(Minghui.org) Acompañé a mi hija cuando asistió a las lecciones del Maestro Li la primera vez en 1997. Durante las lecciones vi como un gigantesco ventilador girando sobre mi cabeza. Después de asistir a las nueve lecciones, pude recordar cómo Falun Dafa, también llamado Falun Gong, enseña a uno a elevar la moral como persona. Mi vecina, quien también es practicante, me dijo que lo que vi como un enorme ventilador era un Falun. Me dijo que tenia buena cualidad innata y me animó a practicar diligentemente. En julio, la acompañé al sitio de práctica y me convertí verdaderamente en una practicante.

Impartía clases en la escuela secundaria y también en tres universidades. Estaba muy ocupada. Seguía los principios de Falun Dafa de Verdad Benevolencia y Tolerancia y estaba bien considerada entre mis compañeros y alumnos.

Sin embargo, tenia problemas para levantarme por la mañana para hacer los ejercicios a las 4:10 a. m. cada día. El radiador junto a mi cama comenzaba a emitir un pitido suave. Si todavía no me levantaba, la puerta de mi habitación comenzaba a golpear ruidosamente como si alguien la aporreara. Desde entonces, incluso cuando me he visto obligada a dejar mi casa, y a vagar por ahí por ser perseguida, un sonido como de percusión sonaba cada mañana, y sabía que el Maestro me estaba recordando que me levantara a hacer los ejercicios.

Tuve un accidente dos meses después de comenzar a practicar Falun Dafa. El médico me puso cuatro puntos en el lado derecho de la cabeza, y me fracturé la clavícula. Me recuperé totalmente en menos de un mes y volví al trabajo.

Mi hija también sufrió de un grave traumatismo y estuvo inmovilizada debido atrofia muscular, tuvo de nuevo esperanzas después de escuchar la lecciones del Maestro. Recuperó la movilidad parcial.

Fui a la administración provincial para apelar por el derecho a practicar Falun Dafa cuando el régimen del partido comunista prohibió la práctica el 20 de julio de 1999. Fui llevada a la comisaría. Estaba desolada por la difamación del gobierno a Falun Dafa y sabía que no tendrían escrúpulos a la hora de perseguir a los practicantes. Sin embargo, la idea de dejar mi creencia era inaceptable. La vida no tendría sentido si no podía practicar Falun Dafa.

Fui arrestada en seis ocasiones, mi casa saqueada incontables veces, y dejé mi hogar durante cuatro años para evitar ser arrestada. Sin embargo, nunca dejé de practicar Falun Dafa. Durante las dificultades, junto a compañeros practicantes persistimos en elevar los buenos pensamientos de muchos seres conscientes. Aclaramos la verdad a oficiales de policía que venían a arrestarnos o saquear nuestros hogares, exponiendo los beneficios de la práctica de Falun Dafa, y pudimos ver cómo estás personas se posicionaban correctamente.

Aclarando la verdad sobre Falun Dafa a los oficiales de policía y guardias

Fui arrestada por segunda vez el 19 de enero de 2000. La tarde siguiente, el director de la comisaría me llamó para que hablara con él. Me reprendió tan pronto puse un pie en su oficina. Nunca antes había sido reprendida así en mi vida. Lloré y le dije: “Puedes preguntar en mi escuela qué tipo de profesora soy. ¿Sabes por qué practico Falun Dafa? Mi hija contrajo una enfermedad hereditaria cuando estaba estudiando en la universidad. Gasté todo mi dinero buscando tratamientos de muchos médicos en China, pero no pude encontrar nada. Alguien me sugirió que probáramos Falun Dafa y al final mi hija se recuperó por practicar Falun Dafa”.

Permaneció inmóvil y recordó cada palabra que dije. Sin embargo todavía me mantuvo en el centro de detención, pero no tuve que llevar esposas de camino a prisión.

Muchos policías me interrogaron en mi segundo día en el centro de detención. Les dije que no me importaba que nos detuvieran por practicar Falun Dafa, o lo que ordenara Jiang Zemin, el ex jefe del partido comunista, quien había comenzado la persecución a Falun Gong en ese momento. No dejaría mi fe.

