(Minghui.org) [Nota del Editor] Esta serie es una publicación de la traducción al español del libro de La Gran Época - The Epoch Times titulada "Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo", del equipo editorial de Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista.

Índice del libro

Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo — Prefacio
Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo — Introducción
Capítulo 1: Las estrategias del diablo para destruir a la humanidad
Capítulo 2: Los comienzos europeos del comunismo
Capítulo 3: Asesinatos en masa en Oriente
Capítulo 4: Exportar la Revolución
Capítulo 5: Infiltración en Occidente
Capítulo 6: La revuelta contra Dios
Capítulo 7: La destrucción de la familia
Capítulo 8: Cómo el comunismo siembra el caos en la política
Capítulo 9: La trampa económica comunista
Capítulo 10: Utilizar la ley para hacer el mal
Capítulo 11: Profanación de las artes
Capítulo 12: Sabotaje a la educación
Capítulo 13: Apropiación de los medios de comunicación
Capítulo 14: Cultura popular, una indulgencia decadente
Capítulo 15: Las raíces comunistas del terrorismo
Capítulo 16: El comunismo detrás del ambientalismo
Capítulo 17: Globalización, comunismo en esencia
Capítulo 18: Las ambiciones globales del Partido Comunista Chino
Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo: Conclusión

¿Qué incluye esta publicación?

Cómo el espectro del comunismo rige nuestro mundo Capítulo 5: Infiltración en Occidente

Introducción
1. El comunismo mediante la violencia y la no violencia
2. Guerra de espionaje y desinformación
3. Del New Deal al Progresismo
4. La revolución cultural de Occidente
5. Los movimientos antiguerra y de derechos civiles

[Parte 2]
6. Los nuevos marxistas que veneran a Satán
7. La larga marcha de la izquierda a través de las instituciones
8. Corrección política: la policía del pensamiento del diablo
9. La propagación del socialismo en Europa
10. ¿Por qué caemos en los trucos del diablo?
Referencias

Introducción

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016 fueron unas de las más dramáticas en décadas. Aunque la participación fue de apenas un 58% de votantes, la campaña presidencial estuvo llena de giros e imprevistos que continuaron aun después de las elecciones. El ganador, el candidato republicano Donald Trump, se encontró asediado por una cobertura negativa en la prensa y protestas en ciudades de todo el país. Los manifestantes llevaban pancartas con lemas como “no mi presidente” y declarando que Trump es racista, machista, xenófobo o nazi. Se exigió que hubiera un recuento y hubo amenazas de destituirlo.

Periodistas de investigación han revelado que muchas de estas protestas fueron instigadas por ciertos grupos de interés. Como se muestra en “America Under Siege: Civil War 2017”, un documental dirigido por el activista político neozelandés Trevor Loudon, una significativa proporción de los manifestantes eran “revolucionarios profesionales” con lazos con regímenes comunistas y otros Estados autoritarios, como Corea del Norte, Irán, Venezuela o Cuba. La obra de Loudon también señala el rol de dos prominentes organizaciones socialistas de Estados Unidos, el estalinista Partido Mundial de los Trabajadores y la maoísta Organización Socialista del Camino para la Libertad. [1]

Habiendo investigado al movimiento comunista desde la década de 1980, Loudon determinó que las organizaciones izquierdistas hicieron de Estados Unidos su objetivo principal para la infiltración y la subversión. Los campos de la política, la educación, la prensa y las empresas estadounidenses han virado cada vez más hacia la izquierda bajo la influencia de personas en buenas posiciones. Incluso mientras la gente en todo el mundo festejaba el triunfo del mundo libre después de la Guerra Fría, el comunismo seguía apoderándose furtivamente de instituciones públicas de la sociedad occidental en preparación para su lucha final.

Estados Unidos es el faro del mundo libre y los dioses le asignaron la misión de ser la policía del mundo. La participación de Estados Unidos fue lo que determinó el resultado de las guerras mundiales. Durante la Guerra Fría, ante la amenaza del holocausto nuclear, Estados Unidos logró contener al bloque soviético hasta la desintegración de los regímenes comunistas soviéticos y de Europa del Este.

Los Padres Fundadores de los Estados Unidos aplicaron su conocimiento de las tradiciones religiosas y filosóficas de Occidente para escribir la Declaración de la Independencia y la Constitución de Estados Unidos. Estos documentos reconocen que los derechos otorgados al hombre por Dios son autoevidentes –comenzando por la libertad de creencia y de expresión– y establecieron la separación de poderes para garantizar un sistema republicano de gobierno. Aunque Estados Unidos tuvo una guerra civil, dicha guerra tuvo el propósito de hacer efectivos los principios fundadores de EE. UU. al poner fin a la institución de la esclavitud. Durante más de 200 años, esos principios han llevado a cabo un trabajo sin igual al promover la “tranquilidad nacional” y asegurar el “bienestar general”, tal como promete el preámbulo de la Constitución.

La libertad del hemisferio occidental tiene una dirección directamente contraria al objetivo del espectro comunista, el cual es esclavizar y destruir a la humanidad. Maquillándose con la hermosa visión de una sociedad colectiva e igualitaria, el espectro del comunismo dirigió a sus enviados en la sociedad humana para que llevaran a cabo su conspiración en todo el mundo.

Mientras que en países orientales como la Unión Soviética o China el comunismo se manifiesta como un gobierno totalitario, asesinatos en masa y la destrucción de la cultura tradicional, en Occidente ha estado obteniendo el control de manera silenciosa y constante utilizando la subversión y la desinformación. Erosiona la economía, los procesos políticos, las estructuras sociales y la fibra moral de la humanidad para producir su degeneración y destrucción.

Dado que el Partido Comunista no tiene liderazgo en países occidentales, los agentes del espectro se disfrazan infiltrándose en todo tipo de organizaciones e instituciones. Hay al menos cuatro fuerzas principales dirigiendo la subversión comunista en Occidente.

El primer agente de subversión fue la Unión Soviética, fundada por la Tercera Internacional comunista (Comintern) para esparcir la revolución en todo el mundo. A partir de los 80, los comunistas chinos implementaron la reforma económica. El PCCh estableció intercambios políticos, comerciales y culturales que le dieron la oportunidad de infiltrarse en Occidente.

El segundo método de subversión fue llevado a cabo por los partidos comunistas locales, los cuales trabajaban con el Partido Comunista Soviético y el Comintern.

Tercero, en las últimas décadas, las crisis económicas y las revueltas sociales han alentado a muchos gobiernos occidentales a adoptar políticas socialistas, lo que dio como resultado un giro a la izquierda.

La cuarta fuerza de subversión proviene de quienes simpatizan y apoyan al Partido Comunista y al socialismo. Estos compañeros de viaje sirven al comunismo como una quinta columna de “idiotas útiles” dentro de la sociedad occidental, ayudando a destruir la cultura, sembrar la degeneración moral y socavar al gobierno legítimo.

Supera el alcance de esta obra el brindar un informe exhaustivo sobre la infiltración comunista en Occidente, dada su naturaleza opaca y sinuosa. Sin embargo, al entender el panorama general, nuestros lectores pueden obtener una imagen de cómo opera el espectro perverso y así aprender a ver a través de sus capas de engaño. Para ser breves, este capítulo ofrece un repaso general del alcance del comunismo en Estados Unidos y Europa occidental.

1. El comunismo mediante la violencia y la no violencia

En el imaginario colectivo, el Partido Comunista es sinónimo de violencia, y con razón. En el Manifiesto Comunista, Marx y Engels dicen: “Los comunistas desprecian esconder sus perspectivas y objetivos. Ellos declaran abiertamente que sus fines pueden lograrse solo mediante el derrocamiento forzoso de todas las condiciones sociales existentes”. [2]

El hecho de que los regímenes comunistas de Rusia y China tomaran el poder mediante la revolución violenta y utilizaran la violencia como una herramienta de represión desvió la atención de las formas menos visibles del comunismo.

La rama del marxismo que aboga por la revolución violenta está representada por el leninismo, el cual adaptó la teoría en dos aspectos significativos. Según Marx, la revolución comunista empezaría en países capitalistas avanzados, pero Lenin creía que el socialismo podría ser formado en Rusia, que tenía un desarrollo económico comparativamente más atrasado.

La segunda y más importante contribución de Lenin al marxismo fue su doctrina de construcción del partido.

Construir el partido básicamente consistía en adoptar las técnicas de coerción, engaño y violencia de las organizaciones criminales y aplicarlas a la teoría socioeconómica marxista. Según Lenin, la clase trabajadora es incapaz de desarrollar una conciencia de clase o de exigir la revolución por sí misma, y por eso debe ser convocada a la acción con una acción externa. Los agentes de la revolución se organizarían en una “vanguardia” proletaria altamente disciplinada: el Partido Comunista.

La Sociedad Fabiana británica, fundada en 1884, un año después de la muerte de Marx, tomó un camino diferente en la lucha por imponer el socialismo. El logo fabiano describe a un lobo con piel de oveja, y su nombre hace referencia a Quintus Fabius Maximus Verrucosus, el general y dictador romano famoso por sus tácticas dilatadoras.

En los Ensayos Fabianos, el primer panfleto producido por el grupo, una nota en la portada dice: “El momento adecuado debes esperar, como Fabius hizo pacientemente mientras en guerra contra Aníbal, aunque muchos censuraron su tardanza; pero llegado el momento debes golpear duro, como Fabius hizo, o tu espera habrá sido en vano e infructífera”. [3]

Para dar lugar gradualmente al socialismo, la Sociedad Fabiana inventó la política de “impregnación” para aprovecharse de los puestos disponibles en política, empresas y en la sociedad civil. La Sociedad Fabiana no restringe las actividades de sus miembros, sino que los alienta a avanzar en los objetivos socialistas uniéndose a organizaciones adecuadas y congraciándose con importantes figuras como ministros de gabinete, funcionarios de alto rango, empresarios industriales, decanos de universidades o líderes de iglesias. Sidney Webb, presidente de la Sociedad Fabiana, escribió:

Como Sociedad, damos la bienvenida a la adhesión de hombres y mujeres de todas las denominaciones religiosas o de ninguna, insistiendo fuertemente con que el socialismo no es secularismo; y el mismísimo objeto y propósito de toda acción colectiva sensible era el desarrollo del alma individual o la conciencia o el carácter. […] Tampoco confinamos nuestra propaganda al Partido Laborista que emerge lentamente, o a aquellos que estaban preparados para hacerse llamar socialistas, o a los trabajadores manuales o a ninguna clase en particular. Colocamos nuestras propuestas, una por una, de la manera más persuasiva posible, ante todo aquel que las escuche –conservadores cada vez que tengamos acceso a ellos, las iglesias y capillas de todas las denominaciones, las diversas universidades, y liberales y radicales, junto con las otras Sociedades Socialistas en todo momento. A eso llamamos ‘impregnación’: y fue un descubrimiento importante. [4]

Muchos miembros de la Sociedad Fabiana eran intelectuales jóvenes. Daban discursos y publicaban libros, revistas y panfletos por toda la sociedad. En el siglo XX, la Sociedad Fabiana pasó a la escena política. Sidney Webb se convirtió en el representante fabiano en el Comité de Representación de los Trabajadores del Partido Laborista.

En el Partido Laborista, Webb creó el borrador de la constitución y el programa del partido. Con un rol líder en la formación de políticas, Webb se esforzó por lograr que el socialismo fabiano fuera la ideología que guiaba al partido. La Sociedad Fabiana luego ganó influencia en Estados Unidos, donde existían múltiples grupos en las facultades de artes liberales de muchas universidades.

