(Minghui.org) Para quienes no están familiarizados con la reciente historia de China, la campaña antiderechista fue un movimiento político dirigido por Mao Zedong entre 1957 y 1959, que tuvo como objetivo perseguir a cientos de miles de intelectuales. Pero sus consecuencias fueron más allá que el número de víctimas: este marcó el inicio de tragedias posteriores, como la Gran hambruna china (1959-1961) y la Revolución cultural (1966-1976) y básicamente quebró el coraje de los intelectuales —de forma definitiva— para desafiar el gobierno totalitario del partido comunista chino (PCCh).

Sin embargo, 30 años después del colapso de la unión soviética y del bloque comunista de Europa del Este, el comunismo ha tomado fuerza en Estados Unidos.

El término de derechista, tal y como lo define el PCCh, es vago. En general, se refiere a los que se oponen a la izquierda, a los que están a favor del capitalismo y a los que están en contra de la colectivización (también conocida como globalismo en la versión estadounidense actual). Tal debate sería inimaginable en el mundo libre hace décadas, pero desgraciadamente se ha convertido en una realidad.

El 6 de enero de 2021, los socialistas aseguraron su posición en la Casa Blanca. Después de 4 años de esfuerzos para atacar a Trump en un intento de destituirlo, los medios de comunicación de izquierda, los políticos y las corporaciones lograron un punto de apoyo listo para lanzar una campaña anti-Trump después de las elecciones. Para un gran grupo de personas que se preocupan por sus propios intereses, Trump y los valores tradicionales que él defiende son inaceptables. No han perdido el tiempo en tratar de desmontar lo que Trump ha implementado y logrado.

La sociedad estadounidense está desequilibrada. En muchos sentidos, lo que está sucediendo en este momento en Estados Unidos se asemeja a las dolorosas lecciones de la campaña antiderecha que ocurrió en China hace más de 60 años.

Debut del movimiento antiderechista: Revocar títulos

El PCCh se estableció en China hace un siglo, en julio de 1921, como una rama de la internacional comunista, una red controlada por la unión soviética. Sus máximos dirigentes procedían de las principales universidades de Beijing, y abrazaban fervientemente la ideología comunista. Sin embargo, la mayoría de ellos no sobrevivieron a la brutalidad y las luchas internas del PCCh: de los 13 representantes del primer congreso nacional del PCCh, solo dos se presentaron a la ceremonia de creación de la república popular china en 1949; casi todos los demás estaban declarados por el partido como enemigos por diversas razones.

Una situación similar ha ocurrido en Estados Unidos, con un ritmo más lento y de forma no violenta. Bajo la influencia del PCCh, muchas universidades estadounidenses de élite se han convertido en centros de pensamiento y baluartes del socialismo de izquierda. Los datos muestran que Harvard está en la primera opción para que los altos funcionarios del PCCh obtengan algunos títulos para adornarse. Su conexión con el PCCh ha sido tan estrecha que muchos la consideran una escuela central del partido en el extranjero.

Aquí tenemos un ejemplo. Después que 2 renombrados disidentes chinos, Teng Biao y Chen Guangcheng, programaron una charla en Harvard a principios de 2015 para discutir los crímenes del PCCh en términos de derechos humanos, la escuela les pidió que cancelaran la charla porque el director de Harvard acababa de regresar de China después de reunirse con el máximo líder del PCCh, Xi Jinping. Esto se reportó en un artículo de abril de 2020 de The Crimson titulado "El fin del siglo de Harvard".

En solo 6 años, esta cercanía con el comunismo y el socialismo ha escalado a un nuevo nivel. Después de prohibirle a los funcionarios de la administración Trump dar discursos en 2020, algunos estudiantes de Harvard iniciaron una petición en enero de 2021 solicitando revocar los diplomas de 3 funcionarios del gobierno que apoyaron a Trump, incluyendo a la exsecretaria de prensa de la Casa Blanca Kayleigh McEnany, el senador Ted Cruz y el representante Dan Crenshaw.

Estos estudiantes dijeron que los partidarios de Trump se negaron a aceptar el resultado de las elecciones y organizaron sublevaciones. La mayoría de los grandes medios de comunicación no se molestaron en informar el hecho de que un militar retirado había confirmado un análisis de la empresa de reconocimiento facial XRVision, que mostraba que 2 personas que entraron por la fuerza en el Senado eran en realidad miembros de Antifa. Uno de ellos tenía tatuajes que propugnaban el estalinismo. Además, John Sullivan de BLM y Aaron Mostofsky de Antifa estaban entre los responsables de los disturbios en el Capitolio de Estados Unidos.

