(Minghui.org) Conocí a Falun Dafa a través de mi jefe y de un vecino. Llegué a ser directora de mi compañía luego de comenzar a practicar Falun Dafa y supe que esto estaba relacionado con mi estado de cultivación.

Pasaba mi tiempo libro escribiendo cartas de aclaración de la verdad al secretario del comité de asuntos legales y políticos del PCCh, a los líderes del gobierno local, a mis maestros, al director del departamento de policía, al secretario del partido del lugar y a mis parientes. Distribuía folletos de Falun Dafa en mi camino de ida y vuelta al trabajo, en las pausas de las reuniones laborales, y en las caminatas con mi esposo luego de la cena.

Otros practicantes y yo fuimos al campo para hablar con los aldeanos acerca de Falun Dafa. Visitamos la mayoría de los hogares del pueblo y, mientras tanto, escuchamos muchas historias conmovedoras.

Luego aprendí cómo confeccionar folletos, e imprimí varios diariamente en el trabajo para que los practicantes y yo distribuyéramos.

Me estaba cultivando mientras difundía Dafa. Primero, tenía que dejar mi apego a mis intereses personales. Actualmente, casi todos buscan ganancias personales. Los gerentes se quejaban de que no recibían bonos o de que no tenían apartamentos o automóviles, tal como recibían los gerentes de otras compañías. Les hablé sobre el principio de la retribución kármica. En ocasiones, les daba un bono al finalizar el año para satisfacer sus deseos. En mi caso, devolví mi bono al departamento financiero. Traté a cada colega siguiendo los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Mis compañeros de trabajo se llevaban bien.

Una tentación que enfrenté en mi trabajo fue la de obtener un soborno al ocuparme de las compras de la empresa. Cuando realizaba la compra de un gran equipamiento, siempre le pedía a los agentes que me cotizaran el precio más bajo sin ningún soborno porque practico Falun Dafa y no lo aceptaría. A veces, la persona encargada de las ventas me daba dinero en efectivo o regalos, que yo donaba a las familias pobres.

Mantener la calma frente a las tribulaciones

Presenté una denuncia en contra de Jiang Zemin, el expresidente de China, quien comenzó la persecución contra Falun Dafa en 2015. Un día, mi esposo me llamó para preguntarme qué había hecho porque alguien me había denunciado a la policía.

Calmadamente, le dije que había redactado una querella criminal en contra de Jiang Zemin. Me pidió que escondiera mis libros de Dafa porque las autoridades locales irían a verme, y yo podía ser despedida de mi trabajo.

A la mañana siguiente, mi esposo habló con el funcionario del gobierno de la ciudad quien dijo que quería que renunciara. Mi primer pensamiento fue negar lo que él decía y negarme al arreglo de las viejas fuerzas. Les pedí a otros practicantes que enviaran pensamientos rectos para mí. Le dije al secretario del comité de asuntos legales y políticos que había recuperado mi salud al practicar Falun Dafa. Me urgió a entregar mi carta de renuncia para el mediodía. Decidí que no renunciaría.

Para el mediodía, mi esposo acudió a mi encuentro con un modelo de carta de renuncia y me pidió que la copiara. La rompí cuando leí que la razón de mi renuncia eran mis problemas de salud. Continué mandando pensamientos rectos para negar la persecución y la pedí ayuda al señor Li (el fundador de Falun Dafa).

A la una fui a la sede del gobierno local y le dije al secretario del partido que no había escrito la carta de renuncia porque yo gozaba de buena salud y porque no había cometido ningún error. Le pregunté por qué no se me permitía presentar una demanda contra Jiang Zemin por su persecución a los practicantes de Falun Dafa.

Él estaba furioso y llamó a mi esposo. Yo no tenía miedo y le dije que me protegiera porque yo era una buena persona.

Cuando mi esposo llegó a casa esa noche, dijo que no me obligarían a renunciar ni me transferirían a otra organización, pero querían que me quedara en casa y me pagarían el mismo salario. Tenían miedo que hiciera lo mismo en otro trabajo y les causara problemas.

Había sido gerente por más de 20 años y había abandonado muchos de mis apegos a través de la cultivación. Sin embargo, tenía que deshacerme del miedo, el egoísmo y la búsqueda de fama. Tenía, además, muchos otros apegos ocultos en mi interior, que no había identificado. Había estado pensando en cambiar mi entorno para tener más tiempo para estudiar el Fa. Así que estas cosas estaban sucediendo por mi propio deseo.

Escribí una carta a cada funcionario del gobierno de la ciudad en la que les contaba cómo me había beneficiado por practicar Falun Dafa, cuánto me esforzaba en mi trabajo, y por qué había escrito una querella criminal contra Jiang Zemin. No obstante, el gobierno de la ciudad me despidió.

Dar bien cada paso

Encontré otro trabajo en el que estaba a cargo del montaje de productos y del entrenamiento de los empleados.

Un día del mes de julio, mientras estaba en un viaje de negocios, fui interceptada por un policía en la estación de trenes al pasar por un procedimiento de seguridad. El policía encontró un rodamiento de acero en mi equipaje y le expliqué que era parte del equipamiento que iba a ensamblar. Luego abrió mi bolsa y encontró libros de Falun Dafa. Estaba sorprendido. Le dije que soy una practicante de Falun Dafa y me pidió que lo acompañara al piso de arriba.

Mientras subía las escaleras, repetidamente le pedía al Maestro que fortaleciera mi corazón. Sabía que el Maestro tenía la palabra final, y nadie podía tocarme.

Seis policías inspeccionaron mi valija y mi bolso. Les dije para qué era el rodamiento de acero y les expliqué que estaba saludable porque practico Falun Dafa: viajo por todo el país y ensamblo equipo pesado a la edad de 60 años. Ellos encontraron materiales de Falun Dafa y libros en mi bolsa y tomaron muchas fotos de estos.

No temía en absoluto. Continué diciéndole a los oficiales lo bueno que es Falun Dafa y cómo se lo conoce en todo el mundo. Les conté que sufría problemas de salud cuando era joven y que la compañía en la que mi padre trabajaba se negó a contratarme luego de que mi padre se jubiló. Les dije que ahora me sentía llena de energía y feliz.

Una mujer policía me observó de arriba abajo y afirmó que, en verdad, yo estaba de excelente ánimo y saludable. Le conté una historia acerca de un pariente que creía en Falun Dafa y se salvó de salir herido por la explosión de una caldera.

Ella, junto con otro policía, escuchaban e incluso asentían de vez en cuando. Ella quería echar una mirada a mi teléfono celular. Abrí mi equipo de trabajo en mi celular y le mostré las fotos de cómo ensamblaba los equipamientos y cómo entrenaba al personal. Me dijo que eran fotos interesantes. Me pidió un amuleto y un libro de Falun Dafa. Le di mi amuleto, pero no le di el libro porque solo tenía un ejemplar. Le dije que ella podría obtener los libros de Falun Dafa por sí misma si realmente los quería. Envolví mis libros y los guardé en mi bolsa. Le dije que debía irme porque un colega me estaba esperando. Me acompañó hasta el ascensor.

Estas cosas ocurrieron porque el Maestro me había dado una oportunidad de explicar los hechos sobre Falun Dafa a la policía. Ellos aún desconocían la verdad acerca del incidente de inmolación en la Plaza de Tiananmen, y no tenían cómo conocerla cuando el acceso a la información está bloqueado por el PCCh. Así que me dirigí a los funcionarios. Durante el proceso, me mantuve calmada y compasiva y les conté acerca del poder de Falun Dafa. Aprendieron cómo es un practicante de Falun Dafa.