Sea el comunismo violento de Lenin o el comunismo no violento de la Sociedad Fabiana, ambos son manipulados por el espectro perverso del comunismo y tienen el mismo objetivo final. El comunismo violento de Lenin no rechaza los medios no violentos. En su libro La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo, Lenin critica a los partidos comunistas de Europa occidental que se rehusaron a cooperar con lo que él llamaba los sindicatos “reaccionarios” o a integrar el parlamento nacional “capitalista”.

En su libro, Lenin escribió: “El arte de la política (y el correcto entendimiento del comunismo sobre sus tareas) consiste en evaluar correctamente las condiciones y el momento en el que la vanguardia del proletariado pueda asumir el poder con éxito, en el que es capaz –durante y después de la toma del poder– de ganar un apoyo adecuado por parte de un estrato lo suficientemente amplio de la clase trabajadora y de la masa trabajadora no proletaria, y en el que es capaz de mantener, consolidar y extender su régimen al educar, entrenar y atraer a una masa aún más amplia de trabajadores”. [5]

Lenin remarcó una y otra vez que el comunismo debe ocultar sus verdaderas intenciones. A fin de tomar el poder, no hay que descartar ninguna promesa ni acuerdo. En otras palabras, para conseguir sus objetivos, pueden ser inescrupulosos. En el camino al poder, tanto el Partido Bolchevique de Rusia como el Partido Comunista Chino utilizaron la violencia y el engaño al máximo grado.

La brutalidad de los regímenes comunistas soviéticos y chinos ha desviado la atención del comunismo no violento que se encuentra en Occidente. Bernard Shaw, dramaturgo irlandés y representante de la Sociedad Fabiana británica, escribió: “También dejé bien en claro que el socialismo significa la igualdad de ingresos o nada, y que bajo el socialismo no tendrías permitido ser pobre. Te alimentarían, vestirían, alojarían, enseñarían y emplearían, todo a la fuerza, te guste o no. Si se descubre que no tienes el carácter suficiente para ser digno de todas estas molestias, posiblemente seas amablemente ejecutado”. [6]

La Sociedad Fabiana se especializaba en el engaño. Eligió a Bernard Shaw, un hombre de la literatura, para encubrir con bellas palabras los verdaderos objetivos del socialismo no violento. Pero la brutalidad yace por debajo de la superficie. Los partidos comunistas occidentales y sus varias organizaciones de fachada incitan a los jóvenes a crear una atmósfera de caos. Participan en ataques, vandalismo, robos, incendios intencionados, colocación de bombas y asesinatos para hostigar e intimidar a sus enemigos.

2. Guerra de espionaje y desinformación

El comunismo sostiene que la nación es una construcción opresiva de la sociedad de clases y apunta a abolir la nacionalidad. En el Manifiesto Comunista, Marx y Engels proclaman que “los hombres trabajadores no tienen país”. El Manifiesto termina con la nota de “¡Trabajadores de todos los países, uníos!”

Bajo el liderazgo de Lenin, los bolcheviques fundaron el primer país socialista en Rusia e inmediatamente establecieron la Internacional Comunista (Comintern) para instigar y difundir la revolución socialista en todo el mundo. El objetivo de la Unión Soviética y el Comintern era derrocar a los regímenes legítimos de cada nación sobre la Tierra y establecer una dictadura socialista mundial del proletariado. En 1921, la filial del Lejano Oriente del Comintern estableció el PCCh, que tomaría el poder en China en 1949.

Además del PCCh, los partidos comunistas de todo el mundo buscaron la guía del Comintern y aceptaron su financiamiento y entrenamiento. Con los recursos de un vasto imperio a su disposición, el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) reclutó activistas en todo el mundo y los entrenó para llevar a cabo operaciones subversivas en sus propios países.

Fundado en 1919, el Partido Comunista de EEUU (PCEUA) fue una de esas organizaciones que siguieron al Comintern y al PCUS. Aunque el PCEUA en sí nunca se convirtió en una fuerza política importante, su influencia en los Estados Unidos fue de todos modos significativa. El PCEUA confabuló con activistas y organizaciones activistas para infiltrarse en los movimientos de trabajadores y estudiantes, la iglesia y el gobierno.

El Dr. Fred Schwartz, pionero del pensamiento anticomunista estadounidense, dijo en 1961: “Todo intento por juzgar la influencia de los comunistas en base a sus números es como tratar de determinar la validez del casco de un barco relacionando el sector con agujeros con el sector que está en condiciones. Un agujero puede hundir el barco. El comunismo es la teoría de unos pocos disciplinados que controlan y dirigen al resto. Una persona en una posición crítica puede controlar y manipular a miles de otros”. [7]

Ahora se sabe que había agentes soviéticos activos dentro del gobierno estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. A pesar de esto y de los esfuerzos anticomunistas del senador Joseph McCarthy, políticos y académicos izquierdistas y la prensa de izquierda ocultaron o encubrieron estos hechos al público.

En la década de 1990, el gobierno de EE. UU. desclasificó los “Archivos Venona” decodificados por la inteligencia estadounidense durante la década de 1940 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Estos documentos muestran que al menos 300 espías soviéticos estuvieron trabajando en el gobierno de EE. UU., incluyendo funcionarios de alto rango en la administración Roosevelt que tenían acceso a información ultrasecreta. Otros agentes utilizaban sus posiciones para influir en la creación de políticas y la forma de gobernar.

Entre los espías soviéticos que se conocen estaban Harry Dexter White, funcionario del Tesoro de EE. UU; Alger Hiss, funcionario del Departamento de Estado; y Julius y Ethel Rosenberg, la pareja que fue ejecutada en la silla eléctrica por transmitir secretos militares y tecnología atómica a la Unión Soviética.

Las comunicaciones interceptadas y desencriptadas por el Proyecto Venona son solo la punta del iceberg; el alcance total de la infiltración soviética en el gobierno de EE. UU. sigue siendo desconocido. Al ocupar puestos gubernamentales de alto rango en EE. UU., algunos agentes soviéticos tuvieron la oportunidad de influir en importantes decisiones políticas.

Alger Hiss, el espía soviético en el Departamento de Estado, tuvo un rol clave como consejero del presidente Roosevelt durante la Conferencia de Yalta a finales de la Segunda Guerra Mundial. Él ayudó a determinar los arreglos territoriales de posguerra, a redactar el borrador de la Carta de las Naciones Unidas, a decidir el intercambio de prisioneros, y demás.

Harry Dexter White, un asistente de confianza del secretario del Tesoro Henry Morgenthau Jr., ayudó a crear los acuerdos financieros internacionales de Bretton Woods y fue una de las personalidades más importantes detrás del establecimiento del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.

White incentivó al Partido Nacionalista Chino (Kuomintang) para que incorporara en el Ministerio de Finanzas chino a Yi Zhaoding, un miembro oculto del PCCh. Después de asumir su cargo en 1941, Yi fue el arquitecto de desastrosas reformas monetarias que dañaron la reputación del Kuomintang y beneficiaron el ascenso del PCCh.

Algunos historiadores argumentan que la influencia de los espías soviéticos y sus simpatizantes izquierdistas en la política exterior norteamericana llevó a que Estados Unidos pusiera fin a la ayuda militar que brindaba al Kuomintang durante la Guerra Civil China que siguió a la Segunda Guerra Mundial. Así fue que China continental cayó en manos del PCCh.

Algunos expertos, como M. Stanton Evans, argumentan que el área en que los espías soviéticos tuvieron más éxito fue en influir la política [8]. Whittaker Chambers, informante soviético y asociado del PCEUA que luego desertó y testificó contra otros espías, dijo: “Los agentes de una potencia enemiga estaban en posición de hacer mucho más que robar documentos. Estaban en una posición de influencia sobre la política exterior de la nación a favor de los intereses del principal enemigo de la nación, y no solo en ocasiones excepcionales, […] sino en lo que debe haber sido una abrumadora suma de decisiones día a día”. [9]

Yuri Bezmenov, un agente de la KGB que desertó en Occidente, analizó los métodos soviéticos de subversión en sus escritos y entrevistas. De acuerdo con Bezmenov, los espías al estilo James Bond de la cultura popular, que hacían explotar puentes o se escabullían robando documentos secretos, no podrían estar más lejos de la realidad del espionaje. Solo entre el 10 y el 15 por ciento del personal y los recursos de la KGB estaban asignados a las operaciones de espionaje tradicional, y el resto era para la subversión ideológica.

Bezmenov decía que la subversión tiene cuatro etapas: el primer paso es fomentar la decadencia cultural y la desmoralización del país enemigo; el segundo es crear caos social; el tercero es instigar una crisis que lleve a la guerra civil, a una revolución o a una invasión externa; culminando con el cuarto y último paso de poner al país bajo el control del Partido Comunista. Esto se llama normalización.

Bezmenov, alias Thomas Schumann, enumeró tres campos de subversión, incluyendo el pensamiento, el poder y la vida social. El pensamiento incluye la religión, la educación, los medios de comunicación y la cultura. El poder incluye la administración del gobierno, el sistema legal, el orden público, las fuerzas armadas y la diplomacia. La vida social abarca la familia y las comunidades, la salud y las relaciones entre personas de diferentes razas y clases sociales.

Como ejemplo, Bezmenov explicó cómo el concepto de igualdad fue manipulado para crear agitación social. Los agentes promueven la causa del igualitarismo, haciendo que la gente esté descontenta con sus circunstancias políticas y económicas. El activismo y la agitación social van acompañados de un estancamiento económico, exacerbando las relaciones laborales y de capital en un ciclo deteriorante de desestabilización. Esto culmina en una revolución o en una invasión de fuerzas comunistas. [10]

Ion Mihai Pacepa, el oficial de inteligencia de mayor rango en la Rumania comunista, desertó a Estados Unidos en 1978. Luego expuso cómo la ex Unión Soviética y los regímenes comunistas de Europa del Este adoptaron estrategias de guerra psicológica y desinformación contra países occidentales. De acuerdo con Pacepa, el propósito de la desinformación era alterar el marco de referencia de la gente. Con los valores ideológicos manipulados, la gente no sería capaz de entender o aceptar la verdad incluso si esta fuera presentada con evidencia directa. [11]

Bezmonov decía que la primera etapa de subversión ideológica generalmente tomaba entre 15 y 20 años –es decir, el tiempo necesario para educar una nueva generación–, la segunda etapa tomaba de dos a cinco años, y la tercera etapa era de solo tres a seis meses. En un discurso que dio en 1984, Bezmenov dijo que la primera etapa había sido lograda a un grado mayor al que habían planeado originalmente las autoridades soviéticas.

Los testimonios de muchos espías y oficiales de inteligencia soviéticos y documentos desclasificados de la Guerra Fría sugieren que las tácticas de infiltración fueron la fuerza impulsora detrás del movimiento contracultura de la década de 1960.

En 1950, el senador Joseph McCarthy comenzó a exponer el alcance de la infiltración comunista en el gobierno y la sociedad de EE. UU. Pero cuatro años después, el Senado votó una moción de censura en su contra y la acción del gobierno para deshacerse de la influencia comunista quedó interrumpida. Esta es una de las principales razones del deterioro de Estados Unidos.

La amenaza de la infiltración comunista no ha disminuido con el colapso de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría. Por ejemplo, Joseph McCarthy ha sido demonizado por políticos y medios de comunicación de izquierda durante décadas. Hoy en día, el McCartyismo es sinónimo de persecución política –una indicación de que la izquierda ha tenido éxito en dominar la lucha ideológica.

Las décadas de supresión y difamación infligidas contra héroes anticomunistas de EE. UU. como McCarthy son una indicación de una tendencia general. Tal como observó un comentador político conservador de EE. UU., el antiamericanismo es un componente natural del movimiento izquierdista mundial. Los izquierdistas luchan con uñas y dientes para proteger a adúlteros, abortistas, criminales y comunistas, mientras apoyan la anarquía y se oponen a la civilización.

