(Minghui.org) Han pasado 19 años desde que más de 10 000 practicantes de Falun Gong (Falun Dafa) protestaron pacíficamente en el complejo del gobierno central de China, pidiendo a las autoridades que liberen a sus compañeros practicantes y les permitan practicar su creencia sin obstáculos. ¿Qué ha visto el mundo en Falun Gong desde entonces?


Primero: pacífico y compasivo

Primero, los practicantes de Falun Gong son amables, pacíficos y racionales. Los medios, controlados por el partido comunista chino (PCCh), acusaron a los practicantes de rodear y atacar al gobierno central.

Los practicantes no hicieron ninguna de las dos cosas. Simplemente ejercieron su derecho constitucional de expresar su opinión a los funcionarios del gobierno. El proceso fue pacífico y nadie fue ruidoso, no se bloqueó el tráfico o interrumpió a los residentes cercanos. Antes de que los practicantes se fueran, recogieron toda la basura en el suelo, incluso la de los transeúntes.

El PCCh afirmó que la apelación pacífica “causó un disturbio”. De hecho, el propio régimen causó problemas al arrestar y golpear a 45 practicantes de Falun Gong que estaban haciendo los ejercicios en público, lo que motivó la protesta en primer lugar.

Las autoridades se negaron a liberar a los practicantes y esto obligó a los practicantes a hablar. Antes de los arrestos, el PCCh emitió artículos que atacaban a los practicantes a través de sus medios de comunicación controlados y dio instrucciones a los oficiales de seguridad pública para que acosaran a los practicantes que realizaban los ejercicios al aire libre, como si ya fueran culpables antes de que se investigara algo.

El departamento de propaganda luego prohibió la publicación de libros de Falun Gong sin pasar por ningún procedimiento legal. Frente a estas acusaciones y acosos, los practicantes sintieron que era hora de comunicarse con el gobierno y exigir su derecho constitucional básico a la libertad de creencia. En la protesta, pidieron al gobierno que liberaran a los 45 practicantes, que permitieran la publicación de los libros, y que garantizaran un ambiente libre para practicar.

El 25 de abril de 1999, el día de la Apelación Pacífica, el primer ministro Zhu Rongji resolvió adecuadamente el problema con los practicantes.

Lamentablemente, Jiang Zemin, el líder en ese momento, estableció la oficina 610, una organización extralegal del partido que ahora supervisa la persecución a Falun Gong. Luego, el 20 de julio de 1999, Jiang lanzó una persecución sistémica a nivel nacional contra Falun Gong.

En los últimos 19 años, las autoridades chinas han torturado implacablemente a los practicantes que se negaron a abandonar su fe, en cárceles, campos de trabajo forzado y centros de lavado de cerebro. Se han documentado que, al menos, 4213 practicantes murieron como consecuencia de las torturas, teniendo en cuenta la poca información que se ha podido obtener a través del corta fuegos de Internet de China.

Sin embargo, en los últimos 19 años no ha habido ningún incidente de un practicante que se haya vengado con violencia. Por el contrario, los practicantes creen que la policía que participa en la persecución no es más que una víctima de la propaganda del PCCh. Los practicantes nunca han dejado de decirle a la policía qué es Falun Gong y la verdad sobre la persecución, porque no quieren que cometan crímenes que lastimen a las personas buenas.

Los medios del PCCh han afirmado que más de 1400 practicantes han estado involucrados en incidentes extremadamente erráticos, incluida la autoinmolación en la Plaza de Tiananmen. Todos estos han demostrado ser mentiras.

Segundo: fe inquebrantable

En segundo lugar, los practicantes no han vacilado en su firme creencia en los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Ninguna forma de tortura utilizada en las cárceles, los campos de trabajo forzado y los centros de lavado de cerebro han podido cambiar sus corazones de compasión.

Año tras año, los practicantes continúan contando al público por qué la persecución es incorrecta y le piden a las personas que ayuden a detenerla. En la historia de los movimientos políticos del PCCh, ningún grupo pudo sobrevivir cuando el partido lo señaló para la persecución, excepto Falun Gong.

En los últimos 19 años, la práctica se ha extendido por todo el mundo y cada vez más personas eligen convertirse en practicantes. No existe dictadura, violencia ni mentiras que puedan cambiar la creencia de los practicantes en Verdad-Benevolencia-Tolerancia.

Tercero: sin agenda política

Por último, los practicantes de Falun Gong han demostrado una y otra vez que no están motivados políticamente. No tienen intención de involucrarse en política. En Taiwán y en los países democráticos occidentales, los practicantes no se involucran con los partidos políticos o las elecciones. A menudo participan en eventos comunitarios locales para presentar la práctica al público y son frecuentemente honrados por los gobiernos locales y las comunidades. Así es como funciona la práctica en países normales.

Cuando el régimen comunista chino eligió perseguir y calumniar a Falun Gong, los practicantes asumieron la responsabilidad de decirle a la gente por qué el régimen está haciendo lo que hace para evitar que la gente sea engañada.

Los practicantes describen los crímenes del régimen chino y ayudan a las personas a renunciar al PCCh y sus organizaciones afiliadas. No están involucrados en la política de China; solo están ayudando a la gente a salir de eso.

Los practicantes no guardan rencor hacia el PCCh, pero arriesgan su seguridad para decirle a las personas que pueden ayudarlas a renunciar al PCCh y a sus organizaciones afiliadas.

Aunque China afirma que el sistema de campos de trabajo forzado ha sido abolido, la oficina 610 todavía está influyendo en los sistemas policiales y judiciales para perseguir a los practicantes. Según Minghui, 1294 practicantes fueron condenados a prisión por negarse a renunciar a su fe en 2016, y 974 en 2017.

De enero a marzo de este año, 194 practicantes ya han sido sentenciados. El régimen chino no tiene en cuenta su propia constitución y viola los derechos básicos de sus ciudadanos. Todos los ciudadanos chinos son víctimas de esta tragedia que ya lleva 19 años.