Un oficial me sonrió y dijo: “¿Por qué no escribes abajo tu experiencia sobre practicar Falun Dafa?”. Escribí sobre las razones por la cuál comencé a practicar Falun Dafa, y los beneficios que me aportó a mi hija y a mí. El oficial le echó un ojo y dijo: “Estás cantando alabanzas sobre Falun Dafa”. Sonrió y salió fuera con la hoja de papel.

Fui arrestada por tercera vez dos meses más tarde, mientras estaba haciendo la foto de graduación con mis estudiantes. La razón de mi arresto fue que había ido a la casa de un practicante y estuve allí durante cinco minutos.

Me hicieron muchas preguntas sobre Falun Dafa. Hablé con los oficiales hasta las 4:00 a. m., aún así me llevaron a la comisaría de policía. De camino, un oficial dijo que había oído decir cómo de maravilloso era Falun Dafa, pero no lo conocía hasta que se encontró conmigo. Él verdaderamente comprendió las virtudes de la práctica a través de mi experiencia.

Después de ser arrestada en la escuela, los oficiales de policía irrumpieron en mi casa y la saquearon. Mi hija estaba sola en casa. Le pregunté a la policía sobre mi hija. Un oficial me dijo que mi hija estuvo llorando y les suplicó que le dejaran una copia de Zhuan Falun. Le pregunté si accedieron a su petición. Y me dijo que sí.

El partido comunista chino (PCCh) iba a tener una reunión clave en Beijing, y estuvimos diseñando algunas peticiones para apelar al gobierno y abordar el asunto sobre la persecución a Falun Dafa. Dejé algunos impresos entre mis materiales para dar clase. Cuando volví a casa, vi los impresos encima de los materiales. La policía había encontrado las peticiones cuando hicieron el registro pero no los confiscaron. Cuando me encontré con uno de los oficiales, le dije gracias, e inmediatamente supo qué significaba. Me dijo que no había visto nada.

En la comisaría de policía, una persona encargada de repartir la comida a los prisioneros me reconoció y me llamó por mi nombre. Desde entonces, recibía dos platos y muchos panes al vapor en mis comidas. Por supuesto, los compartía con los internos presos y los practicantes. Antes de mi liberación, compré ropa y se la di a esta persona para agradecerle por cuidar de mi.

Durante las celebraciones del día nacional, el 1 de octubre del 2000, fui arrestada de nuevo por protestar en la Plaza de Tiananmen. Muchos practicantes, incluida yo, fuimos llevados en un coche. Abrimos la ventana y tratamos de colgar una pancarta con las palabras "Falun Dafa es bueno" por fuera del coche. El conductor intentó detenernos y quiso retirarlas. Varios de nosotros lo tomamos de las manos y le dijimos: "¡Joven, no hagas esto  cien millones de personas practican Falun Dafa en China porque es bueno! Somos manifestantes pacíficos y no hemos hecho nada malo. La Constitución dice que tenemos derecho a la libertad de creencia. A nuestra edad, somos como los miembros mayores de su familia ¡No debería golpearnos!". Los guardias escucharon atentos y se quedaron allí callados.

Directores de escuela y compañeros de trabajo

El director de la escuela en la que yo enseñaba era un joven. Cuando fui arrestada durante la ceremonia de graduación, el director rompió la cerradura de mi oficina, tomó mi libro Zhuan Falun y lo guardó en un lugar seguro. Él y varios jefes de departamento fueron a la comisaría de policía a pedir mi liberación. Dijo: "Esta maestra es una buena persona, y todo el mundo la echa de menos en la escuela. Vengo aquí hoy para llevármela a casa". La policía rechazó su solicitud. El director pidió que lo llamaran por teléfono cuando me soltaran, y él vendría a recogerme. También me dejó 1.000 yuanes para que comprara lo que necesitara a diario.

Cuando volví al trabajo después de dos semanas de detención, me devolvió el libro Zhuan Falun. Me cambiaron de puesto de trabajo y pasé a la oficina de la secretaria, donde todo lo que tenía que hacer era barrer el suelo y hervir una tetera de agua. El secretario y el director nunca me hicieron las cosas difíciles.

