(Minghui.org) La Sra. Wang Xiufang de 56 años, de la ciudad de Chifeng, de Mongolia Interior, fue detenida el 13 de julio del 2022 por hablar con la gente sobre Falun Dafa. Actualmente se encuentra detenida en el Centro de Detención de Pingzhuangzhen en la ciudad de Chifeng.

Falun Dafa también conocido como Falun Gong es una disciplina espiritual perseguida por el régimen comunista chino desde 1999.

La Sra. Wang una antigua profesora que actualmente trabaja en la planta de energía de Yuanbaoshan, comenzó a practicar Falun Dafa en 1997. Normalmente tenía una salud pobre pero esta mejoró al seguir los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia.

Por negarse a renunciar a su fe, fue arrestada en múltiples ocasiones, condenada dos veces a siete años y enviada a un campo de trabajo forzado tres veces durante seis años. Su condena fue prolongada cinco meses al seguir practicando Falun Dafa. Durante su encarcelamiento, fue torturada con latigazos, atada a una silla metálica, colgada, obligada a permanecer bajo el sol abrasador, electrocutada con picanas eléctricas y privada de sueño.

Ilustración de la tortura: Colgada y esposada en un árbol.

Debido a que fue arrestada reiteradas veces y que su casa fue saqueada, su esposo se divorció, dejándola con dos hijas. Su hija mayor fue expulsada de la escuela con 12 años y comenzó a trabajar para apoyar a la familia.

Una vez, en un intento por obligarla a que renunciara a su fe, su esposo la hirió en la espalda con un cuchillo, luego trató de estrangularla. Aterrorizadas, sus hijas corrieron a buscar a sus abuelos. Al escuchar lo que había sucedido, el abuelo salió corriendo. Al ver que la Sra. Wang estaba sangrando por la boca y por la nariz, golpeó la ventana y entró para detener a su hijo.

A continuación, se detalla el sufrimiento de la Sra. Wang

Torturada en el centro de detención

En junio del 2000, la Sra. Wang fue arrestada y llevada al Centro de Detención de Pingzhuang. Cuatro agentes de la Oficina 610 trataron de “transformar” a otros ocho practicantes en el mismo centro. Fueron privados de sueño muchas veces, algunos guardias les obligaron a hacer el “paseo del pato”.

En esta tortura, las víctimas son obligadas a ponerse en cuclillas con los pies descalzos, con las manos a sus espaldas y cargadas con más de 27 kilogramos (60 libras) de harina de maíz. Tienen que andar de espaldas y mantenerse en esta postura toda la mañana durante los días de caluroso verano en un suelo arenoso. Otra practicante que no podía ponerse en cuclillas tuvo que arrastrarse con la harina de maíz en la espalda, lo que le arruinó las rótulas.

Después de acabar con el “paseo del pato”, los guardias obligaban a las practicantes a sentarse en agua congelada y a hacer que otras practicantes les echaran cubos de agua fría. Cuando las practicantes, a pesar de la tortura, permanecían impasibles, los guardias las hacían saltar alto. Si disminuían la velocidad, los guardias las azotaban con un tubo de plástico de cuatro centímetros de diámetro. Si después de un rato veían que todavía podían saltar, entonces las obligaban a hacerlo bajo el sol abrasador y vaciaban sus botellas de agua. Eran obligadas a saltar durante más de una hora.

Más tarde, les obligaron a hacer el “salto de la rana”. Tenían que ponerse en cuclillas juntas mientras la persona de atrás sujetaba las orejas de la persona de delante. Debían saltar de forma simultánea sin dejar de sujetar las orejas. Las orejas de algunas se desgarraban y sangraban. En otra tortura, los guardias obligaban a las practicantes a saltar en círculos sobre una pierna, todavía sujetando las orejas de las demás.

Una vez, los guardias enfocaron la manguera utilizada para regar el jardín sobre las practicantes y casi las asfixian.

