(Minghui.org) Desde joven, fui una persona débil y enfermiza. Mi madre me dio a luz a la edad de 45 años. Mis hermanos y hermanas son mucho mayores que yo. Mi padre murió cuando era una niña, así que me criaron mis hermanos y hermanas. Cuando maduré, estuve casada con un soldado durante seis años. Cuando nos separamos me sentí muy dolida y prometí permanecer soltera.

Me ganaba la vida cosiendo. Cuando cumplí 46 años, mis familiares me instaron a buscar un compañero para así poder cuidarnos mutuamente. Me presentaron a un funcionario del gobierno. Era un hombre bueno. Sus hijos eran adultos y, por lo tanto, mi vida sería buena.

Dos años después de casarnos, mi esposo sugirió que adoptáramos a una criatura. Así que adoptamos una niña.

La mala experiencia que tuve con mi primer matrimonio me dejó problemas de salud. Sufría de enfermedades neurológicas. Tenía tres tumores que me crecían en el útero y tres tumores en el cuello. Con el tiempo crecieron tanto los que me rodeaban el cuello, que me dificultaban la respiración. Los tres tumores en el útero me causaban dificultades para permanecer de pie.

Mi esposo trató de convencerme de operarme para quitármelos, pero me negué. Me dijo: “Si no quieres operarte, ¿por qué no practicas Falun Dafa?”. Como nuestra niña todavía era muy pequeña, él se quedaba cuidándola mientras yo me iba al parque a hacer los ejercicios de Falun Dafa.

Comencé a leer Zhuan Falun. Como leer me daba sueño, comprendí que el Maestro Li (el fundador) me estaba ayudando a limpiar mi cerebro. Gradualmente, al practicar Falun Dafa, mi enfermedad estomacal, colecistitis y problemas pulmonares desaparecieron. Los tumores del cuello y del útero también.

¡Falun Dafa es tan milagroso! ¡Todas mis enfermedades habían desaparecido sin necesidad de operarme, sin tomar ninguna medicación y sin gastar ni una sola moneda! Mi esposo y yo estábamos muy felices. Él también empezó a practicar.

Comienza la persecución

En julio de 1999, Jiang Zemin, el exlíder del partido comunista chino (PCCh) comenzó a perseguir a Falun Dafa. Debido a que mi esposo era funcionario, se sintió tan atemorizado que dejó de practicar. Desarrolló una enfermedad cerebral y murió al año siguiente. Nuestra hija tenía siete años.

Luego de que mi esposo falleció, sus hijos quisieron nuestra casa. Dijeron que como mi hija era adoptada no teníamos ningún derecho a heredarla. Quisieron echarnos. Perdí a mi esposo y estaba a punto de perder mi hogar. Tampoco tenía trabajo ni ingresos. Necesitaba criar a mi hija. Mi situación parecía desesperada.

Mi esposo y yo habíamos reunido todo nuestro dinero para comprar esa casa cuando nos casamos. Antes de morir, él le regaló su antigua casa a sus hijos. Ellos no lo sabían, y uno ¡incluso mudó a toda su familia a mi casa! Yo era una practicante así que solo podía pedirle ayuda al Maestro. Más tarde, comprendí que debía llevarlos a los tribunales.

El juez falló a mi favor. Aunque gané el juicio, debía entregarles más de diez mil dólares que no tenía. Pedí el dinero prestado a mi familia. Esto, sumado a mis deudas anteriores, implicaba que debía más de treinta mil yuanes. Aunque no suponía una cantidad muy grande, en mi situación se trataba de una cifra astronómica.

Aunque no tenía ingresos, necesitaba criar a mi hija. Mi hermana me aconsejó que volviera a casarme, pero yo no estaba de acuerdo. Mi hija tampoco quería que lo hiciera. Aunque era joven, era bastante madura. Lloraba y decía: “Mamá, he perdido a papá. Por favor, no busques otro esposo. Las dos estaremos bien. No iré a la escuela. Podemos ganarnos la vida juntando material reciclable y vendiéndolo”. Yo lloraba. “Tienes que ir a la escuela. Haré todo lo que esté a mi alcance para que vayas”.

Soy Dafa dizi, y tengo al Maestro para protegerme. Estaba decidida a criar a mi hija. Sentía que ella tenía una relación predestinada conmigo.

