(Minghui.org) El 2017 pasó en un abrir y cerrar de ojos. Una practicante compartió, en el grupo, cómo había aprovechado cada minuto desde que, el año pasado, comenzara a trabajar en los medios de comunicación. Todos la elogiamos por cumplir con su voto prehistórico y salvar a los seres conscientes. Esto me hizo reflexionar sobre mi cultivación de este último año. Al recordar la infinita compasión del Maestro me deshice en lamentos por haber aflojado.

El Maestro soporta mi sufrimiento

El año pasado, experimenté yeli (karma) de enfermedad en dos ocasiones. Aunque el yeli (karma) no llegó a manifestarse visiblemente en la superficie, ni me afectó durante mucho tiempo, pude sentir que las sustancias nocivas en otras dimensiones eran enormes. Aunque la situación me colocó al límite, logré superarla finalmente, gracias a que los practicantes enviaron pensamientos rectos y a que el Maestro soportó gran parte de mi sufrimiento.

En julio, justo antes de que se celebrara el desfile de Calgary, Canadá, aparecieron repentinamente en la planta de mi pie cuatro pústulas, que no me permitían caminar con normalidad. En mis brazos, contabilicé 13 pústulas en total, de las que salía pus continuamente, causándome mucho dolor. Apenas podía levantar algo con mis manos. Los ganglios linfáticos de mis axilas y de mi ingle estaban hinchados y también me dolían terriblemente. Sentía cómo una sustancia negativa en otras dimensiones me presionaba. Estaba desesperada y asustada.

Mi esposo, también practicante, me pidió que mirara hacía dentro y averiguara dónde me había quedado corta. Que buscara aquello que había dado pie a que las viejas fuerzas me interfirieran. En todo el tiempo que llevo practicando Falun Dafa, nunca había experimentado un yeli (karma) de enfermedad parecido.

Un practicante me señaló mi corazón de envidia y que no ponía en práctica los principios del Fa que había aprendido. Sus palabras penetraron en mi corazón y destruyeron mi arrogancia. Pude comprender que, en realidad, pese a que pensaba que mi cultivación iba sobre ruedas, me había cultivado pobremente.

En esos días, experimentaba un dolor tan agudo cuando hacía el segundo ejercicio delante la foto del Maestro, que lloraba desconsoladamente, sintiendo que la cultivación era demasiado dura y que esta tribulación me iba a resultar demasiado difícil de superar.

Decidí que asistiría al desfile a pesar del dolor, gracias a que mi esposo me daba ánimos constantemente. Seguí haciendo lo mismo de siempre: recitando el Fa y enviando pensamientos rectos. Me dije a mí misma que participaría en el desfile con la ayuda del Maestro. La misión de un discípulo de Dafa es salvar a los seres consientes, después de todo, así que las viejas fuerzas no se atreverían a interferir.

No mostré a los demás mi sufrimiento y tampoco pedí ayuda a nadie durante el tiempo que duró el viaje a Canadá. El día del desfile, me atavié con un traje tradicional y caminé la ruta del desfile de más de 7 km., bajo un sol abrasador. Mucha gente nos vitoreó durante el recorrido.

Antes de que comenzara el desfile, seguí recitando el poema del Maestro en mi corazón:

“Un gran ser iluminado no teme a las penalidades

Su voluntad está formada de diamante

Sin apego a la vida ni a la muerte

Camina abierta y majestuosamente su sendero en la rectificación del Fa”

(‘Pensamientos rectos y acciones rectas’ de Hong Yin II).

En cuanto comenzó el desfile, dejé de sentir dolor en mi cuerpo, el Maestro me estaba dando fuerzas. Pero, cuando el desfile concluyó, el dolor volvió, y era tan insoportable que no quise volver a participar en ningún otro evento. Sin embargo, el coordinador de la banda marchante me dijo que nadie podía reemplazarme.

Comprendí que era un arreglo del Maestro. Pedí perdón al Maestro en mi corazón: "Me equivoqué, porque le tengo miedo a las dificultades. Tocaré en la banda". Así que me dirigí rengueando a la plaza donde tendría lugar la celebración, pese a que se encontraba a unas cuantas calles de distancia.

Dormí durante todo el vuelo de regreso a casa. Olvidé el dolor. Me curé completamente después de llegar a mi hogar.