3. Del New Deal al Progresismo

El jueves 24 de octubre de 1929, colapsó la bolsa de valores de Nueva York. La crisis se diseminó desde el sector financiero a toda la economía, y ninguna de las principales naciones desarrolladas de Occidente quedó sin afectar. El desempleo alcanzó a más de un cuarto de la población y el número total de desempleados superó los 30 millones. Aparte de la Unión Soviética, la producción industrial en los principales países industriales cayó un promedio del 27%. [12]

A comienzos de 1933, dentro de los 100 primeros días de la presidencia de Roosevelt, se presentaron muchos proyectos de ley relacionados con resolver la crisis. Las políticas incrementaron la intervención del Gobierno en la economía y se aprobaron reformas importantes: el Congreso promulgó la Ley de Emergencia Bancaria, la Ley de Ajuste Agrícola, la Ley de Recuperación de la Industria Nacional y la Ley de Seguridad Social. Aunque en esencia el New Deal (“Nuevo acuerdo”) de Roosevelt terminó al comenzar la Segunda Guerra Mundial, muchas de las instituciones y organizaciones que emergieron en ese periodo continuaron moldeando la sociedad estadounidense hasta la actualidad.

Roosevelt emitió más órdenes ejecutivas que el número total de decretos similares emitidos por el resto de los presidentes en el siglo XX. Sin embargo, la tasa de desempleo de EE. UU. no cayó por debajo de los dos dígitos hasta la guerra. El verdadero efecto del New Deal fue poner al Gobierno de EE. UU. en una trayectoria de impuestos altos, gobierno grande e intervencionismo económico.

En su libro de 2017, The Big Lie: Exposing the Nazi Roots of the American Left (La Gran Mentira: Exponiendo las raíces nazis de la izquierda estadounidense), el pensador conservador Dinesh D’Souza argumenta que la Ley de Recuperación Nacional, que fue una de las piezas centrales del New Deal de Roosevelt, significó en esencial el fin del libre mercado en EE. UU. [13]

De acuerdo con FDR’s Folly, un libro de 2003 escrito por el historiador Jim Powell, el New Deal prolongó la Gran Depresión en lugar de terminarla: la Ley de Seguridad Social y leyes laborales incentivaron un mayor desempleo, mientras que los altos impuestos agobiaron a empresas saludables, y demás. [14] Milton Friedman, economista y ganador del Premio Nobel, elogió la obra de Powell y dijo: “Tal como lo demuestra Powell sin un dejo de dudas, el New Deal obstaculizó la recuperación después de la contracción, prolongó y sumó desempleo, y preparó el escenario para un gobierno aún más intrusivo y costoso”. [15]

El presidente Lyndon Johnson, quien asumió el cargo luego del asesinato del presidente Kennedy en 1963, declaró la Guerra contra la Pobreza en su discurso del Estado de la Unión de 1964 y lanzó los programas nacionales de la Gran Sociedad. En un corto periodo, Johnson emitió una serie de órdenes ejecutivas, estableció nuevas agencias de gobierno, reforzó el estado de prestaciones sociales, aumentó los impuestos y expandió drásticamente la autoridad del gobierno.

Es interesante notar las similitudes entre las medidas administrativas del presidente Johnson y “Un nuevo programa de la nueva agenda del Partido Comunista Estadounidense”, publicado en 1966. Gus Hall, secretario general del PCEUA, dijo: “La actitud comunista hacia la Gran Sociedad se puede resumir con el viejo dicho de que dos hombres durmiendo en la misma cama pueden tener sueños diferentes. Nosotros los comunistas apoyamos todas las medidas del concepto de la Gran Sociedad porque soñamos con el socialismo”.

La “misma cama” de Hall se refiere a las políticas de la Gran Sociedad [16]. Aunque el PCEUA también apoyó la iniciativa de la Gran Sociedad, la intención de la administración de Johnson fue mejorar Estados Unidos bajo el sistema democrático. La intención del Partido Comunista fue acercar a Estados Unidos hacia el socialismo paso a paso.

Las consecuencias más serias de la Gran Sociedad y la Guerra contra la Pobreza son tres: aumentaron la dependencia en las prestaciones sociales, desalentando así a la gente para no trabajar, establecieron políticas de beneficios sociales y dañaron la estructura familiar. Las políticas de prestaciones sociales favorecieron a las familias monoparentales, promoviendo así el divorcio y los hijos extramaritales. Según las estadísticas, la tasa de niños nacidos fuera del matrimonio en 1940 era de 3,8% entre todos los recién nacidos; para 1965, esta cifra se incrementó al 7,7%. En 1990, 25 años después de la reforma de la Gran Sociedad, la cifra era del 28% y en 2012 aumentó al 40%. [17]

La desintegración de la familia trajo consigo una serie de consecuencias generalizadas, como una mayor carga financiera para el gobierno, una elevada tasa de delitos, la decadencia de la educación familiar, familias estancadas en la pobreza durante generaciones y una mentalidad de subsidio, lo que llevó a una mayor tasa de desempleo voluntario.

Una frase atribuida al historiador y jurista escocés Lord Alexander Fraser Tytler dice: “Una democracia no puede existir como forma permanente de gobierno. Solo puede existir hasta que los votantes descubran que pueden votar la generosidad del tesoro público. A partir de ese momento, la mayoría siempre vota al candidato que les promete más beneficios del tesoro público, con el resultado de que la democracia siempre colapsa por una política fiscal relajada, y siempre le sigue una dictadura”. [18]

Como dice un dicho chino, “Ir del ahorro a la extravagancia es fácil, pero lo opuesto es difícil”. Luego de que la gente desarrolla una dependencia a los beneficios sociales, se vuelve imposible para el gobierno reducir la escala y el tipo de beneficios. El Estado benefactor de Occidente se ha convertido en un lodazal político para el cual ni políticos ni funcionarios tienen solución.

En la década de 1970, la extrema izquierda abandonó los términos revolucionarios que ponían en guardia al pueblo estadounidense y los reemplazó con el “liberalismo” y el “progresismo”, que suenan más neutrales. Los lectores que habrán vivido en países comunistas conocen bien al último, ya que “progreso” ha sido utilizado por el Partido Comunista casi como un sinónimo de “comunismo”. Por ejemplo, el término “movimiento progresista” hacía referencia al “movimiento comunista”, e “intelectuales progresistas” hacía referencia a “personas procomunistas” o a miembros ocultos del Partido Comunista.

Mientras tanto, el liberalismo no es en esencia diferente al progresismo, ya que conlleva la misma connotación de impuestos altos; extensos beneficios sociales; gobierno grande; rechazo a la religión, la moral y la tradición; el uso de la “justicia social” como un arma política; “corrección política”; y la promoción militante del feminismo, la homosexualidad, la perversidad sexual, y demás.

No es nuestra intención apuntar el dedo a ninguna figura política o persona, ya que es realmente difícil hacer un análisis y un juicio correctos en medio de complejos desarrollos históricos. Es claro que el espectro del comunismo ha estado trabajando tanto en Oriente como en Occidente desde comienzos del siglo XX. Cuando la revolución violenta tuvo éxito en Oriente, esparció la influencia del comunismo en los gobiernos y sociedades de Occidente, haciéndolos moverse hacia la izquierda.

Particularmente después de la Gran Depresión y a partir del fin de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos ha adoptado políticas cada vez más socialistas, como el estado de beneficios sociales, al tiempo que el ateísmo y el materialismo erosionaron la fibra moral de la sociedad norteamericana. La gente se fue alejando de Dios y de la moral tradicional, volviéndose así más débiles para resistir el engaño comunista del espectro perverso.

4. La revolución cultural de Occidente

La década de 1960, que fue un punto de inflexión en la historia moderna, vio cómo un movimiento de contracultura sin precedentes barrió de Oriente a Occidente. En contraste con la Revolución Cultural de los comunistas chinos, el movimiento de contracultura occidental parecía tener múltiples enfoques, o más bien carecer de enfoque.

En la década entre los años 1960 y 1970, la mayoría de los participantes jóvenes del movimiento de contracultura estuvieron motivados por varias búsquedas. Algunos se oponían a la Guerra de Vietnam, algunos luchaban por derechos civiles, algunos abogaban por el feminismo y condenaban el patriarcado, algunos peleaban por los derechos de los homosexuales. Para rematar esto emergió un cegador espectáculo de movimientos contra la tradición y la autoridad que abogaban por la libertad sexual, el hedonismo, los narcóticos y la música de rock.

El objetivo de la Revolución Cultural Occidental es destruir la civilización cristiana recta y su cultura tradicional. Aunque parece ser desordenado y caótico, este cambio cultural internacional proviene del comunismo.

Los jóvenes participantes del movimiento de contracultura reverenciaban tres ídolos como “los Tres M”: Marx, Marcuse y Mao Zedong.

Herbert Marcuse era un miembro clave de la Escuela de Frankfurt, un grupo de intelectuales marxistas asociados con el Instituto de Investigación Social de la Universidad de Goethe en Frankfurt. Establecida en 1923, sus fundadores utilizaban el concepto de teoría crítica para atacar la civilización occidental y aplicar el marxismo en la esfera cultural.

Uno de los fundadores de la escuela fue el marxista húngaro György Lukács. En 1919, él pregunto, como es bien sabido: “¿Quién nos puede salvar de la civilización occidental?” [19]. Al explayarse sobre esto, dijo que Occidente es culpable de crímenes genocidas contra cada civilización y cultura que encontró. La civilización estadounidense y la occidental, según Lukács, son los depósitos más grandes del mundo de racismo, machismo, nativismo, xenofobia, antisemitismo, fascismo y narcisismo.

En 1935, los marxistas de la Escuela de Frankfurt se trasladaron a Estados Unidos y se afiliaron a la Universidad de Columbia en Nueva York. Esto les dio una apertura para diseminar sus teorías en suelo estadounidense. Con la asistencia de otros académicos de izquierda, corrompieron varias generaciones de la juventud estadounidense.

Al combinar el marxismo con el pansexualismo freudiano, las teorías de Marcuse catalizaron el movimiento de liberación sexual. Marcuse creía que la represión de la naturaleza propia en la sociedad capitalista entorpecía la liberación y la libertad. Por lo tanto, era necesario oponerse a todas las religiones, moralidad, orden y autoridad tradicionales a fin de transformar la sociedad en una utopía de placer sin límites y sin esfuerzos.

La famosa obra de Marcuse Eros y la civilización ocupa un lugar importante en la vasta cantidad de obras de los académicos de Frankfurt, por dos razones específicas: primero, el libro combina los pensamientos de Marx y Freud y convierte la crítica de Marx hacia la política y la economía en una crítica a la cultura y la psicología. El libro también tendió un puente entre los teóricos de Frankfurt y los jóvenes lectores, lo que posibilitó la rebelión cultural de los años 60. [20]

Marcuse dijo: “[El movimiento de contracultura puede ser llamado] una revolución cultural, dado que la protesta está dirigida hacia todo el establishment cultural, incluida la moral de la sociedad existente. […] Hay una cosa que podemos decir con total seguridad: la idea tradicional de revolución y la estrategia tradicional de revolución han terminado. Estas ideas son anticuadas. […] Lo que debemos emprender es un tipo de desintegración difusa y dispersa del sistema”. [21]

Pocos entre los jóvenes rebeldes podían comprender las teorías arcanas de la Escuela de Frankfurt, pero las ideas de Marcuse eran simples: ser antitradición, antiautoridad y antimoral. Entregarse al sexo, las drogas y el rock and roll sin restricciones. “Hacer el amor, no la guerra”. Mientras digas “no” a toda autoridad y a las normas sociales, cuentas como un participante de la “noble causa revolucionaria”. Era tan simple y fácil convertirse en revolucionario; no es de sorprender que haya atraído a tantos jóvenes de ese tiempo.

