(Minghui.org) Un cortometraje titulado "Bus 44" dejó conmocionada la audiencia del Festival de Cine de Venecia de 2001. La película ganó el "Premio Especial del Jurado" y, más tarde, otros tanto premios del Festival de Cine.

La película se basaba en un hecho que realmente ocurrió en una región montañosa de China.

El día del incidente, una conductora dirigía un autobús de tamaño medio en una carretera sinuosa cuando tres "pasajeros" sacaron de repente cuchillos y exigieron dinero a todos los demás pasajeros del autobús. Después de recolectar el dinero, hicieron que la conductora detuviera el autobús y le ordenaron que se bajara, diciéndole que iban a violarla. Gritó pidiendo ayuda mientras los matones la arrastraban fuera del autobús. Nadie respondió a su desesperado llamamiento, excepto un hombre flaco de mediana edad, al que los matones tiraron fácilmente al suelo.

El hombre gritó a los demás pasajeros para que ayudaran a la conductora, pero a nadie pareció importarle. Se quedaron sentados en silencio mientras la joven era arrastrada a la maleza y violada en grupo. Un pasajero incluso dijo: "Es todo culpa suya (que estemos atrapados aquí)".

Media hora más tarde, los tres matones trajeron a la conductora de vuelta. Tenía sangre en la cara y su ropa estaba destrozada. Aún así, a nadie le importó lo que le había ocurrido y la instaron a seguir con su ruta adelante.

La mujer traumatizada se recompuso y le dijo al hombre que había intentado ayudarla: "¡Bájese del autobús!". Cuando él se negó, diciendo que no había hecho nada malo y que había tratado de ayudarla, ella insisto que no arrancaría el motor hasta que él bajara.

Todos los que iban en el autobús se volvieron hacia el hombre, instándole a bajarse para poder seguir su camino. Algunos hombres incluso se levantaron para intentar empujarlo del autobús, mientras los tres matones bromeaban sobre cómo habían disfrutado violando a la conductora.

La conductora tiró la bolsa del hombre por la ventana, y cuando se bajó para recogerla, le cerró la puerta y continuó la marcha.

Cuando el autobús se acercó a la cima de la montaña, la conductora aceleró. Parecía tranquila, pero las lágrimas corrían por su cara. Los pasajeros comenzaron a ponerse nerviosos y le dijeron que redujera la velocidad. Ella no decía ni una palabra, solo conducía a toda velocidad hasta que, finalmente, el autobús se despeñó por el acantilado.

El único superviviente fue aquel hombre que había sido obligado a bajar del autobús y él único que intentó ayudarla.

Esta historia proporciona un vistazo a la triste realidad de la degeneración moral en China. Tras 70 años de gobierno totalitario del partido comunista chino (PCCh), la cultura tradicional china y las creencias éticas han sido sustituidas por el ateísmo y las doctrinas del partido en la lucha de clases, la violencia y el engaño. Muchas personas en China, hoy se han vuelto egoístas e insensibles cuando se trata del sufrimiento de los demás. Pero como podemos ver en esta historia, el silencio frente a la gran injusticia tiene un precio.

"Una forma de maldad que nunca se había visto en este planeta"

De todos los horribles crímenes que están ocurriendo en China, el más malvado y chocante sería la sustracción forzada de órganos a practicantes vivos de Falun Gong, autorizada y regulada por el estado.

Falun Gong es una práctica de cultivación de cuerpo y mente basada en los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia, la cual ha beneficiado a decenas de millones de personas tanto en China como alrededor del mundo.

Al considerar la gran popularidad de Falun Gong como una "amenaza" a su control de las mentes de las masas, el PCCh lanzó una brutal persecución a la práctica en julio de 1999, que continúa hasta el día de hoy. Personas inocentes son sometidas a arrestos, detenciones, encarcelamientos y torturas ilegales, y muchos han sido asesinados por sus órganos.

Ese horrendo crimen salió a la luz por primera vez en 2006, cuando la exesposa de un cirujano que participó en esas operaciones en un hospital de Tianjin se presentó y testificó.

En julio de 2006, David Kilgour, ex secretario de estado canadiense para Asia y Pacífico, y David Matas, abogado de derechos humanos canadiense, publicaron un informe de investigación en el que se concluía que "... el gobierno de China y sus organismos en numerosas partes del país, en particular en los hospitales, pero también en los centros de detención y los 'tribunales populares', desde 1999, han ejecutado a un gran número, aunque se desconoce la cifra real, de prisioneros de conciencia de Falun Gong". Sus órganos vitales, incluidos corazones, riñones, hígados y córneas, fueron incautados prácticamente de forma simultánea para su venta a precios elevados, a veces a extranjeros, que normalmente se enfrentan a largas esperas para la donación voluntaria de dichos órganos en sus países de origen". En el informe, se refiere al crimen cometido por el régimen chino como "una forma de maldad nunca antes vista en este planeta".

