(Minghui.org) Soy una jubilada de 71 años. Debido a mi "antecedentes familiares", he sufrido miserablemente bajo el régimen comunista desde la infancia. Cuando me encontraba luchando contra una enfermedad terminal hace 23 años, tuve la suerte de comenzar a practicar Falun Dafa. En poco tiempo recuperé mi salud y, desde entonces he continuado mejorando mi temperamento. Estoy profundamente agradecida al Maestro Li Hongzhi (el fundador de Falun Dafa) por su compasión ilimitada y mi nueva felicidad.

Vivo a orillas del río Shahe en la provincia de Henan. Mi abuelo empezó a trabajar como remolcador de botes desde siendo muy joven. Más tarde, él y su familia ahorraron lo suficiente como para comprar un barco de carga, con la esperanza de que sus vidas mejoraran.

Desafortunadamente, el partido comunista chino (PCCh) tomó el poder, y el barco se convirtió en la fuente de nuestra miseria. Mi abuelo fue etiquetado como "capitalista", y todos nos convertimos en sus "bastardos".

Miseria

Cuando tuve la edad suficiente como para contraer matrimonio, los pretendientes me rechazaban debido a mi "indeseable historial familiar". Algunos años más tarde, conocí a alguien que me pidió matrimonio. Más tarde él se puso muy feliz por tomar aquella decisión, porque se dio cuenta de que yo era muy trabajadora y me encargaba del hogar ahorrando en todo lo posible. Mientras yo cambiaba de trabajo en trabajo, vivíamos bastante felices.

Pero mi felicidad duró poco. Mi esposo escuchó algunos rumores de que yo, su mujer, provenía de una familia capitalista. Esto suponía que él tendría que sufrir algunas consecuencias. Cuando sus hijos crecieran, no se les permitiría unirse al ejército.

Los rumores inquietaron a mi marido, que comenzó a sentirse disgustado conmigo. Acabó golpeándome e insultándome a diario. A menudo mi cuerpo estaba cubierta de moretones. Una vez me rompió la clavícula por algo sin importancia. Todo lo que alcancé a hacer era sentirme miserable y triste. Con el paso del tiempo, sentía cada vez más y más resentimiento hacia él.

A pesar de sus maltratos, me aliviaba que no se hubiera divorciado de mí, y pensaba: "Por el bien de mis hijos, lo superaré".

Luchando al borde de la muerte

Desafortunadamente, mi vida empeoró en 1988. Empecé a sentirme mareada, aunque no le dí mucha importancia. Me fui poniendo peor y peor, hasta que un día me desmayé. Mis colegas me llevaron al hospital para hacerme examenes, pero los médicos no pudieron diagnosticarme ningún problema.

Mi esposo me llevó a dos hospitales más grandes en Beijing, donde me diagnosticaron "malformación vascular cerebral acompañada de sangrado irregular", una enfermedad rara e incurable. Los médicos solo habían visto tres casos de este tipo en su hospital, incluido el mío, y los otros dos pacientes habían muerto.

Pensé con angustia: “No viviré mucho más y mis dos hijos aún son pequeños. ¿Quién los cuidará? ¿Qué puedo hacer si los mejores hospitales no pueden curarme? Será mejor que me vaya a casa y espere a que llegue la muerte.

En casa, mi condición empeoró aún más. También desarrollé enfisema, enfermedad cardíaca, epilepsia y bronquitis. El paciente que sufría estas enfermedades nunca se recuperaba completamente.

Al ver mi condición, mi esposo me mostró la bondad que originalmente tenía cuando nos casamos. Dejó de pegarme y me llevó al hospital local para que me trataran. Regresé a casa cuando me sentí un poco mejor, pero rápidamente me volvieron a ingresar. Pasaba en el hospital un mínimo de 300 días al año.

Más tarde, escuchamos que un hospital de campo del ejército había importado un cuchillo gamma y que el neurocirujano era un experto de renombre. Aún así, la cirugía no mejoró mi condición, y también desarrollé efectos secundarios: Náuseas, vómitos, edema en todo el cuerpo y unos dolores de cabeza insoportables que me hacían gritar. Como los expertos no podían hacer nada, me convencieron para que fuera a casa.

Regresé al hospital local para recibir inyecciones y gotas intravenosas para reducir el dolor, pero nada me ayudaba. Gritaba día y noche. El hospital local instó a mi esposo a que me transfiriera a otro.

Mi esposo me llevó de vuelta al hospital del ejército y les rogó que me aceptaran y me administraran algún tratamiento. Lo intentaron todo, pero nada funcionó. Mi estado empeoraba.

Mis enormes gastos médicos sobrepasaron los ingresos de mi salario y los de nuestros ahorros familiares. Mi esposo y yo decidimos que había llegado el momento de regresar a casa.