Una noche después de someterlas a privación del sueño durante días, el guardia les dijo que podían dormir y les hizo tumbarse boca abajo en la cama. Los guardias ordenaron a otras reclusas que les echaran agua y luego las arrastraron al exterior. Descubrieron la espalda de la Sra. Wang y la azotaron con un cinturón de cuero, a esta tortura la llaman “piel abierta”. Mientras lo hacían el director del centro de detención, Zhang Haiqing les gritó: “¡Si no puedo enderezarlas esta noche, dejaré mi trabajo como director del centro de detención. Les haré probar la dictadura del proletariado. Las haré pedazos e incluso, las mataré a golpes!”.

La tortura finalizó a las 2 de la madrugada.

Después de la tortura, las practicantes consiguieron volver a su celda. Las detenidas le dijeron a la Sra. Wang: “Pensábamos que habías muerto. El ruido de los latigazos sonaba como petardos. Todas estábamos aterrorizadas y llorábamos”.

Los guardias esposaron a las practicantes para que no pudieran tumbarse totalmente para dormir, ni para que pudieran quitarse la ropa mojada.

A la mañana siguiente, un guardia llevó a las practicantes a la oficina de Zhang. Zhang les dijo que levantaran la mano aquellas practicantes que habían estado en Beijing para apelar por Falun Dafa, la Sra, Wang y algunas otras levantaron las manos, entonces él le dio una patada en la cabeza y la pisoteó. Entonces, unos guardias se abalanzaron sobre ella para golpearla y la electrocutaron con una picana eléctrica.

Ilustración de la tortura: Electrocución con varias picanas eléctricas.

Tortura en el campo de trabajo forzado de Tumuji

Dos meses más tarde las autoridades trasladaron a la Sra. Wang al Centro de Detención de Chifeng. La condenaron a un año de trabajo forzado. Los guardias le ordenaron que memorizara las reglas del centro de detención y la golpearon cuando hacía los ejercicios de Falun Dafa. Hizo una huelga de hambre para protestar por los abusos.

En agosto del año 2000, la Sra. Wang y otras 15 practicantes fueron trasladadas al Campo de Trabajo forzado de Mujeres de Tumuji. Fueron encerradas en una gran habitación. Como esa noche practicaron juntas los ejercicios de Falun Dafa, los guardias las golpearon con sus zapatos. A ella le sangraba la nariz y la boca mientras que las demás tenían los rostros magullados. Durante la noche las obligaron a estar en cuclillas y durante el día a asistir a sesiones de lavado de cerebro.

Durante las sesiones de lavado de cerebro un guardia le preguntó a la Sra. Wang si quería “corregir su error” (de Practicar Falun Dafa). Ella respondió: “Continuaré viviendo bajo los principios de Falun Dafa”. El guardia la agarró por el pelo y le dio un puñetazo en la cara hasta que cayó, también la pateó y la pisoteó.

La Sra. Wang y unas practicantes hicieron una huelga de hambre para protestar por el lavado de cerebro. Los guardias las obligaron a permanecer en pie bajo el sol abrasador y uno de ellas se desmayó. También fueron alimentadas a la fuerza, golpeadas con unas zapatillas y electrocutadas con picanas eléctricas.

Los guardias pusieron a la Sra. Wang en otra brigada y la obligaron a trabajar. Una noche el jefe de los guardias golpeó a las practicantes después de descubrir que hacían los ejercicios de Falun Dafa. Al día siguiente, después de volver del campo de trabajo, el guardia las obligó a desnudarse incluida la ropa interior para humillarlas.

Tenían que arrodillarse y meter la cabeza en el cubo donde orinaban las presas. Como el baño estaba fuera del edificio y por las tardes estaba cerrado, por las noches las 80 detenidas usaban el cubo. Le metían la cabeza en el cubo después de que hacían sus necesidades.

