(Minghui.org) La agresión violenta y el engaño son dos rasgos distintivos del partido comunista chino (PCCh) tanto para gobernar al pueblo chino como en sus maniobras en el escenario internacional para aventajar a sus oponentes. Durante la actual pandemia ha mostrado tales rasgos más explícitamente.

Según investigadores de la Universidad Carnegie Mellon, casi la mitad de las cuentas de Twitter que difunden mensajes en la plataforma de redes sociales sobre la pandemia de coronavirus probablemente son robots (inteligencia artificial).

"Investigamos más de 200 millones de tweets sobre el virus desde enero y descubrimos que alrededor del 45% fueron enviados por cuentas que se comportan más como robots computarizados que como humanos", declararon los investigadores.

A pesar de que no pudieron decir de manera concluyente qué individuos o grupos están detrás de las cuentas de robots, los tweets parecían estar destinados a sembrar división en Estados Unidos. “...Parece que es una máquina de propaganda y definitivamente coincide con los libros de jugadas rusos y chinos", dijo la profesora Kathleen Carley de la Universidad Carnegie Mellon.

Lo que dijo en su tuit el 12 de marzo el portavoz del ministerio de relaciones exteriores del PCCh, Zhao Lijian, y el comportamiento del PCCh parecen afirmar esta suposición. En su tweet, Zhao afirmó con poca evidencia de apoyo, que "podría ser el ejército estadounidense [sic] quien llevó la epidemia a Wuhan". El PCCh ha movilizado a decenas de miles de "supervisores de la red" (usuarios de redes sociales pagados que censuran la información y publican contenido pro-PCCh) para propagar la idea de instigar odio en el pueblo chino contra Estados Unidos.

La próxima generación de "guerreros lobo"

Su campaña en Twitter es solo uno de los muchos ejemplos de cómo el PCCh difunde propaganda y desinformación en el mundo. Y es durante la pandemia de coronavirus que exhibe por completo la magnitud y profundidad de su campaña de propaganda, tanto en el país como en el extranjero.

Durante décadas, el PCCh ha estado reemplazando sistemáticamente los valores tradicionales con la ideología de lucha y "confrontación" del comunismo. Al haber crecido con leche de lobo, muchas mentes jóvenes fueron criadas con gran respeto y orgullo hacia el "liderazgo supremo" del PCCh, mientras desarrollan un profundo rencor xenófobo contra Occidente.

Después de que el coronavirus de Wuhan se extendió fuera de China y cada vez más personas se infectaron en todo el mundo, aparecieron innumerables publicaciones en las plataformas de redes sociales chinas que celebran la situación, como "¡Vamos, coronavirus!" o "¡Bien hecho!". También surgieron rumores sobre cómo "el presidente de Brasil contrajo la infección" y "ganó el primer lugar en contraer el virus entre los políticos más importantes del mundo", y así sucesivamente.

Si bien algunas de las publicaciones fueron hechas por bots o trolls de Internet, como se indicó anteriormente, muchas más surgieron de la próxima generación de jóvenes guerreros intrépidos conocidos como "Little Pinks", que defienden fanáticamente al PCCh con una retórica de insultos para atacar a cualquier "anti-PCCh" o "anti-China" a su entender.

En un momento, se erigió un arco inflado gigante afuera de un conocido restaurante llamado "Tienda de anguilas de la abuela Yang" en Shenyang, provincia de Liaoning, con un eslogan en la parte superior que decía "Desea a Japón una larga epidemia". Una foto del arco se difundió rápidamente en China con festejos entre los grupos de redes sociales.

Cuando el Primer Ministro británico estaba luchando por su vida debido a la infección por coronavirus, más de 440.000 carteles pagados lo festejaron. Incluso una estación de televisión de control estatal felicitó a los Estados Unidos por "ganar el primer lugar" cuando Estados Unidos se convirtió en el país con la mayor cifra de casos infectados. Del mismo modo, los ciberguerreros celebraron cuando el virus golpeó fuertemente a Italia, España, Francia, Alemania, Japón y a otros países.

Mirando hacia atrás

Para comprender completamente cómo la máquina de propaganda del PCCh creció hasta el tamaño que tiene hoy, podría ser útil mirar su historia.

En 1966, al comienzo de la revolución cultural, el principal "grupo de la revolución cultural" del PCCh anunció abiertamente que "los periódicos pueden establecer un tono más alto que las declaraciones del gobierno; las masas pueden establecer un tono más alto que los periódicos". Dichas directivas marcaron la pauta para que los "los carteles de ideogramas grandes" alentados por Mao Zedong criticaran, abusaran y enmarcaran a los "contrarrevolucionarios burgueses". Muchas personas inocentes que fueron atacadas sin escrúpulos recurrieron al suicidio para escapar del sufrimiento, mientras que los perpetradores no debieron asumir ninguna responsabilidad legal por su conducta porque estaban actuando bajo los intereses del partido.

Tal anarquía también se extendió al extranjero y a las embajadas en Beijing, alentada por la directiva de Mao de marzo de 1967 de que los guardias rojos "no solo deben ser revolucionarios internos sino también revolucionarios internacionales". Las embajadas de "países hostiles" fueron violadas y su personal fue acosado y atacado.

Lo más impactante de todo esto fue el asedio y la destrucción de la Oficina del Encargado de Negocios Británico en Beijing en la noche del 22 de agosto de 1967. Miles de rebeldes acudieron en masa frente a la oficina y celebraron una reunión masiva para "condenar los crímenes de los imperialistas británicos contra China", antes de prender fuego al edificio y a los automóviles. El Encargado de Negocios Donald Hopson y su personal se habían retirado a un área segura, pero tuvieron que salir más tarde cuando el edificio fue incendiado. Fueron golpeados, pateados y humillados. Donald Hopson también se vio obligado a inclinarse ante el retrato de Mao Zedong para admitir su "culpa".

"La mafia nos recibió con gritos de júbilo e inmediatamente se acercó a nosotros con todo lo que tenían", escribió más tarde Hopson sobre el violento incidente. “Fuimos arrastrados de nuestro cabello, medio estrangulados con nuestras corbatas, pateados y golpeados en la cabeza con largos postes de bambú. No sé cuánto duró esto”.

El Diario del Pueblo, portavoz del PCCh, apoyó a los agresores ilegales y el día siguiente los elogió en su informe: “Más de 10.000 guardias rojos y masas revolucionarias acudieron ayer en la tarde ante el encargado de negocios británico en Beijing en una poderosa manifestación contra la frenética persecución fascista de los imperialistas británicos contra los patriotas chinos en Hong Kong.... Se reunieron frente a la oficina para condenar los crímenes imperialistas británicos contra China. Los aguerridos manifestantes se manifestaron enérgicamente contra la oficina del encargado de negocios británico".

Han pasado cincuenta años desde entonces. Aunque Occidente esperó durante mucho tiempo que China se volviera una sociedad más democrática y abierta a la par de su desarrollo económico, esta idea se ha ido reduciendo a una ilusión.