Justo cuando estábamos a punto de dejar el hospital, un médico dijo que asistiría a una conferencia internacional en Guangzhou y expondría mi caso allí, y lo consultaría con expertos extranjeros de renombre.

Esta representaba nuestra última esperanza, y decidimos esperar el milagro. El médico regresó dos semanas después y nos dijo que aunque los expertos tuvieron una reunión especial para discutir mi caso, aún no podían encontrar una cura porque no sabía como aislar al cerebro de los derrames intracraneales. Con mi última esperanza desterrada, me fui a casa en octubre de 1996 a esperar la muerte.

Me conceden una nueva vida

Ese año, algunas personas en mi ciudad comenzaron a practicar Falun Dafa. Dos días después de que llegué a casa, un colega joven vino a verme y me habló del poder curativo de Falun Dafa y de su propia experiencia.

Había sufrido una craneotomía en Beijing un año antes por un tumor cerebral. La quimioterapia postoperatoria lo dejó extremadamente débil. Perdió la mayor parte de su cabello, se quedó muy delgado y con la tez amarillenta. Además, le faltaba el aliento cuando caminaba.

Sin embargo, después de que comenzó a practicar Falun Dafa, su cabello volvió a crecer y recuperó su peso. Se veía muy saludable y vigoroso.

Me conmovió su historia. Sin pensar mucho en la condición en la que me hallaba, sentí en mi corazón que me había llegado por fin algo que anhelaba desde hacía mucho tiempo.

Esa noche, le pedí a mi hijo que me llevara al grupo de estudio de Falun Dafa más cercano. Estaba extremadamente débil, y mi cara estaba terriblemente hinchada. No podía caminar, y mi cabeza se sentía mareada. El grupo de estudio se llevaba a cabo en un espacio abierto en el patio de un lugar de trabajo.

Me senté a un lado y escuché lo que estaban leyendo. A pesar de que no podía escuchar muy claramente, me sentí muy cómoda sentada allí. Cuando volví a casa, dormí muy bien. Cuando me desperté por la mañana, me moría de hambre y comí un buen desayuno. Después de años de tormento por enfermedades, me sentí como una nueva persona: ¡Podía levantarme y caminar!

Por la noche, fui al grupo de estudio de nuevo. Aunque mi hijo me llevó hasta allí en su bicicleta, el último tramo lo caminé sola. No sentí ningún dolor de cabeza ni me mareé. No me faltaba el aliento. Estaba extasiada. No puedo describir mi gratitud hacia Shifu.

A la tercera mañana, fui al sitio de práctica para aprender los ejercicios de Dafa. Cuando volví, vi la bicicleta de mi hijo fuera del edificio. Pensando que nuestro vecindario no era seguro, me puse la bicicleta en el hombro y la subí al quinto piso. Mi hijo y uno de sus amigos escucharon el ruido y salieron. Me preguntó con sorpresa: "Mamá, ¿cómo pudiste?".

Su amigo me miró con los ojos bien abiertos. Había visto cómo mi hijo tenía que ayudarme a subir cada escalón unos días antes. Incluso tenía que detenerme para descansar en cada piso.

Solo entonces me di cuenta de lo que acababa de hacer. ¡Me curé! Me eché a llorar, me arrodillé y dije: “Maestro, me ha salvado de la miseria y me ha dado una nueva vida. Cultivaré Dafa diligentemente".

Cuando les conté a otros practicantes lo que había sucedido, aplaudieron y se sintieron felices por mí. Una vez más, fuimos testigos de la maravilla de Falun Dafa. Mi historia se extendió rápidamente.

Había un funcionario de alto rango en nuestra área que era muy amable, sereno, capaz y seguro de sí mismo. Cuando sus subordinados le contaron sobre el poder curativo de Falun Dafa, pensó que era bueno y visitó a una docena de practicantes en persona, incluyéndome a mí. Más tarde comenzó a practicar Falun Dafa también.

Luego que la persecución comenzara, él luchó contra una enorme presión con fe firme en Shifu y Dafa. Le contó a la gente la verdad sobre Dafa y la persecución, y presentó una denuncia penal contra Jiang Zemin por dirigir la persecución contra Dafa.

Cultivándome sólidamente

El Maestro me ha animado desde el principio. Un día, mientras estudiaba el Fa en casa, vi a una persona de unos 40 años por encima de mi cabeza. Se mostraba muy amable y me miró con una sonrisa durante mucho tiempo antes de desaparecer. Me sorprendió y le pregunté a otro practicante qué estaba pasando. "Debe ser el Maestro", dijo y me mostró la foto del Maestro en un libro de Dafa. Respondí con entusiasmo: "¡He visto al Maestro! Ahora soy un discípulo de Dafa. ¡Soy la persona más feliz del mundo!".

Los compañeros practicantes me dijeron que tenía una buena relación predestinada con Dafa y una buena cualidad innata. Me animaron a ser diligente en mi cultivación.