El pasillo no tenía calefacción y como estaban casi desnudas, no podían dejar de temblar. Temiendo que pudieran morir, los guardias las volvían a meter en la celda y las mantenían despiertas toda la noche.

Todavía tenían que trabajar a la mañana siguiente y durante los días siguientes volvían para ser torturadas.

El jefe de los guardias amenazó a la Sra. Wang con torturarla más si no abandonaba su práctica. Ella no se echó atrás. El guardia ordenó que las esposaran y que las colgaran suspendidas en el aire, a ella y a otras practicantes con las esposas atadas a una barra alta. Sus hombros y sus muñecas sufrían un dolor insoportable. Estaban suspendidas en el aire las veinticuatro horas del día, excepto durante la hora de comer. Otro día, otro jefe vino y vio que las practicantes sangraban por la boca y ordenó que las bajaran.

Colgada por las muñecas.

Cuando el guardia escuchó cómo la Sra. Wang le hablaba a una reclusa sobre Falun Dafa en el baño, el guardia le propinó puñetazos, la pateó y la electrocutó hasta que tuvo incontinencia. Al cabo de un rato, alguien gritó para que hicieran una fila e hicieron salir a muchas practicantes. Al día siguiente, aquellas practicantes que habían sido llamadas anteriormente dijeron que se les obligó a firmar la declaración de renuncia a Falun Dafa y que si no firmaban serían golpeadas y electrocutadas con picanas eléctricas. La cara de la Sra. Wang estaba muy hinchada por la paliza ya que no accedió.

Durante la comida, la Sra. Wang vio a tres practicantes con la cara hincada y que no podían abrir los ojos.

Cada día, antes de que las detenidas dejaran el campo de trabajo para ir a trabajar al campo, los guardias les hacían gritar el lema: “Lávate las manchas y conviértete en un persona nueva”. La Sra. Wang y otra practicante no acataron la consigna y protestaron por la tortura a otras practicantes. El jefe de los guardias la golpeó. Cuando volvió del trabajo, se negó a gritar el cántico requerido para entrar en la puerta del campo de trabajo. Los guardias la obligaron a quedarse fuera.

Como ella continuaba haciendo los ejercicios de Falun Dafa en el campo de trabajo, las autoridades aumentaron arbitrariamente su condena dos veces con un total de cinco meses.

Una vez el jefe de los guardias le ordenó que memorizara las reglas del campo de trabajo, ella se negó y fue golpeada hasta que le sangró la nariz y la boca.

Más tarde la Sra. Wang fue trasladada a otra brigada. Ella hizo huelga de hambre para protestar por la prolongación de su condena. Al noveno día de la huelga de hambre los guardias la golpearon. Cuando ella se negó, la golpearon durante dos horas y le abrieron los dientes para alimentarla a la fuerza. Esto duró dos o tres meses, hasta que quedó demacrada.

Dos periodos más en los campo de trabajo

La Sra. Wang fue arrestada de nuevo en 2003 y enviada a un campo de trabajo forzado durante tres años. Fue detenida y torturada en el Campo de Trabajo Forzado de Mujeres de Hohhot, y fue puesta en libertad en 2005.

Más tarde fue denunciada a la policía y arrestada. Después, fue llevada al Centro de Detención de Yuanbaoshan, hizo una huelga de hambre durante más de un mes, antes de ser trasladada al Campo de Trabajo Forzado de mujeres de Hohhot. Como no superó el examen médico se negaron a aceptarla y fue llevada de vuelta al centro de detención. Continuó con la huelga de hambre y fue puesta en libertad.

El 18 de abril del 2008, la Sra. Wang fue arrestada y llevada al Centro de Detención de Yuanbaoshan. Hizo huelga de hambre y fue alimentada a la fuerza con salmuera. Se le hinchó el estómago y comenzó a vomitar. Los guardias también la esposaron a una cama.

