(Minghui.org) Me diagnosticaron fibromas uterinos graves en 1994. Me operaron y los resultados de las pruebas mostraron que eran malignos. Soporté la quimioterapia, pero mi estado no mejoró y fui de mal en peor. Se me hinchaban el vientre y la cara, no podía enderezar la espalda y siempre me faltaba el aire. Tenía que hacer una pausa en cada pequeño paso que daba.
Los médicos no pudieron ayudarme más y me dijeron: "Vete a casa y cuídate".
En ese momento solo tenía 50 años y me habían dado una "sentencia de muerte". Me sentía miserable y con dolor.
Falun Dafa me ayudó a recuperar la salud
En el otoño de 1995, uno de mis hermanos vino a verme, muy emocionado. Me dijo: "He encontrado un libro de qigong en una librería de la calle. Se llama Zhuan Falun". Me dijo que el libro era tan bueno que estaba decidido a seguir con esta práctica y me preguntó si yo también quería practicarla. Le pedí que me consiguiera un ejemplar del libro tan pronto como pudiera. Así lo hizo.
Después de leer solo unas pocas páginas del libro, pensé: "Sería maravilloso si pudiera encontrar a alguien de quien aprender los ejercicios".
A principios de 1996, mi hija fue a casa de su tía, donde estaban viendo un video del Maestro Li, el autor de Zhuan Falun, dando lecciones del Fa. Mi hija me llamó y me preguntó si me gustaría ir a verlo también. "¡Claro que sí!" dije, y un minuto después ya estaba en camino.
Su casa estaba a unos cuantos kilómetros de distancia, pero no tardé mucho en llegar. Me sorprendió que no me faltara el aire ni me cansara mientras caminaba.
Todos los demás estaban igualmente asombrados de verme llegar tan rápido y en tan buena forma.
Reprodujeron el video para mí desde el principio. Mientras miraba y escuchaba la conferencia del Maestro, sentí una emoción inexplicable y sentí ganas de llorar, pero contuve mis lágrimas frente a tanta gente.
Después de ver el video, todos los síntomas de mi enfermedad desaparecieron y regresé a casa como una persona nueva.
Volví a verlo al día siguiente y al siguiente; me llevó dos días y medio ver todas las conferencias. Después de eso, ¡me liberé completamente del dolor de mi enfermedad! Estudié el Fa con otros compañeros practicantes todos los días y experimenté la grandeza de Falun Dafa.
A medida que más y más personas venían a aprender Falun Dafa, pronto nos quedamos sin copias de Zhuan Falun en nuestra área. Un compañero practicante y yo tomamos el tren a otro pueblo para conseguir más libros. Trajimos dos cajas de libros, como 20 kilos cada caja. Cada uno de nosotros llevaba una a la espalda y no nos sentíamos cansados en absoluto.
Ahora tengo 80 años y todavía me siento ligera y saludable. Cocino tres comidas al día para la familia. Eso habría sido completamente imposible en el pasado.
Dafa no solo purificó mi cuerpo y me dio una segunda vida, sino que también purificó mi alma y me ayudó a aprender cómo ser un ser humano decente. Tenía muy mal genio en el pasado y estaba resentida con todos. Encontraba fallas en todos, incluidos mis propios hijos.
Después de comenzar a practicar Falun Dafa, aprendí a ser considerada con los demás y traté de ser una buena persona y aún mejor siguiendo las enseñanzas de Shifu y los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia.
Un día, escuché a un vecino decirle a mi yerno: “Falun Gong es verdaderamente bueno. Tu suegra solía regañar mucho a la gente en el pasado. Maldecía a la gente todos los días. Pero ahora ya no escucho nada de eso”.
El poder de los pensamientos rectos
En julio de 1999, el exjefe del régimen comunista, Jiang Zemin, comenzó a reprimir a Falun Gong, celoso de su enorme popularidad.
El 4 de septiembre de 1999, mi marido y yo estábamos en una reunión con 30 compañeros practicantes para compartir nuestra comprensión de la situación cuando la policía irrumpió. Se llevaron a todos, excepto a mí y a otras dos practicantes ancianas, al centro de detención.
El centro de detención de hombres estaba plagado de una epidemia de sarna. Mi marido se infectó y me la contagió después de ser liberado.
Tuve un caso terrible de sarna, y todo mi cuerpo se infectó. Me picaba tanto por debajo de la cintura que no podía ni sentarme y tenía que arrodillarme. Tenía las manos cubiertas de grandes pústulas y muy hinchadas, por lo que ni siquiera podía rascarme donde me picaba. Esta tribulación duró más de cinco meses.