Varios días después, tuve un sueño muy vívido en el que vi al Maestro, en otra dimensión, soportando gigantescas dificultades por mí, y rompí a llorar. Sentí mi corazón dolorido al despertar. Deseaba que aquel sueño no fuera verdad, pero todo parecía indicar que, lo que vi, había sucedido,¡el sueño era tan real! Los practicantes siempre hablaban o escribían en sus experiencias de que deberíamos atesorar el enorme sufrimiento que soporta, por nosotros, el Maestro. Lamento que tuviera que sufrir por mí a causa de mi apego a la búsqueda de comodidad en la cultivación.

En diciembre, sufrí otra ráfaga de yeli (karma) de enfermedad. Me aparecieron ampollas en la boca y la garganta, que me provocaban un dolor insoportable en la lengua. Me sentía mareada y tosía compulsivamente. No podía comer nada. Solo ingerí agua durante la primera semana y algunos otros líquidos durante la siguiente.

Esta vez lo tenía muy claro, sabía que era una interferencia perversa. Para negar completamente los arreglos de las viejas fuerzas, dejé de reconocer cualquier incomodidad. Durante la promoción de Shen Yun, decidí trabajar aún más duro. Salí a repartir paquetes promocionales de Shen Yun puerta a puerta, desde por la mañana hasta altas horas de la noche. Cuando traté de subir una cuesta, me sentí mareada, pero no le di importancia. Tomé un pequeño descanso y continué caminando. Dos semanas después me había recuperado.

Cuando el yeli  (karma) de enfermedad ataca, creo que la mejor opción consiste en no reconocerlo y en solo, enfocarme en hacer las cosas que debo hacer. Al mismo tiempo, debo estudiar más el Fa, enviar pensamientos rectos para disolver la persecución perversa, mirar adentro y rectificar cualquier cosa degenerada de mi mente. No debo mirar pasivamente hacia adentro mientras acepto la persecución, porque el Maestro nos pidió que no reconociéramos ni siquiera la existencia de las viejas fuerzas. Cuando los practicantes hacen bien las tres cosas, el mal no se atreve a perseguirlos.

Memorizar el Fa me ayudó a superar la depresión

El yeli (karma) de enfermedad también acabó afectando mi capacidad de trabajo. Como vendedora, no podía hacer llamadas telefónicas. Una voz en mi mente me decía: "Es tan aburrido hacer llamadas telefónicas. Este trabajo es tan monótono". Como resultado, no cerré muchas ventas durante ese período.

Tampoco quería asistir a los ensayos de la ‘Banda Marchante Tian Guo’. Una vez más, la voz en mi cabeza dijo: "Con un rendimiento de ventas tan pobre, ¿cómo puedes tener el coraje de perder el tiempo en los ensayos? Lo mejor será que dejes la banda".

Sabía que era una interferencia y una prueba para mí, así que envié pensamientos rectos para negarlo e incrementé mi estudio diario del Fa. Llegué a sentir que no era lo suficientemente fuerte como para afrontar las tribulaciones, así que decidí memorizar el Fa. Además de estudiar con los practicantes, todos los días memorizaba el Fa. Superé el cansancio, la somnolencia, los apegos a hacer las cosas rápidamente buscando obtener resultados, y todo tipo de interferencias. Sólo tenía un pensamiento: tengo que memorizar todo el libro y asimilarme al Fa.

Mientras memorizaba el Fa se desplegaron capas y capas de nuevos entendimientos y significados. Por ejemplo, cuando estaba memorizando este párrafo:"... la causa fundamental por la que el hombre no puede aquietarse no es un problema de técnicas ni de no tener algún método especial, sino que tus pensamientos y tu corazón no están limpios" (Zhuan Falun). Me di cuenta  que el Maestro me señalaba: "Tu mente y tu corazón no están limpios". El Maestro usó la palabra "limpio", no usó "tranquilo"como yo pensaba. Comprendí que sólo cuando los practicantes abandonan los apegos y los deseos, sus corazones se vuelven limpios, y pueden alcanzar la tranquilidad.

Mientras memorizaba el Fa, examinaba cada uno de mis pensamientos.

Escuché todo tipo de comentarios de los practicantes, después de la Conferencia del Fa en Nueva York, de este año. Llegué a la conclusión que el período de la rectificación del Fa podría durar mucho tiempo. Entonces, un pensamiento cruzó fugazmente mi mente: podía relajarme, un poco, sin necesidad de trabajar tan duro. Debido a que no elimine este pensamiento de manera oportuna, las viejas fuerzas se aprovecharon de esta brecha.

