(Minghui.org) Me gustaría compartir mi experiencia de cultivación en los últimos años. Empecé a practicar Falun Dafa hace casi 30 años, pero siempre me costó entender cómo cultivarme verdaderamente. En retrospectiva, me doy cuenta de que fue porque no estudié bien el Fa y no reconocí la mala influencia de la cultura del Partido Comunista Chino (PCCh) y la lógica de la gente común. Me sentía frustrada cuando no mejoraba en la cultivación, algo esencial para un practicante.
Pero memorizando el Fa y mirando hacia adentro, hice un avance recientemente y me di cuenta de que solía confundir el trabajo en los proyectos de Dafa con la cultivación y no mejoraba mi xinxing sólidamente.
Cultivar la compasión en el ambiente familiar
Crecí siendo egoísta y caprichosa. No sabía cómo ser una buena madre o una buena esposa hasta que Dafa me mostró cómo hacerlo.
El Maestro me dio una hija inteligente, un pequeño ángel, pero no la aprecié. La traté como si fuera de mi propiedad y cometí fallos en su educación. No solo me desgasté, sino que también le hice mucho daño. Siempre fui muy estricta con ella y la obligué a seguir mi voluntad desde que era pequeña. Perdía los nervios y la compostura cuando no hacía las cosas como yo quería.
No me tomé el tiempo ni me esforcé en cuidarla mientras crecía y más me necesitaba. Utilicé la excusa de que estaba ocupada con mi trabajo en los proyectos de Dafa. La obligué a estudiar el Fa, esperando que sus problemas en la escuela se resolverían naturalmente si estudiaba bien el Fa.
Ahora me doy cuenta de que fui una madre irresponsable y egoísta. Mis palabras y acciones hicieron que mi hija se rebele y evite la cultivación, y nuestra relación se volvió tensa. No fue hasta los últimos años que empecé a darme cuenta de que no seguí los requerimientos del Maestro en cuanto a su educación y que albergaba una fuerte cultura del Partido dentro mío. Escuché el audiolibro Desintegrando la Cultura del Partido, que debí haber hecho hace muchos años, y realmente me benefició.
Ahora entiendo que el Maestro vela por la cultivación de nuestros hijos. Debo ocuparme de las necesidades de mi hija, centrarme en sus puntos brillantes y elogiarla y animarla en lugar de concentrarme en sus defectos. En los últimos años me he esforzado por cambiar. Reflexioné sobre mí y me disculpé con ella varias veces. Ella pudo abrirse a mí y comunicarse conmigo. Ahora se está cultivando con diligencia. Gracias, Maestro.
Yo solía ser competitiva e intolerante, tenía mal carácter y sufría todo tipo de problemas de salud desde que era pequeña. Mi marido también es practicante. Nuestra relación ha superado muchas pruebas a lo largo de los años, algunas buenas y otras malas, pero nada cambió en lo fundamental. Con la mentalidad de que yo tenía razón en todo y que era capaz, siempre me gustaba discutir con él por cosas insignificantes. Era exigente con lo que hacía y no me fiaba de él. Acababa decidiendo todo.
Cuando leí el poema del Maestro Yin y Yang invertidos en Hong Yin III, que dice: "Impulsiva, de palabra severa, haciéndose cargo de la casa", sentí realmente que me describía a mí. Sabía que lo había hecho mal.
Después de estudiar más el Fa, finalmente empecé a ver la fuerte cultura del Partido en mí. La mayoría de las mujeres de la antigüedad eran virtuosas y gentiles y respetaban a sus maridos. Yo crecí rodeada de la cultura del Partido y no había aprendido sistemáticamente la verdadera cultura tradicional. Atormentaba a mi marido cuando teníamos problemas y le hablaba sin respeto. Sé que por eso tenía la nariz tapada o moqueaba en los últimos años. Estaba frustrada por mi estado de cultivación y estaba decidida a corregirme. Sabía que la única manera de hacerlo era estudiando más el Fa.
Empecé a memorizar el Fa, pero tuve que dejarlo a medias varias veces. Sin el Fa en mi mente, no podía usarlo para guiarme cuando las cosas iban mal. La última vez que intenté memorizar el Fa, me decidí a hacerlo sea como sea. Me uní a un grupo de memorización del Fa a principios de junio y lo he mantenido hasta hoy. He descubierto muchos de mis defectos en el camino.
El Maestro dijo:
"…las personas de edad avanzada y las de alto nivel cultural entre la gente común aún prestan atención al autodominio y no actúan como los demás" (Novena Lección, Zhuan Falun).
He leído esta frase del Fa muchas veces, pero nunca la utilicé para evaluarme a mí misma. Estaba decidida a deshacerme de mi mal genio y mi resentimiento. Para hacer eso, tenía que desarrollar una fuerte fuerza de voluntad para eliminar estos apegos tan pronto como levantaran sus feas cabezas. Solo cuando siga el camino dispuesto por el Maestro estoy escuchándolo de verdad.
Lo primero que decidí hacer fue dejar de quejarme de que mi marido aplastara a los mosquitos mientras hacía los ejercicios de Falun Dafa en el parque. Me dije que lo dejara pasar. Una vez que lo oí hacerlo de nuevo, me dije que lo soportaría aunque me costara contener mi ira. Las enseñanzas del Maestro me hicieron comprender que hacer eso era suprimir mi naturaleza demoníaca y cultivar mi naturaleza Fo.
Cada vez que me encuentro con un conflicto, me recuerdo que debo comportarme como un practicante y asimilarme al Fa, de modo que pueda lograr "si puedes hacerlo así, cultivación será" (Cultivación sólida, Hong Yin). Memorizar el Fa me recuerda que debo medirme de acuerdo con el Fa en vez de estar atrapada en los rencores de la gente común. No debo exigir a los demás que sigan mi criterio, sino tratarlos con compasión.
