(Minghui.org) En la persecución a Falun Gong en China, y entre todo tipo de violaciones de derechos humanos en el mundo moderno, la sustracción forzada de órganos es la atrocidad más grave conocida. Informado por primera vez en 2006, los abogados de derechos humanos se han referido a él como "un mal sin precedentes en este planeta".

En los últimos 14 años, se han recopilado más de 2.000 grabaciones de voz y relatos de testigos, que muestran una atroz cadena de suministro de órganos, con la participación del gobierno comunista, la policía militar y los hospitales de China.

A fines de diciembre de 2020, la Organización Mundial para Investigar la Persecución a Falun Gong (WOIPFG, por sus siglas en inglés) publicó un documento de un testigo que detallaba información sobre los contactos, las instalaciones, el proceso y la descripción de la sustracción de órganos.

El testigo proporcionó la información, incluida una grabación de voz, a WOIPFG a fines de 2016. El testigo permaneció en el anonimato por motivos de seguridad hasta diciembre de 2020, cuando se sintió obligado a revelar su nombre real y lo que sabía sobre el crimen de sustracción de órganos.

Testimonio

El testigo, Lu Shuheng, nació en China en 1950. Tenía una tarjeta de residencia de EE. UU. en 2016 y dirigía un negocio de remodelación de viviendas.

Cuando Lu regresó a Shanghái para visitar a familiares en 2002, su cuñada Zhou Qing y su esposo le pidieron que los ayudara a derivar pacientes estadounidenses a Shanghái para cirugías de trasplante de órganos.

Zhou era directora de obstetricia y ginecología en el hospital de Pudong y más tarde se convirtió en presidenta del hospital Wanping. El esposo de Zhou, Mao Shuping, era subdirector de la Oficina de Reeducación a través del Trabajo de Shanghái (laogai) y más tarde subdirector de la Oficina de Justicia de Shanghái. Tiene una estrecha relación con Wu Zhiming, entonces secretario del partido del Comité de Asuntos Legales y Políticos de Shanghái (PLAC). Wu es sobrino de Jiang Zemin, exlíder del partido comunista chino (PCCh) que lanzó la persecución a Falun Gong en julio de 1999.

La comisión por derivar a un paciente por trasplante de órganos podría ser mucho más alta que la ganancia de remodelar varias casas, le dijo Mao a Lu en una conversación. Cuando Lu preguntó qué tipo de cirugías de trasplante estaban involucradas, Mao respondió: "órganos como riñones, hígados o córneas".

Según investigaciones anteriores de WOIPFG, el Primer Hospital Afiliado de la Universidad Médica de China cobraba 60,000 dólares por trasplantes de riñón, 100,000 dólares por trasplantes de hígado y 150,000 dólares por trasplantes de pulmón y corazón.

Sustracción de órganos a personas vivas

Zhou era un cirujano experimentado, testificó Lu. Pero después de participar en la extracción de órganos de los practicantes de Falun Gong varias veces, se detuvo —las escenas horribles a menudo le traían pesadillas—.

Durante los procedimientos en los que Zhou extraía órganos, las víctimas gritaban de dolor. Lu una vez preguntó por qué Zhou no les daba anestesia. "Hay lugares en los que no se quiere aplicar anestesia", explicó, "especialmente aquellos órganos vulnerables".

Esta forma de extracción de órganos a personas vivas es totalmente diferente a los trasplantes que involucran a donantes de órganos con muerte cerebral, como es generalmente aceptado por la comunidad médica.

Los testimonios de Lu también confirmaron que las víctimas, que fueron atadas cuando fueron empujadas a los quirófanos, eran practicantes de Falun Gong, ya que decían: "¡Falun Dafa es bueno!". Esto indicaba al menos dos cosas: primero, eran practicantes de Falun Gong detenidos, no prisioneros en el corredor de la muerte como el PCCh había afirmado que eran fuentes de órganos hasta el 2015. Segundo, eran personas sanas con mentes claras, no donantes con muerte cerebral.