El director fue trasladado a otra prestigiosa escuela secundaria después de las vacaciones de verano. Fue reemplazado por una directora. Cuando me arrestaron por sostener una pancarta en la Plaza de Tiananmen, la directora envió al supervisor del departamento de logística y a un guardia de seguridad para que me llevaran a casa. Los oficiales de policía dijeron que habían gastado 300 yuanes en el viaje en taxi y pedí a la escuela que no pagara por ello. El supervisor dijo: "La directora nos dijo que cediéramos a cualquiera de las peticiones de los agentes de policía, siempre y cuando te soltaran".

Cuando regresé de Beijing, ya eran más de las ocho de la tarde. Hacía bastante frío ese día, pero varios compañeros de trabajo estaban afuera esperando para verme. Tenían miedo de que me llevaran a prisión en otra área y que no pudieran verme. El jefe del departamento de seguridad de mi lugar de trabajo me llevó a la sala de interrogatorios y pidió al interrogador que me tratara con suavidad. Después del interrogatorio me llevaron a un centro de detención.

Vi a la nueva directora y a la secretaria cuando salí de la sala de interrogatorios. Invitaron a todos los del departamento de seguridad a una comida. Estaba obligada a pagar por tales gastos, pero la directora me dijo que había reclamado todos estos gastos. 

Un oficial de policía me dijo después: "Tu directora llamó por teléfono y nos pidió que te liberáramos. Cada vez que hacía una llamada, nos recordaba que no te golpeara. Otros lugares de trabajo despedirían a su personal al enterarse de que su empleado había participado en una protesta. Es extraño que tu lugar de trabajo quisiera que volvieras".

Esta directora fue ascendida posteriormente. Era la oficial de más alto rango en nuestro lugar de trabajo.

Regresé a la misma escuela para pedir mi salario de 2005. Otro director estaba a cargo en ese entonces. Pagó mi salario durante los 39 meses que me vi obligada a dejar mi hogar para evitar la persecución. El departamento superior había ordenado a la escuela que me pagara una suma mínima, pero los jefes de los diferentes departamentos y el director se reunieron y decidieron pagar el 75% de mi salario. La exdirectora hizo una llamada telefónica a la secretaría y les dijo que me pagaran todo en su totalidad. En ese momento, si un miembro del personal tomaba un permiso por enfermedad, se le pagaba el 75% del salario, pero yo recibí la cantidad total.

Posteriormente, la directora me mencionó un incidente que solo nosotras dos conocíamos. Hace muchos años, alguien me trajo una blusa de seda de Shanghái. Me la probé y era demasiado pequeña. La directora acababa de graduarse y había empezado a trabajar en la misma escuela en la que yo estaba. Le vendí la blusa a ella. La usó una vez y se encogió después de lavarse. Como era de seda natural, era una prenda de vestir bastante cara. Acababa de empezar su primer trabajo y estaba comprensiblemente molesta porque no podía usar la blusa después de usarla una sola vez. Le pedí que me devolviera la blusa y le devolví el dinero. Me había olvidado del asunto, pero ella me lo recordó. Un acto amable puede despertar la bondad en otra persona.

Antiguos alumnos se ofrecen a ayudar

Durante uno de mis arrestos, un policía que no conocía me dijo que uno de sus compañeros de trabajo le dijo que yo fui su maestra. El oficial le dijo que me consideraba su maestra y que me trataba con amabilidad. Una practicante que estaba conmigo estaba embarazada de tres meses, pero la policía le echó agua fría encima. Le conté al oficial sobre la situación de la practicante y encontró a alguien que pudiera ayudar. La practicante fue liberada pronto.

Hice una huelga de hambre para protestar por mi arresto y comencé a vomitar sangre al día siguiente. Me llevaron al hospital. Coincidentemente, el hospital al que me enviaron estaba en la universidad donde solía enseñar. El supervisor de la sección de logística, el jefe de la sección de tomografía computarizada, los médicos, etc. todos habían sido mis alumnos, y se apresuraron a saludarme.