Debe enfatizarse que si bien muchos de los jóvenes rebeldes actuaron por su propia voluntad, muchos de los líderes estudiantiles más radicales al frente del movimiento habían sido entrenados y manipulados por comunistas extranjeros. Por ejemplo, los líderes de Estudiantes por una Sociedad Democrática (ESD) fueron entrenados en Cuba.

Las protestas estudiantiles fueron organizadas a instigadas directamente por grupos comunistas. La facción Weathermen de extrema izquierda se separó de los Estudiantes por una Sociedad Democrática y anunció lo siguiente en una declaración de 1969: “La contradicción entre los pueblos revolucionarios de Asia, África y Latinoamérica y los imperialistas liderados por Estados Unidos es la contradicción principal en el mundo contemporáneo. El desarrollo de esta contradicción es promover la lucha del pueblo de todo el mundo contra el imperialismo de EE.UU. y sus lacayos”. Estas palabras fueron escritas por Lin Biao, el entonces segundo líder más poderoso de la China comunista, y provenían de su serie de artículos llamada “¡Larga vida a la victoria de la guerra del pueblo!”. [22]

Así como la Revolución Cultural causó un daño irreversible a la cultura tradicional china, el movimiento de contracultura causó una agitación titánica en la sociedad occidental. Primero, normalizó muchas subculturas que pertenecían a los sectores marginales y bajos de la sociedad o que eran variaciones desviadas de la cultura convencional. La liberación sexual, las drogas y el rock and roll rápidamente erosionaron los valores morales de la juventud y la convirtieron en una fuerza corrosiva latente que estaba en contra de Dios, en contra de la tradición y en contra de la sociedad.

Segundo, el movimiento de contracultura sentó un precedente para el activismo caótico y fomentó un amplio rango de formas de pensar antisociales y antiestadounidenses, preparando el camino para la revolución callejera que llegaría más tarde.

Tercero, luego de que los jóvenes de los años 60 terminaron su vida activista, ingresaron a las universidades e institutos de investigación, completaron sus doctorados y maestrías e ingresaron en la sociedad estadounidense. Llevaron consigo la perspectiva marxista y sus valores a la educación, los medios de comunicación, la política y los negocios, impulsando la revolución no violenta a lo largo del país.

Desde los años 80, la izquierda acaparó el poder y estableció baluartes en los medios de comunicación, el sector académico y Hollywood. La presidencia de Ronald Reagan revirtió brevemente esta tendencia, solo para que se reanudara en los años 90 y alcanzara la cima en años recientes.

5. Los movimientos antiguerra y de derechos civiles

En 1984, de George Orwell, uno de los ministerios principales de Oceanía es el Ministerio de la Paz, que supervisa los asuntos militares del Partido. El significado invertido de su nombre en realidad contiene un significado profundo: cuando la fuerza de uno es inferior a la del enemigo, la mejor estrategia es proclamar el deseo de paz. Extender una ofrenda de paz es la mejor forma de esconder la guerra inminente. La Unión Soviética y otros países comunistas fueron y continúan siendo adeptos a esta estrategia, que se emplea para infiltrar Occidente.

El Consejo Mundial de la Paz se formó en 1948. Su primer presidente fue el físico francés Joliot-Curie, miembro del Partido Comunista Francés. La Segunda Guerra Mundial acababa de terminar y Estados Unidos era el único país que había producido y probado la bomba atómica.

Habiendo sufrido grandes pérdidas en la guerra, la Unión Soviética promovía agresivamente la paz mundial como estratagema para mantener a raya la presión de Occidente. El Consejo Mundial de la Paz era directamente controlado por la Comisión Soviética de la Paz, una organización afiliada al Partido Comunista Soviético. Disparó un relato mundial que proclamaba que la Unión Soviética era un país que amaba la paz y condenaba a Estados Unidos como un belicista hegemónico.

El funcionario soviético de alto rango y líder ideológico Mijaíl Suslov promovía una “lucha por la paz” que se convirtió en un elemento constante de la retórica soviética.

“El movimiento antiguerra actual da testimonio de la voluntad y disposición de las grandes masas del pueblo para salvaguardar la paz y evitar que los agresores sumerjan a la humanidad en el abismo de otra masacre”, escribió Suslov en un panfleto de propaganda de 1950. “La tarea ahora es convertir esta voluntad de las masas en acciones activas y concretas que apunten a frustrar los planes y medidas de los instigadores de guerra angloamericanos”. [23]

La Unión Soviética patrocinó una multitud de organizaciones y grupos tales como la Federación Sindical Mundial, la Asociación Juvenil Mundial, la Federación Internacional de Mujeres, la Federación Internacional de Periodistas, la Federación Mundial de la Juventud Democrática, la Asociación Mundial de Científicos y otras del tipo para apoyar las afirmaciones del Consejo Mundial de la Paz. La “paz mundial” se convirtió en uno de los frentes de la guerra comunista de opinión pública contra el mundo libre.

En 1982, Vladimir Bukovsky, un prominente disidente soviético, escribió que los “miembros de la generación más vieja aún pueden recordar las marchas, los actos y las peticiones de los años 1950 […] Difícilmente sea ahora un secreto que toda la campaña fue organizada, dirigida y financiada desde Moscú, a través del llamado Fondo para la Paz y el Consejo Mundial de la Paz dominado por los soviéticos […]” [24]

El Secretario General del Partido Comunista de EE. UU., Gus Hall, dijo: “Hay una necesidad de expandir la lucha por la paz, intensificarla, involucrar a más gente y convertirla en el tema candente en cada comunidad, en cada grupo de personas, en cada sindicato, en cada iglesia, en cada familia, en cada calle y en cada lugar en el que se reúna la gente […]” [25]

Los soviéticos impulsaron el movimiento de “lucha por la paz” en tres olas a lo largo de la Guerra Fría, la primera comenzó en los años 50. El segundo punto culminante fue el movimiento antiguerra de los 60 y los 70. Según el testimonio de Stanislav Lunev, exoficial del GRU (inteligencia militar) soviético que desertó de Rusia a Estados Unidos en 1992, la cantidad de dinero que la Unión Soviética gastó en propaganda antiguerra en países occidentales fue el doble de su apoyo militar y económico a Vietnam del Norte. Dijo que “el GRU y la KGB financiaron casi todos los movimientos y grupos antiguerra en Estados Unidos y otros países”. [26]

Ronald Radosh, exmarxista y activista durante el movimiento anti Guerra de Vietnam, admitió que “nuestra intención nunca fue tanto la de terminar la guerra, sino la de usar el sentimiento antiguerra para crear un nuevo movimiento socialista revolucionario en casa”. [27]

El tercer gran movimiento antiguerra tuvo lugar a principios de los años 80, cuando Estados Unidos desplegó misiles nucleares de rango intermedio en Europa. Los manifestantes antiguerra exigieron que tanto la Unión Soviética como Estados Unidos limitaran sus arsenales nucleares, pero la Unión Soviética nunca acató ningún tratado internacional.

Un estudio realizado por el Comité Judicial del Senado de EE. UU. en 1955 descubrió que en los 38 años desde la fundación del régimen soviético, este había firmado cerca de 1000 tratados bilaterales o multilaterales con varios países de todo el mundo, pero había roto casi todas las promesas y acuerdos que había hecho. [28] Los autores del estudio observaron que la Unión Soviética era probablemente la nación menos confiable de todas las grandes naciones de la historia.

Trevor Loudon dijo que durante los años 80, el movimiento antinuclear de Nueva Zelanda estaba patrocinado encubiertamente por la Unión Soviética utilizando agentes especiales entrenados. Como resultado, Nueva Zelanda se retiró del Tratado de Seguridad de Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos (ANZUS o Tratado ANZUS), exponiendo directamente a este pequeño país con una población de menos de cuatro millones de personas a la amenaza del comunismo. [29]

Luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001, hubo una serie de manifestaciones y protestas antiguerra a gran escala en Estados Unidos. Detrás de estas manifestaciones había organizaciones estrechamente relacionadas con los comunistas. [30]

El movimiento de derechos civiles estadounidense utilizó la desobediencia civil para alinear las instituciones políticas estadounidenses con los principios sobre los que se fundó Estados Unidos.

Fue una respuesta racional y pacífica a agravios reales que ayudó a Estados Unidos a superar un legado de injusticia racial. Pero los verdaderos agravios a los que se refirió el movimiento de derechos civiles proporcionaron un terreno fértil para la subversión comunista.

A partir de fines de los años 1920, el Partido de los Trabajadores comunista descubrió el gran potencial para la revolución entre los estadounidenses negros. Ellos exigían el establecimiento de una “República Negra” soviética en medio del Sur, que era el hogar de muchos negros [31]. Un manual de propaganda comunista publicado en 1934, “Los negros en la América soviética”, proponía una revolución racial en el Sur combinada con la revolución proletaria general. [32]

Los movimientos de derechos civiles en Estados Unidos en los años 60 tuvieron el apoyo de los partidos comunistas soviético y chino. Cuando Leonard Patterson, un hombre negro y exmiembro del Partido Comunista de EE. UU. que recibió entrenamiento en Moscú, renunció al PCEUA, testificó que la insurrección y la revuelta entre los negros estadounidenses tenía el fuerte apoyo del Partido Comunista de EE. UU. Tanto él como el Secretario General del PCEUA, Gus Hall, habían estado en Moscú para recibir entrenamiento. [33]

La intensificación del movimiento de los derechos civiles también coincide con la campaña del PCCh para exportar la revolución. En 1965, el PCCh esgrimió el lema de “revolución internacional”, convocando al “extenso campo” de Asia, África y Latinoamérica para rodear las “ciudades internacionales” de Europa Occidental y Norteamérica, tal como el PCCh había tomado primero el campo y luego derrotó al Kuomintang en las ciudades durante la Guerra Civil China.

Las organizaciones más violentas del movimiento de los derechos de las personas negras, como el Movimiento de Acción Revolucionaria y el Panteras Negras maoísta, tenían el apoyo o estaban directamente influenciadas por el PCCh. El Movimiento de Acción Revolucionaria abogaba por la revolución violenta y era considerado una organización extremista peligrosa por la mayor parte de la sociedad. Fue disuelta en 1969.

Desde su forma hasta sus enseñanzas, las Panteras Negras admiraban al PCCh como su modelo a seguir, con lemas tales como “el poder político crece del cañón de un arma” y “todo el poder pertenece al pueblo”. Leer las Citas del presidente Mao Zedong era obligatorio para todos los miembros. Al igual que el PCCh, las Panteras Negras abogaban por la revolución violenta. Uno de sus líderes, Eldridge Cleaver, predijo en 1968 una ola de terror, violencia y guerra de guerrillas. En muchas reuniones de negros, los participantes agitaban el Pequeño Libro Rojo (Citas del presidente Mao Zedong). El mar rojo guardaba un sorprendente parecido con las escenas vistas en China en la misma época. [34]

A pesar de que muchos de los reclamos del movimiento de derechos civiles han sido aceptados por la mayor parte de la sociedad, la ideología revolucionaria radical negra no ha desaparecido. Recientemente resurgió como el movimiento Black Lives Matter (“Las vidas negras importan”). [35]

La gente de todo el mundo anhela la paz, y el pacifismo es un antiguo ideal. En el siglo XX, personas de gran visión y compasión dedicaron sus esfuerzos a reducir los malentendidos y el conflicto entre naciones. Debido a circunstancias históricas, la discriminación racial sí existe en Estados Unidos y en otros países occidentales. La gente intenta eliminar la discriminación racial a través de la educación, los medios de comunicación y protestas, todo lo cual es entendible.

