(Minghui.org) Me arrestaron a principios de abril mientras repartía material sobre Falun Dafa, una práctica para la mejora de cuerpo y mente que persigue el partido comunista chino desde julio de 1999. Durante un interrogatorio, expliqué a los oficiales por qué la persecución carece de base legal desde sus comienzos y los insté a renunciar al PCCh y a dejar de perseguir a los inocentes practicantes de Falun Dafa. Me gustaría compartir mi historia con los compañeros practicantes y animar a todos para que lo hagamos mejor.

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Cuando me llevaron a la comisaría, me negué a sentarme en una silla de metal para ser interrogada. El jefe de la oficina de seguridad nacional tomó una silla normal y me dijo: "¿Qué le parecería sentarse en esta?".

Me senté. En lugar de dejarme interrogar, tomé la iniciativa en la conversación y les pregunté: "¿Por qué me arrestaron? ¡No he violado ninguna ley!".

El jefe de la oficina de seguridad nacional respondió: "A decir verdad, no queríamos arrestarla. Como alguien la denunció, teníamos que hacer algo al respecto".

Otro oficial amenazó con que recibiría una condena si no cooperaba. Argumenté que ninguna ley criminaliza a Falun Dafa en China y que nosotros, los practicantes, no hacemos nada malo al vivir según los principios básicos de la práctica de "Verdad, Benevolencia y Tolerancia".

El jefe de la oficina de seguridad nacional se quedó pensando un rato y dijo: "Aunque traten de ser buenas personas y no quebranten la ley, lo que hizo va en contra del partido y altera el orden social".

Le respondí: "Solo traté de decirle a la gente la verdad sobre el PCCh, para que no se vean implicados cuando llegue el momento de que el PCCh tenga que rendir cuentas por los crímenes que cometió contra los practicantes de Falun Dafa. Que distribuyera materiales no causó ningún daño a nadie".

Los oficiales permanecieron en silencio.

Continué diciendo: "Gastaron tanto tiempo y esfuerzo en vigilar y detener a una mujer indefensa. ¿No se dan cuenta de que serán considerados como responsables de ejecutar las políticas de la persecución del PCCh?".

Los oficiales de policía volvieron a guardar silencio. Después de un tiempo, el jefe de la oficina de seguridad nacional reveló que su supervisor también les dijo que no sentenciaran a los practicantes de Falun Dafa si no era absolutamente necesario y que trataran de usar medios más suaves para "educarlos" y hacerlos renunciar a su fe.

Viendo que la policía estaba consciente de las consecuencias de llevar a cabo la persecución, continué hablándoles sobre el engaño de la autoinmolación de Tiananmen y la retribución de yeli que encontrarán los funcionarios que tomaron parte en la persecución. También insté a los oficiales a que utilizaran programas informáticos para romper el bloqueo de Internet y obtener información sin censura de los sitios web extranjeros.

Al final de la conversación, el jefe de la oficina de seguridad nacional me preguntó: "¿Es que no piensa escribir la declaración de renuncia a su creencia?".

"Todos somos buenas personas. ¿Quiere que renunciemos a la bondad y nos convirtamos en malas personas?", le respondí.

El jefe de la oficina de seguridad nacional se echó a reír: "Sabía que no la escribiría". Me llevó a casa por la noche. "Este ha sido probablemente el caso más fácil que he manejado. No la maltratamos e incluso la enviamos de regreso temprano para que pudiera cenar con su familia".

Comprendí que, realmente, estaba tratando de ser amable conmigo. Me despedí de él y le deseé lo mejor.

Una semana después, me llamó y me dijo que les gustaría hacerme algunas preguntas más. Fui a la comisaría, pero me negué a responder a sus preguntas, tales como dónde conseguía los materiales de Falun Dafa.

Los oficiales me trataron bien y se ofrecieron a comprarme bebidas o bocadillos. Sentí que solo estaban haciendo algunos movimientos con el fin de completar el procedimiento requerido. Algunas horas después, me enviaron a casa.