempo de enviar pensamientos rectos. Sentí el poder del esfuerzo de un solo cuerpo.

Le conté la escena a otra practicante y me sugirió que la escribiera, pues no todo el mundo tiene la oportunidad de ver este tipo de cosas. Quizá mi experiencia pueda ayudar a otros practicantes que flojean a la hora de enviar pensamientos rectos.