(Minghui.org) He tenido una vida dura desde que era una niña. Mi madre falleció cuando tenía seis años. Mi madrastra decidió casarme en cuanto cumplí 18 años con un hombre que también era huérfano. Era muy pobre y tenía muy mal carácter, me pegaba y me insultaba siempre que quería.

Empecé a practicar Falun Dafa en otoño de 1997. Cuando el partido comunista chino lanzó la persecución contra Falun Dafa en 1999, dejé de practicar durante cinco años.

Durante ese tiempo, me ocurrió algo que nunca olvidaré.

Una vez compré un pequeño molino de piedra para moler soja sin preguntar a mi marido. Se puso furioso porque me gasté el dinero sin su permiso. Después de maldecirme y romper todo lo que se podía romper en la casa, me dijo con desprecio: "Hay un cuchillo, un lago, un pozo, una cuerda y un veneno. Elige cómo quieres morir".

Me enfadé tanto que me tiré a un estanque cercano a nuestro pueblo. El estanque tenía varios metros de profundidad. Pero lo extraño era que, por mucho que lo intentara, no podía hacer que me hundiera.

Una voz me decía: "No puedes morir, no puedes morir". Entonces, como si alguien me empujara, y flote hacia el borde del estanque.

Más tarde, se lo conté a mi hija. Mi hija es practicante de Falun Dafa y me dijo: "El Maestro te está cuidando. Te ha salvado".

En 2005, volví a la cultivación. Esta vez, sentí profundamente la magnanimidad y la compasión del Maestro. El Maestro nunca me abandonó cuando perdí el rumbo. Me dio una segunda oportunidad en la vida.

Mi marido falleció en 2014. Después me mudé con la familia de mi hija.

Como no había tratado la cultivación con la debida seriedad, mi presión arterial seguía siendo alta. Mi hijo me compró una gran bolsa de medicamentos para la presión arterial.

Estudiando el Fa y hablando con mi hija, empecé a tener una mejor comprensión de la cultivación.

El Maestro dijo:

"Nosotros enfatizamos un punto: si no puedes dejar ese corazón, si no puedes dejar esa enfermedad, no podemos hacer nada, somos incapaces de ayudarte". (Primera Lección, Zhuan Falun)

Decidí dejar de lado mi apego a la curación de mis enfermedades. Mi presión arterial volvió a la normalidad sin necesidad de tomar medicamentos. Mi eczema, mis problemas de estómago y mi estreñimiento también desaparecieron. No hay palabras para expresar mi gratitud hacia al Maestro.

A continuación, seguí las expectativas del Maestro de hacer las tres cosas que se supone que deben hacer los practicantes.

Aclarar la verdad sobre Falun Dafa a mi hijo era lo primero de mi lista. Él es un funcionario del gobierno y era miembro del partido comunista chino (PCCh) en ese momento. Se negó a escuchar cuando intenté convencerle de que renunciara a su afiliación al partido.

Una vez le saqué el tema mientras conducía. Me dijo: "¡Te sacaré del coche si no paras de hablar!". Después me dijo que no volviera a mencionarle nada sobre la renuncia al PCCh.

Unos años más tarde, en el invierno de 2017, me vino de repente la idea de que debía salvarlo. Como no me permitía hablar con él, decidí escribirle una carta.

Solo había ido a la escuela durante medio año. Pero la compasión del Maestro y el poder de Dafa me ayudaron. Así pude leer todos los libros de Dafa y los artículos de otros practicantes que compartían sus experiencias. Sin embargo, escribir una carta no era lo mismo. Me resultaba difícil escribir los caracteres chinos. Tarde a escribir la carta a mi hijo un par de semanas. A veces se me caían las de lágrimas cuando la escribía, porque estaba abrumada por la compasión.

La familia de mi hijo vino a celebrar el año nuevo con en nuestra familia. Cuando todos levantaron sus copas para brindar, mi hijo dijo de repente: "Mamá, quiero renunciar al PCCh. No soy estúpido".

Me alegré y a la vez me sorprendí. El esfuerzo que hice para escribir la carta no fue en vano. De hecho, aún no había leído mi carta cuando declaró su intención.

Después de la cena, le mostré la carta. La leyó y me señaló algunos caracteres que había escrito mal. Le dije: "¡Renunciar al PCCh te mantendrá a salvo!".

"¡Sí, para estar a salvo!", respondió.

El destino de mi hijo cambió para bien. Unos meses después de renunciar al PCCh, tuvo una hemorragia cerebral y estuvo inconsciente durante tres días.

Las personas en su situación son consideradas muy afortunadas si llegan a despertarse. Muchos acaban viviendo con discapacidades. Mi hijo no solo no quedó con secuelas, sino que pudo recuperarse por completo.

No supe nada sobre esto hasta que se recuperó. No quería que me preocupara, así que no me lo dijo. Me quedé tranquila cuando mi hija me contó lo que había sucedido. Sabía que había recibido bendiciones porque había renunciado al PCCh. El Maestro lo salvó.

Sabía que tenía que hacer las tres cosas aún mejor que antes y que no debía decepcionar al Maestro.

Debido al lugar donde vivo, la única oportunidad que tengo de hablar a otras personas sobre Falun Dafa es en nuestro mercado semanal.

Aclarar la verdad a la gente es un proceso de cultivación en sí mismo. Algunos se negaron a escuchar, otros me insultaron, algunos me amenazaron con denunciarme y otros me dijeron que me apartara de su vista. Cuando eso ocurrió, me acordé de buscar en mi interior las deficiencias para hacerlo mejor. En mi mente, también le dije al Maestro que no me rendiría, que quería salvar a la gente sin importar qué.

También hay personas que denuncian voluntariamente al PCCh. Me lo agradecían mucho y algunos incluso querían darme dinero. Yo les daba las gracias y les decía que los practicantes de Falun Dafa somos todos voluntarios.

Muchas personas comentaban lo joven que parecía. Tengo 81 años, pero me han dicho que parecía a alguien de 60 años de edad. Como me asimilé al Fa, mi cuerpo experimentó cambios positivos.

Al final de cada día de mercado, tenía una lista de personas que querían renunciar a su afiliación al PCCh.

Pero todavía no estoy haciendo lo suficiente. Muchos de mis apegos y nociones deben ser eliminados. Hay muchas personas preciosas que aún deben ser salvadas. Shifu se preocupa por mí. Seré diligente y estaré a la altura de las expectativas del Maestro.

Gracias, Maestro. Gracias, compañeros practicantes.