Pero el espectro perverso del comunismo se aprovecha de las tendencias ideológicas y de los conflictos sociales en los países occidentales. Siembra discordia, incita al odio y crea violencia mientras engaña y manipula a las masas de personas que inicialmente no albergaban malas intenciones.

[Parte 2]

6. Los nuevos marxistas que veneran a Satán

Cuando la revolución callejera de los jóvenes occidentales estaba en pleno auge en los años 60, había alguien que desestimaba su ingenuidad, sinceridad e idealismo. “Si el verdadero radical descubre que tener cabello largo establece barreras psicológicas para la comunicación y la organización, se corta el cabello”, dijo. El hombre era Saul Alinsky, un activista radical que escribía libros, enseñaba a estudiantes y supervisaba personalmente la implementación de sus teorías, convirtiéndose con el tiempo en el agitador “paracomunista” con la influencia más nociva en décadas.

Además de venerar a Lenin y a Castro, Alinsky también había elogiado explícitamente al diablo mismo. En su libro Reglas para radicales, uno de los epígrafes dice: “No nos olvidemos de dar reconocimiento al primer radical: de todas nuestras leyendas, mitología e historia (y quién sabe dónde termina la mitología y comienza la historia – o cuál es cuál), el primer radical conocido por el hombre que se rebeló contra el sistema y lo hizo de manera tan efectiva que como mínimo ganó su propio reino: Lucifer”.

La razón por la que Alinsky es denominado “paracomunista” es porque, a diferencia de la Vieja Izquierda (izquierdistas políticos) de los años 30 y la Nueva Izquierda (izquierdistas culturales) de los años 60, Alinsky se rehusaba a describir afirmativamente sus ideales políticos. Su visión general era que en el mundo están “los que tienen”, “los que tienen poco y quieren más” y “los que no tienen”. Él apelaba a “los que no tienen” para que se rebelaran contra “los que tienen” por cualquier medio para tomar la riqueza y el poder a fin de lograr una sociedad completamente “igual”. Buscaba tomar el poder mediante cualquier medio, mientras al mismo tiempo destruía el sistema social existente. Era llamado el Lenin de la izquierda poscomunista y su “Sun-Tzu”. [1]

En Reglas para radicales, publicado en 1971, Alinsky describió sistemáticamente su teoría y sus métodos de organización comunitaria. Estas reglas incluyen: “Una táctica que se prolonga demasiado en el tiempo se convierte en un lastre”. “Mantén la presión”. “La amenaza usualmente es más aterradora que la cosa misma”. “El ridículo es el arma más potente del hombre”. “Elige el objetivo, congélalo, personalízalo y polarízalo” [2]. La esencia de sus reglas era utilizar medios inescrupulosos para lograr sus objetivos y obtener poder.

La naturaleza de las reglas aparentemente estériles de Alinsky para la organización comunitaria revelan su verdadera naturaleza al aplicarse en el mundo. Cuando la Guerra de Vietnam seguía en curso en 1972, George H. W. Bush, entonces embajador de EE.UU. para las Naciones Unidas, dio un discurso en la Universidad de Tulane. Estudiantes antiguerra pidieron consejos a Alinsky y él dijo que el formato de protesta estándar probablemente haría que simplemente los expulsasen. Entonces sugirió que se vistieran con trajes del Ku Klux Klan, y que cuando Bush defendiera la Guerra de Vietnam, se pararan con letreros y dijeran “El KKK apoya a Bush”. Los estudiantes así lo hicieron, “con resultados muy exitosos y llamativos”. [3]

Alinsky y sus seguidores estuvieron encantados con otras dos protestas que planeó. En 1964, en negociaciones con las autoridades de la ciudad de Chicago, Alinsky elaboró el plan de organizar a 2500 activistas para ocupar los baños del Aeropuerto Internacional O’Hare de Chicago, uno de los más concurridos del mundo, para hacer que sus operaciones se detuvieran por completo. Previo a llevar a cabo el plan, lo filtró, obligando así a las autoridades a negociar. [4]

Para forzar a Kodak, el empleador más grande de Rochester, Nueva York, a que aumentara la proporción de empleados negros a blancos, Alinsky elaboró una táctica similar. Aprovechado un concierto de la Orquesta Filarmónica de Rochester, una importante tradición cultural en la ciudad, Alinsky planeó comprar cientos de boletos para sus activistas y antes alimentarlos únicamente con frijoles. Así llenarían el teatro con flatulencias, arruinando el espectáculo. Este episodio no llegó a concretarse, pero la sola amenaza y otras tácticas de Alinsky mejoraron su posición en las negociaciones.

El libro de Alinsky deja la impresión de un individuo siniestro, frío y calculador. Su uso de la “organización comunitaria” era en realidad una forma de revolución gradual. [5]

Las diferencias entre Alinsky y sus predecesores eran varias. Primero, tanto los izquierdistas viejos como los nuevos al menos eran idealistas en su retórica, mientras que Alinsky le quitó a la “revolución” su fachada idealista y la expuso como una dura lucha de poder. Cuando realizó entrenamientos para “organizaciones comunitarias”, preguntaba constantemente a sus aprendices: ¿Por qué organizarnos? Algunos respondían que era para ayudar a otros, pero Alinsky rugía en respuesta: “¡Quieres organizarte para ganar poder!” [6]

En el manual de entrenamiento por el que se guiaban los seguidores de Alinsky, decía: “No somos virtuosos por no querer poder. […] Somos realmente cobardes por no querer poder”; “el poder es bueno”; “carecer de poder es malvado”. [7]

Segundo, a Alinsky no le agradaba mucho la juventud rebelde de los años 60 que estaba públicamente en contra del gobierno y de la sociedad. Él enfatizaba que siempre que fuera posible, uno debería ingresar al sistema, aguardando el momento oportuno para subvertirlo desde adentro.

Tercero, el objetivo ulterior de Alinsky era subvertir y destruir, no beneficiar a ningún grupo; entonces, al implementar su plan, era necesario ocultar el propósito real con objetivos localizados o falsos que fueran en apariencia razonables o inofensivos, a fin de movilizar grandes multitudes a la acción. Cuando la gente se acostumbraba a ser movilizada, era relativamente fácil movilizarla a actuar hacia objetivos más radicales.

En Reglas para radicales, Alinsky dijo: “Cualquier cambio revolucionario debe ser precedido por una actitud hacia el cambio pasiva, afirmativa y no desafiante entre las masas de nuestra gente. […] Recuerden: una vez que organicen a la gente alrededor de algo tan ampliamente acordado como la contaminación, luego un grupo organizado de personas está en movimiento. Desde ahí es un paso corto y natural hacia la contaminación política, hacia la contaminación del Pentágono”.

Un líder de Estudiantes por una Sociedad Democrática que estaba profundamente influenciado por Alinsky dio en el clavo en cuanto a la esencia de radicalizar protestas: “El tema nunca es el tema; el tema siempre es la revolución”. La izquierda radical posterior a los años 60 estaba profundamente influenciada por Alinsky, y siempre convertía la respuesta a cualquier problemática social en una insatisfacción con el status quo en general, utilizándolo como un peldaño para avanzar en la causa revolucionaria.

Cuarto, Alinsky convirtió a la política en una guerra de guerrillas sin restricciones. Al explicar su estrategia para la organización comunitaria, Alinsky dijo a sus seguidores que necesitaban golpear al enemigo en los ojos, oídos y nariz. Como escribe en Reglas para radicales: “Primero los ojos; si has formado una organización del pueblo vasta y con la masa, puedes hacerla desfilar visiblemente frente al enemigo y mostrar tu poder abiertamente. Segundo los oídos; si tu organización es pequeña en número, entonces haz lo que hizo Gideon: oculta a los miembros en la oscuridad pero causa un estruendo y clamor que haga al oyente creer que los números de tu organización son mucho mayores de los que tiene en realidad. Tercero, la nariz; si tu organización es muy pequeña incluso para el ruido, haz que el lugar apeste”.

Quinto, a partir de sus acciones en la política, Alinsky enfatizaba utilizar los aspectos más perversos de la naturaleza humana, incluidos la pereza, la codicia, la envidia y el odio. A veces, los participantes de sus campañas recibían ganancias insignificantes, pero esto solo los hacía más cínicos y desvergonzados. A fin de subvertir el sistema político y el orden social de los países libres, Alinsky estaba dispuesto a guiar a sus seguidores hacia la bancarrota moral. A partir de esto, se puede deducir que si él hubiera verdaderamente obtenido poder, no habría cuidado ni habría tenido lástima por sus excamaradas.

Décadas después, dos prominentes figuras de la política estadounidense que estaban profundamente influenciadas por Alinsky ayudaron a marcar el inicio de la revolución silenciosa que subvirtió la civilización, las tradiciones y los valores estadounidenses. Al mismo tiempo, las protestas de tipo guerra de guerrillas sin limitaciones ni restricciones propuestas por Alinsky se volvieron populares en Estados Unidos a partir de los años 70. Esto quedó claro con la protesta del vómito de 1999 contra la Organización Mundial del Comercio en Seattle (en la que los manifestantes ingirieron una droga que inducía al vómito y luego vomitaron colectivamente en la plaza y en el centro de conferencia), el movimiento Occupy Wall Street, el movimiento Antifa, y así.

Cabe destacar que en una de las páginas introductorias de Reglas para radicales, Alinsky da su “reconocimiento al primer radical”, Lucifer. Además, en una entrevista con la revista Playboy poco antes de su muerte, Alinsky dijo que si moría, “eligiría sin reservas ir al infierno” para comenzar a organizar al proletariado allí porque “son mi tipo de gente”. [8]

7. La larga marcha de la izquierda a través de las instituciones

Fue Antonio Gramsci, un prominente comunista italiano, el que promovió la idea de llevar a cabo “la larga marcha a través de las instituciones”. Él descubrió que es difícil incitar a la gente de fe a iniciar una revolución para derrocar un gobierno legítimo, así que para lograr la revolución, los comunistas dependen de un gran número de soldados de infantería que compartan su visión oscura de la moral, la fe y las tradiciones. La revolución del proletariado, entonces, debe comenzar con la subversión de la religión, la moral y la civilización.

Luego del fracaso de las revoluciones callejeras de los años 60, los rebeldes comenzaron a ingresar al ámbito académico. Obtuvieron títulos de grado, se volvieron académicos, profesores, funcionarios de gobierno y periodistas, e ingresaron a la sociedad principal para llevar adelante la “larga marcha a través de las instituciones”. Así, infiltraron y corrompieron las instituciones de la sociedad occidental, las cuales son cruciales para mantener la moral de la sociedad. Esto incluye la iglesia, el gobierno, el sistema educativo, los cuerpos legislativos y judiciales, el mundo artístico, los medios de comunicación y las ONGs.

Después de los años 60, Estados Unidos se convirtió en un paciente con una infección, pero incapaz de identificar la causa. Las ideas paramarxistas calaron hondo en la sociedad estadounidense y han estado haciendo metástasis.

Entre las muchas teorías y estrategias revolucionarias que se han postulado, la estrategia “Cloward-Piven”, propuesta por dos sociólogos de la Universidad de Columbia, se ha convertido en una de las más conocidas y ha sido puesta en práctica con algún grado de éxito.

El concepto central de la estrategia Cloward-Piven es utilizar el sistema de prestaciones sociales para forzar al gobierno a colapsar. Según la política del gobierno de EE. UU., la cantidad de personas aptas para recibir beneficios sociales es mucho más grande que la cantidad de personas que reciben esos beneficios. En cuanto estas personas sean incentivadas u organizadas para tomar los beneficios, pronto gastarán los fondos del gobierno, de manera que el gobierno será incapaz de hacer que el dinero le alcance.

