(Minghui.org) Me denunciaron a la policía por practicar Falun Dafa hace 11 años. Siete policías me arrestaron cuando iba a trabajar y me retuvieron en un centro de detención del condado.

Había más de 10 reclusos en la celda y su actitud hacia mí fue terrible. Al principio, los agentes de la división de seguridad doméstica me interrogaban todos los días, así que no tenía mucho tiempo para hablar con los demás reclusos.

Dos meses después, tuve más tiempo en la celda, así que pude contarles a los reclusos uno por uno la verdad sobre Falun Dafa. La mayoría de ellos no tuvo problemas para aceptar la verdad y su actitud hacia mí mejoró.

Ser una buena persona

Cuando era fácil hacer el trabajo, como doblar bolsas de plástico, a menudo les contaba a los presos historias que les gustaban escuchar. A veces, me pedían específicamente que les contara historias. Entonces les hablaba de los 5.000 años de cultura divina de China y les contaba antiguas historias de cultivación. Esto les ayudó a ver más allá del ateísmo del partido comunista chino (PCCh) y a replantearse la teoría de la evolución.

También les expliqué cómo Falun Dafa ha beneficiado a sus practicantes y a la sociedad en general y cómo el exlíder del PCCh, Jiang Zemin, inició una persecución a Falun Dafa, temiendo la enorme popularidad de la práctica. También aprendieron que Falun Dafa se practicaba en muchos países con testimonios de algunos practicantes occidentales. Varios de ellos comprendieron realmente que Falun Dafa es bueno y que los practicantes son buenas personas. También mostraron un profundo respeto al Maestro Li por haber presentado la práctica al público.

Esta era una celda de paso, entraba y salía gente todo el tiempo. Los recién llegados entraban una vez cada cuatro o cinco días, mientras que alguien salía cada pocos días. Siempre intentaba hablarle sobre Falun Dafa a todos los que entraban. Más del 80 por ciento de ellos aceptaron renunciar al PCCh y a sus organizaciones juveniles después de saber cómo el régimen ha estado reprimiendo a personas inocentes, incluidos los practicantes de Falun Dafa.

Debido a mis conocimientos de derecho, en ocasiones ayudé a los reclusos de la celda a diligenciar el papeleo para presentar demandas. Ayudé a dos hombres que parecían haber sido perjudicados a redactar recursos, y ambos tuvieron éxito. En el caso del joven condenado inicialmente a tres años, el tribunal de apelación revocó el veredicto y lo liberaron. El otro era un campesino que había sido condenado a cuatro años de prisión. Tres días después de presentar el documento de apelación que redacté, el tribunal le anuló la pena de cárcel y solo le impuso una multa de 20.000 yuanes.

Estos dos incidentes también me permitieron ganar el respeto y la admiración de los demás reclusos de la celda. Uno de ellos era un joven detenido por robar gasolina. Su padre había fallecido cuando él era muy joven. Me consideraba una figura paterna y muchas veces me pidió que fuera su padrino. También quería que oficiara su boda cuando se casara.

Los presos aprendieron de mí lo terrible que es el PCCh. A menudo contaban chistes para burlarse de los funcionarios corruptos del PCCh.

Como insistí en que era inocente, que solo expresaba mi libertad de creencia, y me negué a admitir que había hecho algo malo al practicar Falun Dafa, los guardias no pudieron hacer nada en contra mío. Cuatro meses más tarde, enviaron a la celda a un espía encubierto para intentar reunir "pruebas" sobre mí. Este espía dijo que era un practicante. Después de hablar con él durante menos de 20 minutos, supe que era un espía, pero me mantuve en silencio.

Después de tres días, todos en la celda sabían que estaba allí para espiarme. A veces, lo llamaban mientras lo esposaban como si fuera un interrogatorio. De hecho, en ese momento los policías lo invitaban a comer con ellos. Una vez, al pasar por la sala de interrogatorios, pude ver a través de la puerta ligeramente abierta que el espía estaba comiendo con los agentes y que había varios platos en la mesa. Cuando no estaba cerca, otros reclusos me recordaban que no me dejara engañar.

Esa persona se marchó en una semana y nunca regresó. También me sentí aliviado porque le había explicado la verdad sobre Falun Dafa y sabría qué hacer.

Un coro en la celda

Durante un tiempo, el trabajo fue intenso. Teníamos que trabajar hasta altas horas de la noche y a veces hasta la mañana. Para mantenernos despiertos, una persona sugirió que nos turnáramos para cantar canciones. Todos estuvieron de acuerdo.

No soy un buen cantante y a menudo desafino. Probablemente podría cantar con un grupo, pero no solo. Cuando llegó mi turno de cantar, lo expliqué y esperé que me aceptaran. Pero no funcionó y nadie cedió.

Al pensar en los practicantes que habían sacrificado tanto —incluso sus vidas— para validar el Fa y salvar a la gente, supe que esto no era nada comparado con eso. Además, esta era una oportunidad para salvar a la gente. Así que canté "Falun Dafa hao". Para ser honesto, básicamente grité cada frase. Para mi sorpresa, a todos les gustó. Me dieron un largo aplauso y me pidieron otra.

Les dije que no, pero siguieron aplaudiendo y fueron insistentes. Entonces recordé que también conocía otra canción, así que empecé:

Sálvense (De Du)

Hemos caído en este laberinto

Desamparados, perdidos, no podemos encontrar el camino

Buscando miles de años

Un día reaparece el Maestro

Sálvense, sálvense

Por favor, no pierdan esta oportunidad de nuevo

Esta vez, intenté decir cada palabra con claridad y con voz suave. Probablemente conmovidos por la maravillosa letra, aplaudieron sinceramente y gritaron: "¡Hermoso! Hermoso!".

"¡La letra es realmente excelente!", dijo el propietario de una pequeña empresa de publicidad.

Entonces me pidieron que les enseñara las dos canciones. Esto era algo sin precedentes: no importaba quién hubiera cantado antes, nadie había querido aprender a cantar sus canciones.

Esto me conmovió y me di cuenta que sería una gran manera de que se conectaran con Dafa. Así que me esforcé al máximo y les enseñé la letra línea por línea. Después de practicar durante dos noches, mis 17 compañeros de celda, excepto uno (el jefe de celda que quería evitar problemas), se aprendieron las dos canciones.

La tercera noche, les pedimos a todos que cantaran las canciones individualmente para ver si las sabían. Luego, los 16 cantamos juntos: "Falun Dafa hao (es bueno), Falun Dafa hao...". Fuerte y claro, nuestras voces viajaron lejos...

Cada uno de nosotros estaba feliz y emocionado. Durante esa semana, casi todas las noches, teníamos una media hora de coro en la que cantábamos "Falun Dafa hao". Los presos de otras celdas también nos escuchaban y aplaudían.

Curiosamente, los guardias no nos detuvieron. Al pasar, se limitaron a sonreír y a seguían caminando. Parecía que muchos de ellos también sabían que Dafa es bueno.

Han pasado más de 10 años, pero todavía me emociona ese recuerdo. Creo que la canción "Falun Dafa hao" vivirá para siempre.

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