(Minghui.org) Los practicantes de Falun Dafa desafiaron el calor abrasador del verano para llevar a cabo actividades en Núremberg, la ciudad de los derechos humanos, el 1 de agosto de 2020.
Los practicantes de Falun Dafa realizan actividades en la Plaza Hallplatz de Núremberg, el 1 de agosto de 2020
Alemania todavía requiere que las personas mantengan medidas de distanciamiento social para frenar la propagación del coronavirus de Wuhan. Durante reuniones al aire libre como esta, no se permite a los organizadores acercarse al público para darles información. En su lugar, deben esperar a que los ciudadanos se acerquen a ellos. Con tales barreras, los practicantes optaron por usar un altavoz para difundir la brutalidad de la persecución.
Un practicante explicó a través del altavoz: "Hace veintiún años, el 20 de julio de 1999, Jiang Zemin, el entonces jefe del partido comunista chino (PCCh) en China, inició una brutal campaña nacional contra los practicantes de Falun Dafa o Falun Gong. Muchos practicantes fueron arrestados en todas partes del país, innumerables familias se destruyeron, los niños fueron separados por la fuerza de sus padres".
Los practicantes, a través de su orador, explicaron las atrocidades que ocurren en China desde hace 21 años y cómo el PCCh ha intentado justificar su represión inventando mentiras y calumnias sobre la práctica. También hablaron del tremendo daño que el régimen chino ha causado a la humanidad con su encubrimiento del brote de coronavirus.
Muchas personas que pasaban por allí se detenían a escuchar y se acercaban a tomar información de los practicantes y a mostrarles su apoyo. Una mujer de 70 años dijo a los practicantes que conocía los atroces crímenes que ha cometido el PCCh durante sus numerosas revoluciones políticas, porque había trabajado en China como enfermera en la década de los ochenta. Había oído hablar de la persecución a Falun Gong y quería firmar la petición para pedir al gobierno alemán que ayude a poner fin a las atrocidades.
Otra anciana alemana se detuvo y miró fijamente un gigantesco cartel. Quedó muy sorprendida por las palabras "sustracción forzada de órganos" y preguntó qué significaba. Un practicante le explicó que el PCCh sustrae órganos a los practicantes para venderlos y obtener ganancias. La mujer preguntó, sinceramente, qué podía hacer para ayudar. Los practicantes le dijeron que podía firmar la petición. La mujer firmó la petición y luego tomó muchos materiales para leerlos.
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