(Minghui.org) Rara vez pude participar en los ejercicios matutinos globales. Siempre fue muy difícil para mí levantarme tan temprano, sin importar cuantos despertadores pusiera. La verdad es que me decepcionaba el hecho de que disfrutara tanto de dormir hasta tarde.
Nuestro tiempo es muy valioso. ¿Cómo pude pasar tanto tiempo en la cama? Cada vez que me quedaba dormida, tenía sueños lujuriosos. Sin embargo, no tengo esos sueños cuando me levanto temprano. Así que deduzco que debe haber una relación entre la búsqueda de confort y la lujuria.
En octubre, conocí a dos practicantes, una madre y su hija. La hija vive fuera de la ciudad. Es joven, sin otros practicantes que la ayuden. También tuvo problemas para levantarse y hacer los ejercicios matutinos globales, así que compartí algunos de mis entendimientos con ella.
Después de nuestra conversación me sentí un poco decepcionada conmigo, ya que sabía qué es lo que debía hacer, y sin embargo no lo había hecho, debido a que no quería sufrir ninguna dificultad. Quería ayudarla a mejorar, pero sabía que primero debía mejorar mi cultivación, y luego compartir mis experiencias con ella.
Así que me fijé mi primer objetivo: aumentar la cantidad de tiempo que podía “sostener La Rueda”. Empecé a hacer el segundo ejercicio, “Estaca parada Falun”, durante dos horas. Estuvo bien durante los primeros tres días. Sin embargo, varios días después, todo mi cuerpo estaba dolorido. Después de unos días más, el dolor desapareció, y he podido continuar haciendo el segundo ejercicio durante dos horas.
Quería tener la foto del Maestro en casa. Al poco tiempo un compañero me trajo un retrato y un quemador de incienso.
Desde entonces, me he levantado todos los días a las 3:10 de la mañana. Después de lavarme y vestirme, encendía tres varillas de incienso y me arrodillaba ante el retrato del Maestro. A eso le seguía la meditación sentada de 90 a 120 minutos. Cada noche, también hago dos horas del segundo ejercicio.
Un día, de repente desarrollé una mejor comprensión de lo que el Maestro ha dicho:
“El otro día conté que el concepto de este espacio-tiempo de los seres humanos es aún diferente al del espacio de otro espacio-tiempo más grande; un shichen de nuestro espacio es dos horas, pero es un año de ese otro espacio” (Novena Lección, Zhuan Falun).
Ese día, tuve fiebre alta. Cuando estaba haciendo el ejercicio de sostener La Rueda, sentí que las dos horas eran increíblemente largas. Realmente se sentía como un año.
Casi dejo caer mis brazos varias veces ese día, y sin embargo un pensamiento me detuvo. La habitación estaba tranquila. De repente, oí algo que goteaba en el suelo. Resultaron ser las gotas de mi sudor.
Durante el día y medio siguiente, mi cuerpo pasó por un ciclo de sentirse muy caliente y luego muy frío. Le pregunté al Maestro qué debía hacer. Una voz dijo: “Puedes resolver el problema con un solo pensamiento”.
Entonces pensé: “Este estado no es correcto. Por favor, detente”. Tan pronto como tuve este pensamiento, mi cuerpo instantáneamente volvió a la normalidad.
Un día, quedé con otra practicante para salir a distribuir cincuenta copias del folleto “Esperanza”. Antes de salir de casa, me arrodillé ante el retrato del Maestro y le pedí que me ayudara a fortalecer nuestros pensamientos rectos para poder salvar más seres conscientes. Cuando me levanté, sentí que el Maestro me dijo claramente: “¡Puedes irte ahora!”. Sentí que estaba rodeada por un fuerte campo de energía.
Entramos en la zona de un edificio de gran altura, pero la puerta de la unidad requería pasar una tarjeta para entrar. Mientras nos preguntábamos cómo entrar, un repartidor de leche vino y abrió la puerta del edificio. Lo seguimos para entrar.
Comenzamos a subir las escaleras. Yo era más joven y más rápida, así que cuando llegué al piso 15, me di cuenta de que mi compañera estaba varios pisos más abajo. Me di cuenta de que había actuado mal, y que las dos deberíamos trabajar como un solo cuerpo en este proyecto. Bajé la velocidad para que pudiéramos ir al mismo ritmo.
Finalmente terminamos de distribuir los folletos en el edificio. Todo fue bien hasta que de nuevo estuvimos en la puerta. Resultó que tampoco podíamos salir sin una tarjeta. Aun así, nos mantuvimos en calma y sin perturbarnos. Enviamos pensamientos rectos. Le pedí ayuda al Maestro. En un minuto, un anciano que volvía de comprar abrió la puerta desde fuera, así que salimos sin ningún contratiempo.
Parecía que teníamos suerte de que alguien nos abriera la puerta justo cuando lo necesitábamos. ¿Por supuesto, fue el Maestro quien nos ayudó!
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