Al memorizar el Fa, descubrí que el egoísmo se ocultaba detrás de todos mis apegos humanos y de mi corazón humano. Esperaba con impaciencia el final del período de la Rectificación del Fa porque estaba apegada a las cosas que había hecho y a las dificultades que había tenido que atravesar durante los últimos años. Pensé que el período de la Rectificación del Fa terminaría pronto, así que, por eso, trabajé diligentemente y aparentaba cultivarme diligentemente.

De hecho, estaba apegada a alcanzar la consumación, por lo que había estado juzgando mi estado de cultivación en base a cuánto trabajo había hecho por Dafa, cuánto esfuerzo había puesto al estudiar el Fa, cuántos seres conscientes había salvado, o en cuántos proyectos de Dafa había participado. Hice todas esas cosas con un propósito errado. Por eso, las viejas fuerzas lograban interferir fácilmente conmigo.

Una vez que encontré mis apegos fundamentales, comencé a rectificarlos y gradualmente salí de la depresión en la que había caído.

Para librarme del egoísmo, traté de identificar mi verdadero propósito al hacer las cosas: ¿trabajaba para validar el Fa o para validarme? ¿Hice cosas para armonizar con lo que Maestro nos requería o por satisfacer mis propias necesidades egoístas? Cuando rectifiqué mi pensamiento, sinceramente traté de llevar a cabo, con honestidad, un proyecto, de la manera en que lo haría para mis propias cosas.

Por ejemplo, cuando nuestra compañía celebró una actividad, yo intenté incrementar el número de asistentes en lugar de enfocarme solamente en hacer bien mi propio trabajo. Tomaría la iniciativa de asumir más responsabilidad, en lugar de esperar pasivamente las asignaciones. El Maestro abrió mi sabiduría en cuanto solté el apego a mí misma.

Uno de mis clientes donó 400 regalos a la compañía. Con nuestros esfuerzos conjuntos, pudimos invitar a 400 personas a la fiesta de Fin de Año de nuestra empresa sin mayores problemas. Aclaramos la verdad a esas personas, algunas de las cuales compraron entradas para Shen Yun.

En el pasado, juzgaba quién tenía razón y quién no, valiéndome de mis nociones cuando surgían conflictos entre mis compañeros. Incluso impondría mi comprensión a los demás. Ahora, a menudo recuerdo las palabras del Maestro:

“Los dioses consideran los problemas en su totalidad, multidimensionalmente, mientras que los humanos solo ven la superficie. A veces los Dafa dizi están a mi lado; cada pensamiento, cada idea tuya, tu manifestación, yo no miro para nada tu superficie o tu comportamiento. Yo miro esa intención verdadera tuya, miro lo que tu pensamiento verdadero está pensando esencialmente, lo que está haciendo. Y en este proceso, aunque lo que se manifiesta en la superficie es tu comportamiento –del cual tienes que ser responsable– aun así, yo miro tu esencia” (25 años de la Gran Difusión de Dafa: Explicando el Fa en Nueva York).

Comprendí la manera en que observaban aquellos seres elevados. Todo lo que pasaba a mi alrededor me recuerda que debo cultivarme y aprovechar todas las oportunidades que se me presenten. Al apartar a un lado el "yo", sentí que el egoísmo se disipaba y cultivé un estado de compasión más profundo.

Ahora, aprecio a cada uno de mis compañeros y los observo desde el corazón cuando estamos, como un solo cuerpo, salvando a los seres conscientes. Agradezco que el Maestro enviara practicantes que se unieron a nuestro proyecto para hacerlo avanzar más rápidamente. No contiendo, ni compito con el resto de practicantes cuando sus pensamientos o comportamientos no concuerdan con los míos. Mis ideas o habilidades personales carecen de importancia. Si los pensamientos o acciones de los demás resultan beneficiosos en la salvación de los seres conscientes, abandono los míos inmediatamente. Nunca me apego a lo magnífica que pueda ser mi idea o a lo mucho que había hecho.

Descubrí que cuanto más desapegada  estoy del ‘yo’, más amplio se vuelve mi camino y más poderes divinos surgen. Este es quizás un estado libre de ‘ego’.