Shen Zhongyang, destacado cirujano de trasplantes de hígado y exdirector del centro de trasplantes de órganos del Primer Hospital Central de Tianjin y del Instituto de trasplantes de hígado del Hospital General de la policía armada, fue reconocido por haber "completado casi 10.000 trasplantes de hígado para 2014, lo que representa una cuarta parte del total de trasplantes de hígado del país", en la introducción sobre él en una página de la Baidu Baike (Enciclopedia Baidu).

Dado el corto tiempo de espera (de una semana a tres meses) para recibir órganos en China, muchos pacientes de casi 20 países y regiones, entre ellos el Japón, Corea del Sur, Malasia, Egipto, Pakistán, India, Arabia Saudita, Omán, Hong Kong, Macao y Taiwán, se apresuraron a ir a China para recibir trasplantes de órganos.

Cuando el holocausto salió a la luz, muchas personas juraron que no permitirían que esto volviera a suceder. Pero décadas más tarde, cuando los crímenes sistemáticos de sustracción forzada de órganos se están produciendo en China, muchos líderes mundiales y medios de comunicación, debido a la influencia política y económica del PCCh, han guardado silencio al respecto.

Este silencio dio al PCCh permiso tácito para continuar con sus prácticas inescrupulosas.

Pero tal silencio tiene un costo. Según David Matas, renombrado abogado de derechos humanos, y nominado al Premio Nobel de la Paz 2010, la actual pandemia de coronavirus a la que se enfrenta el mundo entero es la consecuencia de hacer la vista gorda ante los abusos de los derechos humanos en China.

En una entrevista con Minghui.org, Matas señaló: "Si el resto del mundo hubiera sido más enérgico en la lucha contra toda esta tergiversación y encubrimiento y la negación y la narrativa contrafactual al tratar el abuso de los trasplantes de órganos; si el sistema mundial hubiera insistido en la transparencia y la responsabilidad al tratar el abuso de los trasplantes de órganos; y si China hubiera [enfrentado] la presión mundial en favor de la transparencia y la responsabilidad en su sistema de salud al tratar el abuso de los trasplantes de órganos, hoy no tendríamos este coronavirus". Y ahora estamos sufriendo las consecuencias de hacer la vista gorda ante el abuso de los trasplantes de órganos".

Matas también dijo que, a pesar del tremendo trabajo que se ha hecho en la última década para detener la sustracción forzada de órganos, está lejos de ser suficiente, porque todavía se está llevando a cabo en China hoy en día.

"Ciertamente el asunto no ha llegado al nivel gubernamental e intergubernamental de la manera en que debería haberse hecho. Y la razón es que estamos tratando con una potencia geopolítica, una potencia económica, políticamente poderosa, que no solo está ejerciendo su influencia en China para mantener su posición segura en el país, sino que está ejerciendo su influencia a nivel mundial para propagar, presionar, intimidar, utilizando la influencia económica y política para encubrir, negar, ofuscar, y presentar una narrativa contrafactual".

"Para demasiada gente alrededor del mundo, ha sido política y económicamente conveniente simplemente continuar".

La ambición del PCCh y el peligro de apaciguarlo por parte de Occidente

El mundo occidental ha albergado grandes esperanzas de que el PCCh dé un giro positivo junto con el asombroso desarrollo económico de China en las últimas décadas, especialmente después de que China fuera admitida en la OMC (Organización Mundial del Comercio) en 2001. Ofrecieron al régimen del PCCh condiciones comerciales favorables y proporcionaron préstamos y otras formas de apoyo financiero para impulsar la economía de China.

Sin embargo, en lugar de abrazar los valores fundamentales, la ética y el estado de derecho que se defienden en el mundo libre, el PCCh parece haberse vuelto aún más beligerante en su ambición avariciosa de dominar en última instancia el mundo por medio del poder económico y la supremacía militar.

Ha estado empujando enérgicamente hacia ese objetivo mediante la controvertida iniciativa "La franja y la ruta" y el ambicioso esfuerzo "Fabricado en China 2025", una política industrial respaldada por el estado destinada a que China domine la fabricación mundial de alta tecnología. Con ese fin, el PCCh impuso a las empresas la transferencia coercitiva de tecnología como condición previa para entrar en el mercado chino, así como condiciones comerciales desiguales gracias a las enormes subvenciones gubernamentales. Al mismo tiempo, el PCCh roba sin escrúpulos valiosas propiedades intelectuales del mundo occidental, en particular de los Estados Unidos.

En el frente militar, PCCh ha aumentado constantemente su presupuesto militar, con 237.000 millones de dólares para 2020, el segundo más alto de 138 países. Su agresiva acumulación de islas artificiales de grado militar en la región del Mar de Sur de China, que ha sido objeto de controversias territoriales con Taiwán, Vietnam y Filipinas, también es percibida por muchos como una agresión indiscriminada que socava la paz y la estabilidad en la región, por no decir otra cosa.

A la vez que ha desarrollado sus músculos económicos y militares, PCCh también ha intensificado su infiltración de poder blando en la sociedad occidental en un amplio espectro social y económico mediante la corrupción y el soborno, a fin de ejercer su influencia y ganar más terreno para la promoción de sus relatos.