Ignorando estos hechos, los socialistas han utilizado el incidente del Capitolio del 6 de enero para atacar a Trump y a sus partidarios. Y no se trata solo de Harvard. En enero de este año, tanto la Universidad de Lehigh como el Wagner College anularon el título honorífico que le habían concedido a Trump. Aún no está claro si estas decisiones son legales, pero es posible que no se ajusten a las misiones de estas instituciones. Por ejemplo, hasta la década de 1950 el lema de Wagner era "A Dios solo en lo alto sea la gloria".

Estas tácticas difamatorias han sido habituales por parte del régimen del PCCh. Por ejemplo, los soldados disfrazados de civiles que quemaron vehículos militares durante la masacre de la plaza de Tiananmen en 1989, el incidente escenificado de autoinmolación de Tianmen para inculpar a Falun Dafa en 2001, y los mafiosos pro-PCCh de Hong Kong que irrumpieron en la oficina de enlace de Beijing.

Represalias contra los partidarios de Trump

Cuando reprimió a los intelectuales en la campaña antiderechista, Mao se negó a llamarlo un complot secreto. Fue una "conspiración abierta" (yang mo), aclaró. Más específicamente, Mao primero recibió diferentes opiniones de los intelectuales (con el famoso lema de "Que florezcan cien flores y contiendan cien escuelas de pensamiento"), y luego realizó una persecución abierta a los que se atrevieron a decir lo que pensaban. Esto se explica en "Conspiración abierta: la historia completa de la campaña antiderechista del partido comunista chino", de Ding Shu.

Las represalias son más directas en esta edición americana. Por tratar de conseguir unas elecciones justas, abogados como Sidney Powell y Lin Wood recibieron múltiples amenazas de muerte. Emily Murphy, jefa de la Administración de Servicios Generales (GSA), también recibió amenazas hacia ella, su familia e incluso a su mascota por seguir el procedimiento legal de la transición.

No se trata de acontecimientos aleatorios. La congresista progresista Alexandria Ocasio-Cortez (AOC) propuso explícitamente poner en una lista negra a los partidarios de Trump. "¿Alguien está archivando a estos aduladores de Trump para cuando intenten minimizar o negar su complicidad en el futuro?", escribió el 8 de enero. "Preveo una probabilidad razonable de muchos Tuits, escritos y fotos borrados en el futuro".

Cuando el PCCh tomó el poder en 1949, afirmó que promovería en gran medida la democracia y la libertad, pero después de consolidar su poder, el PCCh tomó la dirección contraria. Una situación similar ocurrió con los socialistas en Estados Unidos, que comenzaron con la libertad de expresión. Sin embargo, mucho antes del 20 de enero de 2021, Powell, Wood y Trump fueron silenciados por las corporaciones de alta tecnología. La nueva ola de impugnaciones que lleva a cabo la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, también comparte semejanzas con la crueldad del comunismo.

La censura no se ha detenido ahí. A petición de los funcionarios de Washington D. C., la Guardia Nacional de Estados Unidos colaboró con el Servicio Secreto y el FBI para realizar una verificación de antecedentes de todos los 25.000 miembros del servicio antes de la ceremonia de investidura del 20 de enero.

La Guardia Nacional realizó comprobaciones adicionales de los antecedentes de sus guardias antes de la toma de posesión de Joe Biden, en un intento de eliminar a posibles extremistas.

La medida se tomó después del incidente del 6 de enero en el Capitolio, en el que un cabo de la Guardia Nacional de Virginia, Jacob Fracker, fue uno de los varios miembros de las fuerzas del orden detenidos por el incidente.

El portavoz de la Guardia Nacional, el mayor Matt Murphy, de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, dijo a Insider que la rama de reserva estaba trabajando con el Servicio Secreto y el FBI para determinar "qué miembros del servicio que apoyan el evento nacional de seguridad especial para la Inauguración requieren una investigación de antecedentes adicional". "Censura política" y "poder procedente del cañón de una pistola", términos que en su día fueron utilizados exclusivamente por el régimen comunista, encontraron aquí su lugar.

