(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, en 1996 y desearía compartir algunas de mis experiencias de cultivación cuando fui encarcelado.

Después de que el líder del partido comunista, Jiang Zemin, lanzó la persecución a Falun Dafa en julio de 1999, oficiales de la comisión del pueblo miraban cada uno de mis movimientos. Por las noches, bajo la luz de la luna, podía ver sombras en mis ventanas. El eslogan de Jiang era “erradicar a Falun Dafa en tres meses”. Esa fue la primera vez en mi vida que sentí que habían sido violados mis derechos humanos.

Encarcelado en un centro de detención

Fui encarcelado en un centro de detención en 2008. El trato abusivo que recibí en el centro de detención me dañó física y mentalmente.

Ese año el invierno era extrañamente frío. No recibí el dinero y la ropa de invierno que mi familia me envió después de ser confiscados por los guardias y otros prisioneros. Los guardias me advirtieron que no reportara esto a nadie, especialmente a otros guardias.

Desde que practico Verdad-Benevolencia-Tolerancia, creía que necesitaba aguantar cada sufrimiento y tolerar cualquier cosa sin importar si las acciones estaban bien o mal.

A medida que el abuso empeoraba, mis condiciones de vida se volvieron humanamente imposibles. Muerte o “transformación” era la orden del gobierno central.

Un día, un preso empapó mis únicas prendas de abrigo en el lavabo. El mensaje era claro: congélate hasta morir o denuncia a Falun Dafa. En ese momento, recordé que el Maestro dijo:

“La tolerancia (Ren) no es cobardía, mucho menos es el resignarse uno mismo ante la adversidad” (Más allá de los límites de la tolerancia, Escrituras esenciales para mayor avance (II)).

Caminé hacia el preso y, con un tono de dignidad compasiva, dije: “Tengo más de 60 años. Tomaste el dinero y las prendas de invierno que mi familia me envió. Tengo muy poco para comer. Empapaste mis únicas prendas de abrigo en el agua. Quieres que me congele hasta morir. Sin embargo, sé que tu familia está atravesando tiempos difíciles y esta es la primera vez que haces esto, entonces te perdono. Soporto lo que una persona común no puede. Te perdono debido a mi compasión. No vuelvas a hacer esto. El mal nunca puede afectar a lo recto”.

El preso bajó su cabeza. Eso no terminó allí. Otro preso me reportó con el guardia y me acusó falsamente de pegar a las personas. El guardia me llamó a su oficina: “Practicas Verdad, Benevolencia y Tolerancia, ¿Cómo puedes golpear a la gente? Tienes un mal temperamento para ser alguien de 60 años”.

Le respondí: “[El preso que mojó mi ropa] me impidió usar el baño cuatro veces. Dos veces tiró mi ropa al suelo y la pisó. Yo toleré estas cosas, lo cual no fue fácil".

“¿Conoces alguien que pueda sufrir tales cosas en silencio? Solo los practicantes de Falun Dafa pueden hacerlo. Aun así, él hizo algo que puso en riesgo mi supervivencia, podría morir congelado porque empapó mi ropa de abrigo. Puedo decir que sabes que los practicantes de Falun Dafa son buenas personas. Las buenas personas merecen respeto y no deberían ser perseguidas. Ya estás quebrando la ley manteniéndome aquí. Es más, no me provees de condiciones para vivir. Tengo frío y hambre. Trabajas en el cumplimiento de la ley, pero tú y los demás han quebrantado la ley".

Luego de un largo silencio, el guardia dijo: “El partido comunista nunca admitió ninguna maldad, jamás. No importa cuán grande sea el error”.

Después de ese día, comencé a hablar abiertamente sobre Falun Dafa a aquellos a mi alrededor. Ahora ellos dicen: “Falun Dafa es bueno, Verdad, Benevolencia y Tolerancia es bueno”. Algunos expresaron interés en aprender Falun Dafa y muchos renunciaron a cualquier vínculo con el partido comunista chino (PCCh).