Tenía sesenta años, y abrí un pequeño hotel en nuestra casa. El negocio daba lo suficiente para mantenernos.

El comité vecinal me dio algunos subsidios después de conocer nuestra situación. Un año después, me pidieron que escribiera una promesa de no practicar Falun Dafa nunca más. Me negué, así que me suspendieron la paga.

Me exijo seguir los principios de Falun Dafa, ser compasiva y considerada con los huéspedes en mi casa. Como mi negocio iba cada vez mejor, mi hija y yo dejamos de tener preocupaciones por nuestro sustento. También, gradualmente, logramos pagar nuestras deudas.

Despertando a la gente

Recibíamos un flujo constante de huéspedes en nuestro hotel. Sabía que esta gente tenía una relación predestinada con Dafa. Habían venido para que los despertáramos.

Trataba a todos nuestros huéspedes con bondad y les aclaraba la verdad. Les explicaba que millones de chinos estaban renunciando al PCCh y les mencionaba las causas. Una vez que entendían, casi todos estaban de acuerdo en renunciar al partido. Algunos regresaron a mi hotel en varias ocasiones.

Uno de los huéspedes, un chofer de 20 años de edad, permaneció en nuestro hotel durante dos semanas. Le aclaré la verdad varias veces. Al principio, no creía lo que le decía. Me ocupé de él y lo traté como a un miembro más de la familia. Le pedí ayuda al Maestro Li. Un día, se fue a trabajar y regresó una hora después. Le pregunté por qué había vuelto tan temprano. Dijo que tenía mucha fiebre y se fue derecho a la cama. Le preparé sopa de fideos. “Por favor, coma. No puede saltarse ninguna comida. Sé que cuando termine de comer se sentirá mejor”. Se sintió conmovido.

Cuando se despertó, me dijo muy feliz que la fiebre había desaparecido. “¡Me siento muy bien!”. Le pregunté: “¿No es bueno Falun Dafa?”. Inmediatamente respondió: “¡Sí, Dafa es magnífico!”. Le mencioné si deseaba renunciar a las organizaciones del PCCh a las que se había afiliado y dijo: “Sí, renunciaré”.

Durante siete años, he aclarado la verdad a todos mis huéspedes. Alrededor del ochenta a noventa por ciento renunció a las organizaciones del PCCh a las que estaban afiliados. Luego de renunciar, algunos regresaron y se hospedaron durante varios meses. Todos saben que los practicantes de Falun Dafa son buenas personas.

Un día encontré una billetera en un pasillo. Contenía más de mil dólares. Identifiqué el nombre en el documento de identidad así que bajé corriendo las escaleras y se la devolví a ese huésped. Estaba muy agradecido. Más tarde, preparó un plato especial para mí y mi hija. Le dije: “Soy una practicante. Devolver lo que le pertenece a otra persona es lo que todo el mundo debería hacer”. Me dijo: “Aprecio su gentileza. Si alguien más hubiera encontrado mi billetera, no la hubiera devuelto”. A través de este incidente, supo que Falun Dafa es bueno. Su familia aceptó los materiales de aclaración de la verdad y también renunció al PCCh.

Reuniendo a mi hija con su familia biológica

A mi hija le fue bien en la escuela e ingresó a la universidad. Después de que se graduó, pensé en contactar a sus padres biológicos. Mi hija no podía entender por qué se habían desecho de ella. Le molestaba que los chinos prefirieran hijos varones, y se deshicieran de sus hijas. Me dijo que estaba loca porque quería contactarlos. Le respondí: “¿No quieres conocer a tu madre biológica?”. Me dijo: “Tú eres mi madre de verdad”.

En China, cuando se adopta un niño ya grande, los padres adoptivos rara vez contactan a los padres biológicos. Algunos padres adoptivos temen que sus hijos conozcan su pasado. Sin embargo, yo soy una Dafa dizi. Sentía que era importante que mi hija conociera a sus padres y hermanos, y así se lo expliqué a ella. Le conté que nos encontraríamos durante el Año Nuevo Chino. Había unos veinte miembros en aquella familia y todos se alegraron de conocerla. Aproveché la oportunidad para aclararles la verdad. También los ayudé a renunciar al PCCh.

El padre biológico y la hermana de mi hija admiran Falun Dafa y me respetan. Hicieron un viaje especial para visitarnos durante el Año Nuevo Chino.