(Minghui.org) Tengo 85 años. Antes de empezar a cultivarme en Falun Dafa, me encontraba al borde de la muerte. Estaba llena de enfermedades, me sentía débil y abatida, notaba una presión en el pecho y tenía que descansar dos o tres veces para preparar la comida.

Mi nuera comenzó a practicar Falun Dafa antes que yo. En 1997 ella me dijo: "Madre, ¿por qué no intenta hacer los ejercicios?", pero no lo tomé en serio. Unos meses después, ella me dijo: “Le he traído el libro de Dafa. Por favor, léalo y luego piense en esta práctica de cultivación".

Me senté y abrí Zhuan Falun una mañana después de que mis hijos se fueran a trabajar. La luz dorada deslumbró mis ojos. Me quedé atónita y comencé a llorar. Sostuve el libro contra mi pecho y lloré en mi interior, pensando: “Maestro, es un libro tan maravilloso. Lo habría leído antes si lo hubiera sabido. Es un libro sagrado". Le pedí ayuda al Maestro porque era analfabeta. "Lo seguiré toda mi vida".

Solo había asistido a la escuela nocturna durante unos días y aprendí solo algunas palabras; ni siquiera sabía escribir mi nombre correctamente. Al principio, solo podía leer unas pocas palabras en el libro, pero aprendí más a medida que leía. Lentamente, pude leer casi todo Zhuan Falun. Sabía que era Shifu quien me estaba enseñando. Podía leer el libro en el grupo de estudio, aunque un poco más lento. Ahora puedo leer todos los libros de Dafa.

Limpiando mi cuerpo

El Maestro limpió mi cuerpo justo cuando comencé a cultivarme. Defequé cosas negras durante cuatro días seguidos, y mi vientre quedó plano desde entonces. Me recuperé de todas mis enfermedades y ya no tenía los dolores que me habían molestado durante toda mi vida. Doy gracias al Maestro y no puedo describir mi gratitud con palabras.

Este año me empezó a doler la espalda de repente. Era la primera vez en todos estos años. Hace tres meses, me agaché e intenté de levantarme cuando de repente me vino un fuerte dolor en la espalda. Tuve que quedarme agachada y apoyarme en la pared para moverme poco a poco. Llamé a mi nuera y le dije que no podía ir a su casa como le había prometido, pero no le dije por qué, para que no se preocupara.

No podía enderezar mi espalda y me tenía que acostar un rato después de estudiar el Fa. Al principio no podía terminar una lectura al día, pero gradualmente pude, y luego leía dos lecturas al día. Solamente meditaba ya que no podía hacer los ejercicios de pie en absoluto. Pensé: “Soy una cultivadora; El Maestro me está cuidando, no tengo nada que temer, esto pasará".

Mi segundo hijo vive cerca y me visita a menudo. Cuando me vio encorvada, me preguntó qué me pasaba. Le dije que me dolía la espalda. Me pidió que lo dejara quedarse para cuidarme unos días. Dije que no era necesario. "¿Cómo puedes cocinar?", preguntó. Dije: “No hay problema. Puedo hacerlo". El no pudo convencerme de que lo dejara quedarse y se fue, pero me traía cosas cada pocos días.

Un cultivador no es una persona común

No me he considerado una persona común desde que comencé a cultivarme. Vivo sola a pesar de mi edad, para no causar problemas a mis hijos. La devoción de mi hijo me recordó que él era ejemplar.

Una practicante veterana que aprendió Dafa antes de 1999 y a quien conocíamos bien, era muy diligente. Pero un día la encontré decaída y le pregunté qué le pasaba. Dijo que estaba enferma. La animé y le dije que mantuviera firme su fe en el Maestro y Dafa y que fuera más diligente en el estudio del Fa. Pero recientemente me enteré que la habían operado y vi a sus hijos llevándola en una silla de ruedas. Le dije que ella era una practicante, que no debía comportarse como una persona común y ser cuidada por sus hijos. Me dijo que no podía valerse sola. Entonces quedó postrada en la cama, y al cabo de un tiempo falleció.

Todos los días le digo al Maestro: "Creo en ti".

Cocinaba las comidas más sencillas. Calentaba una pequeña olla con agua y echaba harina de maíz. Durante dos meses solo tuve harina de maíz para comer. Me trasladé poco a poco a la cocina para cocinar cada día mientras mi espalda se fortalecía.

Un día mi hijo me vio cocinando. Me dijo: "¿Estás bien ahora?". Le dije que sí. Me dijo: "Tu Maestro es realmente poderoso".

Llamé a mi primera nuera y le dije que ya podía ir a su casa. Le conté mi experiencia. Estudié el Fa e hice los ejercicios con compañeros practicantes en su casa. Llevaba dos meses sin hacer los ejercicios de pie, y no podía dejar de temblar cuando sostenía el Falun durante el segundo ejercicio. Los compañeros practicantes me preguntaron si necesitaba descansar, pero yo insistí. Estaba bien cuando hice ese ejercicio al día siguiente.

Descubrimiento

Tuve un gran avance en la casa de mi nuera. Los compañeros practicantes señalaron un error en los movimientos de mis manos al comienzo de la meditación. Me enseñaron durante un día y medio hasta que pude hacerlos correctamente.

Compartiendo con los compañeros practicantes, me di cuenta que no había estado prestando atención a pequeños problemas como dolor de espalda o de piernas, ya que no afectaban mi esclarecimiento de la verdad sobre Dafa. Podía salir a pegar carteles durante un par de horas y volver sin tener dolor de espalda o piernas. Así que descuidé el problema y no presté atención a mejorar mi xinxing, y mucho menos a corregir mis movimientos de ejercicio. Había alterado los movimientos sin darme cuenta. Fue muy peligroso. Gracias al Maestro por iluminarme sobre los movimientos correctos.

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