(Minghui.org) Durante el brote del virus de Wuhan, se ordenó el cierre de nuestra región. Lo cual hizo que se cerraran comunidades, subdivisiones e incluso algunas carreteras; y tampoco se permitieron reuniones de amigos y familiares. El cierre trajo muchas dificultades para nuestros practicantes, los cuales querían hablar con la gente sobre Falun Gong y la persecución. A pesar de ello, nuestros practicantes discutieron la situación, se coordinaron entre ellos y lograron desplazarse en motocicletas a las zonas rurales, donde distribuyeron folletos sobre Falun Gong si el pueblo no estaba bloqueado, y colgaron pancartas y carteles por todo el pueblo si el pueblo estaba bloqueado.

Hay varias docenas de edificios en la comunidad donde vivo. Los residentes no podían ir a trabajar y se quedaban en casa. Pensé: "¡Deben estar esperando una receta para salvar la vida!".

Antes del cierre, con la excusa de que esta comunidad había recibido antes materiales que hablaban de Falun Gong y de la persecución, y con la mentalidad de autoprotección, nuestros practicantes habían evitado distribuir materiales en esta comunidad. Pensé: "¿Nuestros practicantes viven en la misma comunidad, en las mismas subdivisiones o en el mismo edificio con la gente común solo con el propósito de hacer una vida normal? La gente común puede vivir con los practicantes de Dafa; ¿no es un arreglo predestinado para que se les ofrezca la salvación? Debemos cumplir nuestra misión; debemos dejar de lado nuestro egoísmo para salvar a más personas".

Unos días después, un practicante vino a mi casa y me dijo: "Me quedan dos cajas de volantes y no puedo distribuirlos. ¿Puedo dárselos a usted?". Mi mujer (también practicante) y yo aceptamos. Pero, cuando me trajeron los volantes a casa, eran muchas cajas, muchas más de dos cajas y tuve la sensación de que no teníamos sitio para guardarlos. Sin embargo, los aceptamos a todos sin vacilar, y agradecimos al Maestro el arreglo.

Mi mujer y yo distribuimos los folletos en un edificio tras otro en la comunidad. Mientras los distribuíamos, nos vinieron a la mente algunos pensamientos comunes. Suprimimos y eliminamos estos pensamientos comunes con pensamientos rectos. Por ejemplo, me encontré con una persona fumando en la puerta de su casa mientras distribuía los volantes, tuve el pensamiento de que estaba esperando el material y lo saludé. Me preguntó: "¿Qué estás haciendo?". Le dije: "Le estoy dando una receta para evitar la peste". Aceptó el folleto con alegría y me dio las gracias, y enseguida volvió a su casa. También hubo personas que me abrieron la puerta cuando estaba repartiendo los volantes en sus puertas, y me preguntaron: "¿Qué estás repartiendo?". Me mantuve en mis pensamientos rectos y dije: "Estoy entregando bendiciones". Tomaron los folletos y me dieron las gracias. En una ocasión, una persona me persiguió y gritó: "¿Qué estás haciendo?". Le dije: "Estoy repartiendo seguridad y paz". Me dijo: "¡Dame uno!".

En otra ocasión, después de las 11 de la noche, cuando acababa de llegar al último piso del edificio, entró alguien en el edificio. Había pensado que empezaría a distribuir después de que esta persona entrara en su vivienda. Sin embargo, la misma subió hasta el último piso. Manteniendo pensamientos rectos, le saludé. Preguntó: "¿Es usted...?". Antes de que terminara su pregunta, le dije: "Le entrego una receta para su paz y bienestar". Tomó felizmente una copia y me dio las gracias. Luego continué distribuyendo los volantes piso por piso.

Había muchas cámaras de vigilancia y guardias en las comunidades. Enviamos pensamientos rectos para rechazar la vigilancia y afrontamos la situación con sabiduría. Por ejemplo, a menudo dedicábamos más tiempo a distribuir folletos cuando llovía. Distribuimos los materiales en casi todos los edificios de la comunidad, excepto en los que tenían las puertas de entrada bloqueada.

Escapando de una situación peligrosa

La noche después de terminar de distribuir volantes, tuve un sueño que recuerdo claramente. En el sueño vivía con mucha gente común en una enorme casa tipo cobertizo. Descubrí que la casa estaba en peligro y a punto de derrumbarse, entonces corrí por la casa y grité a la gente con ansiedad: "¡Salgan de la casa! La casa es peligrosa y está a punto de derrumbarse". Sin embargo, la gente se rió de mí y dijo: "La casa está bien, no pasará nada". Algunas personas miraron, pero nadie salió. Salí corriendo solo y sin dejar de gritar: " ¡Salgan! ¡La casa se va a caer! Es peligroso".

Luego, la gente salió una tras otra y todos vimos cómo la casa se derrumbaba lentamente. La gente se alegró de haber sobrevivido a la catástrofe. Incluso los animalitos corrían felices.

Después de despertarme del sueño, volví a reproducirlo en mi mente; no dejaba de pensar: "Era tan real, ¿es solo un sueño?". Mi mente se llenó de gratitud hacia el Maestro y de alivio tras un deseo cumplido, el sentimiento era realmente indescriptible. Todo lo que hemos logrado no habría ocurrido sin la guía, el fortalecimiento y la protección del Maestro. Cuando tenemos pensamientos rectos y ofrecemos la salvación a la gente con un corazón sincero, el Maestro nos ayudará y los milagros ocurrirán.

Sin embargo, mi miedo y mi pereza han provocado a veces pérdidas en lugar de salvar vidas. Con el tiempo limitado que me queda, estudiaré el Fa con más diligencia, desecharé los apegos, mantendré pensamientos rectos y me esforzaré por salvar a más personas.

***

Todos los artículos, gráficos u otros contenidos publicados en Minghui.org están protegidos por derechos de autor. Al reimprimir y redistribuir el contenido para uso no comercial, se pide indicar el título del artículo y su enlace original.