(Minghui.org) China ha bloqueado muchas ciudades y pequeñas comunidades en su intento por controlar la propagación del nuevo coronavirus.

Mientras algunas personas elogian tales medidas estrictas como algo a favor del sistema comunista por ser capaz de movilizar a la nación entera y tomar medidas drásticas a pesar del sentimiento público, muchas otras tienen una opinión diferente.

Indagando en la situación del coronavirus, uno puede encontrar que desde la prevención del virus hasta el tratamiento, y desde la toma de decisiones hasta la información al público, lo que ha ocurrido en China no ha demostrado ningún mérito del gobierno comunista, sino más bien la naturaleza cruel inherente del sistema.

Según trabajos de investigación publicados por científicos chinos, es evidente que las comunidades sanitarias tanto en el epicentro del virus, Wuhan, como a nivel nacional tuvieron suficiente información sobre la transmisión del virus en las etapas tempranas de su aparición. Sin embargo, en lugar de tomar acciones apropiadas para prevenir la propagación o para educar al público, el gobierno ocultó la cuestión.

Un experto que fue a Wuhan para investigar la epidemia admitió a los periodistas que el gobierno la manejó “con demasiada liviandad”.

Sin embargo, esta “demasiada liviandad” ¿es simplemente un error humano o el resultado inevitable del propio sistema?

Para justificar la legitimidad de su poder, el partido comunista chino (PCCh) afirma que es la “elección de la historia” que China tome el camino comunista.

Para fundamentar la afirmación, el PCCh ha estado haciendo todo lo posible para glorificar el sistema comunista y ocultar cualquier cosa negativa. Por eso, por un lado, el departamento de propaganda comunista proclama “cuán grande es mi país”, mientras por otro lado, el régimen continúa mejorando su gran cortafuegos e impidiendo que sus ciudadanos accedan a información veraz en Internet.

En lo que respecta al control de la epidemia, qué hacer y cuándo tomar medidas también depende de la agenda política del partido.

Cuando el SARS se estaba propagando extensamente en 2003, el PCCh estaba celebrando el congreso popular y la conferencia consultiva política del pueblo chino, ambos siempre anuentes a aprobar todas las decisiones, pero de gran importancia política. Cuando el nuevo coronavirus estalló en Wuhan y en la provincia de Hubei en el 2020, se acercaba el Año Nuevo Chino. En ambos casos, cómo manejar la epidemia se transformó en cómo mantener la gloriosa imagen del partido, pero no en cómo salvarle la vida a la gente.

De ese modo, no hubo mucha advertencia pública o prevención efectiva durante esos críticos momentos iniciales. El virus continuó extendiéndose. El público chino pagó un gran precio a cambio de la “estabilidad” del país y la “aparente prosperidad”.

Mientras China continúa su lucha contra el virus, el factor decisivo principal de la maquinaria estatal comunista y de los funcionarios continuará siendo servir al objetivo político del partido comunista. La decisión sobre cuántas personas infectadas confirmar y anunciar, cuántos pacientes admitir para tratamiento en los hospitales, y cuánta información divulgar al público quedará librado a los deseos del partido.

Indudablemente, el partido continuará publicando historias positivas y demostrando las “ventajas del sistema”. Sus expertos en propaganda continuarán transformando este desastre en una exhibición de cuán “grandiosamente” el partido conduce a los chinos hacia el éxito.

Para el pueblo chino, es importante que comprenda que el brote de coronavirus en China es una tragedia causada por el sistema comunista. La mejor forma de salvarse a uno mismo es entender la naturaleza malvada del PCCh y renunciar a esta despiadada organización.