Es justo decir que el PCCh ha tenido bastante "éxito" en el impulso hacia su objetivo final en las últimas décadas, en gran medida gracias a la ayuda de los líderes políticos y empresariales del mundo occidental.

A decir verdad, durante décadas, muchos dirigentes gubernamentales y empresarios de grandes empresas de todo el mundo han adoptado una política de "apaciguamiento" al tratar con el PCCh para obtener beneficios comerciales y económicos a corto plazo, haciendo así oídos sordos a los abusos de los derechos humanos del PCCh y al peligro de que esa colaboración pueda, a largo plazo, ser perjudicial para el desarrollo económico, la propiedad intelectual y/o la integridad soberana de su propia nación.

Un llamamiento a despertar

A menudo, la gente solo se despierta cuando sus propias vidas están en peligro inminente, y la actual pandemia parece haber despertado a muchos para empezar a ver al PCCh por lo que realmente es en vista de su conducta durante el brote. Están empezando a ver el peligro de bailar con un lobo, especialmente un lobo agresivo con piel de oveja.

Hemos observado que la comunidad internacional, especialmente los países democráticos, han comenzado a compartir un entendimiento común de que no se puede confiar en PCCh y que la política de apaciguamiento en lo que se refiere al régimen totalitario del PCCh solo conducirá a más peligro, peligro que podría eventualmente erosionar los principios y valores fundamentales sobre los que se basan sus libertades y el estado de derecho.

Por ejemplo, la presión de Australia para que se realice una investigación internacional e independiente sobre el brote de coronavirus ha obtenido el respaldo de 116 países, entre ellos 54 estados africanos, a pesar de que PCCh se oponía firmemente a cualquier investigación independiente y ha amenazado a Australia con un enorme arancel sobre la cebada y ha bloqueado algunas de sus importaciones de carne vacuna.

Los funcionarios europeos, que tradicionalmente están menos dispuestos a criticar abiertamente al régimen del PCCh, en parte por temor a represalias, también han prestado especial atención al comportamiento del régimen chino durante la crisis del coronavirus.

"En estos meses, China ha perdido a Europa", apuntó Reinhard Buetikofer, un legislador alemán del Partido Verde que preside la delegación del Parlamento Europeo para las relaciones con China. Citó las preocupaciones, desde la "gestión de la verdad" de China en las primeras etapas del brote de coronavirus hasta una postura "extremadamente agresiva" del ministerio de asuntos exteriores de Beijing y la "propaganda de línea dura" que defiende la superioridad del gobierno del partido comunista sobre la democracia.

El jefe de asuntos exteriores de la Unión Europea, Josep Borrell, también pidió que se celebraran conversaciones entre Europa y los Estados Unidos para contrarrestar a China. Según informes internacionales, Borrell dijo que ambas partes deberían hacer una causa común para "defender los valores e intereses".

Borrell sugirió que se iniciara un "diálogo bilateral diferenciado" centrado en China y en los desafíos que plantea a la UE y a los Estados Unidos por sus "acciones y ambiciones". Dijo: "Para nosotros es importante permanecer juntos con los EE. UU. para compartir preocupaciones y buscar un terreno común para defender nuestros valores y nuestros intereses".

Un renacimiento de la humanidad

El brote de coronavirus que ha caído sobre nosotros como una avalancha nos ha causado un dolor y un sufrimiento muy real, tanto físico como mental, social y económico. Muchas personas han perdido la vida, y las cifras siguen aumentando.

Pero los tiempos de crisis también nos brindan la oportunidad de hacer una pausa en nuestras ocupadas vidas y reflexionar sobre nosotros mismos.

Tu Long, un joven de Beijing, dijo en una entrevista con Voz de América, que cuando le ocurrían cosas malas a sus compatriotas chinos, decía a sí mismo que no se preocupara por ello y que simplemente "mantuviera la calma y siguiera adelante". Pero la pandemia de coronavirus cambió completamente su punto de vista.

"Cuando expulsaron a los trabajadores migrantes en Beijing, me dije: 'He trabajado muy duro, no soy un migrante, no seré expulsado'".

"Cuando construyeron los campos de concentración en Xinjiang [para la minoría musulmana uigur], pensé: 'No soy una minoría étnica, no tengo ninguna creencia religiosa, no estaré en problemas'.

"Simpatizo con el sufrimiento de la gente de Hong Kong, pero pensé: "No voy a salir a protestar [por la democracia], porque no tiene nada que ver conmigo".

"Esta vez llegó a mi ciudad natal. Mucha gente que conozco se ha enfermado, y algunos han muerto, ya no puedo soportarlo más".

Un amigo le dijo una vez: "Si quieres vivir en China, tienes que hacer cualquiera de estas dos cosas, y si puedes hacer ambas, es lo mejor: Número uno, ignorar tu racionalidad. Número dos, ignorar a tu conciencia".

Tu Long dijo que no podía hacer ninguna de las dos cosas y ahora se está preparando para huir de China. "Como superviviente de la epidemia de Wuhan, por el resto de mi vida, tengo la obligación de hablar por toda la gente que murió".