(Minghui.org) En abril de 1996, vi por primera vez los tres caracteres chinos: "Verdad-Benevolencia-Tolerancia", en la casa de un amigo. En ese momento escuché hablar, también por primera vez, sobre Falun Dafa.

Me tomó un año completo decidirme a practicar Falun Dafa. Quería convertirme en una persona mejor y asimilarme a los principios de "Verdad-Benevolencia-Tolerancia". Dos años después, el régimen comunista lanzaba una persecución a nivel nacional contra Falun Dafa. De repente, tomé la cultivación en serio y me volví diligente.

Veinticuatro años han pasado en un abrir y cerrar de ojos y, ahora, Falun Dafa se practica en todo el mundo. Sin embargo, en China, donde se dio a conocer por primera vez, los practicantes han sido reprimidos, demonizados y perseguidos. Persisten en aclarar la verdad sobre Dafa pese a ser víctimas de una persecución injustificada. De este modo, los practicantes han demostrado mantener una gran compasión en medio de las adversidades.

Como leo continuamente los libros de Falun Dafa he adquirido un entendimiento cada vez más profundo de las enseñanzas de Shifu Li (el fundador). Mejoré mi xinxing cultivando la Compasión. Empecé a tratar de ser una buena persona, y poco a poco me iluminé a los diferentes significados de "Verdad-Benevolencia-Tolerancia" en cada nivel de los diferentes reinos. Me convertí en una mejor persona en el proceso.

Ser realmente considerada con los demás

La mayoría de la gente me consideraba una persona comprensiva, bondadosa y amable. Incluso yo pensaba que lo era. Sin embargo, empecé a practicar Falun Dafa y leí:

"Siendo un humano, solo al poder conformarse a Zhen-Shan-Ren, esta característica del universo, entonces se es una persona buena; aquellos que actúan dándole la espalda y apartándose de esta característica son personas realmente malas" (Primera LecciónZhuan Falun).

Existe un criterio para distinguir a la gente buena y mala. El simple hecho de considerarme una buena persona no me convierte, necesariamente, en una. Solo si medimos las palabras y acciones de una persona con "Verdad-Benevolencia-Tolerancia", podremos distinguir si son realmente buenas.

Cuando mi hijo todavía asistía a preescolar, mi padre enfermó. Lo hospitalizaban a menudo. Como trabajaba de maestra, estaba ocupada porque tenía que impartir 20 clases semanales. Además de enseñar en las aulas, tenía que prepararme las clases. Visitaba a mis padres y los ayudaba en todo lo que podía. También era la que cuidaba de mi hijo. En casa, hacía todas las tareas domésticas mientras mi esposo se sentaba a tomar el té y ver la televisión. Apenas ayudaba en las tareas domésticas, pero se molestaba fácilmente conmigo. Me sentía agotada y amargada.

Un día, mientras cocinaba, pensé: "¡Nunca hace nada en la casa, pero aun así me critica! Aunque me ocupo de todo, nunca está contento con lo que hago". De repente, recordé lo que dijo Shifu:

"Una persona malvada es dominada por el corazón de la envidia. A raíz de su egoísmo y despecho personal, se queja que no le tratan justamente.

Una persona virtuosa siempre mantiene un corazón de compasión. Sin ninguna queja ni odio, toma la dificultad como alegría.

Un ser iluminado no tiene ningún apego en el corazón. Él contempla tranquilamente a la gente mundana extraviándose en las ilusiones" (Grado de conciencia, Escrituras esenciales para mayor avance).

Cuando examiné mis pensamientos, vi que aquel fuerte sentimiento de injusticia me colocaba en el reino de conciencia de una persona malvada. Mis pensamientos reflejaban mis ideas egoístas de lo que consideraba bueno o malo. Quería estar cómoda como mi esposo. No quería trabajar tan duro, pero tenía que hacerlo. Cuando veía a otras personas relajándose y tomándose un respiro, no podía soportarlo. Mis quejas, mi ira y mi resentimiento afloraban. ¿Era una buena persona?

Cuando veía que otras personas conseguían aquello que yo quería, pero yo no, emergían todo tipo de pensamientos negativos y una pésima actitud. Aunque me estaba ocupando de todo en casa, en realidad, no lo hacía por mi familia. Lo hacía porque no tenía otra opción. Sentía que mi vida era injusta y estaba amargada porque tenía que hacer muchas más cosas que los demás.

Siempre me consideré una buena persona. Asumí muchas responsabilidades para con la familia que me extenuaban. Sin embargo, si me comparaba con el estándar de Dafa, no era "un ser iluminado" que "no tiene ningún apego en el corazón", y estaba lejos de estar "sin ninguna queja ni odio” o de tomar “la dificultad como alegría" (Grado de conciencia, Escrituras esenciales para mayor avance).

En ese momento me di cuenta de que debía comenzar a comportarme como una buena persona. Quería que los demás siempre me trataran con amabilidad. Pero como hacía más por ellos que ellos por mí, sentía injusticia. Estaba siendo egocéntrica y egoísta.

Después de descubrir eso, intenté cambiar. Cuando mi esposo se quejaba o no se mostraba contento con lo que hacía, en primer lugar, me examinaba y buscaba mis propios defectos.

Dejé de centrarme en las actitudes negativas de los demás, en lo infelices que parecían o en lo duro que resultaba el tono de su voz. Antes, siempre miraba primero en dónde se equivocaban los demás cuando había un problema. Ahora mi primer pensamiento consistía en buscar dónde me estaba quedando corta. Ahora me corrijo constantemente para cultivarme. Trato de vivir de acuerdo con el Fa, sigo mejorando y siempre considero primero a los demás.