La implementación específica de esta estrategia es la Organización Nacional de Derechos de Beneficios Sociales (NWRO, según sus siglas en inglés). Según las estadísticas, entre 1965 y 1974, la cantidad de familias monoparentales que recibían beneficios sociales aumentó de 4,3 millones a 10,8 millones, más del doble. En 1970, el 28 por ciento del presupuesto anual de la ciudad de Nueva York se gastó en ayuda social. En promedio, de cada dos personas que trabajaban, una recibía beneficios. Entre 1960 y 1970, la cantidad de personas que recibían beneficios en la ciudad de Nueva York se acrecentó de 200.000 a 1,1 millón. En 1975, la ciudad de Nueva York casi cayó en bancarrota.

La estrategia Cloward-Piven está dirigida a ocasionar una crisis. Por lo tanto, puede también ser considerada como una implementación de las teorías de Alinsky, una de las cuales es “hacer que el enemigo viva bajo su propio libro de reglas”.

Desde la Revolución Bolchevique liderada por Lenin, el Partido Comunista ha sido hábil en las intrigas y confabulaciones. Con un muy pequeño número de personas, creó poderosas “revoluciones” y “crisis” de las que podía aprovecharse. Cosas similares ocurrieron en la política estadounidense. Por ejemplo, algunas de las ideas de la izquierda en Estados Unidos son tan radicales que parecen incomprensibles para la mayoría de las personas. Por ejemplo, ¿por qué los legisladores y funcionarios electos parecen representar únicamente la voz de las minorías extremas (como las personas transgénero), pero ignoran los asuntos importantes sobre el sustento de la mayoría? La respuesta es simple: no representan la verdadera opinión pública.

Lenin dijo una vez que los sindicatos son “las correas de transmisión del Partido Comunista hacia las masas” [9]. Los comunistas descubrieron que siempre y cuando controlen las sindicatos, controlan grandes cantidades de votos. Siempre y cuando controlen los votos, pueden hacer que los funcionarios y legisladores electos los obedezcan. Por eso los comunistas buscan ganar el control de los sindicatos, controlando así a un gran número de parlamentarios y funcionarios electos para que conviertan al programa político comunista subversivo en el programa político de la política de izquierda.

Cleon Skousen escribió en su libro El comunismo al desnudo que uno de los 45 objetivos comunistas es “Capturar uno o los dos partidos políticos de los Estados Unidos”, y esto se logra a través de una operación tal. Con el fin de mantener sus derechos e intereses básicos, los trabajadores comunes deben unirse a sindicatos y así se convierten en sus peones. Un principio idéntico funciona cuando se paga a pandillas del crimen organizado una cuota por protección.

El análisis de Trevor Loudon sobre cómo los partidos comunistas se apropian de los países democráticos trata este punto. Loudon divide el proceso en tres pasos:

Primer paso – Formación de políticas. Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética y sus aliados formularon políticas apuntadas a países democráticos. El propósito fue infiltrar y desintegrar estos países y transformarlos pacíficamente desde dentro.

Segundo paso – Adoctrinamiento. Durante la Guerra Fría, miles de comunistas de todo el mundo recibieron entrenamiento todos los años en la Unión Soviética y en países socialistas orientales. El entrenamiento se enfocaba en cómo usar los movimientos sindicales, los movimientos pacifistas, las iglesias y los grupos no gubernamentales para influenciar los partidos de izquierda en sus países.

Tercer paso – Implementación. Después de la Guerra Fría, grupos socialistas y comunistas locales de países occidentales comenzaron a jugar un rol más predominante.

Después de los años 70 y 80, un gran número de estadounidenses influenciados por la ideología comunista ingresaron a la sociedad principal. Se involucraron en política, la educación, la investigación académica, o entraron a los medios de comunicación u organizaciones no gubernamentales. Usan las experiencias acumuladas durante varias generaciones para transformar Estados Unidos desde adentro, y Estados Unidos casi ha caído en sus manos.

Los sistemas de países democráticos fueron originalmente diseñados para individuos de una cierta disposición y estándar moral. Para quienes utilizan todos los medios posibles para lograr sus fines perversos, este sistema tiene muchas brechas. Hay numerosas formas legítimas en la superficie para subvertir una sociedad libre.

Hay un dicho en China: “No tenemos miedo de que los ladrones roben, solo tenemos miedo de que ellos piensen en ello”. Los comunistas y aquellos que actúan en su nombre de manera ignorante intentan subvertir el sistema político y social de las sociedades libres de cualquier manera posible. Luego de décadas de planeamiento y operación, los gobiernos y las sociedades de Estados Unidos y países occidentales se deterioraron severamente puesto que el pensamiento y los elementos comunistas han entrado en el cuerpo político de EE. UU.

8. Corrección política: la policía del pensamiento del diablo

Los países comunistas practican un control estricto sobre el discurso y el pensamiento. No obstante, desde los años 80, apareció otra forma de control del discurso y del pensamiento en Occidente. Esta policía del pensamiento utiliza la bandera de la “corrección política” para descontrolar los medios de comunicación, la sociedad y el sistema educativo, usando lemas y críticas masivas para restringir el discurso y el pensamiento. A pesar de que muchos ya sintieron el poder perverso de su control, no comprendieron sus orígenes ideológicos.

Frases tales como “corrección política”, juntos con “progreso” y “solidaridad” son todas palabras usadas desde hace mucho tiempo por los partidos comunistas. Su significado superficial es evitar utilizar un lenguaje discriminatorio contra minorías, mujeres, discapacitados y otros. Por ejemplo, a las “personas negras” hay que llamarlas “afroamericanos”; a los indígenas hay que llamarlos “nativos americanos”, a los inmigrantes ilegales hay que llamarlos “trabajadores indocumentados”, y así.

No obstante, la implicación oculta detrás de la corrección política es clasificar a las personas en grupos según su estatus de víctimas. Por lo tanto, los más oprimidos deberían recibir el mayor respeto y cortesía. Independientemente de la conducta y el talento individual, este juicio está basado únicamente en la identidad y por eso es llamada “política de identidad”.

Este estilo de pensamiento es extremadamente popular en Estados Unidos y otros países occidentales. Según esta lógica, las lesbianas negras, que son oprimidas por los vectores de raza, sexo y preferencia sexual, son clasificadas al frente del victimismo. Por el contrario, hombres blancos y heterosexuales son considerados los más privilegiados y, en la lógica de la política de victimismo, se ubican al pie del tótem.

Este tipo de clasificación es idéntica a lo que ocurre en países comunistas, donde las personas eran clasificadas como “las cinco clases de rojo” o “las cinco clases de negro” según su riqueza y clase social antes de la revolución. El Partido Comunista Chino eliminó y oprimió a los terratenientes y capitalistas debido a su inapropiado estatus social, atacó a los intelectuales como el “apestoso noveno viejo”, y coreó que “los pobres son los más listos, los nobles son los más tontos”.

Por razones históricas complejas, entre ellas razones sociales e individuales, algunos grupos tienen una posición política y socioeconómica más baja, que no puede ser explicada simplemente como opresión. Pero la corrección política dibuja un límite artificial en las mentes de las personas. Establece una proposición binaria de que solo quienes estén de acuerdo con las afirmaciones de la corrección política pueden ser considerados morales, mientras que aquellos que disienten son acusados de ser racistas, machistas, homofóbicos, antiislamistas, y así.

Las universidades, que deberían promover una cultura de libertad de expresión, se convirtieron en prisiones de la mente. El mundo es silenciado e incapaz de resolver abierta y sinceramente muchos asuntos políticos, económicos y culturales. Bajo el nombre de la corrección política, algunas organizaciones apartan cada vez más a las religiones tradicionales de la esfera pública. Lo que es más, algunos países ampliaron la definición de “discurso de odio”, implementaron esta definición extendida en las leyes y así utilizaron la ley para forzar a las escuelas, los medios de comunicación y las empresas de internet a amoldarse [10]. Esto es un paso hacia las mismas censuras de discurso que se encuentran en los países comunistas.

Después de las elecciones de EE. UU. de 2016, el país se dividió aún más. Estallaron protestas en las grandes ciudades y las violaciones a la libertad de expresión comenzaron a hacerse frecuentes. En septiembre de 2017, la aparición del autor conservador Ben Shapiro, invitado a hablar en la Universidad de California-Berkeley, se frustró debido a las amenazas de Antifa de provocar un conflicto violento. La policía de Berkeley estaba lista y despachó tres helicópteros de policía, y los gastos de seguridad se estimaron por sobre los U$S 600.000 [11]. Un periodista le preguntó a un joven estudiante que estaba en la protesta: “¿Y qué pasa con la Primera Enmienda?”. El estudiante respondió que ya no era un documento relevante [12]. Irónicamente, un evento distintivo que marcó el comienzo del movimiento estudiantil en 1964 fue una lucha por la libertad de expresión en Berkeley. Estos días, la izquierda utiliza el derecho a expresarse para evitar que otros tengan un medio legítimo para exteriorizar su propia voz.

En marzo de 2017, el científico social Charles Murray fue invitado a hablar en el Middlebury College de Vermont. Allí fue atacado físicamente y un profesor acompañante de la universidad resultó herido. En marzo de 2018, la profesora titular Amy Wax de la Facultad de Derecho de la Universidad de Pennsylvania fue relevada de algunas funciones de docencia luego de publicar un artículo “políticamente incorrecto” [13]. Otras organizaciones, que actúan bajo la bandera de oposición al discurso de odio, han catalogado a grupos conservadores regulares como “grupos de odio”. Sumado a ello, han habido casos de autores y académicos conservadores que fueron amenazados para que no hablaran o asistieran a diversos eventos. [14]

La intromisión de la izquierda en la libertad de expresión no es parte de un debate normal entre personas con ideas diferentes. En cambio, se trata del espectro del comunismo utilizando a la gente con malas intenciones, provocándolos a esconder la verdad y suprimir las voces rectas, o al menos las normales. La corrección política, en esencia, se trata de sustituir estándares políticos y morales rectos con aquellos desviados; es la policía del pensamiento del diablo.

9. La propagación del socialismo en Europa

La Internacional Socialista surgió de la Segunda Internacional, fundada por Engels en 1889. Al momento de la fundación de la Segunda Internacional, existían más de 100 partidos políticos basados en el marxismo en todo el mundo. De ellos, 66 eran partidos en el poder que adherían al socialismo en sus respectivos países. El nombre “Internacional Socialista” se originó en 1951 después de la Segunda Guerra Mundial y consistía de partidos socialdemócratas de todo el mundo.

Hay partidos socialistas descendientes de la Segunda Internacional por todos lados en Europa, muchos de ellos incluso obtuvieron el poder. Entre los primeros socialistas estaban Lenin, que alentaba la revolución violenta, y gente como Kautsky y Burns, que promovían una reforma progresiva. Dentro de la Internacional Socialista, la democracia socialista y el socialismo democrático eran casi idénticos. Ambos promovían la idea de que el socialismo es el nuevo sistema que reemplazará al capitalismo. Actualmente, la Internacional Socialista consiste de más de 160 organizaciones y miembros. Es la organización política internacional más grande del mundo.

El Partido Socialista Europeo, activo en el Parlamento Europeo, también es una organización de alianza de la Internacional Socialista. Sus miembros son los partidos socialdemócratas de la UE y países alrededor. También es un partido político dentro del Parlamento Europeo, establecido en 1992, cuya membresía comprende la mayoría de las organizaciones europeas, entre ellas el Parlamento Europeo, la Comisión Europea y el Consejo Europeo.

