(Minghui.org) La Sra. Hu Zhehui, de la ciudad de Panjin, provincia de Liaoning, fue liberada, el 2 de agosto de 2020, tras permanecer 15 años en prisión por practicar Falun Dafa, una disciplina para mejorar el cuerpo y la mente que persigue el régimen comunista chino desde 1999. Durante su reclusión en la cárcel de mujeres de la provincia de Liaoning, sufrió un trato inhumano y se encontró al borde de la muerte a causa de las torturas. Pese a medir un metro y sesenta centímetros, pesaba menos de 40 kg cuando la liberaron.

La Sra. Hu, de 55 años, trabajaba en la Compañía Lujing del campo de petróleo de Liaohe. Comenzó a practicar Falun Dafa, también conocido como Falun Gong, en 1996 y atribuye a esta práctica la curación de muchas de sus enfermedades, entre las que cuenta dolencias cardíacas y una artritis reumatoide. Se esforzó por vivir acorde a los principios de Falun Dafa de "Verdad-Benevolencia-Tolerancia", volviéndose más considerada y altruista. Su transformación positiva obtuvo un amplio reconocimiento entre sus familiares, parientes, amigos, vecinos y compañeros de trabajo.

Arrestada junto a otros practicantes

Después de que el partido comunista chino comenzara a perseguir a Falun Dafa en julio de 1999, se vio obligada a huir de su casa para evitar el acoso de las autoridades. Regresó a su casa para visitar a su hija el 3 de agosto de 2005. Entonces, la policía que la había estado siguiendo, la arrestó.

Los policías la golpearon y la torturaron bajo detención. Cuando se puso en huelga de hambre para protestar por la persecución, los policías la ataron al "lecho de la muerte" durante 39 días y la alimentaron a la fuerza.

Recreación de la tortura: el lecho de muerte

También arrestaron a otros cuatro practicantes el mismo día: el Sr. Xin Minze y su esposa la Sra. Bao Juncen –recién casados–, y los Sres Hou Yunfei y Yang Lixin.

Los oficiales saquearon la casa del Sr. Xin. Confiscaron dinero en efectivo y su nuevo mobiliario. Tanto a él como a su su esposa los golpearon, los ataron a un "lecho de la muerte" y los alimentaron a la fuerza mientras permanecieron detenidos en la prisión de la ciudad de Panjin.

Al Sr. Yang, que habían puesto en libertad condicional por razones médicas previamente tras condenarlo a seis años, lo llevaron de nuevo a la prisión de Dabei en la ciudad de Shenyang, para que cumpliera su condena.

El juicio y la sentencia del tribunal

El tribunal del distrito de Xinglongtai de la ciudad de Panjin juzgó a las Sras. Hu y Bao, y a los Sres. Xin y Hou el 12 de septiembre de 2005. Transportaron a todos al interior de la sala y, más tarde, volvieron a llevárselos al término de la audiencia, porque se encontraban muy débiles a consecuencia de las torturas que habían recibido bajo custodia policial.

La Sra. Hu se desmayó en cierto momento del juicio. Después de recibir tratamiento médico de emergencia, el juicio se reanudó. Al final, la Sra. Hu fue condenada a 15 años, el Sr. Hou a 14 años y el Sr. Xin a 13 años. A la Sra. Bao la condenaron inicialmente a 12 años de prisión, pero más tarde conmutaron su pena, y le impusieron un año en un campo de trabajos forzados.

El Sr. Xin, que cumplía su condena en la prisión de Nanshan de la ciudad de Panjin, fue torturado hasta morir el primero de septiembre de 2006, aproximadamente un año después de haber comenzado a cumplir su condena. Tenía 33 años.

Torturas y malos tratos rutinarios

Después de que llevaran a la Sra. Hu a la prisión de mujeres de la provincia de Liaoning, la alimentaron a la fuerza mientras permanecía atada en el "lecho de la muerte". Cuando su salud mejoró ligeramente, los guardias la obligaron a someterse a un lavado de cerebro, a arrodillarse diariamente y ver vídeos y leer folletos que calumniaban a Falun Dafa. La golpeaban rutinariamente sin permitirle hablar con nadie. Las reclusas a menudo escuchaban sus gritos dolorosos y desgarradores.

Los guardias también instigaron a algunas reclusas para que le robaran la comida que le enviaba su familia. En la víspera del Año Nuevo Chino, le ordenaron a la Sra. Hu que se quedara de pie todo el día. Los guardias también le quitaron la ropa y la dejaron únicamente con su ropa interior para humillarla. Cuando protestó por la persecución, las reclusas asignadas para vigilarla la golpearon y le llenaron la boca de calcetines para evitar que gritara. Cuando aún sangraba por los golpes recibidos, las reclusas la obligaron a limpiar la sangre del suelo.

Algunas reclusas le echaron una vez agua hirviendo en uno de sus brazos. Cuando denunció el hecho al guardia de turno, este afirmó que aquella lesión se había producido antes de que la encarcelaran y la acusó de querer incriminar a las reclusas.

Cuando una reclusa atestiguó que otras habían propinado una paliza a la Sra. Hu, el guardia la abofeteó delante de todas y la regañó. El guardia acabó siendo galardonado por ser un trabajador modelo, lo recompensaron con un premio y lo ascendieron a la oficina 610 de la prisión (una agencia extralegal creada para perseguir a Falun Dafa) que gestiona la persecución en la prisión.

En diciembre de 2010, una reclusa la culpó por asearse con lentitud y le dio una paliza. La Sra. Hu salió corriendo al vestíbulo y protestó en voz alta para denunciar que había sido golpeada por una reclusa. Los guardias la ignoraron. Muchas otras reclusas no se atrevieron a hablar en su nombre.

Hizo una huelga de hambre durante siete días. Los guardias la llevaron al hospital de la prisión para alimentarla a la fuerza al octavo día. Después de alimentarla a la fuerza durante seis días, una de las reclusas que presenció el proceso no pudo reprimir las lágrimas y contó a las demás que la alimentación forzada producía escenas horribles y que la Sra. Hu gritaba constantemente. La devolvieron del hospital a la prisión un mes después. Quedó reducida a un mero esqueleto.

Las reclusas, instigadas y protegidas por los guardias y las autoridades penitenciarias, le echaban agua fría y le propinaban palizas habitualmente por cosas menores, como por ejemplo, por pasar un poco más de tiempo del acostumbrado en el baño. Como continuó negándose a dejar de practicar Falun Dafa, no le permitían hablar con nadie, la abofeteaban, la golpeaban y, a menudo, le negaban el alimento.