(Minghui.org) La pandemia del coronavirus se ha propagado a casi todos los países, lo que ha dado lugar a decenas de millones de infecciones y cientos de miles de muertes. Docenas de empresas han estado trabajando en vacunas, con la esperanza de detener la enfermedad.

Sin embargo, descubrimientos recientes indican que, desde sus mutaciones genéticas hasta su ruta de propagación, y desde sus síntomas hasta sus daños al sistema inmunológico, el coronavirus es cualquier cosa menos una enfermedad normal y plantea un importante desafío a la investigación de la vacuna.

Casi 200 mutaciones genéticas

La enfermedad del coronavirus es una enfermedad respiratoria, pero no ataca solamente a los pulmones. "[La enfermedad] puede atacar a casi cualquier cosa en el cuerpo con consecuencias devastadoras", dice el cardiólogo Harlan Krumholz de la Universidad de Yale en un artículo de abril en Science titulado: "¿Cómo mata el coronavirus? Los clínicos observaron un feroz alboroto a través de todo el cuerpo, desde el cerebro hasta los dedos de los pies".

Los científicos del Laboratorio Nacional de Los Álamos publicaron un borrador del documento titulado "La mutación del conducto de la proteína Spike revela el surgimiento de una forma más transmisible del SARS-CoV-2” en BioRx (www.biorxiv.org) el 5 de mayo de 2020, anunciando 14 mutaciones del coronavirus que habían identificado asociadas a la proteína superficial llamada “Spikes”. Se ha descubierto que una de las mutaciones, la D614G, es más transmisible que las cepas normales del coronavirus.

El documento final fue publicado más tarde en Cell el 3 de julio de 2020, con el título “Seguimiento de los cambios en la proteína Spike del SARS-CoV-2 : Evidencia que el D614G aumenta la capacidad de infección del virus COVID-19". En el documento se constató que la mutación D614 ha sido la forma más prevalente en la pandemia mundial, como se ha observado en los planos nacional, regional y municipal.

Análisis posteriores indicaron que esta variante crece rápidamente en el laboratorio y que los individuos infectados también tienen cargas virales más altas en el tracto respiratorio superior.

Otro documento, titulado "Emergencia de la diversidad genómica y mutaciones recurrentes en el SARS-CoV-2", será publicado en “Infección, Genética y Evolución” en septiembre de 2020 por científicos del University College London. Analizando más de 7.600 ensamblajes públicos del genoma, los autores identificaron 198 mutaciones recurrentes. Aunque todas estas mutaciones compartían un ancestro común a finales de 2019, se produjeron en diferentes regiones del genoma, incluidas las proteínas no estructurales y las proteínas de espiga.

Y la situación sigue cambiando. "Los médicos chinos están viendo que el coronavirus se manifiesta de manera diferente entre los pacientes en su nuevo grupo de casos en la región noreste en comparación con el brote original en Wuhan, lo que sugiere que el patógeno podría estar cambiando de manera desconocida y complicando los esfuerzos para erradicarlo", informó Bloomberg el 20 de mayo de 2020, en un artículo titulado "El nuevo brote de China muestra signos de que el virus podría estar cambiando".

Más específicamente, las mutaciones del virus parecen tener un tiempo de incubación más largo para desarrollar los síntomas y parecen ser más persistentes después.

Síntomas inusuales

Los síntomas típicos del coronavirus incluyen tos, fiebre, dolores musculares, dolores de cabeza y dificultad para respirar. Pero también hay síntomas inusuales como erupciones en la piel, diarrea, anormalidades en los riñones y coágulos sanguíneos peligrosos, algo que raramente se ve en los virus respiratorios, informó la revista Time en un artículo titulado "Síntomas inusuales del coronavirus: Lo que sabemos hasta ahora", el 19 de mayo de 2020.