Hasta el momento, el Partido Socialista Europeo tiene 34 partidos miembro de 28 países de la UE y Noruega, 12 miembros asociados y 12 observadores, sumando un total de 58 partidos políticos. Participa en un amplio rango de actividades. Los objetivos principales declarados por el mismo Partido Socialista Europeo son fortalecer al movimiento socialista y socialdemócrata dentro de la UE y en toda Europa, y desarrollar una cooperación cercana entre los partidos miembro, grupos parlamentarios, y demás. En esencia, trabaja vigorosamente para promover la causa socialista.

El Partido Socialdemócrata Sueco, partido en el poder en Suecia, sostiene abiertamente que utiliza el marxismo como su guía teórica. Durante las varias décadas bajo su régimen, ha promovido las ideologías socialistas de igualdad y bienestar social. Retratos de Marx y Engels aún cuelgan en los pasillos del Partido hoy en día.

Los principios rectores del Partido Laborista del Reino Unido están basados en el Socialismo Fabiano. Como se detalló previamente, el socialismo fabiano es simplemente otra versión del marxismo, pero enfatiza utilizar métodos graduales para efectuar la transición del socialismo al comunismo. También aboga por impuestos altos, gran cantidad de beneficios sociales y otras ideas socialistas. El Partido Laborista fue muchas veces el partido gobernante de Inglaterra en décadas recientes y siempre abogó por las ideas del socialismo fabiano.

El Partido Comunista Británico también ha sido muy activo en su intento por influenciar la política británica, manejando incluso su propio periódico, The Morning Star. El Partido Comunista Británico se estableció en 1920 y, durante su apogeo, tuvo miembros del Partido electos en la Cámara de los Comunes. Al comienzo de las elecciones recientes en Inglaterra, el Partido Comunista Británico repentinamente anunció su intención de apoyar al político líder de la izquierda del Partido Laborista.

Un miembro importante del Partido Laborista ha pasado 40 años promoviendo la nacionalización de activos y el socialismo. En septiembre de 2015, se convirtió en la cabeza del Partido Laborista, con una abrumadora ventaja del 60 por ciento. Este político ha sido un prominente participante de eventos y actividades LGBT durante años. Cuando un reportero de la BBC le preguntó sobre sus postura con respecto a Marx, elogió a Marx como un gran economista y una “fascinante figura que observaba muchísimo y de quien podemos aprender muchísimo”.

El Partido Socialista de Francia es el partido político de centro-izquierda más grande de Francia y es miembro de la Internacional Socialista (IS) y del Partido de los Socialistas Europeos (PSE). Su candidato presidencial fue electo Presidente de Francia en 2012.

El comunista veterano de Italia, Antonio Gramsci, no solo fundó el Partido Comunista de Italia en 1921, sino que también sirvió como su secretario general. Hasta los años 90, el Partido Comunista de Italia fue muy activo, y mantuvo su posición como el segundo partido político más grande por largo tiempo. En 1991, el partido fue renombrado Partido Democrático de la Izquierda.

Alemania, el otro gran país de Europa Occidental, no es la excepción. Alemania es el lugar de nacimiento de Marx y Engels y hogar de la influyente Escuela de Frankfurt, otra expresión del marxismo.

Otros países europeos, como España, Portugal y otros, tienen partidos políticos comunistas muy activos con significativa influencia. Toda Europa, no solo los países de Europa del Este, está dominada por el comunismo. Los países no comunistas de Europa del Norte, Europa del Sur y Europa Occidental están todos promoviendo y albergando ideologías y políticas comunistas, ya sea de manera intencional o no. Considerar que Europa está “en manos del enemigo” no es una exageración.

10. ¿Por qué caemos en los trucos del diablo?

El sociólogo estadounidense Paul Hollander, en su libro Peregrinos políticos, contó las historias de muchos jóvenes intelectuales enamorados del comunismo que viajaron a la Unión Soviética, a la China maoísta y a la Cuba comunista. Pese a que estaban teniendo lugar horrorosos abusos, estos jóvenes peregrinos políticos no vieron nada y, al regresar, escribieron con entusiasmo libros glorificando las políticas socialistas. [15]

La ideología comunista es una ideología del diablo y, con el paso del tiempo, la gente ha visto de forma cada vez más clara que donde sea que vaya el comunismo, va acompañado de violencia, mentiras, guerra, hambruna y dictadura. La pregunta es: “¿por qué aún hay tantas personas que ayudan incondicionalmente al diablo a divulgar sus mentiras, incluso convirtiéndose en sus herramientas obedientes?”.

En Estados Unidos, por ejemplo, personas de diferentes periodos se vieron atraídas al comunismo por diferentes razones. Los primeros miembros del Partido Comunista de EE. UU. eran inmigrantes. Su estatus económico era bajo y era difícil para ellos integrarse a la comunidad. Por consiguiente se unieron al Partido principalmente debido a influencias de su país natal (mayormente Rusia y países de Europa del Este).

Luego de la Gran Depresión, la influencia del marxismo en Occidente aumentó drásticamente y casi toda la clase intelectual occidental comenzó a girar hacia la izquierda. Numerosos intelectuales fueron a visitar la Unión Soviética y, al retornar, dieron discursos y escribieron libros promoviendo la ideología comunista. Entre aquellos involucrados había muchos pensadores, escritores, artistas y reporteros influyentes.

La generación Baby Boomer ingresó a la universidad durante los 60 y creció en la opulencia de la posguerra, sin embargo fue engañada por las ideologías de tendencia comunista en otras posturas contraculturales que tomaron la forma de antiguerra, derechos de las mujeres y demás cosas por el estilo. La siguiente generación de estudiantes aprendió de material izquierdista directo de los libros de texto porque sus maestros eran “radicales titulares” –así, la “larga marcha a través de las instituciones” del comunismo finalmente había tenido éxito, comenzando un ciclo destinado a reproducirse y mantenerse para siempre.

En un libro dedicado a exponer el comunismo, Maestros del engaño, el director del FBI J. Edgar Hoover, cuyo mandato duró 37 años, clasificó a los activistas comunistas en cinco grupos: miembros abiertos del partido, miembros ocultos del partido, simpatizantes, oportunistas (aquellos que apoyan el partido por interés propio) y crédulos [16]. En realidad, hay muy pocos activistas comunistas extremadamente perversos y acérrimos; ¿no es mucho más el caso de que la mayoría de los miembros del Partido Comunista fueron simplemente engañados?

Diez días que estremecieron al mundo, del reportero estadounidense John Silas Reed, y Estrella roja sobre China, de Edgar Snow, jugaron un rol muy importante en promover la ideología comunista en el mundo. Reed es uno de los tres estadounidenses enterrados en la Necrópolis de la Muralla del Kremlin, lo que significa que era un activista comunista. Su descripción de la Revolución de Octubre no fue un reportaje objetivo de eventos reales, sino una propaganda política cuidadosamente armada.

Reed era simpatizante del comunismo. En 1936, el esquema de entrevista que dio a un miembro del PCCh incluía preguntas respecto a una docena de áreas, entre ellas la diplomacia, la defensa contra la invasión enemiga, el punto de vista sobre tratados desiguales, la inversión extranjera, la perspectiva sobre los nazis, y más. Luego, Mao Zedong se reunió con Reed en una casa cueva en Shanbei (la zona norteña de la provincia de Shaanxi) para responder preguntas a fin de crear una impresión favorable del PCCh. El joven e inocente Reed fue utilizado como una herramienta por el traidor PCCh para transmitir al mundo sus mentiras cuidadosamente fabricadas.

Yuri Bezmenov, exespía de la KGB, recordó su experiencia de recibir “amigos” extranjeros cuando trabajaba como espía. La agenda de ellos estaba parcialmente armada por el Servicio de Inteligencia Exterior de la Unión Soviética. Sus visitas a iglesias, escuelas, hospitales, jardines de niños, fábricas y otros estaban arreglados de antemano. Los involucrados eran comunistas o personas políticamente confiables y habían sido entrenados para asegurarse de que hablarían con una sola voz. Él citó como ejemplo la vez en que Look, una importante revista estadounidense de los años 60, envió periodistas a la Unión Soviética y terminó imprimiendo materiales preparados por las fuerzas de seguridad soviéticas, incluyendo fotografías y una copia impresa.

Por consiguiente, la propaganda soviética salió al público bajo el nombre de una revista de EE. UU., engañando a los estadounidenses. Yuri Bezmenov dijo que muchos periodistas, actores y atletas estelares pueden ser disculpados por estar cegados a la realidad mientras visitaban la Unión Soviética, pero que el comportamiento de muchos políticos occidentales era imperdonable. Tejieron mentiras y buscaron cooperación con los comunistas soviéticos por su propia reputación y ganancias, dijo, y los calificó de moralmente corruptos. [17]

En el libro Usted puede confiar en los comunistas para que se comporten como tales, el Dr. Fred Schwarz analizó por qué algunos jóvenes de familias ricas comenzaron a apreciar el comunismo. Enumeró cuatro razones: primero, el desencanto con el capitalismo; segundo, la creencia en una filosofía de vida materialista; tercero, la arrogancia intelectual; cuarto, una necesidad religiosa insatisfecha. La arrogancia intelectual se refiere a la experiencia de los jóvenes de alrededor de 18-20 años que fácilmente caen víctima de la propaganda comunista debido a su entendimiento parcial de la historia, su resentimiento antiautoritario y su deseo de rebelarse contra la tradición, la autoridad y la cultura étnica en la que crecieron.

Las necesidades religiosas insatisfechas se refieren al hecho de que todas las personas tienen un tipo de impulso religioso dentro de sí mismas, lo que las empuja a trascender. No obstante, el ateísmo y la teoría de la evolución inculcados por su educación pueden hacerlos incapaces de obtener satisfacción mediante una religión tradicional. La fantasía comunista de liberar a la humanidad se aprovecha de esta necesidad humana latente y sirve como religión sucedánea [18].

Los intelectuales tendían a ser embaucados por ideologías radicales. Tal fenómeno llamó la atención de los académicos. En su libro El opio de los intelectuales, Raymond Aron señaló fuertemente que, por un lado, los intelectuales del siglo XX criticaban severamente al sistema político tradicional, pero que por otro lado, toleraban generosamente o incluso hacían la vista gorda a la dictadura y la matanza en Estados comunistas. Él veía a los intelectuales de izquierda que convertían su ideología en una religión secular como hipócritas, arbitrarios y fanáticos.

En su libro Intelectuales: desde Marx y Tolstói hasta Sartre y Chomsky, Paul Johnson, un historiador británico, analizó las vidas y las visiones políticas radicales de Rousseau y de una docena de intelectuales que le siguieron. Descubrió que compartían una fatal debilidad de arrogancia y egocentrismo. [19]

En su libro Intelectuales y Sociedad, el académico estadounidense Thomas Sowell también ilustró extensamente la extraordinaria arrogancia de estos intelectuales.

Estos académicos basaron su análisis de los intelectuales comunistas en un cuidadoso juicio y análisis, pero queremos llamar la atención a otra razón, que ellos no cubrieron, que explica por qué los intelectuales pueden ser engañados tan fácilmente. El comunismo es una ideología demoníaca que no pertenece a ninguna cultura tradicional de la sociedad humana. Dado que milita contra la naturaleza humana, nunca puede ser desarrollada orgánicamente por el hombre, sino que debe ser impuesta e inculcada desde afuera. Bajo la influencia del ateísmo y del materialismo, el ámbito académico y educativo contemporáneos abandonaron la creencia en los dioses. La creencia ciega en la ciencia y la veneración a la tal llamada razón humana hacen posible que la gente se convierta en esclava de esta ideología demoníaca.

