(Minghui.org) Una medianoche de agosto de 2016, no podía sentarme en la cama porque había perdido toda sensibilidad en el brazo derecho. Intenté levantarlo, ya que pensé que se me había quedado dormido.

Por mucho que lo intentara, no podía moverlo. Me pregunté qué había pasado.

Inmediatamente pensé en pedir ayuda a Shifu (fundador de Falun Dafa). En ese momento, pude levantar el brazo.

Al volver del baño, me dolía todo el cuerpo. Fue una noche de insomnio.

Después de enviar pensamientos rectos a las seis de la mañana, preparé el desayuno para mi madre. Exhausta, me quedé dormida en el sofá.

El plan original del día era recoger unas verduras de un familiar. Mis hijos me despertaron, pues querían acompañarme.

Levantándome del sofá, dije: "¡Vamos!". Mi cuerpo se sentía ingrávido y mi cerebro vacío.

Mi hijo y mi nuera se asustaron: "Mamá, ¿qué te ha pasado?". Les dije: "¡Estoy bien, vámonos!".

Empecé a caminar alrededor de ellos en círculos. Mi nuera empezó a llorar: "Mamá, estás enferma. Vamos al hospital".

Lo único que conseguí decir fue: "No voy a ir al hospital. No estoy enferma", y seguí caminando en círculos.

Llamaron a mi hermana y me llevaron a rastras al hospital. El médico me señaló mi tomografía computada: "Hay una obstrucción. Hay que ingresarla".

Tenía claro que no estaba enferma, ya que tengo la protección de Shifu, y sé que nada puede hacerme daño. "No me voy a quedar aquí", dije, e intenté marcharme.

El médico le dijo a mi hijo que estaba bien si no quería quedarme. Luego susurró algo a mi familia y mi hijo aceptó irse.

Después, me dijeron que querían otra opinión experta y me llevaron a otro hospital. Fui con ellos para ver qué pasaba.

El médico miró mi tomografía computarizada y le dijo a mi familia: "Está bloqueado aquí. Debe quedarse".

"No estoy enferma. No me voy a quedar", dije.

El médico se volvió hacia mí y me preguntó: "¿Qué edad tiene? ¿Cuál es su nivel máximo de estudios? ¿Cuándo se jubiló?".

No pude responder a ninguna de estas preguntas. Sin más, me ingresaron en el hospital.

Mi hijo me aseguró: "Solo te quedarás uno o dos días".

Me pusieron líquido intravenoso, y en mi mente pensé firmemente: "No estoy enferma. La intravenosa no es para mí".

Mi mente estuvo vacía durante los dos primeros días. Solo miraba a mi alrededor, pero no recordaba nada.

Me sentaba en la posición de loto por la noche. Intenté recordar las palabras para enviar pensamientos rectos, pero solo pude recordar la mitad.

Pasé tres días tratando de recordar la frase. En medio de la noche del tercer día, algo como un trozo de tela se levantó de repente del interior de mi cabeza.

Mi cabeza estaba ahora clara como el cristal y lo recordaba todo. El Maestro solucionó el problema.

El cuarto día, mientras meditaba en la posición de loto, mi compañero de habitación de ochenta y cuatro años comentó: "Estás sentada recta como un Buda. Tienes buen aspecto".

Sé que Shifu me estaba dando una pista, así que grité: "¡Shifu, sálvame! Este lugar no es para mí. Debo ir a casa".

Aunque mi mente estaba despejada, mi cuerpo aún no estaba completamente bajo mi control. No daba respuestas razonables cuando los demás me hacían preguntas. Le dije a mi hijo: "Quiero ir a casa. Debo ir a casa".

"Hay dos pruebas más. Podemos irnos a casa una vez que hayan terminado", respondió.

"No le hables a otras personas sobre mí. No es culpa de Dafa", le dije muchas veces.

"Además", agregué: "he estado practicando Falun Dafa durante más de veinte años, y ahora tengo 72 años. Dafa ha traído prosperidad a nuestra familia".

"Durante los últimos veinte años, he estado sana y no he necesitado tomar ni una sola píldora. El hospital es para la gente común, no para los practicantes de Dafa".

Mi hijo y yo lloramos. Al final, me dijo: "Mamá, te creo. Te llevaré a casa después del trabajo".

Salió otro resultado de una prueba que sugería que tenía un problema de corazón. El médico me preguntó si tenía alguna molestia en el corazón.

Todo esto es una ilusión, pensé. Le dije: "No estoy enferma y quiero irme a casa".

El médico se negó, pero yo insistí. Mi hermano llamó a mi hijo: "Tu madre quiere salir del hospital... El médico ha dicho que tiene un problema de corazón y no puede irse del hospital".

Le supliqué a Shifu que debía salir del hospital. Pedí que me dieran el alta.

"¿Y si te pasa algo?", el médico dijo: "...no me culpes, estarás de regreso en dos semanas".

"No se preocupe", le dije, "no volveré nunca". Y así me fui a casa.

En casa, mi corazón empezó a acelerarse. Mi cuerpo estaba empapado de sudor cada vez que me movía.

Me sentía completamente cansada y no podía estar de pie cuando hacía los ejercicios. Sin embargo, terminé los ejercicios sin importar lo incómoda que estaba.

Hice lo que debía hacer, negándome a seguir la ilusión de la enfermedad. Al mismo tiempo, miré dentro de mí para encontrar la razón del yeli de enfermedad.

Encontré apegos a querer validarme, miedo, buscar errores en otras personas, celos, etc.

Recitaba Lunyu antes de dormir y repetía: "¡Falun Dafa es bueno! Verdad- Benevolencia-Tolerancia es bueno" cuando me costaba conciliar el sueño. El Fa llenaba mi mente.

Un practicante de nuestro grupo de estudio me preguntó: "Hermana, ¿por qué has perdido peso últimamente?". "No es nada", respondí.

Cuando leíamos el Fa en voz alta, me esforzaba por concentrarme y leía despacio para no cometer errores. Otra practicante dijo que mi expresión sonaba rígida.

Riéndome de su comentario, pensé: "Tengo el control de mi propio cuerpo. Nadie puede cambiar eso". Ni siquiera permitiría que la ilusión apareciera frente a mí.

Además de enviar pensamientos rectos cuatro veces con practicantes de todo el mundo, envié pensamientos rectos siempre que tenía tiempo.

Las mañanas son para el estudio del Fa. Por las tardes, salgo a difundir la verdad sobre la persecución a Falun Dafa.

Una vez, puse setenta calendarios de mesa en un pequeño carrito. El carro era tan pesado que no pude cargarlo en el autobús.

Sintiéndome impotente, rogué a Shifu que me ayudara. De repente, tuve fuerzas para subir el carro al autobús.

Tardé unos tres días en repartir un carro lleno de calendarios. Luego recogía más y repetía.

Persistí, aunque seguía sintiendo el cuerpo incómodo, ya que me sentía feliz en el corazón. Para cuando distribuí todos los calendarios, me había recuperado por completo.

Este yeli de enfermedad me ayudó a entender que, como practicantes de Dafa, tenemos que tener fe en el Maestro y en Dafa, sumergirnos en el Fa, mejorar nuestra cultivación y hacer bien las tres cosas. Solo entonces podemos romper la interferencia de las viejas fuerzas y salvar a los seres conscientes.

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