Aclarar la verdad cara a cara
Después de mudarme a Japón hace más de 10 años, iba a menudo a Osaka cuando tenía tiempo. En aquel momento no sabía cómo hablar con la gente sobre los hechos acerca de Dafa. Al ver a otros practicantes hacerlo y aprender de ellos, gradualmente supe cómo hacerlo yo misma y desarrollé una buena base para aclarar la verdad en el futuro.
Antes de la pandemia, trabajaba como vendedora de idioma chino en una cadena de tiendas de marca en Osaka, en una calle muy concurrida. El Maestro me traía todos los días a muchas personas predestinadas a escuchar la verdad. Cuanto mejor aclaraba la verdad y a cuantas más personas les hablaba, mejor hacía mi trabajo. Fui la mejor vendedora de toda la cadena de tiendas a nivel nacional, dos veces la número uno en el ranking.
Construí buenas relaciones con mis colegas y tuve en cuenta a los demás en todo lo que hacía. Aclaraba la verdad a la gente solo cuando se presentaban las oportunidades. Me sentía rodeada de tranquilidad en el trabajo, y trataba a todos los clientes con amabilidad de corazón. Intentaba satisfacer sus necesidades y los elogiaba sinceramente. Cuando me ganaba su confianza, nos sentíamos más cómodos el uno con el otro. Entonces encontraba oportunidades para dirigir nuestras conversaciones hacia la aclaración de la verdad. Muchas veces, tanto los clientes como sus acompañantes acordaron renunciar al PCCh y a sus organizaciones afiliadas. Hablé con miles de personas entre 2016 y 2019, y la mayoría de ellas aceptaron renunciar al PCCh.
En abril de 2019, dejé mi trabajo. Luego fui a sitios turísticos en Osaka y trabajé con otros practicantes para hablar con los turistas chinos. Conocí a personas predestinadas todos los días y a veces hasta 30 personas aceptaron renunciar al PCCh. Luego llegó la pandemia en febrero de 2020 y ya no hubo más turistas chinos. Me alegro de haber aprovechado el tiempo antes de la pandemia para hablar con toda la gente que pude.
Aclarando la verdad en el mercado chino matutino
Los practicantes de Osaka distribuyen el periódico chino Epoch Times en el mercado chino matutino los domingos desde 2005. En el mercado se venden diversos alimentos chinos para el desayuno y productos importados de China.
Algunos de los chinos allí presentes entendieron lo que estábamos haciendo. Algunos de ellos, que habían visto los programas de televisión del NTD y leído Epoch Times, ya sabían lo malvado que es el PCCh, y muchos de ellos aceptaron renunciar al PCCh tras una breve conversación con nosotros. Por otro lado, algunas personas nos insultaban, otras no estaban de acuerdo con nosotros y otras todavía tenían esperanzas en el PCCh.
Desde el estallido de la pandemia, voy al mercado los domingos. Conocí a un anciano con una niña de dos años. Tras una breve charla me enteré de que había venido a Japón para visitar a su hijo y recibir tratamiento para un cáncer de pulmón. Cuando le hablé de los beneficios para la salud de Falun Dafa, se ofendió. Quise aclarar sus malentendidos, así que empecé a hablar de la autoinmolación escenificada en la plaza de Tiananmen. Su hijo se acercó y me detuvo.
Más tarde, volví a encontrarme con toda la familia. Esta vez, hablé con su nuera. Me dijo que el hospital de Japón había salvado a su suegro. Le conté cómo me había librado de mis enfermedades gracias a la práctica de Falun Dafa y que muchas de las cosas que oían en los medios de comunicación del PCCh sobre Falun Dafa no eran ciertas, sino que eran propaganda elaborada para incitar al odio.
También les hablé de renunciar al PCCh y estuvo de acuerdo en hacerlo. Le deseé sinceramente paz y felicidad y me dio las gracias. Luego hablé con su marido. Su actitud cambió por completo y se mostró amable. Me dijo que era miembro del PCCh y que estaba de acuerdo en renunciar a él. Me conmovió ver su sonrisa y su verdadera felicidad.
Un hombre de mediana edad tenía un puesto de venta de fiambre. Tenía muchos malentendidos y, al principio, no estaba interesado en escuchar lo que le decía sobre renunciar al PCCh ni saber nada sobre Falun Dafa. Muchos practicantes se acercaban a charlar con él cada vez que nos encontrábamos los domingos. Poco a poco, su actitud cambió y nos trató como amigos. Una mañana me dijo que había distribuido muchos ejemplares de Epoch Times esa mañana. Me alegré por él y le dije: "Realmente estás haciendo méritos".
Un empresario chino me dijo con gran emoción un domingo: "Los admiro de verdad, por vuestra persistencia en hacer esto durante todo el año, con diligencia y seriedad. Sería estupendo que pudieran trabajar en nuestra empresa. Necesitamos gente como ustedes". Le agradecí su amabilidad. Sentí que sus palabras eran para animarme a perseverar en lo que estaba haciendo. A veces me costaba levantarme temprano los domingos por la mañana. Pero sabía que la gente seguía esperando que la salvemos, y mi sentido de la responsabilidad y la misión me hacían seguir adelante, aunque a veces iba un poco tarde. Siempre resultaba un viaje gratificante.
Conclusión
Gracias, Maestro, por tu enorme gracia. Tengo la suerte de ser su discípula. Mi vida es para el Fa y los seres conscientes, y salvaré a la gente sin parar. Me cultivaré con más diligencia, cumpliré mi voto y me iré a casa con Shifu.
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