Shifu nos dijo:

"Si mantienes en todo momento un corazón misericordioso y una actitud serena y pacífica, al encontrarte con problemas podrás actuar bien, porque eso da espacio para amortiguar" (Elevar el xinxing, Cuarta Lección, Zhuan Falun).

"Si siempre eres misericordioso, tratas a los demás benevolentemente, consideras a los demás al hacer cualquier cosa, y cada vez que se presenta un problema piensas primero si los demás podrán aguantar o no y si dañas a otros o no, entonces no surgirá ningún problema. Por consiguiente, debes refinar gong según estándares altos, exigirte con estándares aún más altos" (Elevar el xinxing, Cuarta Lección, Zhuan Falun).

Una vez llegué tarde a casa, después de reunirme con un grupo de amigos. Las luces estaban apagadas y la casa estaba a oscuras. Abrí la puerta con cuidado para no molestar a nadie y me metí en el baño. En ese momento, mi esposo salió del dormitorio, enfurecido. Sin decir nada, me golpeó mientras me insultaba. Mantuve la calma y no me enojé con él. Pensaba en lo que Shifu nos explicó:

"Tú me golpeas, y aún tengo que aguantar el insulto. No solo debo soportarlo, sino también agradecérselo" (Exponiendo el Fa en Sidney).

Con calma, dejé que me abofeteara. No traté de darle ninguna explicación. Sabía que lo había lastimado de alguna manera y, por lo tanto, tenía que soportar aquello para que pudiera deshacerse de su ira. Comprendí que mi esposo tiende a cumplir sus rutinas. Pero como llegué tarde a casa, lo preocupé y perturbé su sueño.

Cuando me examiné más a fondo, descubrí que mi reputación me preocupaba demasiado. Cuando me reunía con mis amigos, siempre me resistía a irme la primera. A menudo antepongo a mis amigos durante esas reuniones, porque mi esposo pertenece a mi familia. Sin embargo, Shifu nos dijo:

"En todos los ambientes hay que ser bueno y benevolente con los demás, y más aún con tus parientes. Debemos tratar a todos por igual, ser buenos con nuestros padres e hijos y ser considerados con los demás en todos los aspectos; así, este corazón ya no es egoísta, son todos corazones de bondad y benevolencia, es misericordia” (Del propio corazón nacen demonios, Sexta Lección, Zhuan Falun).

A la mañana siguiente, me levanté temprano, como de costumbre, y preparé el desayuno para la familia. Hablé con mi suegra con una sonrisa en la cara. Cuidé de nuestro hijo y lo envié a la escuela.

Desde ese incidente, trato de administrar mi tiempo con sabiduría y de mantener en consideración a mi familia cuando salgo con amigos. Paso el tiempo suficiente para no herir sus sentimientos. Mi relación con la familia y los amigos se ha vuelto armoniosa.

Deshacerse de la envidia

En nuestra vida cotidiana y en nuestras interacciones sociales, pueden aflorar muchas de nuestras malas nociones y apegos. Nuestros conceptos no nos perjudican solo a nosotros mismos, sino también a los demás. La envidia es uno de estos apegos.

Cuando algunas personas están bien, sus amigos o familiares pueden no sentirse realmente felices, sino que hasta pueden sentirse incómodos. Muchos conflictos derivan de la envidia. Sentimos que somos mejores que los demás y luchamos por lograr la delantera. Después de convertirme en practicante de Falun Dafa, me di cuenta de que, si no nos deshacemos de la envidia, no somos buenas personas de verdad.

En nuestra evaluación de fin de año, el jefe del departamento le pidió a todo el personal que seleccionaran a las dos maestras que mejor realizaron su labor el último año. Una maestra recibió más votos que yo. Aquello no me hizo sentir feliz. Mi expresión era rígida, aunque no dejaba de sonreír.

Inmediatamente me di cuenta de que sentía envidia. Necesitaba eliminarla. ¿Pero cómo? Shifu nos dijo que nos examináramos cuando nos encontráramos con problemas y buscáramos la razón dentro de nosotros mismos. Pensé cuidadosamente en dónde me quedaba corta como maestra.

Me sorprendí cuando descubrí algunos problemas. No lo hice lo mejor que pude durante el año. No había sido flexible en mi estilo de enseñanza ni ofrecido un plan de estudios variado. Como evitaba los conflictos, no había sido directa con mis compañeros de trabajo. En su lugar, me mantenía a distancia y en silencio. Pero la otra maestra hacía un trabajo excelente. Es extrovertida, dedicada y agradable. Contemplando mis defectos y el grandísimo trabajo que hizo la otra maestra, ¿cómo podía sentir envidia? Decidí mejorar y convertirme en una mejor maestra.

Al deshacerme de la envidia, las nubes oscuras que se asomaban a mi corazón, desaparecieron. Mi corazón quedó en paz, e incluso mi cuerpo pareció aligerarse. Pensaba en los puntos positivos que poseía mi compañera de trabajo. Quería felicitar, sinceramente, a los demás por sus logros.

En esta gran tina de tintura de la sociedad, me fui deslizando gradualmente hacia abajo hasta que empecé a practicar Falun Dafa. Con la guía de los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia, me rectifiqué empezando por cada detalle, cada pensamiento y cada acción de mi vida personal en mi trabajo, la comunidad y la sociedad. Finalmente comprendí que el significado de la vida es volver a nuestro origen, a nuestro verdadero yo.

Ahora sé que solo cuando uno se asimila completamente a los principios universales de Verdad-Benevolencia-Tolerancia, puede ser una buena persona. Hay un criterio para distinguir a las personas buenas de las malas. Para ser una mejor persona, debes cumplir con estándares más altos. Cuando nos encontramos con problemas o conflictos, tenemos que examinarnos y encontrar nuestros propios defectos. Debemos corregirnos para poder ser buenas e incluso mejores personas.