Scientific American publicó un artículo titulado "De los dolores de cabeza a los 'dedos de los pies COVID', los síntomas del virus del coronavirus son una mezcla extraña", el 18 de mayo de 2020, especulando que hay dos mecanismos principales que conducen a problemas en casi todos los órganos, incluyendo el cerebro, el corazón, los riñones, el tracto gastrointestinal y la piel. Uno de los mecanismos involucra la respuesta inmune de uno, y el otro es la coagulación de la sangre.

Las complicaciones relacionadas con la coagulación, como la obstrucción de las arterias pulmonares y los accidentes cerebrovasculares, se observaron en hasta un 30% de los pacientes en estado crítico. Lo que desconcierta a los científicos es que puede suceder incluso a personas de mediana edad y en lugares inusuales del cuerpo.

"La secuenciación genética mostró que algunos pacientes tienen variantes genéticas asociadas con una respuesta inmune hiperactiva a las infecciones virales, dando una posible pista de por qué algunas personas desarrollan complicaciones graves", de acuerdo a los médicos del Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia, según informó el Wall Street Journal el 7 de mayo en un artículo titulado "El coronavirus ataca el cuerpo de la cabeza a los pies, dejando perplejos a los médicos".

Otros científicos están de acuerdo. "Se presenta más como una enfermedad sistémica exhibida inicialmente como una enfermedad respiratoria", dice Mark Poznansky, director del Centro de Vacunación e Inmunoterapia del Hospital General de Massachusetts, en un artículo de mayo sobre Axios titulado "El coronavirus es un blanco móvil". Por ejemplo, no está claro si la causa es el propio virus, la respuesta del sistema inmunológico a éste o el tratamiento recibido, explicó el artículo.

Efecto devastador en el sistema inmunológico

Normalmente, una persona infectada con un patógeno podría desarrollar anticuerpos que lo rechazaría si volviera a atacar al individuo. Pero en el caso del coronavirus, solo entre el 10 y el 15% de la población infectada ha desarrollado inmunidad, dijo Danny Altmann, un inmunólogo de Londres a la CNBC el 6 de julio: "Es un virus muy engañoso, y la inmunidad a él es muy confusa y bastante efímera", explicó.

Por otra parte, investigaciones adicionales han demostrado que una baja cantidad de anticuerpos podría ayudar a la entrada del virus en las células, haciéndolo más mortal para el cuerpo. Este fenómeno se denomina mejora de la dependencia de los anticuerpos o mejora inmunológica. Se ha observado en el virus de la fiebre amarilla, el virus Zika, el VIH y ahora el coronavirus.

Esta situación ha sido confirmada por los desarrolladores de la vacuna, informó Nature el 5 de junio en un artículo titulado "Los desarrolladores de la vacuna contra el coronavirus desconfían de los anticuerpos errantes". Más específicamente: "las vacunas que generan anticuerpos contra el SARS-CoV-2 pueden unirse al virus sin neutralizarlo. Si esto sucediera, los anticuerpos no neutralizantes podrían mejorar la entrada del virus en las células y la replicación viral y terminar empeorando la infección en lugar de ofrecer protección", escribió el artículo.

Además de la mejora inmunológica, otros factores también contribuyen al daño. El COVID-19 provoca neumonía en la mayoría de los casos y el síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) en alrededor del 15% de los casos, se publicó en un artículo en Fronteras de la Inmunología el 16 de junio titulado "La tormenta de citoquinas del COVID-19; lo que sabemos hasta ahora".

"La mortalidad en los pacientes de COVID-19 se ha relacionado con la presencia de la llamada 'tormenta de citoquinas' inducida por el virus. La producción excesiva de citoquinas proinflamatorias conduce a la agravación del SDRA y al daño generalizado de los tejidos, lo que provoca el fallo de varios órganos y la muerte", explica el artículo.

Un reto para la investigación de vacunas

Producir una vacuna para el COVID-19 no es sencillo. Una de las razones es que el coronavirus es un virus ARN, que tiene una tasa de mutación mucho más alta en comparación con los virus de ADN.

