(Minghui.org)

Nota de los editores: A un visitante frecuente de Hong Kong se le negó la entrada cuando aterrizó en el Aeropuerto Internacional el 24 de abril de 2019. Fue enviado de regreso a Japón, donde tiene su ciudadanía. Los oficiales de aduanas no le explicaron las reglas o regulaciones que supuestamente no cumplió que justificarían su deportación, y el visitante determinó a partir de su interacción con ellos que fue porque practica Falun Dafa.

Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, es una práctica de mente y cuerpo que ha sido perseguida por el régimen comunista chino desde julio de 1999. Hong Kong, una región administrativa especial de China, ha estado bajo presión para evitar que los practicantes de Falun Dafa sensibilicen a las personas cuando conozcan de la persecución en esta región.

La experiencia de este visitante no es un caso aislado. A lo largo de los años, a muchos practicantes de Taiwán, Estados Unidos, Japón y otros países se les ha negado la entrada a Hong Kong cuando planearon asistir a actividades para exponer la supresión de Falun Dafa por parte del régimen chino.

A continuación se muestra la historia de este visitante.

Retenido en la entrada a Hong Kong

Soy un ciudadano japonés y he viajado sin ningún problema hacia Hong Kong muchas veces en el pasado. La última vez que llegué a Hong Kong fue el 24 de abril de 2019. A menudo elijo el permiso de acceso rápido como un visitante frecuente de Hong Kong. Después de escanear mi pasaporte, la salida automática no se abrió cuando ingresé mi huella digital. Los oficiales de policía que estaban cerca notaron que la máquina no autorizaba mi entrada y se acercaron. Uno de ellos me dijo que lo siguiera, después de escanear el documento con su micro-computadora.

Me llevaron a una pequeña oficina en el Servicio de Aduanas de Hong Kong y confiscaron mi pasaporte. Pregunté varias veces cuál era el problema, pero me dijeron que esperara. Dos horas más tarde, un oficial de policía de Hong Kong me llevó al área de equipaje para que recogiera mi equipaje, pero no estaba allí.

Me llevaron de vuelta a la pequeña oficina. Otro oficial llegó y me dijo que, de acuerdo con las regulaciones del Departamento de Inmigración de Hong Kong, se me estaba negando la entrada a Hong Kong. Cuando le pregunté por qué, dijo que seguía "regulaciones administrativas básicas" que no podía divulgar. No pude aceptar su respuesta e intenté hablar con él, pero se negó a responder. Me dijo que lo siguiera sin decirme hacia dónde me llevaba.

Me llevó a una puerta de embarque donde muchos pasajeros japoneses estaban esperando en fila. Un oficial de policía de servicio al cliente con aspecto serio me dijo que tomaría ese vuelo de regreso a Japón. Pensé que iba a hablar con alguien y que me dirían la razón por la que me negaban la entrada, ¡pero había como una docena de agentes de policía allí, listos para obligarme a subir al avión!

En ese momento recordé lo que el Maestro nos dijo:

"No importa cuál sea la situación, no cooperen con las demandas, órdenes e instigaciones del mal" (" Los pensamientos rectos de los discípulos de Dafa son poderosos", Escrituras esenciales para mayor avance II).

¿Cómo podría cumplir con una solicitud tan absurda? Saqué mi teléfono, encontré el número del Consulado de Japón en Hong Kong y llamé. El policía se puso nervioso y me preguntó qué estaba haciendo. Le dije que era un ciudadano japonés y que estaba llamando a mi consulado.

Cuando contestaron mi llamada, le dije a la persona al otro lado de la línea que a mí, un ciudadano japonés, se le estaba negando la entrada a Hong Kong sin ninguna razón, que no podía encontrar mi equipaje y que las autoridades estaban intentando ponerme en un avión de regreso a Japón contra mi voluntad. Que no estaba de acuerdo con esa disposición y que necesitaba su apoyo. Muchos japoneses que estaban cerca prestaron atención a mi situación al escuchar mi conversación y estuvieron de acuerdo en que eso no era aceptable.

Después de que el consulado escuchó mi historia, dijo que se trataba de asuntos internos de Hong Kong y que el consulado japonés no tenía derecho de interferir. Le dije una vez más que me faltaba mi equipaje. El oficial de policía de alto rango tomó la llamada y su actitud se suavizó bastante. Prometió encontrar mi equipaje, pero insistía en que regresara en ese vuelo.

Varios policías me empujaron hacia adelante y no pude detenerlos. Cuando casi estaba en la puerta, me di la vuelta y levanté la voz: “¡Detente! Todavía estoy hablando con mi consulado”. Me quitó el teléfono, lo puso en altavoz y dijo que todos lo escucharíamos. Tomé mi teléfono y le dije: “¿Qué significa esto? ¿Entiendes japonés?".

El capitán y una gerente salieron y me preguntaron si quería regresar en su vuelo. Les dije que no quería hacerlo. Ella le dijo al oficial de policía que, según sus regulaciones, no podían forzar a alguien a tomar un vuelo sin su consentimiento, luego dijo que tenían que partir de inmediato, se dio la vuelta y cerró la puerta. El primer intento de repatriarme había fracasado.