Medios de comunicación y negocios

Poco después de la toma de posesión, Biden sustituyó cargos clave en los medios de comunicación, como el director general de la Agencia de Estados Unidos para Medios de Comunicación Globales (USAGM), el jefe y el subjefe de la Voz de América (VOA), el director de Radio Free Asia y el jefe de la oficina de difusión de Cuba. Todos los funcionarios destituidos eran partidarios de Trump o se mantenían firmes contra el PCCh. Con un presupuesto de más de 200 millones de dólares al año, la VOA se ha convertido gradualmente en un portavoz del PCCh en los últimos años. Trump tardó casi cuatro años en reemplazar a los directivos de la VOA en nombre del mundo libre. Biden lo revirtió en dos días. Robert Reilly, jefe de la VOA, fue retirado a la fuerza de su oficina por dos oficiales de seguridad.

De manera similar a los medios de comunicación y a los funcionarios de estado profundo, las corporaciones y empresas de alta tecnología también comenzaron el proceso de represalias, o de presionar a la gente en contra de Trump.

Varias plataformas de redes sociales bloquearon las cuentas de Trump, incluyendo Twitter, Facebook, Instagram y YouTube. Google, Apple y Amazon suspendieron el servicio de Parler, una aplicación utilizada por los partidarios de Trump. La empresa de comercio electrónico Shopify retiró de su plataforma las tiendas pertenecientes a la organización y la campaña de Trump. El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, anunció que pondrá fin a todos los contratos que la ciudad tiene con Trump. La empresa inmobiliaria comercial Cushman & Wakefield cortó sus vínculos con la organización Trump. La Asociación de Golfistas Profesionales (PGA) de América canceló su campeonato de 2022 programado en Trump Nation de Nueva Jersey.

Varios bancos se unieron. Deutsche Bank, Signature Bank, Bank United y Professional Bank cerraron la cuenta de Trump y terminaron sus relaciones comerciales con él. Empresas multinacionales como JP Morgan Chase, Citibank y AT&T anunciaron el cese de las donaciones políticas a los congresistas estadounidenses que pedían una elección justa. Un medio de comunicación de gran alcance pidió que se unieran esfuerzos en las grandes corporaciones para prohibir el empleo a los integrantes del equipo de Trump y sus partidarios.

La historia se repite

Esta serie de acontecimientos puede parecer abrumadora, pero todos estos ocurrieron antes en la unión soviética y en la China comunista. En ambos regímenes comunistas, a medida que se lanzaban más movimientos políticos, todos acababan siendo víctimas del régimen totalitario.

Varios meses después de la revolución de octubre de 1917, el zar Nicolás II y su familia de 10 personas fueron ejecutados por los bolcheviques en julio de 1918. A sus cuerpos les rociaron ácido sulfúrico y los quemaron con gasolina. Los conflictos internos también fueron despiadados. Cuando Vladimir Lenin estaba enfermo, José Stalin, Lev Kámenev y Grigori Zinóviev formaron el equipo de liderazgo superior. Stalin destituyó a León Trotsky de su cargo y atacó a sus partidarios. Tras expulsar a Trotsky en 1929, lo asesinó por medio de agentes secretos en 1940.

Esta herencia continuó en China. Aunque el PCCh se autoproclamaba como un firme defensor de la democracia, durante la campaña para suprimir los contrarrevolucionarios, entre 1950 y 1951, asesinó a unos 5 millones de personas del gobierno del Kuomintang (KMT). A través del movimiento antiderechista del gran salto adelante, la revolución cultural y la masacre de la plaza de Tiananmen, el PCCh ha reprimido al pueblo económica, ideológica, cultural y políticamente.

Cuando comenzó la persecución a Falun Dafa en 1999, las tácticas del PCCh ya habían alcanzado un nivel sin precedentes. A pesar de que Falun Dafa es una práctica pacífica de mente y cuerpo que se basa en los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, el exlíder Jiang Zemin estableció una política para "denigrar la reputación de los practicantes de Falun Dafa, llevarlos a la bancarrota financiera y destruirlos físicamente".

Mediante la vigilancia de última generación y el big data, el PCCh ha extendido la persecución a los practicantes de Falun Dafa hacia todos los aspectos de su vida, incluyendo su trabajo, su vida, sus compras y sus viajes. Debido a su fe, tanto los practicantes como sus familiares corren el riesgo de perder su empleo y de que sus hijos sean expulsados de la escuela. Además, una gran cantidad de practicantes han sido detenidos y encarcelados por su creencia, y han sufrido torturas físicas y abusos mentales y psiquiátricos.