Estuvo dos años en el Campo de Trabajo Forzado de Mujeres de Hohhot y fue severamente torturada. Cuando acabó la condena, las autoridades se negaron a ponerla en libertad porque no había renunciado a Falun Dafa. Su condena fue prolongada durante 20 días. Después fue enviada al Centro de Lavado de Cerebro de Chifeng.

Condenada a tres años y medio

El 19 de abril de 2012, la Sra. Wang estaba repartiendo DVDs con información sobre Falun Dafa. Más tarde fue condenada a tres años y medio.

El 26 de julio fue admitida en la Prisión de Mujeres de Hohhot y fue torturada brutalmente.

Un vigilante la electrocutó con su picana, la estiró del pelo y le dio tantos puñetazos en la frente y en el pecho tan fuerte que le rompió algunas costillas. El dolor -le dolía el pecho al respirar– duró más de tres años. El guardia también le pateó el abdomen y le pisó la cabeza. Luego la levantó y le dio descarga eléctrica con varias picanas. La habitación se llenó de un olor a quemado y su pelo se cayó a mechones. Aún hoy no le ha vuelto a crecer el pelo completamente.

Después de las palizas, fue vigilada las 24 horas por cinco o seis reclusas. Si cerraba los ojos las reclusas la golpeaban. Durante ocho días, no le permitieron dormir ni un minuto. Sin embargo, los guardias la seguían golpeando y pateándola en sus partes íntimas.

Luego, fue obligada a trabajar sin remuneración durante 15 o 16 horas al día y no se le permitía usar el baño. Los guardias también le prohibieron llamar a su familia.

Después de ser puesta en libertad en 2015, se mudó a casa de su hija en Beijing. Allí, fue arrestada de nuevo por hablar con la gente sobre Falun Dafa y fue detenida en el Centro de Detención de Beijing. Su hija tuvo que pagar mucho dinero a la policía para que la liberaran.

Condenada de nuevo a cuatro años

La Sra. Wang fue arrestada el 6 de julio del 2016, después de ser denunciada por repartir información sobre Falun Dafa. Fue condenada a cuatro años y llevada a la cárcel de mujeres de Hohhot el 10 de enero de 2017.

Se negó a renunciar a su fe y diez días después fue puesta en un estricto grupo de control. Un día, un guardia le preguntó porqué se negaba a llevar la placa donde ponía su nombre y la condena, ella respondió que no era un criminal y que no había incumplido ninguna ley por practicar Falun Dafa. El guardia la maldijo y le aplicó descargas eléctricas en la boca, las orejas, el cuello y las manos con una picana eléctrica.

El guardia le obligó a permanecer en su celda, cuando se negó a cooperar la golpeó de nuevo, fue torturada en el grupo de control estricto durante nueve meses.

Como continuó resistiéndose, fue azotada en la cara con una cuerda, la esposaron, la encadenaron y la llevaron a la celda de aislamiento. Como la celda estaba ocupada fue llevada de nuevo a su celda y la ataron para que no pudiera moverse. La tortura duró 48 horas y no le quitaron las esposas ni las cadenas durante una semana.

Después de ser trasladada a la sala número 2 en mayo del 2018, las reclusas la golpearon con sus sandalias por sentarse en su cama y cerrar los ojos. Alegaron que estaba haciendo la meditación de Falun Gong.

Cuando los guardias de nuevo la vieron sentada en su cama con los ojos cerrados el 20 de septiembre del 2019, ordenaron a las reclusas que la amordazaran con calcetines y que la azotaran en la cara con una cuerda, luego la esposaron, la encadenaron y la ataron a una estantería. El guardia ordenó a las reclusas que la vigilaran y la mantuvieran despierta toda la noche. Estuvo atada durante dos días y no le quitaron las esposas ni las cadenas durante una semana.

Cuando la Sra. Wang se negó a llevar la etiqueta de nuevo el 29 de octubre del 2019 le quitaron la ropa y le cosieron la etiqueta. Luego la tiraron al suelo y le ataron las manos a la espalda para ponerle la ropa.