En mayo, una compañera practicante vino a verme y me dijo que iría a Beijing para validar el Fa. “Iré contigo”, dije inmediatamente.
"¿Cómo puedes ir en tu condición?", dijo dudosa.
"Puedo", dije. "Mis pies están bien, ¡así que iré a validar Dafa!". Me decidí a ir a pesar de todo.
El día antes de nuestra partida, empaqué y compré el billete. Esa noche, la hinchazón de mis manos había disminuido y podía volver a apretar los puños. Al día siguiente de nuestra llegada a Beijing, todas las pústulas de mis manos se abrieron cuando me duché por la noche.
Cuando me desperté a la mañana siguiente, vi costras secas en mis manos y brazos. Durante todo el tiempo que estuve en Beijing, no sentí ningún dolor ni picazón, y podía sentarme y caminar normalmente. Por la noche, después de quitarme la ropa, me quité las costras.
En solo cuatro o cinco días, la sarna e incluso las costras desaparecieron. Mi piel tenía el mismo aspecto que antes, sin ni siquiera una pequeña cicatriz. Supe que el Maestro había purificado una vez más mi cuerpo, y que había sido testigo de otro milagro de Dafa.
Con fe en Shifu y Dafa escapé de una catástrofe que amenazó mi vida
El día de Año Nuevo de 2011, fui a recoger unos materiales de aclaración de la verdad de un compañero practicante. Cuando estaba cruzando la calle y casi había llegado a la acera, oí un fuerte "bum" y sentí que volaba. Me di cuenta de que un coche me había atropellado y perdí el conocimiento.
Cuando volví en mí, me encontré tumbada en el suelo. Pensé: "Me puedo parar" y empecé a levantarme. Una conductora que iba en un coche próximo se acercó y me dijo: "¡Dios mío, qué susto me has dado!".
Resultó que un coche me había atropellado y lanzado a varios metros de distancia. Aterricé junto a su coche. Estaba aterrorizada, pensando que podría estar muerta.
El conductor que me atropelló no salió del coche, probablemente porque estaba demasiado asustado. La persona que iba en el asiento del acompañante bajó y me preguntó cómo estaba y si necesitaba ir al hospital.
“Estoy bien”, le dije. “Soy una practicante de Falun Dafa y mi Maestro me protege. Este año cumplo 71 años. Realmente no sé qué pasó justo ahora, pero lo viste todo. Tu coche me golpeó y aterricé a unos metros de distancia. ¿Puedes imaginar lo que me hubiera pasado si no hubiera estado practicando Falun Dafa?”.
“Sí, sí, tienes razón. ¡Es increíble, realmente increíble!”, él estuvo de acuerdo y siguió asintiendo.
Pasé a contarle la verdad sobre Dafa y le ayudé a renunciar al PCCh (Partido Comunista Chino). Le dije que, como practicante de Dafa, no buscaría compensación, y le dejé marchar.
Tenía una ampolla de sangre del tamaño de un huevo en el brazo y me dolían los pies al caminar. Me fui a casa después de recoger los materiales de aclaración de la verdad. En cuanto llegué a casa, di las gracias al Maestro por protegerme.
Esa noche, empezó a dolerme el cuerpo, y el dolor en las costillas izquierdas era tan agudo que parecía que se habían roto todas. Apreté los dientes para soportarlo.
No podía tumbarme, así que me sujeté los brazos con fuerza y me tiré en la cama. Pero luego me costó volver a levantarme debido al dolor insoportable.
Mi familia solo sabía que me había atropellado un coche, pero no sabían lo grave que había sido. No les dije por miedo a que se preocuparan. Soporté el enorme dolor en silencio.
A pesar del dolor, seguí estudiando el Fa y haciendo los ejercicios todos los días, así como realizando todas las tareas domésticas, como lavar la ropa, cocinar, fregar el suelo, etc. Debido al dolor en las costillas, me resultaba difícil mantener la espalda recta, pero delante de mis familiares, intentaba caminar lo más normalmente posible. Después de un mes estudiando el Fa y haciendo los ejercicios, volví a la normalidad por completo.
He tenido muchas otras experiencias milagrosas en mi cultivación de Dafa. Las mencionadas son solo algunas de ellas para validar la grandeza de Falun Dafa y para expresar mi enorme gratitud al Maestro por su salvación compasiva.
El Maestro ha prolongado mi vida y estoy decidida a ser más diligente en la cultivación y en hacer bien las tres cosas que se requieren de nosotros, y salvar a más seres conscientes.
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Categoría: El poder divino de Falun Dafa