Diciendo a los oficiales de policía de Hong Kong la verdad sobre la persecución

Regresé a la oficina. Estaba tranquilo y no tenía miedo. Sentía que el Maestro estaba cerca y que me estaba fortaleciendo.

El Maestro nos enseñó:

“Sea lo que sea que experimenten durante la cultivación -sea bueno o malo- es bueno, ya que esto sólo ocurre porque ustedes se están cultivando”. (Al Fahui de Chicago)

Pensé en como nada sucede por casualidad. No importa lo que haya acontecido en mi camino de cultivación, era para que avanzara, para mejorar.

Había venido a Hong Kong repetidamente con mi propio tiempo y por mi propia cuenta para ayudar a las personas a tomar conciencia de la persecución, para que conozcan la verdad y tengan un futuro mejor. Me entristecía lo que había sucedido ese día. Había muchas más personas que tenían que ser clarificadas.

Llegaron dos oficiales de policía de alto nivel y respondí con calma a sus preguntas. Me di cuenta de que todavía no entendían los hechos, así que era mi responsabilidad informarles. Quería aclararles la verdad, así que les pedí que se sentaran a mi lado para que pudiéramos hablar.

Les pregunté si negarme la entrada tenía algo que ver conmigo personalmente. ¿Hice algo mal? Dijeron que no tenía nada que ver conmigo personalmente y que solo seguían las regulaciones y los controles. Que aunque cada vez consideraban diferentes estándares para negarme o no la entrada, estas consideraciones y razones no podrían ser completamente reveladas. Les dije que podía exponerles por qué había venido a Hong Kong, que era para que la gente en Hong Kong, incluidos ellos, tuviera un futuro mejor.

Y les conté la historia sobre un soldado de Alemania Oriental en la frontera que levantó su arma una pulgada más arriba para evitar disparar a las personas que intentaban escapar a Alemania Occidental cuando el país estaba dividido. A pesar de que estaba cumpliendo con su deber, todavía podía tomar la mejor decisión basándose en su propia conciencia. Ellos asintieron con un gesto afirmativo.

Les dije por que estaba tan preocupado por el futuro de Hong Kong. Dije que creía que el bien es recompensado y el mal castigado, y que solo aquellos que tienen un corazón bondadoso tendrán un futuro seguro. Les dije que cualquiera que fuera la nacionalidad, todos tienen profecías muy similares. Dios creó a los seres humanos, Él regresará en los últimos días y habrá un día del gran juicio. Les pregunté si alguna vez habían pensado en por qué, aunque todos los grupos étnicos hablan idiomas totalmente diferentes, tienen profecías similares.

Escucharon atentamente y asintieron. Después de que se fueron, comencé a contactar a compañeros practicantes para contarles lo que había sucedido y les pedí que se pusieran en contacto con los medios de comunicación en Japón. Quería que la gente en Japón conociera los hechos sobre la persecución. Luego me dispuse a enviar pensamientos rectos para eliminar los factores de las viejas fuerzas y facilitar que los compañeros practicantes vinieran a Hong Kong desde otros países.

Exponiendo los hechos perversos del PCCh

Cuando llegué a Japón la siguiente mañana, los medios de comunicación, incluido TheEpoch Times, NTDTV y otros, me estaban esperando. Me entrevistaron e informaron sobre lo ocurrido.

Llamé a mi congresista para informar sobre el evento y él mismo contestó el teléfono. Me sugirió que llamara al Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón para informarlo, lo cual hice. Le expliqué que cuando fui a Hong Kong para participar en una manifestación de Falun Dafa para protestar por la persecución, fui repatriado por la fuerza por el Departamento de Inmigración de Hong Kong. Obviamente estaba en su lista negra, pero ¿cómo sucedió eso? Dije que estaba muy preocupado de que mi información personal hubiera sido robada o recopilada por un espía del PCCh. Le pedí al Ministerio de Relaciones Exteriores y a otros departamentos que revisaran y respondieran a la acusación de que el partido comunista chino estaba obteniendo ilegalmente información personal de ciudadanos japoneses.

Cuando recogí mi automóvil en el estacionamiento, el asistente me preguntó por qué había regresado tan pronto. Le conté sobre mi experiencia en Hong Kong y me preguntó si había hecho algo malo. Le dije que practico Falun Dafa, que es perseguido en China. Suspiró y dijo que Hong Kong ya no era lo mismo que antes.

Sentí que mi reciente encuentro me dio un gran avance para mi cultivación. Ya no es difícil concientizar a la gente sobre la persecución. También tengo una comprensión más profunda de lo que Shifu nos enseñó:

“Hace mucho tiempo les dije que el Dafa dizi, un cultivador, no tiene enemigos. El único rol que tienen ustedes es el de salvar a la gente” (“Exponiendo el Fa en la Ciudad de Chicago”)