Una cadena de suministro industrial

Cuando Zhou realizó extracciones de órganos en 2002, no lo hizo en el Hospital Pudong, donde trabajaba sino en el Hospital del Cuerpo de Policía Armada de Shanghái, que no estaba en la lista de instalaciones médicas aprobadas para el trasplante de órganos. Además, en 2004, fue premiado como uno de los "Hospitales modelo en los que la gente puede confiar".

Esto confirmó la profunda participación de los hospitales militares en la sustracción forzada de órganos, incluidos los que no tienen credenciales de trasplante.

Además de los hospitales militares, una pieza fundamental en la cadena de suministro son los lugares donde se detiene a los practicantes de Falun Gong, especialmente los campos de trabajo y las prisiones donde se mantiene a los practicantes durante largos períodos. Tanto los campos de trabajo (que más tarde se abolieron en 2013) como las instalaciones penitenciarias funcionan bajo la oficina de justicia, que supervisa Mao, el esposo de Zhou.

Jiang Zemin se convirtió en el principal líder del PCCh debido a la dura posición que adoptó durante la masacre de la Plaza de Tiananmen en 1989. De manera similar, muchos funcionarios que siguieron de cerca su política de persecución contra Falun Gong fueron ascendidos. Mao fue un ejemplo de ello. Después de ganarse la confianza de Wu, el sobrino de Jiang y jefe de la policía de Shanghái que dirigió la persecución en la zona, Mao tuvo acceso a mucha información interna y se convirtió en cómplice de Jiang y sus seguidores en los delitos de sustracción de órganos.

Para seguir sacando ventaja de la cadena de suministro en beneficio propio, Mao también hizo arreglos para que su esposa extrajera órganos en el Hospital del Cuerpo de Policía Armada de Shanghái. Además, pidió a amigos y parientes como Lu que reclutaran más pacientes de varios lugares, incluyendo los EE. UU.

Los oscuros crímenes del sistema de justicia chino no se limitan a la extracción de órganos. Mao dijo que él y otros funcionarios del sistema de justicia también atendieron las solicitudes de intercambio de prisioneros y el uso de prisioneros para experimentos médicos. Las solicitudes de intercambio de prisioneros vinieron de oficiales superiores en Beijing, quienes específicamente pidieron que los practicantes de Falun Gong detenidos en instalaciones supervisadas por Mao fueran llevados a las instalaciones de Beijing. A cambio, algunos prisioneros que no son practicantes de Falun Gong en Beijing serían enviados a Shanghái.

Después de movimientos políticos como la Revolución Cultural, el PCCh ejecutó a algunos funcionarios de nivel inferior como chivos expiatorios para aliviar la ira pública. Para prepararse para esta eventualidad, Mao dijo que había guardado las hojas de papel que registraban las solicitudes de intercambio de prisioneros y grababa las llamadas telefónicas pertinentes. "He guardado una copia de ellas", dijo.

Amenazas e intimidación

Con el fin de atraer a Lu para que reclute para ellos a los pacientes de trasplantes, Zhou y Mao revelaron la información interna mencionada anteriormente cuando visitó Shanghái en 2002. Después de que la sustracción forzada de órganos por parte del PCCh fuera expuesta por primera vez en 2006, la pareja sintió la presión y amenazó a Lu para guardar silencio.

Otros miembros de la familia también se unieron para silenciar a Lu. El yerno de Zhou le dijo a Lu en 2010 que, si hablaba de la sustracción de órganos, encontraría la manera de que el gobierno estadounidense lo repatriara a China.

"¡De ninguna manera!" Lu respondió.

"Eres demasiado ingenuo. Despacharás equipaje u otros envíos que van a los EE. UU., ¿verdad? Pondremos algo en él", explicó el yerno de Zhou. "Estados Unidos te enviará de vuelta cuando descubran que tienes drogas".