Mi entorno de vida cambió para mejor. Finalmente recibí el dinero y la ropa que mi familia me envió. Me hice amigo del preso que mojó mi ropa. Compartí mi comida con él y le di algunas prendas de abrigo. Estaba conmovido por mi amabilidad y me llamaba su “padre de Falun Dafa”.

Nunca hice nada a propósito para dañar a alguien en mi vida. La gente en mi pueblo me ve como una buena persona. Luego de mi tiempo en el centro de detención, fui sentenciado a ocho años en prisión por querer vivir bajo los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia.

Mi madre tenía 96 años cuando fui sentenciado. Se apoyaba en su bastón en el camino que conducía a nuestro pueblo todos los días, esperando que volviera a casa. Pronto falleció.

En prisión

El PCCh espera que cada practicante de Falun Dafa en prisión sea “transformado”. Una noche, cuando todos los prisioneros estaban con llave en sus celdas, un par de prisioneros, trabajando para los guardias de la prisión, me llevaron a un hueco de la escalera. Me dijeron: “Te golpearemos hasta morir si no te transformas”. Comenzaron a golpearme. “Nadie sabrá si te golpeamos hasta matarte, incluso nadie verá nada”.

Al oír sus palabras, entendí que el Maestro Li (el fundador) estaba usando sus palabras para decirme algo. Grité tan fuerte como pude: “Esta malvada acción debe detenerse”. Todos en el edificio me escucharon.

Un jefe de sección se nos acercó. Comenzó a reírse. Aparentemente, la imagen de un anciano siendo golpeado por unos cuantos prisioneros le parecía graciosa. Los efectos del sonido de mis gritos y sus risas eran horribles. Me negué a renunciar a mi creencia en Falun Dafa.

Una mañana, unos cuantos prisioneros trabajando para los guardias de la prisión trataron de arrastrarme hasta el baño. No había nadie más en el cuarto. Mi instinto me dijo que querían darme de comer heces forzadamente.

Soy un practicante de Dafa y no podría sufrir tal humillación. Las palabras del Maestro aparecieron en mi mente nuevamente:

“La tolerancia (Ren) no es cobardía, mucho menos es el resignarse uno mismo ante la adversidad”. (Más allá de los límites de la tolerancia, Escrituras esenciales para mayor avance (II)).

Me resistí y luché con ellos. Había monitores de vigilancia de video y sonido en la celda. Cada uno de nuestros movimientos estaba siendo observado. Aun así, nadie vino para intervenir.

Me subestimaron. Pensaron que podían manipular fácilmente a un anciano. Tengo la protección del Maestro, los guerreros celestiales me vigilan, y estoy lleno de energía positiva. De repente recordé las palabras del Maestro:

“Mis raíces están todas atadas al universo, y quien pueda tocarte a ti, entonces puede tocarme a mí; hablando claramente, él ya puede tocar a este universo” (Primera Lección, Zhuan Falun).

Con ese pensamiento, los prisioneros con los que estaba luchando me soltaron. Parecía que acababan de recibir una sacudida de una picana eléctrica; estaban sin aliento y pálidos. Me mantuve erguido e ileso.

Señalé a uno de ellos y le dije: "Tu pariente vive en mi barrio". Señalé a otro prisionero: "Sé dónde vives, vives muy cerca mío. Ustedes dos son como mis vecinos, ¿cómo pudieron hacer esto? ¿Cómo te atreverás a mirarme después de que nos liberen? Tengo cuatro hijos, ¿crees que te dejarán en paz?".

Hablé con compasión y dignidad. Bajaron sus cabezas. Más tarde fui torturado varias veces, pero aquellos dos no participaron.

Volviendo a casa

Para cuando me liberaron, todo mi cuerpo estaba deformado por años de abuso físico. Mi madre y mi hermana mayor habían fallecido. Mi hermana mayor era practicante de Falun Dafa y también fue perseguida. Regresé a una casa vacía. Ni siquiera pude encontrar una muda de ropa.

Mi sobrino había guardado mis libros de Falun Gong cuando me secuestraron. Por miedo a las represalias, le entregó mis libros al jefe del pueblo. Esos libros son mi vida, necesitaba recuperarlos. Con fuertes pensamientos rectos y determinación inquebrantable, recuperé todos mis libros.