Desde los años 60, el comunismo se ha involucrado en una invasión a gran escala de la educación estadounidense. Aún peor, muchos jóvenes –bombardeados por los medios de comunicación de izquierda y habiendo recibido una educación simplificada– se entregan a la televisión, los videojuegos, internet y las redes sociales. Se convierten en “copos de nieve”, personas que carecen de conocimiento, perspectiva global, sentido de responsabilidad, sentido de la historia y la habilidad de hacer frente a desafíos. Con ideologías comunistas o derivadas del comunismo inculcadas en ellos por la generación de sus padres, son adoctrinados y, por lo tanto, utilizan un marco de pensamiento retorcido para evaluar los nuevos hechos que ven y oyen. Esto es, las mentiras comunistas han formado una película a su alrededor, impidiéndoles tener una visión genuina de la realidad.

Para engañar a la gente, el demonio se aprovechó extensamente de las debilidades humanas de estupidez, ignorancia, egoísmo, codicia y credulidad. Mientras tanto, también se aprovechó del idealismo y de las fantasías románticas de una hermosa vida. Esto es lo más triste de todo. En efecto, un estado comunista no se parece en nada a las fantasías románticas de los creyentes convencidos del comunismo. Si realmente vivieran bajo un régimen comunista, en vez de simplemente visitarlo en un viaje de placer, se darían cuenta de esto.

*****

El espectro comunista se infiltró en Occidente disfrazado. Solo cuando trascendemos los fenómenos concretos y nos colocamos en un plano más alto podemos ver verdaderamente el rostro y los fines del espectro.

La razón real por la que el espectro pudo lograr su objetivo es porque los humanos abandonaron su creencia en los dioses y relajaron sus estándares morales. Solo al revivir nuestra creencia en los dioses, purificar nuestras mentes y elevar nuestra moralidad podremos librarnos de la influencia y del control demoníacos. Si toda la sociedad humana regresara a la tradición, el espectro no tendría lugar donde esconderse.

Referencias

[1] “An Interview With Trevor Loudon,” Capital Research Center, https://capitalresearch.org/article/an-interview-with-trevor-loudon/.

The Workers World Party was established in 1959 and is “dedicated to organizing and fighting for a socialist revolution in the United States and around the world.” For more information, refer to the following link: “Who are the Workers World Party, the group who helped organize the Durham Confederate statue toppling,” http://abc11.com/politics/who-are-the-workers-world-party-and-why-durham/2314577/.

[2] Karl Marx, Manifesto of the Communist Party (Marx/Engels Internet Archive), https://www.marxists.org/archive/marx/works/1848/communist-manifesto/ch04.htm.

[3] A.M. McBriar, Fabian Socialism and English Politics, 1884–1918. (Cambridge: Cambridge University Press, 1966), p. 9.

[4] Mary Agnes Hamilton, Sidney and Beatrice Webb A Study in Contemporary Biography (Sampson Low, Marston & Co. Ltd.). https://archive.org/stream/in.ernet.dli.2015.81184/2015.81184.Sidney-And-Beatrice-Webb_djvu.txt

[5] Vladimir Ilyich Lenin, “Left-Wing” Communism: an Infantile Disorder(Marxists.org).

[6] Bernard Shaw, The Intelligent Woman’s Guide to Socialism and Capitalism (Brentanos Publishers New York), https://archive.org/details/TheIntelligentWomensGuideToSocialismAndCapitalism.

[7] Quoted from “The Truth about the American Civil Liberties Union,” Congressional Record: Proceedings and Debates of the 87the Congress, 1st session. https://sites.google.com/site/heavenlybanner/aclu.

[8] M. Stanton Evans and Herbert Romerstein, “Introduction,” Stalin’s Secret Agents: The Subversion of Roosevelt’s Government (New York: Threshold Editions, 2012).

[9] Ibid.

[10] Thomas Schuman, Love Letter to America (Los Angeles: W.I.N. Almanac Panorama, 1984), pp. 21–46.

[11] Ion Mihai Pacepa, Ronald J. Rychlak, Disinformation (WND Books).

[12] Wang Tseng-tsai, Modern World History (San Min Book Co., Ltd. Taipei, 1994), pp. 324–329.

[13] Dinesh D’Souza, The Big Lie: Exposing the Nazi Roots of the American Left (Chicago: Regnery Publishing, 2017), Chapter 7.

[14] Jim Powell, FDR’s Folly: How Roosevelt and His New Deal Prolonged the Great Depression (New York: Crown Forum, 2003).

[15] Ibid., back cover.

[16] G. Edward Griffin, More Deadly than War, https://www.youtube.com/watch?v=gOa1foc5IXI.

[17] Nicholas Eberstadt, “The Great Society at 50” (American Enterprise Institute), http://www.aei.org/publication/the-great-society-at-50/. Another reference on the consequences of the United States’ high-welfare policy is a book by the same author: A Nation of Takers: America’s Entitlement Epidemic (Templeton Press, 2012).

[18] Elmer T. Peterson, “This is the Hard Core of Freedom” (The Daily Oklahoman, 1951). This quote has also been attributed to French historian Alexis de Tocqueville.

[19] William S. Lind, “What is Cultural Marxism?” http://www.marylandthursdaymeeting.com/Archives/SpecialWebDocuments/Cultural.Marxism.htm

[20] William S. Lind, Chapter VI, “Further Readings on the Frankfurt School,” in William L. Lind, ed., Political Correctness: A Short History of an Ideology(Free Congress Foundation, 2004), p. 4–5. Refer to the text at: http://www.nationalists.org/pdf/political_correctness_a_short_history_of_an_ideology.pdf

[21] Raymond V. Raehn, Chapter II, “The Historical Roots of ‘Political Correctness,’” in William L. Lind, ed., Political Correctness: A Short History of an Ideology (Free Congress Foundation, 2004), p. 10.

[22] Shen Han, Huang Feng Zhu, “The Rebel Generation: The Western student movement in the 1960s” (Refer to Lin Biao’s translated text at https://www.marxists.org/reference/archive/lin-biao/1965/09/peoples_war/ch08.htm.

[23] Mikhail Suslov, “The Defense of Peace and the Struggle Against the Warmongers” (New Century Publishers, February 1950).

[24] Vladimir Bukovsky, “The Peace Movement & the Soviet Union” (Commentary Magazine, 1982). Refer to the link: https://www.commentarymagazine.com/articles/the-peace-movement-the-soviet-union/

[25] Jeffrey G. Barlow, “Moscow and the Peace Movement,” The Backgrounder (The Heritage Foundation, 1982), p. 5.

[26] Stanislav Lunev, Through the Eyes of the Enemy: The Autobiography of Stanislav Lunev (Washington D.C.: Regnery Publishing, 1998), p. 74, p. 170.

[27] Robert Chandler, Shadow World: Resurgent Russia, the Global New Left, and Radical Islam (Washington, D.C.: Regnery Publishing, 2008), p. 389.

[28] Anthony C. Sutton, “Conclusions,” The Best Enemy You Can Buy(Dauphin Publications, 2014).

[29] Trevor Loudon, The Enemies Within: Communists, Socialists, and Progressives in the U.S. Congress (Las Vegas: Pacific Freedom Foundation, 2013), pp. 5–14.

[30] “AIM Report: Communists Run Anti-War Movement,” Accuracy in Media(February 19, 2003), https://www.aim.org/aim-report/aim-report-communists-run-anti-war-movement/.

[31] John Pepper (Joseph Pogani), American Negro Problems (New York: Workers Library Publishers, 1928), https://www.marxistsfr.org/history/usa/parties/cpusa/1928/nomonth/0000-pepper-negroproblems.pdf.

[32] James W. Ford and James Allen, The Negroes in a Soviet America (New York: Workers Library Publishers, 1934), pp. 24–30.

[33] Leonard Patterson, “I Trained in Moscow for Black Revolution,” https://www.youtube.com/watch?v=GuXQjk4zhZs.

[34] G. Louis Heath, ed., Off the Pigs! The History and Literature of the Black Panther Party, p. 61.

[35] Thurston Powers, “How Black Lives Matter Is Bringing Back Traditional Marxism,” The Federalist, http://thefederalist.com/2016/09/28/black-lives-matter-bringing-back-traditional-marxism/.

[Parte 2]

[1] David Horowitz, Barack Obama’s Rules for Revolution: The Alinsky Model (Sherman Oaks, CA: David Horowitz Freedom Center, 2009), pp. 6, 16.

[2] Saul Alinsky, “Tactics,” Rules for Radicals: A Practical Primer for Realistic Radicals (New York: Vintage Books, 1971).

[3] David Horowitz, Barack Obama’s Rules for Revolution: The Alinsky Model (Sherman Oaks, CA: David Horowitz Freedom Center, 2009), pp. 42–43.

[4] “Playboy Interview with Saul Alinsky,” New English Review, https://www.newenglishreview.org/custpage.cfm?frm=189050&sec_id=189050.

[5] David Horowitz, Barack Obama’s Rules for Revolution: The Alinsky Model (Sherman Oaks, CA: David Horowitz Freedom Center, 2009).

[6] Ryan Lizza, “The Agitator,” The New Republic, March 19, 2007, https://newrepublic.com/article/61068/the-agitator-barack-obamas-unlikely-political-education

[7] Ibid.

[8] “Playboy Interview with Saul Alinsky,” New English Review, https://www.newenglishreview.org/custpage.cfm?frm=189050&sec_id=189050

[9] V. I. Lenin, “Draft Theses on the Role and Functions of The Trade Unions Under the New Economic Policy,” https://www.marxists.org/archive/lenin/works/1921/dec/30b.htm.

[10] Pinkoski, Nathan. 2018. “Jordan Peterson Marks Right And Left’s Side-Switch On Free Expression.” The Federalist. February 2, 2018. http://thefederalist.com/2018/02/02/jordan-peterson-marks-fulcrum-right-lefts-side-switch-free-expression/

[11] “Antifa protests mean high security costs for Berkeley Free Speech Week, but who’s paying the bill?” Fox News, September 15, 2017. http://www.foxnews.com/us/2017/09/15/antifa-protests-mean-high-security-costs-for-berkeley-free-speech-week-but-whos-paying-bill.html.

[12] Chris Pandolfo, “TRUE COLORS: Student Leader Says 1A Doesn’t Apply to Ben Shapiro,” Conservative Review. October 20, 2017. https://www.conservativereview.com/news/true-colors-student-leader-says-1a-doesnt-apply-to-ben-shapiro/.

[13] “Penn Law professor loses teaching duties for saying black students ‘rarely’ earn top marks,” New York Daily News, March 15, 2018, http://www.nydailynews.com/news/national/law-professor-upenn-loses-teaching-duties-article-1.3876057.

[14] “Campus Chaos: Daily Shout-Downs for a Week,” National Review,October 12, 2017, https://www.nationalreview.com/corner/campus-chaos-daily-shout-downs-week-free-speech-charles-murray/.

[15] Paul Hollander, Political Pilgrims (New York: Oxford University Press, 1981).

[16] J. Edgar Hoover, Masters of Deceit (New York: Henry Holt and Company, 1958), 81-96.

[17] Tomas Schuman (Yuri Bezmenov), No “Novoste” Is Good News (Los Angeles: Almanac, 1985), 65–75.

[18] Fred Schwarz and David Noebel, You Can Still Trust the Communists…to Be Communists (Socialists and Progressives too)(Manitou Springs, Colo.: Christian Anti-Communism Crusade, 2010), pp. 44–52.

[19] Paul Johnson, Intellectuals: From Marx and Tolstoy to Sartre and Chomsky, 2007 revised edition (Harper Perennial), p. 225.