Lu sabía que esta amenaza no era infundada ya que había escuchado historias de este tipo.

En 2013, la cuñada de Lu, que es hermana de Zhou, también advirtió a Lu que no le dijera a otros sobre la sustracción de órganos.

Un llamado a la conciencia

A pesar de los riesgos, Lu decidió exponer el crimen por su verdadero nombre. "No podía aguantar más", explicó. "Dado que sé cómo el PCCh extrae los órganos, necesito hablar".

Este acto de coraje y conciencia ayudará a poner fin a la persecución, la tortura y la sustracción de órganos que los practicantes aún enfrentan.

En los 14 años desde que las atrocidades de la extracción de órganos fueron reportadas públicamente, muchas personas han elegido evitar abordar el tema ya que era demasiado "escandaloso". Pero el mal no deja de existir simplemente porque lo ignoremos. Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Jan Karski contó a los funcionarios estadounidenses, incluidos el presidente de los Estados Unidos Franklin Roosevelt y el juez de la Corte Suprema Felix Frankfurter, su relato de primera mano sobre el Holocausto contra los judíos polacos, la gente lo descartó.

"No puedo creerlo", dijo Frankfurter, que también era judío.

"Félix, no puedes decirle a este hombre a la cara que está mintiendo", dijo el embajador polaco en la escena. "La autoridad de mi gobierno está detrás de él".

"Sr. Embajador, no he dicho que este joven esté mintiendo. He dicho que no puedo creerle", respondió el juez. "Hay una diferencia".

Podríamos haber aprendido de las muchas tragedias bajo los regímenes totalitarios. Aunque los funcionarios del PCCh intentaron ocultar sus crímenes y borrar las pruebas, los esfuerzos de los practicantes de Falun Gong e investigadores independientes han encontrado una enorme cantidad de pruebas para fundamentar la afirmación de la sustracción forzada de órganos.

Se estableció un tribunal popular independiente en Londres para investigar la sustracción forzada de órganos de prisioneros de conciencia en China. El tribunal anunció sus conclusiones el 17 de junio de 2019 y concluyó que el PCCh había estado sustrayendo órganos de practicantes de Falun Gong vivos en China durante muchos años y que este delito aún continuaba.

El tribunal examinó las declaraciones de 29 testigos y 26 expertos en dos audiencias. El conjunto de pruebas incluía tanto a practicantes de Falun Gong a quienes se les habían tomado muestras excesivas de sangre contra su voluntad, como grabaciones de voz de conversaciones telefónicas con altos funcionarios del PCCh, altos oficiales militares, médicos e intermediarios de trasplantes de órganos.

"La conclusión muestra que muchísimas personas han padecido muertes indescriptibles y horribles sin motivo alguno", dijo el presidente del tribunal, Sir Geoffrey Nice, un destacado experto en leyes de derechos humanos.

En 2020, el mundo ha pasado por muchos desafíos, desde la pandemia del coronavirus hasta las elecciones generales de Estados Unidos. Al entrar en el año 2021 con no menos incertidumbres, es más importante que nunca que reflexionemos sobre lo básico: ser buenas personas y seguir nuestra conciencia.

A lo largo de sus miles de años de historia, los chinos siempre creyeron que "el bien es recompensado mientras que el mal es castigado". En Occidente, hay un dicho que dice que "Dios ayuda a los que se ayudan a sí mismos".

Esperamos que más personas, independientemente de donde estén, ya sea en China, América o en cualquier otra parte del mundo, defiendan los principios morales y hablen en contra del régimen totalitario comunista. A pesar de la pandemia y otros caos, seguimos siendo vigilados por lo divino. El futuro de cada persona, incluyendo su salud y seguridad, depende en gran medida de su honestidad e integridad, así como de su elección de hacer lo correcto en este difícil período de tiempo.