El 1 de mayo de 2015, el tribunal supremo de China anunció que "archivaría todos los casos y aceptaría todos los litigios". A partir de ese momento, más de 200.000 practicantes presentaron denuncias penales ante la procuraduría suprema y el tribunal supremo contra Jiang por poner en marcha la represión a Falun Dafa. Sin embargo, los funcionarios remitieron ilegalmente decenas de miles de casos a las autoridades locales, lo que hizo que muchos practicantes fueran detenidos y acosados. Algunos fueron condenados a prisión o murieron como consecuencia de las torturas.

Iniciativas de la Casa Blanca: Desviación de los valores americanos y tradicionales

Horas después de tomar posesión del cargo, el 20 de enero, Biden emitió 17 órdenes ejecutivas y memorandos. Uno de ellos revocó el permiso para el oleoducto Keystone XL, que conllevaría la pérdida de 70.000 puestos de trabajo estadounidenses.

Al igual que otras organizaciones internacionales, la OMS ha sido fuertemente infiltrada por el PCCh, como lo demuestra su mala gestión de la pandemia de coronavirus del año pasado. A pesar de que le cuesta unos 500 millones de dólares del dinero de los contribuyentes cada año, ayudó al PCCh a encubrir la enfermedad, permitiendo que se extendiera rápidamente a todo el mundo. Trump retiró a Estados Unidos de la OMS. Sin embargo, el 20 de enero, Biden anunció que Estados Unidos se reincorporará a la OMS y Anthony Fauci, su principal asesor médico, será el jefe de la delegación estadounidense en el consejo ejecutivo de la OMS.

Otra orden ejecutiva canceló la prohibición de Trump a equipos extranjeros que impongan amenazas a la seguridad nacional a través del corte de la electricidad. Un artículo anterior del Wall Street Journal reveló que una evaluación de seguridad nacional mostró que China y Rusia tenían la capacidad de detener temporalmente el funcionamiento de las líneas públicas de electricidad y gas de Estados Unidos. Trump puso en marcha esa prohibición para evitar que esto sucediera.

Para el 21 de enero, el nuevo sitio web del Departamento de Estado de EE. UU. ha eliminado temas sobre la seguridad del 5G, las amenazas de la China comunista, la inmigración ilegal, las amenazas de Irán, la restauración de la democracia en Nicaragua y la crisis en Venezuela.

Otra orden ejecutiva se centra en la prevención de la discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género. Nancy Pelosi también propuso eliminar términos como él, ella, padre, madre, hijo, hija, etc. en la próxima 117.ª sesión del Congreso.

Es probable que el gobierno de Biden presente más medidas para revertir los esfuerzos de Trump en los últimos 4 años.

El momento más oscuro antes del amanecer

Dos días después de la toma de posesión de Biden, la política de America First mantenida por Trump fue revocada por Biden. A cambio, Biden y los socialistas abogaron por el globalismo, el progresismo y el igualitarismo. Con respecto al régimen del PCCh, la administración de Biden revirtió la dura posición de la era de Trump. Es similar a lo que el funcionario del PCCh Di Dongsheng describió, los conflictos entre el gobierno de Estados Unidos se resolverían fácilmente debido a la cercanía entre los dos países. En otras palabras, el espíritu de la libertad y la democracia se ha perdido, y se reemplaza con el dinero, la libertad sexual, la supremacía racial y el terror.

Karl Marx se refirió al comunismo y al socialismo como una ciencia. Pero historiadores como Paul Johnson y Arnold Toynbee lo consideraron infantil y poco práctico. Por desgracia, esto se está confirmando una vez más en EE. UU. Desde el tribunal supremo, el Capitolio y la Casa Blanca, controlados por el estado profundo, hasta Wall Street, las corporaciones de alta tecnología y los medios de comunicación, la gente está ignorando la fe, la libertad y la moralidad. No importa lo buena que pueda parecer una ideología, sin fe, libertad y moralidad, terminaría siendo eliminada por la historia.

Lo que está sucediendo hoy en Estados Unidos también le da a todos la oportunidad de reconocer la naturaleza del PCCh, el comunismo y el socialismo. ¿Cómo queremos exactamente que sea este mundo? Como individuo, ¿cómo podemos contribuir a una sociedad mejor y más sostenible? El proceso puede ser doloroso, pero cuando aprendamos la lección, el mañana será mejor.