Un ejemplo es el virus de la gripe. En las últimas décadas, se han suministrado vacunas contra la gripe al público, pero la enfermedad sigue cobrándose unas 50.000 vidas cada año solo en los Estados Unidos. "Las vacunas antigripales más utilizadas protegen no más del 60% de las personas que las reciben; algunos años, la eficacia baja hasta el 10%", escribió un artículo en la revista Science en septiembre de 2017 con el título "Por qué las vacunas antigripales fallan tan a menudo".

Entre los años 40 y 60, la gente creía que la vacuna tenía una eficacia del 70%-90% basada en los niveles de anticuerpos. A través de métodos más precisos, como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), se descubrió que el número de infecciones en las poblaciones vacunadas era mucho mayor.

Varios factores contribuyeron al fracaso de las vacunas, explicó Arnold Monto, epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan. Uno de ellos fue la mutación de la cepa circulante, o "mutantes de escape"; el otro es una mutación de la propia cepa de la vacuna durante su producción.

La investigación de vacunas contra el coronavirus también tiene otros desafíos. Se ha demostrado que los anticuerpos anti potreina Spike (S-IgG) que se unen a la proteína Spike en la superficie del virus causan lesiones pulmonares agudas (ALI) al alterar el sistema inmunológico, como se mencionó anteriormente. En un documento publicado en el JCI Insight en febrero de 2019 titulado "Anti-spike IgG causa una grave lesión pulmonar aguda al sesgar las respuestas de los macrófagos durante la infección aguda del SARS-CoV", los científicos descubrieron que también existían respuestas inflamatorias similares en pacientes que habían muerto a causa del coronavirus. Numerosas pruebas indican que el COVID-19 puede infectar de manera más eficiente y replicarse con más fuerza que el SARS-CoV.

Una enfermedad con muchas incertidumbres

Todavía hay muchas incógnitas sobre el coronavirus. La pandemia de gripe de 1918 fue, por lejos, la enfermedad infecciosa más mortal de la historia de la humanidad, con una cifra de muertos de 50 millones o más, dice un artículo en abril en el New England Journal of Medicine titulado "Escapar de la caja de Pandora - Otro nuevo coronavirus".

El artículo dice que enfermedades como las pandemias están estrechamente relacionadas con el comportamiento humano y que tales enfermedades podrían acelerarse repentinamente. "La evidencia sugiere que dondequiera que comenzó, se propagó silenciosamente por todo el mundo, causando mayormente casos leves, pero también una mortalidad del 0,5 al 1% o más, una tasa que era inicialmente demasiado baja para ser detectada contra una alta tasa de fondo de muertes por enfermedades respiratorias no relacionadas". "Luego explotó repentinamente en los centros urbanos casi en todas partes a la vez, generando un drástico surgimiento después de una larga y sigilosa introducción". Lamentablemente, el COVID-19 se asemeja a la pandemia de gripe de 1918 en muchos aspectos, entre ellos su rápido crecimiento y propagación geográfica.

Lo que sucederá a continuación sigue siendo desconocido. Altmann del Colegio Imperial de Londres dijo que espera una segunda ola y que la situación sigue siendo "muy, muy aterradora". Subrayó que es difícil predecir si se podrá encontrar una vacuna eficaz para el COVID-19, o cuándo se podrá encontrar. "El diablo está en los detalles, las vacunas no son tan fáciles", añadió.

El partido comunista chino (PCCh) encubrió el brote de SARS de 2003, e hizo lo mismo cuando se produjo el brote de COVID-19. Muchos patrones han indicado que las zonas muy influenciadas por el PCCh tienen un alto número de casos. Teniendo esto en cuenta, rechazar el régimen totalitario del PCCh y volver a los valores tradicionales nos llevará por un camino seguro.