Tenía una educación muy limitada, así que leer libros de Dafa me resultaba un poco difícil. No tuve miedo de las dificultades y aprendí los caracteres chinos uno por uno. Cuando encontraba palabras nuevas, preguntaba a otros o las buscaba en el diccionario. Leía el libro Zhuan Falun cuando tenía tiempo.

Unos meses después, pude leer Zhuan Falun, Zhuan Falun II, Escrituras esenciales para mayor avance y Explicando el contenido de Falun Dafa. Dafa está verdaderamente más allá de la ciencia común y puede verdaderamente abrir la sabiduría de uno.

Beneficios de practicar Dafa

Al estudiar Dafa, llegué a comprender el verdadero significado de la vida, y el por qué las personas experimentan enfermedades y sufrimientos, y muchas más cosas que no entendía en el pasado.

Todo el resentimiento que había albergado contra aquellos que me habían hecho daño desapareció sin dejar rastro  alguno, porque comprendí que todos mis sufrimientos se debían a mi propio karma de vidas anteriores. Aquellos que me habían lastimado me estaban ayudando a eliminar mi karma y dándome virtud. Me estaban ayudando a allanar el camino para obtener el Fa.

Dejé de quejarme y de aferrarme a sentir lástima por mí misma. Estoy feliz y orgullosa de ser una discípula del Maestro y capaz de cultivarme en Dafa, una oportunidad que se presenta solo una vez en millones de años. Sé que mi verdadero hogar está en los cielos, y regresaré a casa a través de la cultivación sólido.

Me encontraba llena de energía y todos los días lucía una sonrisa en mi cara. Para hablarle a más gente sobre Dafa, visité a todos mis amigos y familiares. También viajaba a ciudades y a zonas rurales con otros practicantes. Me sentía feliz de que la gente conociera Dafa. También cuando me elevaba en la cultivación, cuando pasaba una prueba de xinxing y cuando escuchaba a gente alabando a Dafa y a los practicantes de Dafa.

Todos mis familiares fueron testigos del cambio que experimenté cuando pasé de ser una persona moribunda a una sana, de mente abierta y de buen corazón. Todos ellos apoyan mi cultivación, especialmente mi esposo.

Cuando estaba enferma, él gastó todo lo que teníamos en mi tratamiento y experimentó dificultades extremas. Mi pronta recuperación le trajo una enorme felicidad, así que también está agradecido a Dafa y al Maestro.

Para darme tiempo para estudiar el Fa, él me ayuda con las tareas del hogar todos los días. Incluso cuando Dafa está siendo perseguido por el partido comunista, no duda en dar un paso adelante para defender Dafa.

Mis colegas también creen en la bondad de Dafa, después de haber sido testigos de mi milagrosa recuperación. La persona a cargo del bienestar de los delegados retirados en mi lugar de trabajo me dijo una vez: “Ahora que se ha vuelto saludable practicando Falun Dafa, podemos ahorrar suficiente dinero para comprar un apartamento todos los años. Se ha beneficiado de Falun Dafa, y nosotros también. Siga practicándolo".

El período entre noviembre de 1996 y julio de 1999 antes de que comenzara la persecución fue el momento más feliz de mi vida. Estaba inmersa en la compasión ilimitada del Maestro, la alegría de dejar ir los apegos humanos, las maravillas de mirar hacia adentro para encontrar fallas y mejorar, y la alegría de Dafa extendiéndose por todas partes.

Nada puede quebrantar mi fe

Después de esperar durante una larga noche, finalmente llegué a ver que el amanecer se abría paso a través de un mar de nubes. Después de muchas reencarnaciones, me he despertado del largo sueño. Puedo ver un rayo dorado en lo profundo del cosmos, tan maravilloso y brillante. Ese es el hogar que dejé hace mucho tiempo, el lugar donde nació mi vida. Ahora que he establecido la relación predestinada sagrada, seguiré de cerca al Maestro, me asimilaré a Verdad-Benevolencia-Tolerancia, y regresaré a mi añorado hogar.

En los últimos veinte años de persecución, fui detenida ilegalmente, llevada a campos de trabajo y encarcelada varias veces. Una vez me pusieron grilletes que pesaban casi 20 kilogramos. Fui monitoreada las 24 horas del día, los 7 días de la semana, y me retuvieron mi salario. Sin embargo, nada pudo quebrantar mi fe en el Maestro y Dafa. Nunca me he relajado en la cultivación. En cambio, me fui templando y me volví más fuerte, como un diamante. Me he vuelto aún más lúcida y racional, y mi xinxing sigue mejorando.

Con la protección del Maestro, la guía de Dafa y la ayuda de los compañeros practicantes, cada obstáculo y tribulación en mi camino sagrado me proporciona los pasos para superarme y llegar más alto. No decepcionaré al Maestro y continuaré haciendo las tres cosas bien para cumplir mi promesa y regresar a casa con Shifu.