Más tarde, a medida que más y más practicantes eran llevados al mismo hospital, nos detuvieron en una gran sala y la policía del hospital nos vigiló. Había sido profesora de los policías, el capitán, el cocinero de la brigada, todos habían sido mis alumnos.

El director de la oficina local 610 vino un día. Me miró severamente y me maldijo. Había un joven detrás de él. Reconocí al joven como un estudiante que había enseñado en la universidad y lo llamé por su nombre. Se acercó y dijo: "¡maestra, eres tú!". Le pregunté adónde me iban a llevar. Me aseguró que intentaría liberarme.

Después de 56 días regresé a casa sin escribir ninguna declaración prometiendo renunciar a mis creencias. Consecuentemente nunca escuché a nadie mencionar que este estudiante en particular estaba involucrado en la persecución a los practicantes de Falun Dafa.

El jefe del departamento de policía detiene la persecución a los practicantes

Después de ser arrestada en Beijing, el jefe del departamento de policía me llevó de vuelta a mi ciudad natal. Participaba activamente en la persecución de los practicantes de Falun Dafa. Le pedí al Maestro que me ayudara a despertar la conciencia de este hombre y le conté una historia personal.

Le dije que cuando comenzó la revolución cultural tenia 15 años. Un profesor de mi escuela llamado Guan Min fue acusado de ser un traidor y humillado públicamente. No soportaba ver cómo torturaban a mi maestro, pero un compañero subió al escenario para pisar la cabeza del maestro. Reprendí al compañero duramente y le prohibí hacer ese tipo de cosas.

El Sr. Guan era un buen maestro, y andábamos el mismo camino dirección a la escuela. En primavera, la nieve derretida de las montañas fluía hacia abajo y formaba un pequeño río. No podíamos cruzar el río y el Sr. Guan usaba su bicicleta como trampolín para que camináramos hasta el otro lado. Cuando me gradué y me uní a la fuerza laboral, mi lugar de trabajo estaba en la ciudad natal del Sr. Guan. Se estaba recuperando de una enfermedad en casa, y fui a visitarlo por la noche. El compañero de clase que participó en su humillación quedó postrado por un derrame cerebral antes de los 40 años.

La injusticia al Sr. Guan fue posteriormente compensada y se convirtió en el jefe de la oficina de educación. Me casé y viví aparte de mi marido, que era soldado. Cuando el Sr. Guan se enteró de mi situación, preguntó dónde estaba destinado mi marido y me dijo que su excompañero de clase era alcalde de la ciudad donde estaba mi marido. Escribió una carta a su compañero y me pidió que la enviara por correo. Un mes después me trasladaron a esa ciudad. Yo era la maestra del pueblo, y en 1974 no era fácil ser trasladada a  ninguna ciudad. Hablé en nombre de mi maestro a la temprana edad de 15 años. Me compensaron por mi buen acto.

El jefe de la comisaría se conmovió con mi historia. Él dijo: "Te ayudaré todo lo que pueda. Incluso si el máximo es del 100 por ciento, te ayudaré al 120 por ciento". Más tarde me enteré de que había dejado de perseguir a los practicantes. Al contrario, intentaba ayudarlos siempre que podía. Más tarde dejó su trabajo alegando estar enfermo.

Dos semanas después, este hombre vino a buscarme a la cárcel. Mi esposo fue liberado después de 40 días de detención. En ese momento nadie se atrevía a hablar a favor Falun Dafa. El director del departamento de seguridad interior se preguntaba a quién había pedido ayuda, pero por supuesto no le pedí a nadie que me ayudara.

Mi familia se mudó a una zona diferente en 2004. Nunca consideré a los oficiales de policía ni a nadie como mis enemigos. Aquellos a quienes conocí mientras era perseguida comprendieron la verdad. Hay otros a los que no pude aclarar los verdad sobre Falun Dafa. Espero que los practicantes de mi ciudad natal puedan contarles a todas las personas los hechos sobre Falun Dafa, y evitar que se involucren en la persecución.